PARTZUF SHEMÁ ISRAEL

LO QUE DISTINGUE AL SHEMÁ DE TODAS LAS DEMÁS MITZVOT

Más grande que el estudio de la Torá

Parashat Vaetjanán contiene muchos de los fundamentos de la Torá, entre ellos los llamados Diez Mandamientos y el Shemá, nuestra declaración de fe por excelencia en la unidad y singularidad de Di-s. El Shemá que recitamos todos los días (al menos dos veces) se compone de tres párrafos, el primero de los cuales está tomado de nuestra parashá, “Escucha, O´Israel, Havaia es nuestro Di-s, Havaia es uno”.

En el Talmud, encontramos la siguiente afirmación: “Rabí Mani dijo: “Mayor es aquel que recita el Shemá en su momento apropiado que uno que se dedica al estudio de la Torá”.[1] Este dicho tiene varios comentarios jasídicos profundos, pero comenzaremos centrándonos en su significado claro. ¿Qué es exactamente lo que distingue al Shemá del resto de la Torá?

La declaración de Rabí Mani se dijo con respecto a la Mishná que trata sobre el tiempo para recitar el Shemá por la mañana. La mishná termina con las palabras: “quien la recita desde ese momento en adelante no pierde nada, sino que se considera que ha leído la Torá”, ya que las palabras del Shemá son versículos de la Torá (como se señaló, todo el primer párrafo aparece en nuestra parashá). Aun así, de esta mishná aprendemos que es mejor recitar los versículos del Shemá en su momento designado, porque entonces uno cumple tanto con la mitzvá de recitar el Shemá en su momento apropiado como con el mérito de la mitzvá del estudio de la Torá.

Los comentarios señalan que la mishná está comparando a alguien que recita el Shemá después de su tiempo señalado con alguien que está estudiando Torá en un momento que no está pre-designado para el Shemá, porque si es el tiempo para el Shemá (e incluso para la oración), uno estaría obligado a dejar de estudiar para cumplir estas mitzvot. Además, señalan que el punto que la mishná quiere destacar no es que recitar el Shemá en su tiempo preestablecido sea superior a simplemente leer versículos de la Torá, ya que no hay novedad en eso. Más bien, recitar el Shemá en su momento señalado es incluso superior al estudio de la Torá – con entendimiento y comprensión – como el estudio de la Mishná.

El Pnei Iehoshúa añade que, al estudiar Torá, al involucrarse con ella, se requiere profundizar en su entendimiento hasta el punto de recordar lo que se ha aprendido. Sostiene que recitar el Shemá en su momento es superior porque, incluso cuando ha pasado el tiempo preestablecido, leer los versículos del Shemá no es simplemente una lectura más. Hay algo adicional en la recitación del Shemá – en los propios versículos -, y por eso, cuando se recita en su momento asignado, se considera superior incluso al estudio de la Torá con toda su profundidad y entendimiento posibles. Lo que queremos entender es qué tiene de especial exactamente estos versículos.

Para presentar esto como una pregunta: ¿Cómo puede ser que recitar el Shemá en su momento señalado pueda ser superior que el aprendizaje de la Torá incluso del más grande erudito que está comprometido e inmerso plenamente en la Torá?

La superioridad del Shemá

El Pnei Iehoshua y otros responden a esta pregunta citando que “Aceptar la soberanía del Cielo es lo más importante”, kabalat Maljut shamaim jashiva tfei (קַבָּלַת מַלְכוּת שָׁמַיִם חֲשִׁיבָא טְפֵי), incluso cuando no es el momento señalado por el Shemá. Por lo tanto, se deduce que recitar el Shemá en su momento señalado es aún superior.

Aceptar la soberanía del Cielo es un requisito previo para todas las mitzvot. Los sabios afirman esto de la siguiente manera: “¿Por qué el ‘Shemá’ [es decir, su primer párrafo] precede al ‘Vehaia im shamo’a‘ [el segundo párrafo]? Para que uno primero acepte la soberanía del Cielo”.[2] La misma idea se expresa con respecto a los dos primeros “mandamientos” del Decálogo – primero “Yo soy Havaia“, luego “no tendrás dioses ajenos” – el orden necesario es “acepta Mi soberanía, luego acepta Mis mandamientos”.[3]

Por lo tanto, hay quienes argumentan que la superioridad del Shemá es que establece la esencia de nuestra fe y la fe precede incluso al estudio de la Torá, ya que uno debe creer en el Dador de la Torá para aprender correctamente. A pesar de que el Rambám aprende la mitzvá de tener fe en Di-s del primer mandamiento del Decálogo y no del Shemá, las palabras del Talmud de Jerusalén de que, al recitar el Shemá, estamos tomando sobre nosotros todo el Decálogo, con las palabras: “Havaia es nuestro Di-s”, que corresponden en particular al primer mandamiento del Decálogo, “Yo soy Havaia tu Di-s”.

Hay otra opinión de que lo que distingue al Shemá es que declara la unicidad de Di-s, conocida como la mitzvá de la singularidad de Di-s, ijud Havaia (יִחוּד ה’).[4] El Alter Rebe dice que esta es la mitzvá especial que se le dio a la generación que entró en la Tierra de Israel. El Tzemaj Tzedek, el tercer Rebe de Lubavitch, afirma que la gran novedad del Baal Shem Tov se centra en su entendimiento de la mitzvá de la singularidad de Di-s. Por lo tanto, Jasidut, la Torá del Baal Shem Tov es esencialmente la Torá de la Tierra de Israel, ya que su enfoque está en la mitzvá que se dio a aquellos que entraron a la Tierra de Israel.

El Shemá, como hemos visto, contiene los fundamentos mismos de la Torá: aceptar la soberanía del Cielo, la fe en Di-s y la singularidad de Di-s.

Lo que hemos visto hasta ahora puede ser la base de una meditación sobre el Shemá, que recitamos dos veces al día, particularmente en su primer versículo: “Escucha, O´Israel, Havaia es nuestro Di-s, Havaia es uno”. Este versículo está compuesto por tres partes: “Escucha, O´Israel”, “Havaia es nuestro Di-s” y “Havaia es uno”.

Algunos cuestionan la redacción señalando que podría haber dicho simplemente: “Havaia nuestro Di-s es uno”, ¿por qué la repetición del Nombre esencial de Di-s, Havaia, antes del “uno”? Cuando dividimos el versículo en tres partes, esto queda claro. Hay tres declaraciones independientes. Corresponden a aceptar la soberanía del Cielo, la fe en Di-s y la singularidad de Di-s.

Una de las alusiones lingüísticas más conocidas discutidas con respecto a la primera palabra, Shemá (שְׁמַע), es que es un acrónimo de “el yugo de la soberanía del Cielo”, ol Maljut shamaim (עֹל מַלְכוּת שָׁמַיִם). Las fuentes jasídicas interpretan las dos primeras palabras, “Escucha O´Israel”, como una reunión del pueblo, tal como se usa la palabra en el versículo, “Saúl reunió al pueblo”[5], vaieshama Shaul et haam (וַיְשַׁמַּע שָׁאוּל אֶת הָעָם). Reunir al pueblo se da en torno a un rey, a un soberano.[6] Del mismo modo, la primera declaración del Shemá nos llama a recogernos, reunir las facultades de nuestra alma y concentrarnos en la soberanía de Di-s, aceptando sobre nosotros el yugo de los mandamientos celestiales.

La segunda declaración, “Havaia es nuestro Di-s”, como se señaló anteriormente, representa el mandamiento de creer en Di-s y es paralela al primer mandamiento del Decálogo, “Yo soy Havaia tu Di-s”.

La tercera declaración, “Havaia es uno”, es claramente el mandamiento de creer en la singularidad de Di-s

De lo subjetivo a lo objetivo

Contemplando la forma en que hemos identificado las tres partes del primer versículo del Shemá, podemos ver un desarrollo interesante. La primera declaración, “Escucha O´Israel”, no es una mitzvá per se. Con respecto a la segunda afirmación, “Havaia es nuestro Di-s”, el mandamiento de creer en Di-s, hay una disputa entre los enumeradores de las mitzvot: ¿es esto un mandamiento o no? Según algunos (como el Baal Halajot Guedolot) creer en Di-s es un requisito previo para todos los demás mandamientos, sin los cuales no tendrían sentido y, por lo tanto, no debe contarse como una mitzvá. Pero según otros (como el Rambám) lo es. Por lo tanto, tenemos una etapa intermedia. La tercera declaración es acordada por todos como una mitzvá: creer que Di-s es uno, es decir, singular y único.

Podemos entender esto como una progresión de lo subjetivo, gavra (גַּבְרָא) a lo objetivo, jeftzá (חֶפְצָא). La primera declaración, “Escucha O’ Israel” es completamente subjetiva. Se enfoca en el yo que necesita aceptar la soberanía del Cielo.

Cada mitzvá tiene un aspecto subjetivo y otro objetivo. Son como el secreto de las dos mitades aludido en las enseñanzas sobre las dos trompetas.[7] En términos del Alter Rebe, estos son la revelación de Di-s que rodea a todos los mundos, or hasovev col almin (אוֹר הַסּוֹבֵב כָּל עָלְמִין) y la revelación de Di-s que lo impregna, penetra los mundos, or hamemalé almin (אוֹר הַמְּמַלֵּא עָלְמִין). La palabra mitzvá en sí, según explica el Baal Shem Tov, significa “unión” o “estar juntos”, tzavta (צַוְתָּא), la unión de estos dos aspectos, el subjetivo y el objetivo – “aceptar mi soberanía” (subjetivo) y luego “aceptar mis decretos” (objetivo).

Finalmente, la tercera declaración “Havaia es uno”, es un poderoso ejemplo de lo objetivo, jeftza (חֶפְצָא), quizás el más poderoso ya que la singularidad de Di-s significa que no hay nada más que Di-s, como se explica en detalle en las enseñanzas jasídicas.

Autosacrificio

Otra explicación muy importante de la declaración de Rabí Mani con la que comenzamos es que el Shemá es superior al estudio de la Torá porque al recitar el Shemá, uno tiene la intención de sacrificarse. Esta es la voluntad de cumplir el mandamiento de la Torá de que Di-s sea santificado.[8]

Jasidut explica que, en la recitación del Shemá, la intención de sacrificarse está en el potencial, mientras que ese potencial se activa durante Nefilat Apaim (Caer sobre el Rostro), por lo que caemos de bruces, como si hubiéramos caído muertos. Sin embargo, es el potencial el que despierta en el alma la activación práctica de nuestra voluntad de sacrificarnos.

En el Tania, el Alter Rebe escribe que recitamos el Shemá dos veces al día para recordar nuestro poder de autosacrificio, que es lo que nos impulsa a guardar los mandamientos y a enfrentarnos a todas las pruebas (particularmente en la Tierra de Israel, como se señaló anteriormente). Esta intención que distingue al Shemá del resto de la Torá se encuentra en el “sello” o firma del Shemá, es decir, en la palabra “uno”, ejad (אֶחָד), que estamos obligados a prolongar. El Arizal escribe que al prolongar la palabra “uno”, debemos tener en cuenta que estamos dispuestos a soportar las cuatro formas de pena capital, donde 4 es el valor de la letra dalet (agrandada), la última letra de “uno” (אֶחָד).

Esta última contemplación del autosacrificio despertado por el Shemá es la razón cabalística de que la recitación del Shemá es única entre los mandamientos de la Torá, colocándola incluso por encima del estudio de la Torá. Esta última es capaz de despertar las aguas femeninas (מָיִין נוּקְבִין) y elevarlas hasta el nivel de Ze’er Anpin y Nukva, como lo insinúan las palabras, “… y lo revelado, para nosotros y para nuestros hijos por siempre, para cumplir todas las palabras de esta Torá”.

Sólo el recitado del Shemá tiene la capacidad de elevar este despertar espiritual en nosotros hasta el nivel de Padre y Madre supremos, los llamados mundos ocultos, insinuados por las palabras: “Lo oculto pertenece a Havaia nuestro Di-s”. Cuando una persona está dispuesta a sacrificarse, puede alcanzar el reino oculto, y entonces puede atraer la raíz de la unificación suprema entre los partzufim Padre y Madre, que a su vez se origina en la revelación infinita de Di-s mismo, descendiendo a través de los partzufim de la corona, keter. Todo esto está contenido en la conocida guematría, שְׁמַע יִשְׂרָאֵל י-הוה אֱ-לֹהֵינוּ י-הוה אֶחָד , Shema Israel Havaia Elokeinu Havaia Ejad, es igual a, עַתִּיק יוֹמִין אֲרִיךְ אַנְפִּין, Atik Iomin Arij Anpin, los nombres de los dos partzufim de la corona.

El partzuf de lo que distingue al Shemá es el siguiente:

Letra de HavaiaSefirotel bien y el mal sobre
IudsabiduríaAutosacrificio
HeientendimientoLa unidad, la unicidad, la singularidad de Di-s
Vavbondad a fundamentoCreencia en Di-s
Heireinadoaceptar la soberanía del Cielo

Claramente, la soberanía, como se señaló, está relacionada con reinado. La letra vav en el Nombre de Di-s representa nuestro servicio a Di-s y la creencia en Di-s es el requisito previo para realizar todos nuestros deberes. La singularidad y la unicidad de Di-s son los temas más importantes de la meditación judía – la esencia de todo el Jasidut-; y, la meditación, hitbonenut (הִתְבּוֹנְנוּת) corresponde a entendimiento, biná (בִּינָה). Finalmente, el autosacrificio deriva de nuestro poder de autoanulación, el aspecto interno de sabiduría que corresponde a la iud de Havaia.


[1] Berajot 10b.

[2] Mishná Berajot 2:2. Véase también Tanjuma Lej Leja.

[3] Mejilta Bajodesh 6. Sifra Ajarei 13.

[4] Rambám, Sefer HaMitzvot, Ase 2.

[5] 1 Samuel 15:4.

[6] Como también se encuentra en el versículo: “Cuando [Di-s] comenzó a reinar en Ieshurum, cuando se reunieron los jefes del pueblo, las tribus de Israel se juntaron” (Deuteronomio 33:5).

[7] Or Torá (Maguid de Mezritch), Beha’alotja 134.

[8] Levítico 22:32. Véase en detalle en Derej Mitzvoteja, Mitzvat Kidush HaShem.

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