Es costumbre contar una historia jasídica sobre el Baal Shem Tov todos los Motzaei Shabat, la salida del Shabat por la noche en una comida de Melavé Malká, acompañar a la novia (el Shabat).Una segulá para un buen sustento, para tener hijos y tener satisfacciones de ellos, para una vida buena y larga y para salud
BASTA DE BAILAR
Una vez que la multitud de seguidores del Baal Shem Tov se reunió en su casa, estaban felices y bailando. Y uno del grupo bajaba de vez en cuando al sótano de la casa y subía de allí jarras de vino.
La esposa del Baal Shem Tov entró en la habitación de su esposo y dijo:
– Al final de todo, no quedará vino para Kidush y Havdalá, será mejor que les digas que se detengan.
El Baal Shem Tov permaneció inmóvil. De repente una sonrisa se dibujó en su rostro, y le dijo:
– Tenías razón y bien has dicho. Más todavía, ve y diles basta de bailar hoy y que cada hombre se vaya a su casa.
Juntó coraje la esposa del Baal Shem Tov y se dirigió a la habitación de los jasidim. Cuando abrió la puerta de la habitación y los vi en el torbellino de la danza, como si flotaran entre el cielo y la tierra, ella misma tomó la jarra, bajó a la bodega y trajo más vino, para aumentar la alegría. Toda esa noche el canto no cesó y los bailarines no se detuvieron en la casa del Baal Shem Tov.
Al día siguiente, el Baal Shem Tov le preguntó:
– Los jasidim bailaron toda la noche. ¿Por qué no les dijiste que se detuvieran?
– No podía, respondió ella.
En su danza los corazones hablaban entre sí. Los corazones abiertos conducen a puertas abiertas. Y el apego de los amigos lleva al apego al Creador.
(Historias de Tzadikim, Simja Raz)
Que el mérito del Baal Shem Tov nos proteja y seamos bendecidos con mucha alegría, amor de los amigos, y apego al Creador.