Extraído del libro del Rabino Ginsburgh “La Chispa en Tus Ojos” – Remedios Cabalísticos para la Preservación de la juventud y la Memoria
Cuando se trata de alegría, Purim es la fiesta más evidente. Es el momento del año en que se llega al nivel más alto de júbilo, como dice el verso en el Libro de Esther: “los judíos tuvieron luz y alegría y felicidad y honor.”1 En Purim alcanzamos un nivel que está por encima de todo recuerdo y suele ser inalcanzable. Este es el nivel de “no saber”, señalado en la historia del mendigo ciego del cuento de los Siete Mendigos de Rabi Najman.
Al recordar cada año la alegría original de Purim, traemos esos eventos verdaderamente de nuevo a la existencia. Al final del libro de Ester el versículo dice: “estos días son recordados y suceden en cada generación.” El Arizal2 interpreta esto en el sentido de que si los eventos de Purim se recuerdan correctamente, entonces el tiempo es “rememorado”, es llamado nuevamente al presente. Los acontecimientos que recordamos vuelven a a suceder en este mismo momento, incluso con más fuerza que cuando sucedieron por primera vez. Por lo tanto, Purim nos enseña que el verdadero poder de la memoria se encuentra en recordar algo lo suficientemente bien como para asegurarse que los eventos son en realidad llamados a nuestro presente y ocurren una vez más.
Recordar una situación determinada nos da el poder de rectificarlo.3 Esto es especialmente cierto con los recuerdos desagradables. Mientras que los recuerdos felices evocan emociones positivas, porque nos recuerdan los acontecimientos alegres que tuvieron lugar, los recuerdos perturbadores nos ofrecen la oportunidad de revivir los acontecimientos y rectificar la raíz de las emociones desagradables que invocan. Esta idea se hace más potente cuando añadimos el famoso dicho del Baal Shem Tov que “Una persona se encuentra allí donde están sus pensamientos.”4 Cuando uno piensa o recuerda un acontecimiento del pasado, uno realmente regresa en el tiempo para volver a experimentar ese momento.5
Otro elemento importante de la memoria en el libro de Ester, que se produce en el punto de inflexión crucial del libro, es cuando el rey Ajashverosh pide sus crónicas, o el “libro de memorias”.
Incapaz de dormir, el rey estaba profundamente preocupado de que se había olvidado un evento importante (tal vez deliberadamente lo había puesto fuera de su mente y olvidado, como el mayordomo cuyos sueños interpretó Iosef). En el sueño uno se libera de las pruebas y tribulaciones de la vida real, y se olvida de todos los dolores que tiene, pero Ajashverosh daba vueltas en la cama, incapaz de relajarse y dejarse ir a la deriva en los brazos del olvido. En el fondo, sabía que había olvidado algo que era muy importante para él, simplemente no podía recordar qué era! El rey pidió que le sean llevadas las crónicas reales para ver lo que había olvidado. El Talmud6 afirma que Ajashverosh sospechaba que en ese momento su vida estaba en peligro. Inconsciente estaba “rememorando”, trayendo de nuevo al presente aquella trama palaciega de la cual Mordejai lo había salvado. Sin embargo no salió a la superficie en su conciencia hasta que le fueron leídas las crónicas. Fue entonces cuando se dio cuenta de por qué estaba tan perturbado y recordó que aún no había recompensado a Mordejai por salvar su vida.
Una enseñanza sumamente importante que aprendemos de esto es nunca olvidarse de recompensar a la gente por las cosas buenas que hicieron por nosotros.
No es Un Asunto de Monos
La letra hebrea asociado con el mes de Adar en el que ocurre Purim es la letra kuf (ק ), cuyo nombre también significa “mono” (קוֹף ).7
En Eclesiastés, el rey Salomón, el más sabio de todos los hombres, se refiere a siete “vanidades”,8 a partir de lo cual el Midrash9 traza las siete edades del hombre desde el nacimiento hasta la vejez: “al año de edad es como un rey en su carruaje, y todo el mundo lo abraza y lo besa, etc.”
En contraste con las primeras vanidades, que aparecen en la frase repetida: la “vanidad de vanidades” (הֲבֵל הֲבָלִים , hevel havalim), la séptima y última “vanidad” (relacionada con la vejez) está en la frase “todo es vanidad” (הַכֹּל הָבֶל , hacol hevel). Esto alude a dos posibilidades: una podría ser “todo (הַכֹּל , hacol) o nada (הֶבֶל , hevel).” A medida que se envejece, uno vuelve a ser un rey, o se convierte en un mono: “…Cuando se hace anciano, se vuelve como un mono. Esto dijeron con referencia a los ignorantes, pero de los que estudian Torá dice el versículo: “Y el rey David se volvió anciano”10, a pesar de que era viejo, todavía era un rey “11
“Todos los séptimos son queridos”12 y puesto que la vejez es la séptima etapa de la vida, es de esperar que sea el momento más preciado de todos. Este midrash hace hincapié en que todo depende de lo que hagamos con ella.
Aunque cuando somos mayores puede que ya no seamos capaces de realizar las mismas travesuras que hacíamos cuando éramos jóvenes, a medida que el cuerpo se vuelve más arrugado y encorvado hasta puede parecerse a un simio (¡en el mejor sentido posible, por supuesto!).
El lado positivo de ser un mono es que el mono que es un imitador, como en “Lo que el mono ve, el mono hace”, y podemos utilizar nuestros rasgos simiescos para emular los propios atributos de Dios. Cuanto más nos parecemos al Todopoderoso, nuestra experiencia de “mono” es mejor. Así, a medida que envejecemos, podemos o bien degenerar en un mono (tanto que no necesitamos ponernos un traje de gorila en Purim!),13 o (si tenemos suerte) nos convertimos en un calco del Rey de reyes, emulando Su sendas.14
Otro significado de la palabra “mono” (קוֹף ) está en la expresión “el ojo de una aguja” (קוֹף הַמַחַט , kof hamajat). Uno de los sueños más ridículos que el Talmud menciona es soñar con un elefante que pasa por el ojo de una aguja.15
Sólo el hilo de coser más fino puede pasar por el ojo de una aguja para coser las piezas de tela y hacer una vestimenta. Mientras sigamos reteniendo nuestro sentido del ser en toda su elefantina magnitud, será imposible unir las piezas en una sola unidad. Al cultivar el desinterés y la disminución de nuestro ego a lo largo de la vida, podremos llegar a ser lo suficientemente pequeños como para pasar por el ojo de la aguja. En la vejez, podremos entonces coser todas las experiencias de la vida para unirlas y así formar una entidad completa. Entonces seremos capaces de mirar hacia atrás y percibir cómo la Unidad de Dios nos ha acompañado a lo largo de nuestras vidas.
Llegamos a la etapa final de este viaje a través de la vida, ligando a nuestro mono sagrado con el Rey de reyes a través de la mitzvá de emular a Dios. Entonces salimos ilesos del lado de las “cáscaras” impuras y nos deslizamos hacia el lado de la sacralidad pura.
En la Torá, Abraham es llamado “el hebreo”16 (הַעִבְרִי , haivrí), que alude al hecho de que “el mundo entero estaba en un lado y Abraham estaba del otro lado.”17 Él fue el primero en ser descripto como “anciano”, lo que significa que logró pasar por el ojo de la aguja.18 Pero eso no quiere decir que Abraham era pequeño! El versículo dice que “El hombre [Abraham] fue el más grande de los gigantes”,19 como afirman las enseñanzas cabalísticas, “quien es pequeño, es grande”.20
NOTAS
1 Ester 8:16.
2 Según cita Rabi Jaim Iosef David Azulay (el Jidá) en su libro Lev David.
3 “Y estos días son recordados y suceden en cada generación” (Ester 8:16). A pesar de que el verbo “suceder” (לַעֲשׂוֹת , laasot) generalmente significa “hacer”, a menudo se interpreta en el sentido de “rectificar”, por ejemplo, Rashi, en Génesis 1:7.
4 Keter Shem Tov 1, 173; ibid, Apéndice 48.
5 La siguiente anécdota relatada por la suegra del editor con respecto a su padre, el rabino Iaakov Kahan, ilustra bellamente esta idea: Una vez, en un día de viaje en Israel, cuando el rabino Kahan tenía unos ochenta años, empezó a contar historias sobre su juventud, cuando estudió en la famosa Ieshivá Telz en Lituania. Durante el viaje, alguien le preguntó a Rabí Kahan, “¿Sabe usted dónde acabamos de estar?” (En referencia a su ubicación actual en Israel) Rabí Kahan respondido con gran entusiasmo, “¡Por supuesto que sé lo que hemos hecho, hemos estado en Telz!”
6 Meguilá 15b.
7 Sefer Ietzirá cap. 5 mishná 3 y 5.
8 La palabra “vanidad” (הֶבֶל , hevel) aparece cinco veces en el primer verso de Eclesiastés. De esas cinco, aparece dos veces en plural (הֲבָלִים , havalim). Como el plural es un mínimo de dos, esto equivale a siete “locuras” en total.
9 Kohelet Rabá 1:1.
10 Reyes I, 1:1.
11 La suma de “mono” (קוֹף , kof) más “rey” (מֶלֶךְ , melej) es 276, ¡el valor numérico de “vida eterna” (חֲיִים נִצְחִיִים , jaim nitzjim)!
12 Vaikrá Rabah 29:11.
13 De hecho, el Midrash nos enseña que debido a que mató a su hermano Hevel, los descendientes de Caín degeneraron en simios. Ver nuestro artículo “Involución del Ser Humano –Una Visión Mística de los Primates”; (en preparación)
14 Véase el capítulo cuatro con referencia a la compasión.
15 Berajot 55b.
16 Génesis 14:13.
17 Bereshit Rabá 42:8.
18 Una alusión a esta fascinante idea es que el valor numérico de “Abraham” (248,אַבְרָהָם ) es igual a la frase, “el ojo de la aguja” (קוֹף הַמַחַט , kof hamajat). Además, el valor numérico de “el ojo de” que también significa “mono” (קוֹף , kof) es igual al valor numérico de “espacio” (מָקוֹם , 186) que equivale a 3 veces 62, el valor de “aguja” (הַמַחַט , hamajat); es decir, una proporción de 1:3, lo que significa que la relación de “la aguja” a “Abraham” es 1: 4.
19 Ioshúa 14:15.
20 Zohar Bereshit , Parashat Jaiei Sará 122b.