Todos los grandes pecados se deben a la impaciencia y la imprudencia. Si Adam y Javá hubieran esperado hasta Shabat Kodesh, habrían comido del árbol del conocimiento con el permiso de Hashem. Si Israel hubiera esperado a Moshé Rabeinu, no habrían pecado con el Ternero, porque al erev rav, los no judíos que salieron de Egipto con el pueblo de Israel, no se puede influir excepto por el pánico. Si Israel hubiera sopesado en sus mentes las palabras de los espías que hablaron mal de la Tierra de Israel, frente a las palabras de Iehoshúa y Caleb, no habrían llorado. Si el rey David hubiera esperado, habría desposado a Batsheva de forma permitida, porque él la merece desde los seis días de la Creación.
De ahí que el elemento principal de la corrección de la psiquis, tikún hanefesh, es el atributo de erej apaim, la paciencia respecto al prójimo en general, y en particular la paciencia para no adelantar el momento.
[Capítulo ‘Erej Apaim’, en el libro “La Shejiná entre ellos”]
Rabino Itzjak Ginsburgh