-PARTE 2 –
Esta es la segunda parte de una transcripción de la clase del rabino Ginsburgh en la Escuela de Psicología Judía Torat Hanefesh del 13 de Av, 5769
Comprensión (Biná): oración y alegría
La oración contemplativa despierta misericordia
Así como la sabiduría tiene que ver con el estudio de la Torá, la comprensión tiene que ver con orar con un corazón contemplativo; este es el trabajo asociado con la oración. La contemplación conduce a un despertar de rajmei, una palabra aramea que significa [compasión, amor y] oración. Como dicen los sabios: “No hagas de tu oración un acto de habitualidad, sino de compasión y súplica ante Dios”. Hay dos tipos de compasión (rajamim), que se considera la dimensión interior de la sefirá de belleza (tiferet). En el artículo “Rectificar el ego” ya aprendiste acerca de la unificación entre humildad y compasión – mediante la cual, nuestra humildad despierta la compasión de Dios. El primer tipo de compasión se ejemplifica en la Torá cuando Iaacob besa a Rajel y luego llora. En este caso, es la belleza (tiferet) – Iaacob es la figura arquetípica de esta sefirá— lo que despierta la compasión por el reino (maljut) – Rajel simboliza el reino. Pero también se da el caso donde es el reinado, cuya dimensión interior es la humildad, clamando primero para despertar la compasión. Esto se ejemplifica en el versículo, “Rajel llora por sus hijos”. Ella llora por sus hijos que están en el exilio, o en términos cabalísticos, el reino está despertando la compasión desde arriba sobre su progenie que está en los tres mundos inferiores y, por lo tanto, se sienten separados y no pueden experimentar la unidad absoluta de Dios.
A veces, belleza se asocia con rajamim (compasión) mientras que reino se asocia con rajmanuth (la forma lingüísticamente femenina de compasión), pero la raíz de ambos está en el rejem, el útero, de la comprensión, el principio madre. Es en este contexto que la contemplación da origen a sentimientos de compasión en el corazón. Este es uno de los objetivos más importantes de la oración contemplativa, que, como dijimos, es el trabajo psicológico asociado con la sefirá de comprensión (biná) – el principio madre. Reinado, cuando desciende a los mundos inferiores para darles vitalidad, se conoce como la Congregación de Israel (knesset Israel). Cuando desciende allí, llora ante Dios. El lugar de reino en los mundos inferiores es el lugar de David, malka meshija, quien se describe a sí mismo con las palabras: “Yo soy oración”. El “yo” de David representa a todos los hombres y mujeres del pueblo judío y nos incumbe a cada uno de nosotros despertar la compasión desde arriba sobre nuestro yo comunitario y nuestro yo personal. Nuevamente, hemos dicho que la Torá es el trabajo de sabiduría, que corresponde a la iud en el Nombre esencial de Dios, Havaiá. Y ahora hemos visto que la oración contemplativa que despierta la compasión corresponde tanto a la primera hei en Havaiá (es decir, la contemplación está en comprensión) como a la vav en Havaía, que representa la compasión y a la hei final, que representa tanto el yo comunitario y como el yo personal sobre el que estamos despertando la compasión.
Trabajar con alegría: terapia con la canción
Además de la oración, la comprensión también está relacionada con la alegría. La alegría es su dimensión interior. Hay un versículo bien conocido que habla del trabajo y el gozo unidos: “Sirvan [trabajen] a Dios con gozo”. Aunque el trabajo no es fácil, debe hacerse con alegría. Comenzamos con el versículo sobre el trabajo de los levitas en el Templo. Los sabios describen este trabajo como los levitas, “elevan su voz”, una referencia a su canto y música.
En nuestra primera conferencia aquí dijimos que la segulá más importante es la tzedaká – la caridad. Pero cada vez que alguien nos pregunta qué se puede hacer para mejorar el ambiente en el hogar o en el entorno personal, casi siempre recomendamos que haya mucha música y canciones espirituales llenando el aire. Hay dos tipos de melodías: melodías de anhelo y melodías de alegría. Melodías de anhelo representan el tipo de música que capta el trabajo de “el levita trabajará, él”, que corresponde a la corona. Las melodías alegres, por otro lado, son claramente parte del trabajo involucrado con la comprensión, que es también el principio madre, sobre el cual el versículo dice, “la madre de los hijos está alegre”. Rebe Najman agrega que las melodías gozosas son una segulá para que las mujeres embarazadas tengan un parto fácil.
El cántico de los levitas
Una característica única con respecto al trabajo de los levitas con el cántico en el Templo se aprende de la forma en que la Torá lo describe. Su descripción aparece en un verso que dice: “Desde la edad de treinta años hasta la edad de cincuenta, todos los que estaban sujetos a trabajos de servicio y porteo relacionados con la Tienda de Reunión” (מִבֶּן שְׁלֹשִׁים שָׁנָה וָמַעְלָה וְעַד בֶּן חֲמִשִּׁים שָׁנָה כׇּל הַבָּא לַעֲבֹד עֲבֹדַת עֲבֹדָה וַעֲבֹדַת מַשָּׂא בְּאֹהֶל מוֹעֵד). Los sabios explican que la frase “trabajo de servicio” (עֲבֹדַת עֲבֹדָה) se refiere al servicio musical de los levitas. Mientras los sacerdotes servían los sacrificios en el altar (en silencio, con intención interior), los levitas acompañaban el servicio con cantos y música. Como tal, el trabajo de los levitas era acompañar y complementar el trabajo de los sacerdotes. Esto es lo que la Torá quiere decir cuando lo llama “trabajo de servicio” (עֲבֹדַת עֲבֹדָה), es decir, trabajo que tiene el propósito de algún otro servicio.
Resumamos entonces que si una persona tiene problemas en la corona, le sugerimos que llene su espacio con melodías de anhelo. Si el problema está en la comprensión, las melodías de alegría ayudarán. Cuando lleguemos más tarde a la sefirá de reconocimiento (hod), veremos que hay un tipo de trabajo completamente diferente, un trabajo que no es un complemento de nada, sino que se considera el final y completo en sí mismo. Esto, como veremos, se llama “trabajo completo” (עֲבוֹדָה תַּמָּה). La conexión entre los dos es que la influencia de comprensión culmina en reconocimiento.
Conocimiento (Daat): Trabajar la tierra
La primera aparición de trabajo en la Torá: trabajar la tierra
Uno de los principios centrales que empleamos para entender una palabra (en nuestro caso, “trabajo”) es que debemos mirar su primera aparición en la Torá: “Todo sigue al comienzo”. La primera aparición de la palabra “trabajo” en la Torá se encuentra al comienzo del segundo relato de la creación, “Y no había ningún hombre que trabajara la tierra”. De ello se deduce que el trabajo está esencialmente relacionado con la labranza de la tierra, específicamente.
Labrar y trabajar la tierra fue el lema de quienes llegaron a la tierra de Israel a finales del siglo 19 y principios del 20. Curiosamente, el valor de esta frase, “trabajar la tierra” (לַעֲבֹד אֶת הָאֲדָמָה) es el mismo que el de la palabra “sionismo” (צִיּוֹנוּת).
Esta frase aparece solo una vez más en toda la Biblia, justo después de que Adam y Javá comieran del Árbol del Conocimiento, siendo expulsados del Jardín del Edén. Allí, la Torá dice: “Dios lo expulsó [a Adam] del jardín del Edén para trabajar la tierra de donde había sido tomado”. Así que la historia del hombre en el jardín del Edén comienza y termina con el trabajo de tierra. Este es un ejemplo del principio de que “el final está encajado en el principio”. Como dice la Torá, “Todo salió de la tierra y todo vuelve a la tierra”, “porque tú eres polvo y al polvo regresarás”. La construcción física también comienza removiendo tierra, este es el trabajo de Abraham que dijo de sí mismo: “Yo soy [sino] polvo y cenizas”.
En ambos casos, el trabajo de la tierra se encuentra fuera del Jardín del Edén. ¿Quién fue el que continuó la labor de la tierra después de Adam? Fue Caín, su primogénito, no el personaje más positivo. Su hermano Abel era pastor. Trabajar la tierra físicamente requiere de mucha rectificación. Los sabios señalan que aquellos que se obsesionaron con la tierra se deterioraron – estos fueron Caín, Noaj y el rey de Judea Uziyahu.
Rectificar la Primera Eva – rectificar el poder de nuestra imaginación
Las iniciales de las palabras, “trabajar la tierra” (לַעֲבֹד אֶת הָאֲדָמָה) deletrean el nombre, Lea (לֵאָה). Lea y Rajel eran hermanas. La Torá describe que, “Los ojos de Lea eran débiles [וְעֵינֵי לֵאָה רַכּוֹת], y Rajel era de hermosa figura y bello rostro”. ¿Por qué trabajar la tierra estaría relacionado específicamente con Lea?
En Cabalá está explicado que Lea y Rajel son las versiones rectificadas de la primera y segunda Eva. Sin entrar en este asunto en profundidad, resumamos que en un principio Dios creó una primera Eva, que no sobrevivió. Solo entonces creó una segunda Eva con la que Adam se casó y tuvo hijos. Nuevamente, este es un tema muy amplio y variado que hemos analizado en el pasado, pero en forma resumida, el Arizal escribe que Lea es la versión rectificada de la primera Eva y Rajel de la segunda Eva.
En la psique, la primera Eva representa el poder de la imaginación. Mientras que la primera Eva no estaba rectificada en términos de su imaginación (se imaginaba a sí misma como algo que no era), Lea tiene pensamientos claros y precisos. Por esta razón, Lea representa el mundo del pensamiento en la Cabalá y el Jasidut. Ella rectifica su imaginación con el propósito de no casarse con Esaú el malvado – su maldad reside en su naturaleza sedienta de sangre y también en su imaginación no rectificada (recuerde que tierra, אֲדָמָה, está relacionada con “imaginación”, דִּמְיוֹן). Los ojos de Lea eran delicados debido a todas las lágrimas que derramó, y gracias a esas lágrimas, mereció estar casada con Iaacob (numéricamente, “los ojos de Lea” [וְעֵינֵי לֵאָה] es igual a “Iaacob” [יַעֲקֹב]).
Rajel, por otro lado, representa el habla. Aunque existe una idea cabalística de que “Rajel” (רָחֵל) equivale a 2 veces el valor de “lágrima” (דִּמְעָה), la naturaleza innata de Rajel es la alegría. Solo cuando tuvo problemas para concebir, comenzó a temer que Iaacob se divorciaría de ella y que terminaría casada con Esaú. Los sabios explican que estos temores poco realistas que surgen de su imaginación, fueron el producto de Esaú codiciándola. Más adelante en Los Profetas, se describe a Rajel llorando por sus hijos – aprendió el arte de llorar de su hermana mayor, Lea.
Trabajar la tierra: rectificar la imaginación
Dijimos que tanto el hombre (אָדָם) como la tierra (אֲדָמָה) provienen de la misma raíz de dos letras, sangre (דָּם), y todos están relacionados con la “imaginación” (דִּמְיוֹן). Conocimiento, la sefirá de daat, es donde comenzó la ruptura de recipientes. Aquí es donde los Reyes Primordiales (refiriéndose a las sefirot emocionales desde conocimiento hasta fundamento) del Mundo de Nekudim, o el Mundo del Caos, comenzaron a romperse. En la Torá, estos reyes son los reyes de Edom (Esaú), un nombre que también está relacionado con “imaginación”.
Rebe Najman escribe que el valor de “poder de la imaginación” (כֹּחַ הַמְּדַמֶּה) es equivalente al valor de “Zilpa” (זִלְפָּה), la sirvienta (y medio hermana) de Lea. Por supuesto, en este contexto, Zilpa representa la forma rectificada de imaginación, que se conoce como el Tikún de Lea.
En la Cabalá, la raíz de todos los problemas mentales y psicológicos se puede encontrar en la sefirá de conocimiento, de daat y en la imaginación. Trabajar la tierra es entonces, en sentido figurado, trabajar para rectificar nuestra imaginación. Hacemos esto integrando en nosotros mismos el significado del verso, “Para conocer tu camino en la tierra” (לָדַעַת בָּאָרֶץ דַּרְכֶּךָ). Una guematría interesante que revela que las iniciales de esta frase (לבד) tienen el mismo valor numérico que “Lea” (לֵאָה).
Lea imagina que Iaacob la odia
A pesar de que Lea es considerada la rectificación de la primera Eva, ella también tiene algunos problemas con su imaginación. Ella imagina que Iaacob la odia. Ella dice: “Porque soy odiada”. Como mencionamos, Rajel también se vio afectada por esto e imaginó que Iaacob se divorciaría de ella, como explicamos.
De hecho, ello ciertamente puede ser el caso de que Iaacob amaba a Rajel más de lo que amaba a Lea. La Torá describe esto como: “Él también amó a Rajel más que a Lea”. El innecesario “también” en la frase indica que Iaacob también amaba a Lea. El original hebreo incluso significa, según algunos comentarios, que “amó también a Rajel por causa de Lea”. Es decir, que su amor por Rajel fue el resultado de su amor por Lea. El Ba’al Shem Tov explicó esto como, “el amor de Lea se convirtió en un asiento [una base] para el amor de Rajel”, razón por la cual, explica, la Divina Providencia dictó que primero tenía que casarse con Lea. En resumen, Iaacob no odiaba a Lea, pero Lea se imaginó que sí.
Robar los ídolos de Labán – salvar a Labán de su imaginación
Lea y Rajel eran las hijas de Labán, que era un estafador. Uno de los símbolos más obvios en la Torá para el poder de la imaginación (y la adoración que lo rodea) son los ídolos de Labán. La palabra hebrea para ídolos en este caso es terafim (תְּרָפִים), que está relacionada con la palabra para “medicamento” (תְּרוּפָה), lo que sugiere que la rectificación de la imaginación es necesaria para tratar adecuadamente con sistemas y doctrinas falsas en psicología y más allá. Así como Iaacob tuvo que “robar” el corazón de Labán – esencialmente, su confianza en Iaacob- con el fin de escapar de sus garras sin que él supiera acerca de los planes de Iaacob, también Rajel robó los ídolos de Labán para liberar a su padre de la férrea idolatría que tenía en su mente y corazón; y sin embargo, hay opiniones de que fue castigada por este acto, ya que al final le faltó el respeto a su padre.
Cuando Labán alcanzó a Iaacob y su familia, buscó sus ídolos por todas partes. Finalmente, se acercó a Rajel, que de hecho había robado los terafim. ¿Por qué sería Rajel la que se involucraría en rectificar el poder de imaginación de su padre? La historia de fondo es que en su planeada noche de bodas, cuando Labán engañó a Iaacob y la cambió por Lea, Rajel, en un acto de abnegación emocional, transmitió la gestualidad secreta que Iaacob le había revelado a Lea para que Lea no se avergonzara si Iaacob se diese cuenta de que era ella y no Rajel con quien estaba casado. Esa primera noche, Lea concibió a Reuben. Ahora, legalmente, si Iaacob estaba esperando a Rajel, pero terminó con Lea, teniendo relaciones con una mujer diferente a la que él pretendía, haría del niño concebido, Reubén, lo que se conoce como un ben temura – es decir, el hijo del intercambiado [mujer]. Hay 9 tipos diferentes de imperfecciones que pueden relacionarse con un niño que nació de una concepción irregular, un tema que hemos discutido en otras ocasiones. Entonces, ¿cómo es que no se considera que Reubén tenga esta imperfección?
Según la Cabalá, al entregarle los gestos corporales a Lea, se considera que Rajel se ha “embarazado” en Lea. Es como si Iaacob estuviera con Rajel esa primera noche – siguiendo su pura intención. A cambio de su sacrificio, Lea le dio a Rajel el poder de rectificar la imaginación de su padre robando sus ídolos. Es fácil suponer que así como Rajel le dio a Lea los gestos que Iaacob le enseñó (gestos que se considera que purifican la mente de marido y mujer durante las relaciones matrimoniales), Lea le dio a Rajel los “gestos” que le enseñó su padre Labán: gestos, o técnicas que hubieran evitado que Iaacob se diera cuenta de que no estaba teniendo relaciones con Rajel, sino con otra persona. Estos “gestos” se basan en engañar a la mente utilizando el impuro dominio de Labán de los poderes de la imaginación y la sugestión. Entonces, aunque era Lea quien debía rectificar la imaginación de Labán, Rajel recibió el poder de rectificar a Labán de Lea cuando divulgó los gestos que Iaacob le había enseñado. Hay una hermosa alusión a esto en la Torá, ya que las iniciales de las palabras, “Ella [Rajel] tomó los ídolos” (לָקְחָה אֶת הַתְּרָפִים) deletrea Lea (לֵאָה).
Que la conciencia de Labán se está ahogada en su imaginación, lo vemos cuando confronta a Iaacob y dice: “las hijas [tus esposas] son mis hijas, tus hijos son mis hijos, el ganado es mi ganado, y todo lo que ves me pertenece”. En lo que respecta a Labán, Iaacob no existe. No es más que un comodín imaginario que lo conecta con sus extensas posesiones y propiedades. Rajel quiere romper el control que la imaginación de Labán tiene en su mente, pero en el proceso, ella misma se ve afectada por la impureza y el efecto de deformación de la realidad de los ídolos de su padre. Esto es algo así como lo que hemos visto aquí en nuestra escuela, que a veces los estudiantes vienen con el conocimiento de varios métodos que han aprendido en otros lugares y creen que ya han logrado “convertir” estos métodos haciéndolos kosher. Pero en realidad, es solo su imaginación la que los convence de esto. ¿Cómo sabemos que Rajel se volvió impura por los ídolos que le robó a su padre en su intento de romper su dominio sobre él? Porque ella se disculpa por no ponerse de pie en su presencia diciendo: “No puedo levantarme ante ti, porque tengo la costumbre de las mujeres”. En otras palabras, ella misma está comparando su estado con la impureza de un nidá, cuya esencia también está relacionada con el poder de la imaginación, que conduce a la contaminación.
Moshe Rabeinu: el conocimiento que todo lo incluye
El que más rectificó el partzuf de Lea (es decir, la sefirá de comprensión, biná) fue Moshe Rabeinu. Se le describe como, “Y el hombre Moshé era más humilde que todos los hombres sobre la faz de la tierra”. Las palabras para “muy”, “hombre” y “tierra”, meod, Adam, adamá, (מאד אדם אדמה) están todas relacionadas. De paso, mencionemos que hay tres versículos que concluyen con la palabra “la tierra” (הָאֲדָמָה) y que se relacionan con la auto-anulación, la humildad, la honradez y la honestidad: “Y no había hombre que trabajara la tierra,” que vimos anteriormente, se trata de la auto-anulación; el verso, “Havaiá Elokim formó al hombre del polvo de la tierra”, trata sobre la bajeza; y este versículo sobre Moshé – que describe la humildad.
The one who most rectified the partzuf of Leah (i.e., the sefirah of understanding, binah) was Moshe Rabbeinu. He is described as, “And the man Moshe was humbler than all men on the face of the earth.”[8] The words for “very,” “man,” and “earth” (מאד אדם אדמה) are all related. In passing, let us mention that there are three verses that conclude with the word “the earth” (הָאֲדָמָה) and that are related to self-nullification, humility, lowliness, and humility: “And there was no man to work the earth,” which we saw above—is about self-nullification; the verse, “Havayah Elokim formed man dirt from the earth”[9]—is about lowliness; and, this verse about Moshe—describing humility.
Volviendo a la forma en que Moshe Rabeinu rectifica la imaginación. En este episodio, donde su hermana y su hermano hablaban de él, Moshe pudo haber imaginado que lo odiaban. Pero esta afirmación de que era el más humilde de los hombres pretende justificar por qué no cae en fantasiosas especulaciones. Rashi explica que “humilde” significa “humilde y paciente”. Su poder de imaginación está tan rectificado que él es el único profeta que ha transformado el “así” (una descripción aproximada) que abre las profecías, en “esto” (una descripción exacta).
Por eso, cuando Moshe profetiza, comienza con la palabra “esto”. Su profecía se vio a través de un cristal transparente. No a través de un espejo, sino a través de un panel de vidrio transparente. A este respecto, vale la pena mencionar que mujeres como Lea y Rajel pueden mirar su imagen en un espejo; hacerlo les ayuda a rectificar su poder de imaginación. Pero un hombre como Moshe Rabeinu, que ya ha rectificado su poder de imaginación, tiene prohibido ver una imagen.
Por lo tanto, Moshe Rabeinu ascendió a este nivel de profecía, de ver con precisión y no ver imágenes solo, debido a su humildad. Esto puede servir como una ilustración de la enseñanza del Ba’al Shem Tov sobre el versículo, “Y no había hombre que trabajara la tierra”, por lo cual Dios no traído la lluvia sobre la tierra. Su interpretación novedosa establece que para convertirse en alguien que pueda trabajar la tierra, y en cuyo mérito Dios haga caer la lluvia sobre la tierra, es decir, Dios revela la Torá – uno tiene que alcanzar el estado de “no hay hombre” (אָדָם אַיִן ), es decir, una persona que se encuentra en un estado consumado de auto-anulación (bitul). Hay muchos niveles de auto-anulación debatidos en Jasidut, entre ellos el estado único alcanzado por Moshe Rabeinu, un estado que se basa en su humildad. Este es el significado interno de la declaración de los sabios de que “Moshé ameritaba comprensión”. La sefirá de entendimiento está asociada con la humildad (עֲנָוָה). Como dijimos, Moshé corresponde al conocimiento todo-inclusivo (da’at) del pueblo judío y esta frase, “Moshé mereció comprensión [a través de su humildad]” (מֹשֶׁה זָכָה לְבֵינָהּ) tiene el mismo valor que “conocimiento” (דָּעַת). A veces, Moshe Rabeinu se asocia con la sabiduría y, en ocasiones, se asocia con el conocimiento (en este caso, el conocimiento que unifica el intelecto con las emociones). Como el conocimiento integral del pueblo judío, se le conoce como el “Pastor de la fe” (Raia Mehemna) en el Zohar, ya que sostiene y nutre la fe del pueblo judío al imbuirlos de su propio conocimiento o conciencia.
Rectificar el conocimiento – aprender a no ser superficial
Ahora estamos llegando a lo que significa “trabajar la tierra”. Ya dijimos que se trata de rectificar el poder de la imaginación. Sin duda, este es un trabajo duro. Para curar a alguien de su paranoia, por ejemplo, primero tienes que ponerlo en contacto con la realidad – mostrarle lo que realmente está pasando – y hacer que admita que el resto es un vuelo fantasioso. ¿Cómo haces esto? Este es un objetivo muy importante. Por un lado, no deseas darles una pastilla, un amuleto, y en el 99 por ciento de los casos, realmente no necesita medicamentos. En el 1 por ciento de los casos, terminas necesitando consumir medicamentos, pero iniciamos nuestra escuela para evitar que las personas lleguen a la etapa en la que necesitarían consumir medicamentos. ¿Entonces, qué debería hacer?
Para tener éxito, se necesita mucho trabajo. El conocimiento (daat) es similar a una reflexión profunda sobre la realidad. Las facultades intelectuales de la mente (sabiduría, comprensión y conocimiento) se describen como las tres dimensiones de longitud, amplitud y profundidad. El conocimiento (daat) es la profundidad.
¿Cuáles son los delirios que genera la imaginación? Son una evaluación superficial y externa de la realidad. ¿Cómo puedes mostrarle a alguien que está seguro de que todos lo odian que está perdido en delirios? La única forma es ayudarlo a profundizar su comprensión de la realidad. Recientemente tuvimos algunas clases sobre el tema de la superficialidad en general. La mayoría de las personas viven sus vidas de una manera muy superficial. No saben que es superficial, que es fortuito, pero todo lo que hacen en la vida es superficial sin ningún intento de llegar a la profundidad. Para alcanzar la profundidad, hay que ser humilde, como Moshe Rabeinu. Ésta es la cualidad de la sefirá del conocimiento.
Si eres capaz de enseñar a alguien, enséñale para que sea profundo, eso es la rectificación del conocimiento. Esa es la forma de sacar a una persona de sus delirios. Todas las ilusiones son el resultado de interpretar la realidad de una manera superficial. Todas estas son interpretaciones superficiales que no tienen una conexión real con la realidad, conclusiones que no tienen una base real y todo es el resultado de tener una mente superficial.
Profundizar en el conocimiento – comprender verdaderamente la realidad
Penetrar la realidad no es una cosa simple. Necesita un mashpia jasídico o un consejero para que le enseñe a considerar a fondo lo que ven sus ojos. No es sencillo analizar con profundidad el mundo que vemos. Este es el trabajo enseñado por Jasidut, particularmente el pensamiento profundo de Jabad. Pero si lo hace con éxito, puede deshacerse de los delirios que se derivan de hacer asociaciones y conexiones incorrectas.
La imaginación trata de asociación, comparar una cosa con otra. Pasó una cosa y sucedió otra y tal vez estén conectadas. Algo pasó y luego escuché otra cosa en la radio. Si esto se convierte en una enfermedad mental, uno comienza a pensar que la radio le está hablando personalmente. El problema general es que una persona toma puntos no conectados y dibuja líneas para conectarlos, líneas imaginarias que no tienen base. Así comienza la locura. Todo porque no hay una conexión real con la realidad ni un conocimiento verdaderamente profundo.
El conocimiento profundo se conoce como lanzar o plantar el conocimiento de uno, como en el versículo, “Lo fijaré como una estaca en un lugar firme” (וּתְקַעְתִּיו יָתֵד בְּמָקוֹם נֶאֱמָן). Tienes que fijar tu facultad de conocimiento en suelo firme y con eso trabajas la tierra, fijas el poder de la imaginación. La palabra para “estaca” (יָתֵד) es un acrónimo de las sefirot a lo largo del centro del eje medio (fundamento, belleza y conocimiento – יְסוֹד תִּפְאֶרֶת דָּעַת).
En el Tania, se establece que si no hay daat, no hay conciencia o conocimiento, entonces los sentimientos que nacen en el corazón terminan siendo ilusiones. Un engaño es como un aborto espontáneo. La madre es un símbolo para comprensión y si no hay conocimiento que la acompañe, no hay conexión o asociación verdadera, entonces lo que nace no puede prosperar.
Sin conocimiento no hay diferenciación
Otra afirmación de los sabios es que, si no hay conocimiento, no puede haber diferenciación. El conocimiento es el poder de diferenciar – reconocer la diferencia entre fenómenos. Como dijimos, cuando el conocimiento es profundo, no se crean conexiones ni asociaciones falsas. Significa que uno no se vuelve loco al encontrar todo tipo de conexiones endebles entre lo que se escucha en la calle y lo que se ve en un sitio de Internet. Necesitas poder diferenciar.
Normalmente, decimos que el Ba’al Shem Tov nos enseñó que debemos aprender algo en nuestro camino de servir a Dios en cada situación y cada experiencia en la vida. Él propugnó que, en cada palabra hablada por cada persona, a pesar de que están hablando por su propia voluntad, Dios me está hablando, guiándome. Sin embargo, esta era una enseñanza destinada a personas que tenían una fuerte facultad de conocimiento (de daat), personas que eran capaces de distinguir entre la verdad y la falsedad (es decir, delirios); aquellos que son personas que están acostumbradas a un pensamiento profundo y penetrante, como los Rebeim nos enseñaron a hacer. El requerimiento del Ba’al Shem Tov de aprender algo de todo lo que vemos u oímos es pertinente solo si una persona es capaz de obtener una percepción de ello con respecto a su propio estado interior; no si lo que “descubre” son indicios de futuro, no toda clase de amenazas o revelaciones de peligro, ni siquiera elogios o alabanzas. Las únicas modalidades aceptables de percepción son las que llevan a uno a dar gracias a Dios por lo que la persona ha visto, o las que le hacen rectificar algo en su conducta con un sentido de teshuvá gozosa – ¡nada más! Es necesario que haya razones muy sólidas para asociar o unir dos cosas, como cuando los sabios enseñan sobre los vínculos en el texto de la Torá conocido como gezeira shava. Tales vínculos solo son verdaderos si tienen una tradición que se remonta a Moshe Rabeinu (y el alma de cada judío contiene una chispa de Moshe Rabeinu, como se explica en el Tania, y, por lo tanto, lo más importante es ser humilde como Moshe). Entonces, ver la conexión o asociación entre dos fenómenos requiere una sensibilidad especial que no todos tienen. Esta sensibilidad puede describirse como la capacidad de establecer paralelos correctos y, como es bien sabido, la palabra “Cabalá” deriva literalmente de la palabra que significa “paralelos”. No todo el mundo puede hacer esto correctamente y con toda certeza no cuando todavía ven la realidad desde una perspectiva superficial.