La parashá de esta semana, Parashát Kedoshim, es una de las más especiales de la Torá por que fue dicha ante la presencia de todo el pueblo judío, BaHakhel, “en congregación” ¿Por qué? Por que la mayoría de las leyes, las leyes más importantes y fundamentales de la Torá están expresadas en la parashá de esta semana.
Uno de los versículos más importantes es:
Lo telej rajil beameja, no taamod al dam reeja, Aní Havaiá.
“No andarás esparciendo murmuraciones, chismoseando, hablando mal entre tu gente y no te pararás sobre la sangre de tu prójimo, Yo soy Hashem.”
¿Qué significa no pararse sobre la sangre de tu amigo? Significa que no te quedes parado sin hacer nada cuando tu amigo, tu prójimo esté en peligro, por ejemplo si alguien se estuviese ahogando en un río y tú no saltas al río para salvarle la vida, y demostrar tu identificación con él, tu amor, tu preocupación por tu amigo. Si la persona sólo se queda parada a la orilla del río y no salta al río, comete una de las ofensas más severas de toda la Torá, que está en este verso, “… lo taamod al dam reeja” , “…no te pararás sobre la sangre de tu prójimo.”. Tenemos que realizar todo el esfuerzo posible para salvar a otro judío, a otro amigo en un momento de peligro.
¿Por qué ambas cosas van juntas, estas dos aveirot, “transgresiones”? Ambas están en un mismo versículo, y por lo tanto están interrelacionadas, son interdependientes. No digas malas palabras sobre las demás personas y no te quedes parado mirando, sin salvar la vida de otra persona si puedes salvarle.
Una explicación dice que aunque yo tenga prohibido hablar mal de otra persona, pero si en algún contexto excepcional es necesario advertirle a otra persona acerca de que escuché a alguien planeando hacerle daño, en ese contexto no solamente está permitido advertirle (lo que significaría hablar mal de otro que lo he escuchado planear matarle), sino que debo ir inmediatamente con él y advertirle de este peligro inminente. Así que esta es una sencilla razón que se da como motivo por el que estas dos ofensas vayan juntas. En general, no debo hablar mal de otras personas, pero si debiese hacerlo para salvar la vida de alguien, entonces tengo que hablar mal de la otra persona.
Eso explica la yuxtaposición de estas dos ofensas en una sola dirección, ¿Y qué sucede con la otra dirección? Se dice que la razón interna por la que una persona habla mal de la otra es porque realmente no le importa acerca de la otra persona en lo más mínimo, de otra manera no estaría chismoseando, ni esparciendo rumores, contando historias sobre él.
Significa que de alguna manera le es indiferente, que está separado de la otra persona, que no se identifica con la otra persona, pues si la otra persona estuviera tan cercana que lo toca como si fuese él mismo, no iría por allí chismoseando. Entonces, a causa de que la persona que cotillea sobre los demás se pone a sí misma en un plano separado y alejado, y en cuanto a él respecta no le importa el honor de los demás y eso mismo lo llevará a cometer la ofensa de quedarse parado a un lado, por ejemplo, mirando cuando alguien se ahoga en el río, Hashem no lo quiera, y no saltar al río espontáneamente, debido a su identificación, para salvarle la vida.
Vamos a tratar de hacer esto más simple y pertinente. Existen algunas personas a las que llamaremos “reporteras” como en el periódico, reportan eventos, en lo profundo de su ser es un chismoso, aunque no esté tratando de hablar mal sobre los demás, su actitud hacia la vida y la sociedad es la actitud de un reportero. Si la persona es un reportero, no va espontáneamente a saltar al río para salvar a alguien que se está ahogando, pues su mentalidad es la de reportero, reporta eventos, pero no forma parte del mismo evento. Pero lo que la Torá desea imprimir en nosotros muy profundamente es que no hemos venido a este mundo, a esta vida a ser reporteros, venimos para formar parte, una parte explicita del panorama, parte del pueblo.
Todos los judíos necesitan sentirse identificados entre si, que son el mismo, en igualdad, y esto nos impedirá, eso rectificará la mentalidad, y un estado de conciencia rectificado nos impedirá no sólo de andar cotilleando por allí, sino que también nos impedirá quedarnos parados mirando cómo suceden las cosas y no sentir espontáneamente que “debo saltar”, inclusive, según algunas opiniones, exponiéndome al peligro para salvar a mi amigo del peligro inminente.