«El Rebe Raiatz, Rabi Iosef Itzjak Shneerson, contó la siguiente historia:
Antes de que naciera el Baal Shem Tov, hubo decretos terribles en contra de los judíos, tal como el decreto de los barbaros ucranianos antisemitas, Khmenitsky y sus tropas en los años 5408 y 5409. 1 La situación tanto espiritual como económica de los judíos europeos era deplorable. Los terratenientes los hostigaban, los clérigos les acusaban falsamente de crímenes que no habían cometido. No pasaba un año sin que los judíos sufrieran semejante denigración, física, espiritual y financieramente.
Había terratenientes que alquilaban posadas a judíos ya sea en las carreteras o en la ciudad y si el inquilino judío no tenía los medios de pagar la renta a tiempo, el dueño actuaba como si ellos fuesen de su propiedad y los trataba malintencionadamente.
Si los ingresos de la posada eran muy escasos y el inquilino realmente no tenía la posibilidad de pagar la renta, la vida del hombre y su familia pendía de un hilo. El arrendador los encarcelaba a todos en una mazmorra hasta que fueran capaces de conseguir los medios para pagar sus deudas.
La situación económica de los judíos decayó considerablemente y su situación material influenció en su estado espiritual a tal punto que, en sentido figurado, cayeron en un estado de coma. Desde el cielo vieron que para despertar y levantar el espíritu de los judíos, tanto material como espiritualmente,2 debía descender un alma sublime a este mundo. Como sabemos, si uno quiere despertar a alguien que se ha desmayado, la manera confiable de intentarlo es llamándolo por su nombre. Así mismo, el alma del Baal Shem Tov -cuyo primer nombre es Israel igual que el del pueblo judío- descendió a este mundo y despertó al pueblo judío de su figurado sueño3. «
Dolores de Parto
“Es tiempo de angustia para Iaacov, y de allí será salvado”.4 El mensaje inherente en este versículo se ha demostrado una y otra vez en todas las pruebas y tribulaciones que el pueblo judío ha sufrido durante nuestro largo exilio. Debido al sufrimiento que hemos soportado se han manifestado nuestros poderes internos más fuertes y firmes, conduciéndonos a nuestra salvación. El mismo principio se aplica a nuestro microcosmos en la psiquis humana. Cuando nos enfrentamos a un problema o desafío, nuestro carácter se fortalece y agudiza, sacando a la luz nuestro potencial latente.
De esta manera, los conflictos y problemas no deben ser vistos como un castigo; por el contrario, ellos nos ofrecen una oportunidad de acercarnos a nuestro verdadero yo interior y al Todopoderoso, y expresar nuestro auto sacrificio personal.5 Cuando Dios y el pueblo judío están alejados entre sí, hay ocasiones en que es necesario una experiencia fuerte y traumática para reavivar la relación.
La salvación más grande de toda angustia viene en forma de un alma sublime de un tzadik que es traída a este mundo; un tzadik que tenga el poder de servir como un verdadero líder y encaminar nuevamente a la nación. El alma del tzadik representa al hijo proveniente de la unión entre Dios y el pueblo judío. Su alma es como la del hijo querido, nacido después de un prolongado estado de alejamiento.
Esto se cumplió durante el exilio de Egipto, el precursor de todos los demás exilios. Después de ser esclavos por muchos años en Egipto, por el amargo sufrimiento y las suplicas a Dios, fuimos privilegiados de recibir el alma de Moisés. Esta es la razón por la cual el término hebreo para angustia (צרה , tzará) es parte del término que se usa para expresar “dolores de parto” (צירי לדה , tzirei leidá). Es también afín a la palabra “emisario” (צִיר , tzir) como en un “emisario fiel” (נֶאֱמָן צִיר )6 enviado por el Todopoderoso para salvarnos y redimirnos.
Precisamente así como se nos envió a Moisés en esa generación, con la misión de entregarnos la Torá y difundir su luz a los setenta ancianos –representando el amplio
liderazgo de esa generación- así mismo se nos envió al Baal Shem Tov junto con sus sesenta discípulos a quienes iluminó con su gran luz.7
El Nombre oculto
Hemos aprendido entonces, que la angustia causa la revelación del poder latente del alma colectiva del pueblo judío. La salvación no es accidental y está relacionada con la clase de angustia o dificultad que se presenta. Más bien las dos están unidas, llegando a ser una, pero la salvación radica en la espera, potencialmente lista para ser descubierta de manera que su luz ilumine la oscuridad en la que nos encontramos.
En Jasidut encontramos tres metáforas diferentes que ilustran los diversos grados de potencial oculto:
El primer grado de potencial oculto se asemeja a la llama de una brasa incandescente. La llama existe dentro de la brasa pero no arde visiblemente en su superficie; está presente pero oculta. Este grado de potencial oculto se conoce como un potencial existente oculto (העלם שישנוֹ במציות ), ya que su existencia está en el punto de ser revelada y puede ser detectada aún en su estado oculto. Para revelar la llama sólo se necesita soplar la brasa.
La segunda y más profunda forma de potencial oculto es semejante a la llama escondida en un pedernal. No hay una llama evidente en la piedra misma, pero la llama en potencia está contenida en ella. Este tipo de potencial oculto se conoce como un potencial oculto inexistente (הֶעֱלֵם שאינוֹ במציאות ). El fuego latente dentro del pedernal puede verse únicamente cuando la piedra es golpeada enérgicamente.
El tercer y aún más profundo grado de potencial oculto es semejante a un nombre. Los nombres expresan la esencia más recóndita, el potencial más oculto y más profundo. Por ejemplo, Adam fue capaz de intuir el verdadero nombre hebreo de cada especie como afirma el versículo,8 “Como sea que Adam llame a las criaturas vivientes, ese será su nombre”.9 El nombre hebreo de un individuo refleja su propia esencia; él únicamente responde a ese nombre ya que sólo ese nombre fue labrado en los fundamentos de la raíz de su alma Divina. Aun así, precisamente porque expresa su más profunda esencia, realmente un nombre es muy difícil de extraer. Su presencia es aún menor que la del fuego en un pedernal. Esta es la razón por la cual los grandes sabios han dicho que los padres de un niño son dotados con Inspiración Divina en el momento de dar el nombre de su hijo. Sin ello no serían capaces de llamar a su hijo o hija correctamente, expresando su esencia más íntima y oculta.
Cuanto más intensa sea la aflicción que sobrelleve una persona y la angustia penetre profundamente en su psiquis, mayor es la necesidad de atraer una nueva luz desde su raíz espiritual más elevada que lo revitalice. Un reto o dificultad por pequeña que sea puede requerir sólo una ligera sacudida para despertar a la persona a que retorne a su verdadero ser. Pero si el individuo ya ha perdido la consciencia, no hay otra opción que llamarlo por su nombre, despertando la raíz de su fuerza vital. Únicamente de allí se puede tomar el roció rejuvenecedor de vida necesario para revitalizarlo.
Examinando nuestros exilios, podemos identificar tres periodos específicos en los cuales Dios trató de revitalizarnos por medio de la revelación de nuestro potencial oculto, en cada una de las tres formas que acabamos de describir. Antes de la destrucción del Templo, el estado colectivo de nuestro pueblo se asemejaba a un soñador medio despierto. Los profetas de la época trataron de reavivar nuestra conexión con Dios soplando sobre las brasas incandescentes de nuestras almas, tanto con palabras de reproche como con profecías consoladoras.
Luego, en medio del exilio de Babilonia, en el tiempo de Mordejai y Ester caímos en un profundo sueño. Hamán le dijo al rey Ajasverosh “Hay una nación” (עַם אֶחָד יֶשְׁנוֹ ). Los sabios lo interpretan como “Una nación duerme”.10 Únicamente golpeándola con fuerza (como uno haría con el pedernal para producir fuego), sólo por intermedio del decreto de Hamán de destruir, matar y aniquilar al pueblo, Dios no lo permita, el alma colectiva fue reavivada de su sueño.
Pero hace aproximadamente dos siglos y medio, cuando nuestro último exilio se aproximaba a su etapa final, la oscuridad se volvió más densa y pesada. Mientras el alba se aproximaba, nuestra fuerza nos abandonó y nos dejó inconscientes, en un estado de sueño aún más profundo que el anterior. Fue entonces cuando se nos envió al Baal Shem Tov, quien es el alma de Israel y el espíritu de nuestro aliento. Cuando su nombre Israel fue escuchado por el alma de la nación, ésta revivió como si hubiese renacido.
Cuando sobrellevamos sufrimientos, el alma regresa a un punto prenatal, de la nada que precedió su existencia y de allí aflora nuevamente. Despierta renovado, valeroso y mejor dotado para las nuevas circunstancias que lo rodean.11 Este es el significado del Baal Shem Tov, llamando a nuestro pueblo por su nombre.
El nombre y la esencia
Han pasado muchos años desde que apareció el Baal Shem Tov y nos encontramos otra vez en estado de inconciencia. Ciertamente sabemos que aquellas generaciones compradas con la nuestra son como la luz y la oscuridad. Si ellos solamente se desmayaron, nosotros estamos en estado de coma.
Si en el pasado, soportamos las torturas de los gentiles malvados, hoy en día nosotros somos los causantes de nuestros propios problemas. Es como si una enfermedad maligna hubiese anidado en nuestro corazón colectivo y desde allí matara la mente y el corazón judío, Dios no lo permita.
Existe la tradición Jasídica13 que antes de morir, el Rabi Itzjak de Homil había dicho que vio al mundo caer y que sería necesario un nuevo orden. Por orden, el Rebe Itzjak se refería a las tres generaciones que iluminaron el movimiento de Jasidut: el Baal Shem Tov, el Maguid de Mezritch y el Alter Rebe. Rabi Itzjak se dio cuenta que la gran luz con la que estas tres luminarias llenaron el mundo ya no era suficiente. El denso velo de oscuridad que vio cayendo alrededor suyo, lo convenció de que la tarea de reavivar nuestra conexión con el Todopoderoso aún no se había completado. El nombre “Israel” con el que el Baal Shem Tov nos había llamado, debía ser revelado, no como un susurro en el oído de una persona desmayada, sino fuerte y claro para que todos lo oigan.
Para todos aquellos adeptos a aprender las enseñanzas Jasídicas en profundidad, añadimos: Jasidut en general y las enseñanzas del Rebe de Lubavitch en particular, se preocupan más en la esencia de los asuntos en y por sí mismos (עֶצֶם , etzem) que en sus nombres (aun cuando el nombre expresa la esencia), porque las necesidades vehementes de nuestro tiempo, la era de la redención, requieren de este enfoque. El Rebe de Lubavitch nos enseñó cómo acercarnos a la esencia misma de Dios y cómo atraer la revelación de Dios Mismo, sin conformarse con menos, y ciertamente no por cualquier realidad intermedia.
NOTAS
1.- Ver también, Reshimot Devarim IV, p 17: Los Jasidim saben que para inspirar el descenso de un alma elevada a un cuerpo, aquí abajo debió haber algún despertar de auto-sacrificio verdadero. Previo al descenso del alma del Arizal, fuimos testigos del auto-sacrificio que tuvieron que soportar muchos judíos expulsados de España y antes que el alma de nuestro Maestro el Baal Shem Tov descendiera, vino el decreto de 5408 (1748) y 5409 (1749).
2.– En referencia a mejorar el estado material de la judería europea, el sexto Rebe de Lubavitch, Rabbi Iosef Iztjak una vez comentó:
Se relata que el Ba’al Shem Tov debió dedicar gran esfuerzo físico para liberar prisioneros judíos, viajando de un lugar a otro, recolectando recursos para pagar a los arrendatarios sus deudas, con el fin de salvar al inquilino judío y a su familia de la muerte.
La siguiente carta, descubierta en los archivos Kharson es particularmente interesante en este contexto (Reshimot Devarim IV, p52):
“Con la ayuda de Dios. El suscrito, debe la suma de mil rublos de oro al Sr. Anton Schtaritzki del pueblo de Tarnafka, de tal manera, para que libere a todos aquellos que mantiene cautivos hasta la fecha de hoy (abajo) con la condición de que en un mes, yo le recompensaré la suma de mil rublos (1.000 rublos). Firmado en el primer día de la lectura de la Tora de Vaikra, 5513, aquí en la congregación sagrada de Litin. Por Israel Tallis-Macher, hijo de Rabbi Eliezer, Ba’al Shem of Mezhibuzh.
3.– Esta parábola, utilizada para describir la presencia del Baal Shem Tov, se cita en otra parte en nombre del Rebe Pinjas de Koritz (ver Keter Shem Tov, addendum 418)
4.– Jeremias 30:7
5.– Ver nuestro volumen hebreo, Lijiot Im Hazman, Parasha Shemot.
6.– Proverbios 25:13
7.– Ver Netiv Mitzvoteja 1:13 (citado en la introducción de Ba’al Shem Tov HaTorá 4)
8.- Génesis 2:19
9.– Cuando el Tzemaj Tzedek era un niño de tres años, se sentó en el regazo de su abuelo, el Alter Rebe, y jugaban juntos. Una vez su abuelo le preguntó, “¿Dónde está el abuelo?” y su nieto le toco sus manos y le dijo, “¡aquí está el abuelo!”. El Alter Rebe dijo, “No, esas son las manos del abuelo”. El niño le toco la cara y dijo “¡Aquí está el abuelo!” El Alter Rebe dijo, “No, esa es la cara del abuelo”. Entonces el niño se bajó del regazo de su abuelo y dio la vuelta para dejar la habitación. De repente, el niño llamó “¡abuelo!”, el Alter Rebe se volvió hacia él y le preguntó, “¿Que?” El niño le respondió “¡Ahá! ¡Ese es el abuelo!”
Esta historia nos enseña que llamar a alguien por su nombre actúa para revelar su verdadera esencia. El nombre no se asemeja a la llama tenue que yace escondida en la brasa, ni el fuego latente en el pedernal. Estos potenciales no manifiestan el verdadero ser (עֶצֶם , etzem) donde yacen verdaderamente. Por consiguiente, cuando son revelado la conexión entre los dos se corta. En cambio, el nombre es la expresión absoluta y real del verdadero ser, así, llamar por el nombre sirve para revelar el verdadero ser.
De aquí podemos entender las bases de la declaración de Rabi Itzjak (tratado más adelante en este texto), que el nuevo orden, la nueva revelación de Jasidut que necesitamos hoy no será diferente sino la extensión directa de la propia esencia del Ba’al Shem Tov, su ser verdadero. Aun así, será nuevo por que estará libre de las limitaciones que le han restringido en el pasado.
10.– Ester 3:8; Ester Rabá 7:12. Hamán afirmaba que Dios estaba dormido y ya no quería más a Su pueblo. Entendido en mayor profundidad, la afirmación de Hamán realmente se refiere al sueño interno que experimentaba al alma colectiva del pueblo judío, origen de la equivocación de creer que Dios no estaba más con ellos.
11.– Esta es también la opinión del Ba’al Shem Tov quien dijo (ver Jajmei Israel – Ba’al Shem Tov, carta 41) “Vine al mundo únicamente a rectificar y revivir los huesos secos de manera que todo tenga vitalidad y alma.”
Respecto a esto, notemos que el Ba’al Shem Tov recibió enseñanza del profeta Ajiá Hashiloní, conocido como el “Amo de la vida” (בַּעַל הַחַי , Baal Hajai), refiriéndose a su afinidad con los dos niveles más elevados del alma, el viviente (חַיָּה , Jai) y el singular o único (יְחִידָה , Iejidá) dado que su acrónimo deletrea la palabra “vida” (חַי , jai).
Desde esos dos niveles que están más cerca de la esencia misma del alma, una nueva vitalidad es introducida en el alma inconsciente dormida. Este principio es expresado por el Rebe Menajem Mendel de Vitebsk diciendo que cada pensamiento de teshuvá (arrepentimiento) que alguien tiene desde la época del Ba’al Shem Tov hasta la llegada del Mashiaj, viene del poder del Ba’al Shem Tov.
Esa misma vitalidad que Dios insufló dentro del alma colectiva del pueblo judío por medio de la revelación del Ba’al Shem Tov, debe una vez más reavivar en las masas el deseo de seguir su luz hasta el tiempo de la última redención.
12.– Ver también la fuente citada arriba al final del numeral de la nota 3, en donde se enumeran cuatro niveles de sueño: 1) Un estado somnoliento, sedado en el cual la persona escucha que lo llaman pero es incapaz de responder coherentemente. 2) Un estado en el que la persona ha caído dormido y necesita que lo despierten. 3) Un estado en el que la persona se ha desmayado y necesita que lo despierten por medios medicinales. Un remedio espiritual para esto es susurrarle el nombre al oído. 4) Alguien que debe ser anestesiado con el fin de extraerle un órgano, Dios no lo permita, le aplican una anestesia que anula completamente su sensaciones, adormeciendo el dolor debido a la cirugía. En la misma fuente, estos niveles se muestran en relación a las diferentes etapas del exilio, extendiéndose hasta el presente.
13.– Rabi Shlomo ZalmanDujman, Lesheima Ozen, p. 176