Podemos ver que el modelo de estas cuatro crisis corresponde al proceso que atraviesa Israel en las últimas generaciones:
La Pérdida del Sueño:
El sueño que hubo y ya no está es “la pérdida del mundo judío en la Diáspora”. El viejoy pequeño poblado judío, del que se pueden leer descripciones sentimentales y llevas de vida, es como un mundo de ensueño utópico con olor a Jardín del Edén. Y he aquí que se hizo añicos este sueño, cuando aún antes del holocausto sobrevino al poblado judío una terrible destrucción espiritual. La serpiente en esta historia fue el movimiento de la Ilustración, y de repente los judíos se encontraron fuera del Jardín del Edén, la fragancia del viejo ‘Idishkeit’ se había ido, el invernadero fue forzado y los espíritus malignos están adentro. No hay nada que hacer, ya no es posible volver al pueblo añorado tal y como era, y la rectificación es trabajar dentro del mundo de hoy.
La Destrucción:
La destrucción de la era moderna es, por supuesto, el terrible holocausto, todo un mundo judío fue destruido, comunidades enteras fueron aniquiladas y los judíos sobrevivientes rescatados del fuego tienen que empezar de cero después del diluvio. La rectificación es no desesperarse y comprender que si me salvé milagrosamente, mi tarea ahora es mirar hacia adelante y construir un mundo nuevo.
La Dispersión:
Con toda la maravilla del regreso a Tzión, donde el asentamiento judío en la tierra de Israel era como el arca de Noaj que fue salvada del diluvio por la providencia Divina maravillosa, el estado que se estableció en realidad en la dimensión visible recuerda a una especie de Torre de Babel decepcionante; en lugar de que todo se construya explícitamente sobre el fundamento de la Torá y la elección del pueblo de Israel, con el reconocimiento explícito de que somos el pueblo de Dios, están tratando de crear una nación cuya característica principal sea la cooperación exterior de todos, y deliberadamente dejando a Dios, el Dios de Israel, fuera de escena.
La crisis no se hizo esperar: después de los primeros años en los que se sintió el sentimiento de ‘unión’, vinieron años de decepción y el paquete nacional comenzó a desmoronarse; la polarización entre las diversas fracciones de la nación iba en aumento, y la crisis nacional se expresaba agudamente en el fenómeno de los ‘que bajan’ (en contraposición de los que suben a la Tierra). La rectificación debe ser según el camino de los patriarcas de la nación, Abraham, Itzjak y Iaacov: establecer el ‘hogar nacional’ sobre los cimientos de la unicidad judía, y levantar la bandera de la Torá y la fe como la bandera del judío estado judío rectificado.
La Esclavitud:
Finalmente viene la crisis de la esclavitud -en la que nos encontramos- que se expresa en la admiración por la cultura de los gentiles. Interiorizamos una mentalidad ajena, hablamos y pensamos con herramientas prestadas de una cultura ajena que ata y esclaviza. Una de las expresiones más agudas de esto es el miedo al ‘qué dirán los pueblos’, que parece ser el principio más consistente en las políticas de todos los gobiernos israelíes desde entonces hasta hoy…
Para corregir la realidad actual, es necesario hablar explícitamente del Redentor, el Rey Mashíaj, que nos abre la boca para hablar de manera judía y pensar de manera judía, un redentor que nos saca de todas las esclavitudes, nos quita todas las ataduras y lidera la verdadera revolución, para ser “un reinado de sacerdotes y un pueblo sagrado”. [Éxodo 19:6] Y así como la corrección de la última crisis (que en realidad conduce a la corrección de todas las crisis) fue con la entrega de la Torá, así en la verdadera y completa redención se revelará una “nueva Torá”, que revelará el interior y la esencia de la misma Torá eterna que recibimos en el Monte Sinaí.