Había una vez un hombre rico que tenía una cervecería. Tenía 24 ollas en las que preparaba su bebida especial y tenía muchos trabajadores y supervisores. Una vez vio que había desorden en su cervecería y se enojó mucho con sus supervisores, quienes le estaban causando pérdidas monetarias y daños. Mientras reprendía a sus supervisores, escuchó que el Baal Shem Tov había llegado y corrió a darle la bienvenida.
“¿Quién eres?” le preguntó el Baal Shem Tov.
“¿El rabino no me reconoce? Soy el dueño de esta cervecería”, respondió el hombre.
“Si no hubiera sabido que vives aquí, no creería que eres el dueño”, dijo el Baal Shem Tov. “Pues la cáscara de tu gran ira contra tus trabajadores te cubrió de la cabeza a los pies, y ahora eres irreconocible”.
¿Ese soy yo?
La mayoría de la gente se enoja, pero si nos viéramos desde dentro, desde una perspectiva espiritual, tampoco nos reconoceríamos. ¿Ese soy yo? ¿Cómo perdí el control sobre mis acciones y mis palabras? ¿Dónde desaparecieron todos mis buenos rasgos de carácter? ¿Todos mis pensamientos santos? ¿Mi fe en Dios y mi temor al Cielo? ¿Cómo se evaporó todo?
En el fondo de tu corazón, probablemente no te sorprenda tanto que te hayas enfadado. Muchas personas tienen un volcán latente en su interior que puede entrar en erupción en cualquier momento y arrojar lava burbujeante. Cuando nos acercamos, entendemos que la ira surge del orgullo, ya sea revelado o encubierto. Algo no me sale bien, algo no encaja con mis planes o expectativas (de mí mismo o de los demás). Me hiere el ego y no estoy dispuesto a permanecer en silencio.
Después de todo, sabes que no luchaste contra tu falso orgullo cuando estaba apenas echando raíces. Estabas seguro de que sabías más que los demás. Te impacientas cuando las cosas no salen como esperabas. Te enojas, tanto en casa como fuera de ella. Tu falso orgullo siguió creciendo hasta que secuestró todos los poderes de tu alma. Finalmente, estalló en forma de ira. Una alusión numérica: כעס (ira) = 10 veces גאוה (orgullo). En otras palabras, la ira es el orgullo consumado, cuando llena los diez poderes del alma. ¡Sí, un verdadero desastre!
El santo Arizal nos reveló un secreto reconfortante: ¡este ciclo de ira y orgullo se puede corregir! Es cierto que el Arizal dice: “Todos los demás pecados dañan un órgano, pero la ira daña el alma entera y la vuelve inepta. No obstante, todo lo que hay que hacer para remediarlo es ayunar 151 veces (el valor numérico de כעס –ira más 1) y todo quedará atrás”.
Puede que sea un poco difícil aceptarlo. ¿Qué debe hacer una persona que se enojó más de dos veces en un año? ¡No hay suficientes días en el año para que pueda ayunar!
La historia del Baal Shem Tov y el enojado dueño de la cervecería continúa:
“A partir de hoy, no te enojes más”, le dijo el Baal Shem Tov al dueño de la cervecería. “Y yo también me comprometo a no enojarme con nadie. Ni siquiera con mi carretero, Alexei. Porque ahora he visto la gran mancha que me causó la ira”.
También podemos intentar seguir los pasos del Baal Shem Tov (y los pasos de los sabios de Israel a lo largo de las generaciones) y no enojarnos, nunca.
¿Por qué entonces el sentido del mes de Tevet es la ira? Cuando el Libro de la Formación, escrito por Abraham, define la ira como uno de los sentidos del alma, esto significa que es una energía positiva en el alma. El mes de Tevet es el momento de enfocarnos en desarrollar esta fuerza positiva. Rabí Shimon Bar Iojai en el sagrado Zohar también nos enseña que hay ira llamada “maldita” y ira llamada “bendita”.
¿Qué es la ira bendita y cómo podemos centrarnos en desarrollarla?
Hay situaciones en las que es correcto no sólo fingir que estamos enojados, sino enojarnos de verdad. ¿Cómo podemos entender esto?
La ira es el encendido de los cimientos del fuego en el alma. En un nivel más profundo, expresa una preocupación ardiente por un tema determinado.
Los jasidim aman la calidez. La frialdad es similar al distanciamiento. En las primeras generaciones del jasidismo, los Rebes jasídicos hicieron esfuerzos por atraer específicamente a los oponentes más vociferantes y ardientes del jasidismo a su seno. Cuando una persona de temperamento iracundo se encuentra con el fuego del jasidismo, sin duda se transformará en un jasid entusiasta y fascinante.
Vemos que la ira expresa la llama de una fuerte participación y cuidado. Esto es lo que tenemos que desarrollar en el mes de Tevet. El desafío es diferenciar entre lo que es digno de nuestro entusiasmo y pasión y lo que debemos rechazar. Por lo general, nuestras reacciones ante diferentes situaciones pueden ser completamente opuestas a lo que deberían ser: nos enojamos fácilmente con una persona que ha herido nuestro orgullo o nuestros intereses. Sin embargo, cuando se trata de asuntos de santidad, de repente tenemos una paciencia y una calma infinitas.
El mes de Tevet llega especialmente para todos aquellos que están enojados por las cosas equivocadas y apáticos con las cosas correctas. Nos invita a dar un giro y volvernos hacia Dios. Con respecto a nosotros mismos, tenemos que aplicar nuestro ojo izquierdo, que reconoce nuestra bajeza. De esta manera, nos relacionamos -con crítica y gran escepticismo- con todas las demandas de nuestro ego insaciable. Con respecto a la santidad, tenemos que estar completamente alegres y entusiasmados, permitir que nuestro amor por la santidad “se exceda” y ¡disfrutarlo!
¿Y qué pasa con la ira?
El rey David, que era el carro del atributo de la humildad, ya nos enseñaba en Salmos 4:5 “Enójate y no peques”. Los sabios talmúdicos explican: “Una persona siempre debe hacer enojar a su buena inclinación con su mala inclinación”. Durante este mes de Tevet, aprenderemos a enojarnos con nuestra inclinación al mal, que nos incita a hacer el mal. La rechazaremos con entusiasmo, con un corazón cálido y el fuego de la batalla, como nos guía el Alter Rebe en el Tania: “Y debe enojarse con ella con voz fuerte y enojo, para humillarla… es decir, enojarse con el alma animal, que es su inclinación al mal, con gran voz y enojo en sus pensamientos, para decirle: “Eres malo y perverso y repugnante y abominable y reprensible etc., repitiendo todos los nombres que nuestros sabios la llamaron”. En verdad, ¿hasta cuándo me ocultarás la luz infinita de Dios?
Que éste sea un Tevet lleno de calor sagrado.
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DESPERTAR DE LA PESADILLA- 10 DE TEVET