De los escritos y discursos de Rabí Iosef Itzjak de Lubavitch (el Rebe Anterior )
En los primeros años de su liderazgo, el fundador del jasidismo Jabad, Rabí Shneur Zalman de Liadi, exponía sus enseñanzas en forma de pequeñas homilías. Sólo en los años posteriores (especialmente luego de ser liberado de la prisión en Petersburg en 1798) comenzó a dirigir discursos extensos y de gran profundidad intelectual característicos del sistema “Jabad” del pensamiento jasídico.
Uno de estos cortos discursos estaba basado en el pasaje talmúdico: “todos los de [que llevan] collar, salen con collar y regresan [sujetos] por el collar” ( Shabat 51b). El Talmud discute en este pasaje las leyes del Shabat, cuando está prohibido para un judío dejar que sus animales lleven nada desde un dominio privado a un dominio público, pero sí está permitido dejar que los animales propios salgan con su collar en el cuello y hasta pueden ser traídos nuevamente por medio de su collar.
Pero la palabra hebrea que utiliza el Talmud para “collar”, shir , también significa “canto”; por eso Rabí Shneur Zalman interpretó las palabras del Talmud como: “el amo del canto –las almas y los ángeles- salen cantando y son traídos por el canto. Su “salida” anhelantes de Hashem y el retorno hacia su propia existencia para cumplir el propósito de su creación, se producen a través del canto y la melodía.”
Esto ocurrió en los primeros años del movimiento jasídico, cuando la oposición al jasidismo de muchos rabinos y estudiosos de la corriente general todavía era bastante fuerte. Esta última enseñaza de Rabí Shneur Zalman, que se difundió rápidamente entre sus seguidores a través de la Rusia Blanca y Lituania, despertó una enérgica reacción por parte de sus oponentes, quienes se quejaron de que el jasidismo una vez más había empleado un juego de palabras en un discurso que distorsionó completamente la sagrada Torah para sustentar innovaciones a la tradición judía
El Talmud, decían, está hablando de collares llevados por animales, ¡no del canto de almas y ángeles! Ningún estudioso de la Torah puede avalar, y mucho menos propagar, semejante “interpretación”. Las palabras del Rabí causaron especial alboroto en Shklov, ciudad llena de estudiosos de la Torah y un bastión de los opositores al jasidismo.
Había jasidim en Shklov, pero eran una pequeña y perseguida minoría, y esta última controversia inflamó de ardor a sus detractores. Aunque los jasidim de Shklov no dudaban en absoluto de la veracidad de las palabras de su Rebe, se veían ante una fuerte presión por defenderlo frente a los improperios y la burla que evocaba este último discurso.
Cierto tiempo después, Rabí Shneur Zalman pasó por el pueblo de Shklov en uno de sus viajes. Entre los que fueron a visitarlo a su alojamiento estaban muchos de los más importantes estudiosos del pueblo, que le expusieron preguntas y dificultades que se les habían presentado en el curso de sus estudios. Porque incluso los más vehementes oponentes del Rebe reconocían su genio y su grandeza en Torah.
El Rebe escuchó atentamente cada una de las preguntas pero no respondió a ninguna de ellas; en cambio cuando lo invitaron a dar una disertación en la sala principal de estudios, la aceptó sin reparos.
Llegado el momento, Rabí Shneur Zalman ascendió al podio del gran salón de estudios de Shklov que desbordaba de gente; se habían reunido virtualmente todos los sabios del pueblo. Algunos venían a escuchar hablar al Rebe, pero por cierto la mayoría estaban allí para lo que iba a venir a continuación del discurso, cuando todos tendrían la oportunidad de presentar sus cuestiones al expositor invitado.
Ya habían oído acerca del extraño comportamiento del Rebe el día anterior, cuando los interrogantes se toparon con su silencio y muchos esperaban humillar al líder jasídico demostrando públicamente su incapacidad para responder a sus cuestionamientos. Como telón de fondo, por supuesto, asomaba amenazante la reciente controversia acerca de la poco convencional interpretación del Rebe del pasaje talmúdico acerca del collar de los animales en Shabat.
Rabí Schneur Zalman comenzó su disertación: “Todos los de shir ”, citó, “salen con shir y regresan por el shir ”. “El amo del canto”, explicó el Rebe, “las almas y los ángeles, salen cantando y son traídos por el canto. Su anhelo por Dios, y su retorno para cumplir el propósito para el que fueron creados, se producen por medio del canto y la melodía”. Y entonces, el Rebe comenzó a cantar.
La sala quedó en silencio absoluto. Todos quedaron esclavos de la melodía, una melodía de anhelo y resolución, de ascenso y retorno. Con el cantar del Rebe, cada uno se sintió transportado desde aquella sala abarrotada hasta los más profundos rincones de su propia mente, donde el hombre se encuentra a solo con la confusión de sus pensamientos, solo con sus dudas y preguntas.
Paulatinamente la confusión se fue disipando por si misma, las dudas se fueron resolviendo, y en el momento en que el Rebe terminó de cantar, todas las preguntas habían sido respondidas.
Entre los presentes se encontraba uno de los prodigios más aventajados de Shklov, Rabi Iosef Kolbo. Muchos años más tarde, Rabí Iosef relató su experiencia al jasid reb Abraham Sheines:
“Ese día había ido a la sala de conferencias con cuatro preguntas extremadamente dificultosas, preguntas que había expuesto a los principales sabios de Vilna y Slutzk sin ningún resultado. Pero cuando el Rebe comenzó a entonar su ningún, los nudos en mi mente comenzaron a desatarse, los conceptos comenzaron a cristalizarse y ponerse en su lugar. Uno por uno, mis interrogantes dejaron de serlo.
Cuando el Rebe terminó de cantar ya todo estaba claro. Me sentí como un niño recién nacido observando el mundo por primera vez.”
“Ese fue también el día en que me volví un jasid”, concluyó Rabi Iosef.