UN TIEMPO PARA CREAR

PARASHÁ: Bereshit

LA CREACIÓN DEL TIEMPO

 Rabí Itzjak Ginsburgh

Basado en una clase impartida el 24 de Tishrei de 5766 – 27 de octubre de 2005- en Kfar Jabad

 La Torá (y toda la Biblia) comienza con la palabra hebrea בְּרֵאשִׁית. En español, la traducción usual de esta palabra es: “En el principio”. Las tres traducciones clásicas al arameo de la Torá traducen esta palabra de la siguiente manera:

Onkelos usa la palabra aramea “בְּקַדְמִין”, que significa literalmente: “En el principio”. La traducción de Ionatan ben Uziel ofrece la misma idea, pero usando una expresión aramea diferente: min av´vlaמִן אַוְולָא”, que significa “Desde el principio”. Estas dos traducciones se refieren claramente al aspecto del tiempo, reshit (רֵאשִׁית) de la palabra hebrea original. Diferente y sorprendente es la traducción ofrecida por la traducción del Ierushalmi de la Torá, que la traduce como, bijujmáבְּחוּכְמָא“, que significa “con sabiduría”.[1] La traducción del Ierushalmi alude a un versículo de Proverbios que describe la creación: “Havaia, con sabiduría fundó la tierra, estableció los cielos con entendimiento”.[2] Que la sabiduría tiene un elemento de tiempo se puede aprender de otro versículo:

“El principio de la sabiduría [רֵאשִׁית חָכְמָה] es el temor de Havaia“,[3] pero el Ierushalmi claramente está diciendo algo diferente de las otras dos traducciones. La sabiduría es una de las diez sefirot. En Jasidut, la sabiduría se asocia con el estado psicológico de desprendimiento, o auto-anulación (בִּטוּל). Lo primero que podemos aprender de la traducción única del Ierushalmi es que, como poder del alma, la sabiduría es la experiencia del comienzo del tiempo. En otras palabras: un verdadero estado de desinterés o altruismo, le otorga a uno la experiencia de la creación.

Volvamos a la diferencia entre el Ierushalmi y las otras dos traducciones. Hay una pregunta entre los filósofos judíos sobre si el tiempo es algo que fue creado. En Jasidut se relata tradicionalmente que el Maguid de Mezritch dijo que, en efecto, el tiempo fue creado. El Ziditchover argumenta con esta tradición, afirmando que no puede ser que el Maguid dijera tal cosa.[4]

 ¿Por qué el Rebe de Ziditchov sería tan inflexible acerca de que el tiempo no es una creación (sino que precede a la creación), tanto que argumentaría que es imposible que el Maguid dijera algo en sentido contrario? ¿Cree que el tiempo es como el Todopoderoso mismo? Y, dado que existe la tradición de que el Maguid dijo que el tiempo fue creado, ¿cuáles fueron sus razones? Claramente, los dos puntos de vista son la razón de la diferencia en las traducciones, entre las traducciones arameas de la Torá. El Ierushalmi no cita el tiempo como la herramienta de la creación, lo que significa que, para el Ierushalmi, el tiempo es una creación y viene después de la sabiduría. Pero, las otras dos traducciones parecen sostener que el tiempo fue la herramienta por la cual el Creador creó los cielos y la tierra.

En otras palabras, esta diferencia de opinión se remonta al significado de la primera palabra de la Torá. Si בְּרֵאשִׁית significa “con [algo llamado] reishit“, y el reishit, “el principio” se refiere al tiempo, entonces, el tiempo es la herramienta con la que Dios creó el mundo (lo que significa que él mismo no es parte de la creación). Pero si la primera palabra se traduce simplemente como “En el principio”, entonces el tiempo también es una creación, como todo lo demás.

 Echemos un vistazo más de cerca al primer versículo de la Torá. Hemos comprobado que, si el tiempo ha de ser entendido como la herramienta de Dios para crear el mundo, entonces la palabra בְּרֵאשִׁית incluye un sustantivo: רֵאשִׁית, reishit. Entonces, de las siete palabras que componen el primer versículo, cuatro son sustantivos, y estos cuatro sustantivos componen todas las demás palabras del versículo: בְּרֵאשִׁית אֱ-לֹהִים הַשָּׁמַים הָאָרֶץ , Bereshit, Elokim, los cielos y la tierra.

La suma de estas cuatro palabras, en hebreo, es 1690, o 10 .132. El número 1690 es de gran importancia en la Cabalá ya que es el producto de los dos Nombres más importantes del Todopoderoso: Havaia (‘הוי= 26) y Adni (אדנ-י= 65); la suma de estos dos Nombres es 91, el triángulo de 13, es decir, la suma de los números enteros del 1 al 13 (13, por supuesto, es el valor numérico de la palabra “uno”, אֶחָד en hebreo). Los dos posibles entrelazamientos de estos dos Nombres forman los santos Nombres de Dios correspondientes a la Conciencia Superior (יחודא עילאה) y a la Conciencia Inferior (יחודא תתאה). La Conciencia Superior describe ver el mundo desde la perspectiva de Dios, es decir, que Dios es un hecho y la creación es una novedad que no es nada a Sus ojos. La Conciencia Inferior describe la perspectiva humana normal de que la realidad de la creación es un hecho y ¡que (la revelación de) Dios es una novedad! Por lo tanto, el primer versículo de la Torá incluye tanto la conciencia superior como la inferior.

1690 es también el valor numérico de los cuatro niveles de la anulación de la realidad frente a la naturaleza infinita de lo Divino, de la que habla el servicio matutino de Shabat. Son los siguientes:

אֵין עֲרוֹךְ לְךָ הוי’ אֱלֹקֵינוּ בָּעוֹלָם הַזֶּהNada está a la altura de Ti Havaia nuestro Dios en este mundo
אֵין זוּלָתְךָ מַלְכֵּנוּ לחַיֵּי הָעוֹלָם הַבָּאNo hay nadie fuera de Ti nuestro Rey en la vida del Mundo por Venir
אֶפֶס בִּלְתְּךְ גּוֹאֲלֵנוּ לִימוֹת הַמָּשִׁיחַNo hay nada más que Tú en los días del Mashíaj
אֵין דּוֹמֶה לְּךָ מוֹשִׁיעֵנוּ לִתְחִיַּת הַמֵּתִיםNo hay nada semejante a Ti nuestro Salvador por la Resurrección de los muertos

La suma numérica de las cuatro afirmaciones comparativas: אֵין זוּלָתְךָ, אֵין עֲרוֹךְ לְךָ, אֵין דּוֹמֶה לְּךָ, אֶפֶס בִּלְתְּךְ es 1690, lo que sugiere una correspondencia entre estas cuatro formas de anulación comparativa ante el Todopoderoso y los cuatro sustantivos del primer verso de la Torá. Esta correspondencia también revela un aspecto de la Torá que pertenece al Mundo de la Emanación, cuya experiencia central es la de la anulación desinteresada ante el Todopoderoso[5].

 Cada uno de estos niveles de anulación tiene una contraparte en nuestra experiencia como seres humanos.

 Veamos cómo estos cuatro niveles de anulación corresponden a los cuatro sustantivos del primer verso de la Torá.

Los dos primeros niveles (אֵין זוּלָתְךָ yאֵין עֲרוֹךְ לְךָ), que se refieren a nuestra realidad presente (este Mundo) y nuestra realidad futura (el Mundo Venidero), corresponden a la tierra y a los cielos, respectivamente. Como se explica muchas veces en Jasidut, nuestra realidad presente es explícitamente corpórea, mientras que lo espiritual (los cielos) permanece implícitamente presente. En el Mundo Venidero, los cielos serán revelados.

“No hay nada más que Tú” (אֶפֶס בִּלְתְּךְ) corresponde al Nombre Elokim, en el primer verso. La conexión entre estos dos es evidente en la traducción de la Torá por los sabios al griego (la traducción conocida como la Septuaginta). En esa traducción, los sabios hicieron algunos cambios editoriales para evitar que los no judíos que leen la Biblia cometieran errores de interpretación sobre la naturaleza del Todopoderoso. La primera de ellas fue que invirtieron el orden de las primeras tres palabras de la Torá. En lugar de traducirlos siguiendo la forma literal de: “En el principio creó Dios…”, escribieron: “Dios creó en el principio…”

El temor era, por supuesto, que los griegos interpretaran esto en el sentido de que “en el principio” es el nombre de una gran deidad o pre-deidad, que creó a Dios. De hecho, este error está arraigado en nuestra propia identificación de las palabras “En el principio”, referidas al tiempo, como la herramienta por la cual los cielos y la tierra fueron creados (no que Elokim, Dios, fuera creado por el tiempo). Dado que no se requiere edición del texto en el hebreo original, esto indica que la palabra “Elokim” conlleva para los judíos una referencia natural a la singularidad de Dios: “no hay nadie más que Tú”. Esta referencia natural en el entendimiento judío evita que los judíos cometan un error similar al de los griegos. A un nivel aún más profundo, la Cabalá explica que el Nombre Elokim emana (לִבְרוֹא, livró, surgir de) de la palabra בְּרֵאשִׁית, “En el principio”.

“No hay nadie semejante a Ti” (אֵין דּוֹמֶה לְּךָ) se refiere a la capacidad sobrenatural del Todopoderoso para sobrellevar opuestos, es decir, para albergar paradojas sin entrar en bucles infinitos de lógica. Por dar el ejemplo más simple de una paradoja, podemos citar la famosa pregunta: “¿Puede el Creador crear una roca que no pueda levantar?” Cualquiera que sea la respuesta que se dé, parece que somos conducidos a una paradoja insoportable en nuestras mentes. O renunciamos a nuestra definición de lo que significa tener el poder omnipotente de crear, o renunciamos a nuestra noción de lo que significa ser capaz de realizar una tarea, o no. Pero ambas cosas no pueden estar al mismo tiempo.

Sin embargo, en realidad, Dios es capaz de hacer todo, y ser omnipotente también incluye ser capaz de crear situaciones paradójicas, u objetos, cuya naturaleza no puede ser comprendida por los seres humanos. Como veremos, la paradoja más difícil con la que los seres humanos tienen que lidiar es cómo aceptar la idea de que, aunque el mundo parece estar lleno de cosas negativas y malas[6], la intención y las acciones de Dios son todas buenas. La capacidad de Dios para sustentar la paradoja corresponde a la palabra בְּרֵאשִׁית, “En el principio”. La referencia a la resurrección de los muertos también es muy apropiada. Como se ha explicado en otro lugar, después de la resurrección de los muertos, el cuerpo humano se vuelve inmortal. La inmortalidad es el mayor estado paradójico de la materia. Mientras que la materia está por definición sujeta a la ley de la entropía y, por lo tanto, el cuerpo humano es mortal, el cuerpo que se levantará de la tumba será inmortal; la paradoja del cuerpo inmortal será revelada.

Resumamos nuestra correspondencia en forma de gráfico, añadiéndole cómo cada nivel corresponde a una de las letras del Nombre Havaia:

Letra de HavaiaNivel de anulaciónNombre en el primer verso de la Torá
IudNo hay nada similar a TíבְּרֵאשִׁיתEn el principio
HeiNo hay nada sino TúאלקיםElokim
VavNo hay nadie aparte de TíשמיםCielos
HeiNo hay nada a Tú alturaארץTierra

 Fijémonos en el tiempo referenciado en cada uno de los niveles. Ellos son: este Mundo, el Mundo Venidero, los Días del Mashíaj y la Resurrección de los Muertos. El valor numérico de cada uno de ellos es:

Este mundoעוֹלָם הַזֶּה= 163
El Mundo Venideroעוֹלָם הַבָּא= 154
Los Días del Mashíajיְמוֹת הַמָּשִׁיחַ= 819
La Resurrección de los Muertosתְְּּחִיַּת הַמֵּתִים= 1313

El valor numérico del nivel más elevado, la Resurrección de los Muertos, 1313. 1313 es un múltiplo de 13:

1313 = 101•13

El valor del segundo período de tiempo, “Días del Mashíaj”, 819, es también el valor numérico de la frase “David, el rey de Israel, vive y perdura”, David Melej Israel Jai VeKaiam (דָוִד מֶלֶךְ יִשְׂרָאֵל חַי וְקַיָם). Es también el valor numérico del importante término jasídico: “Unidad simple”, ajdut pshutá (אֲחְדוּת פְשׁוּטָה). Se explica en Jasidut que el papel del Mashíaj, el justo rey de Israel de la casa de David, es llevar la experiencia de la simple unicidad de Dios a cada persona. Esta será la mayor revelación de los Días del Mashíaj. Además, 819 es igual a la suma de los cuadrados del 1 al 13 (o, como se le conoce por otro nombre: 819 es el número piramidal cuadrado de 13). 13 es el valor numérico de “uno”, ejad (אֶחָד), en hebreo. Sin embargo, más allá de estas consonancias numéricas, nos gustaría centrarnos en el hecho de que 819 es un múltiplo de 7 [819 = 7 • 117] y de 13 [819 = 13 • 63]. El 7 y el 13 son una pareja de números que aparecen repetidamente en muchas áreas de la Torá como complementos femeninos y masculinos entre sí.

 El valor numérico del tercer período de tiempo mencionado, “el Mundo Venidero”, 154, es un múltiplo de 7:

154 = 7 • 22

 Así que tenemos aquí una relación interesante de los tres niveles más elevados con la pareja de números 7 y 13: el mundo venidero es un múltiplo de 7, luego los Días del Mashíaj es un múltiplo de 7 y 13, mientras que el nivel más alto, la Resurrección de los Muertos, es un múltiplo de 13 solamente.

Ahora, el período de tiempo final, “este Mundo”, no es ni un múltiplo de 7 ni de 13.[7]

Sin embargo, en un hermoso ejemplo de autorreferencia, la suma de los valores numéricos de los cuatro períodos de tiempo juntos:

עוֹלָם הַזֶּה עוֹלָם הַבָּא יְמוֹת הַמָּשִׁיחַ תְְּּחִיַּת הַמֵּתִים  = 2482

2482 = 146 • 17

146 es el valor numérico de עוֹלָם, y 17 es el valor numérico de הַזֶּה. Entonces, tenemos que:

עוֹלָם הַזֶּה = עוֹלָם הַזֶּה עוֹלָם הַבָּא יְמוֹת הַמָּשִׁיחַ תְְּּחִיַּת הַמֵּתִים

Lo que significa que la suma de los cuatro períodos de tiempo es igual a las dos palabras que componen el primer período de tiempo – “este Mundo” – multiplicadas entre si. Por lo tanto, podemos decir que todos los tiempos “futuros” están realmente muy presentes en nuestra realidad actual. Las cuatro etapas están incluidas en este mundo. No tienes que esperar algún tiempo futuro o ir en busca de la “redención” a algún otro lugar, todo es perceptible aquí y ahora. Jasidut explica que para Rabí Shimon bar Iojai, el Templo Sagrado de Jerusalén siempre estuvo en pie (a pesar de que vivió después de haber sido destruido por los romanos). Es posible tocar y experimentar el futuro en el presente. Esta guematria también ilustra bellamente que la razón para crear todos los Mundos, y todos sus respectivos períodos de tiempo, es que Dios tenga una morada abajo, es decir, en el “aquí y ahora”.

 Pasemos ahora al aspecto psicológico y jasídico que yace dentro de estos cuatro niveles de anulación. Nos gustaría explicar qué tipo de anulación representa cada uno y cómo esto se puede sentir en nuestra experiencia cotidiana. El primer nivel refleja que nada puede estar a la altura de Dios, ein aroj lejá (אֵין עֲרוֹךְ לְךָ), o, en otras palabras, que nada puede considerarse presente, en el sentido de importancia, dondequiera que Él esté. El ejemplo que ilustra este sentimiento de altruismo y anulación es que, si estás sentado al lado de un individuo tremendamente sabio e inteligente, entonces si tú mismo tienes suficiente sabiduría, sentirás que tu propia sabiduría e inteligencia son comparativamente nada y realmente no están a la altura. Pero, si te alejaras de la presencia de este gran sabio, tu sensación de ser sabio e inteligente regresaría. En las analogías dadas por los sabios del Talmud, esto se ilustra con el ejemplo de la luz de una vela al mediodía (שְרַגָא בְּטִיהַרַא מַאי מְהַנֵי?).[8] Este es el tipo de anulación que normalmente se encuentra y se experimenta en nuestra realidad presente. Al comparar nuestra sabiduría, nuestra fuerza, nuestro carácter, con el Todopoderoso, nos encontramos deficientes y estamos dispuestos a sentirnos desinteresados y como nada por un momento. Pero, en el momento en que apartamos nuestras mentes de la Presencia Divina, nos precipitamos de nuevo a sentirnos como la medida de todo lo demás.

El segundo nivel fue descrito como “no hay nadie fuera de Ti” (אֵין זוּלָתְךָ). En el Jasidut, este tipo de anulación se ejemplifica con los rayos de luz que emanan de nuestro sol. Según Jasidut, y tal y como propone la teoría de la relatividad, la luz que ha emanado del sol (porque viaja a la velocidad de la luz) nunca “siente” que ha dejado el sol. Es como si nunca hubiera salido de su fuente. La única diferencia física que el propio rayo de luz puede “ver”, es que ahora puede iluminar algo muy lejos del sol. Si el sol dejara de existir, este rayo, desde su propia perspectiva, desaparecería instantáneamente; en otras palabras, desde la perspectiva del rayo de luz no hay tiempo.

Desde la perspectiva de alguien que mira este rayo de luz, el rayo de luz parece ser algo independiente del sol. De hecho, este ejemplo corresponde al sustantivo “cielos” en el primer versículo. Desde la perspectiva de nuestra alma, seguimos siendo uno y lo mismo que el Todopoderoso. Es como si nunca hubiéramos dejado nuestra fuente en el Infinito. Pero, desde la perspectiva de nuestro cuerpo (la perspectiva de nuestra alma animal), el alma es la gran luminaria que ha sido separada de su fuente y ahora es independiente de Dios. Ambas perspectivas son reales, pero es solo la perspectiva del alma la que permite este tipo de auto-anulación. De hecho, esta podría ser una de las razones por las que cuando alguien fallece decimos que su alma ha ” se ha ido al cielo”.

 El tercer nivel de anulación descrito como “no hay nada más que Tú” (אֶפֶס בִּלְתְּךְ). La analogía utilizada para ejemplificar este tipo de anulación fue dada por el Baal Shem Tov, quien explicó que la realidad no es como la luz que ha dejado el sol, sino como la luz mientras todavía está en el sol. Allí, ni siquiera tiene la posibilidad de ser una realidad, porque siente que es esencialmente nada. A este nivel, toda la realidad se siente a sí misma como esencialmente nada. Este nivel de nulidad corresponde a los tiempos del Mashíaj y al Nombre Elokim en el primer versículo de la Torá. ¿Cuál es la conexión? En otro lugar, al describir la creación de la humanidad, Dios dice: “Dije que eres Elokim“. Dios tenía la intención de que la humanidad adoptara el nombre de Elokim.

¿Cómo puede ser esto? De hecho, cuando un individuo siente como el rayo de luz tal como es en el sol mismo, cuando la anulación se siente a un nivel tan esencial, entonces es posible. Este es el sentimiento de que: “Nunca Te he dejado, Dios. Nunca he salido de Ti”. Sobre tal persona es apropiado decir que él es Elokim. De hecho, en la Cabalá esta imagen excelsa del hombre como Elokim se conoce como el Hombre Primordial (אָדָם קַדְמוֹן, o en acrónimo: אַ”ק). El tercer nivel de anulación, los tiempos del Mashíaj, se refiere a la revelación de la imagen del hombre como el Hombre Primordial (en primer lugar, como lo ejemplifica el Mashíaj mismo, y finalmente como característica de toda la humanidad). Siguiendo nuestra tabla anterior, se coloca la imagen del Hombre Primordial como correspondiente a la primera letra hei de Havaia. De hecho, muchas veces en la Cabalá, se hace referencia al Hombre Primordial como el Hombre del Mundo de la Creación- אָדָם דְבְּרִיאָה (que también corresponde a la primera hei de Havaia).

 Volvamos ahora a nuestra pregunta inicial sobre la naturaleza del tiempo: ¿es el tiempo creado o es la herramienta con la que Dios crea la realidad? En la Cabalá se explica que los aspectos externos e internos del rayo de luz infinita, kav (קַו) que descendió al vacío son el alma interna del Hombre Primordial y de la Torá, respectivamente. Como hemos visto, el Hombre Primordial es la imagen de la anulación en el tercer nivel. El aspecto externo del rayo de luz infinita se relaciona con el hombre primordial como el alma se relaciona con el cuerpo. Pero la esencia del cuarto nivel de anulación (la esencia de la iud de Havaia que no entra en la conciencia de la hei superior) es la Torá misma (que se origina, en la terminología de la Cabalá, en la belleza oculta de la luz infinita de Dios, antes de la contracción inicial).

Una de las guematrias más básicas de la Cabalá es que “Torá” es igual al valor de “correr y volver”, Ratzó veShov רַצוֹא וַשוֹב = תּוֹרָה. “Correr y regresar” es el secreto de tiempo y, por lo tanto, un aspecto de la Torá, la herramienta con la que los sabios dicen que Dios creó el mundo es el tiempo. Donde el aspecto externo del rayo de luz infinita fue creado, su aspecto interno, la Torá, crea.[9] Otra forma de decir esto es que el rayo de luz infinita puede ser considerado como la flecha del tiempo. Desde la perspectiva de su aspecto externo, el tiempo es creado y relativo. Desde la perspectiva de su aspecto interno (la Torá, la fuente de todos los procesos de “correr y volver” en el mundo), el tiempo es la herramienta de la creación. Por lo tanto, ambas respuestas son correctas.[10]

Cuál es el tipo de anulación que se experimenta en este nivel más alto, que se describe como “no hay nadie similar a Ti” (אֵין דּוֹמֶה לְּךָ). Así como la iud en Havaia representa una realidad categóricamente más alta que las otras tres letras, así este nivel de anulación es categóricamente más alto que los tres anteriores. De hecho, en este nivel de anulación, uno comparte la propia perspectiva de Dios sobre sí mismo y sobre la realidad. En este nivel, alcanzado sólo por Moisés,[11] uno ve la realidad desde la perspectiva de Dios. Desde la perspectiva de Dios, de hecho, todas las paradojas dejan de ser paradójicas, e incluso las preguntas sobre el bien y el mal (mencionadas anteriormente) ya no resultan desconcertantes.

Es la sabiduría (como se explicó anteriormente) inherente ya en la primera palabra de la Torá lo que le permite ver el mundo desde el punto de vista de Dios. De hecho, la Torá es atribuida por Dios al propio Moisés: “Recuerda la Torá de mi siervo Moisés”.[12] Del mismo modo, al hacerte uno con la Torá, hasta el punto en que la Torá puede llamarse “tu Torá”, te acercas más a experimentar la realidad como Dios lo hace.[13]


[1] La palabra “sabiduría” en hebreo (חכמה) está inherentemente conectada con el primer versículo de la Torá. El valor numérico de חכמה es 73. El valor del primer versículo en hebreo, בראשית ברא א-לוהים את השמים ואת הארץ es 2701, que es la suma de todos los números enteros del 1 al 73.

[2] Proverbios 3:19. Al igual que el primer versículo de Génesis, este versículo de Proverbios tiene 7 palabras. También menciona la creación de los cielos y la tierra.

[3] Salmos 111:10

[4] Para un tratamiento de este argumento por el Rebe de Lubavitch, veáse la primera parte de “¿Comienza el tiempo?” de Tzvi Freeman en el B’Or Hatorah Journal (2005), vol. 15.

[5] Como lo revela el Arizal, el contexto experiencial de la Torá, tal como la estudiamos hoy, está en el Mundo de la Creación. En los tiempos del Mashíaj, el contexto experiencial cambiará al Mundo superior de la Emanación.

[6] Tania capítulos 6 y 24: “todas las acciones que se emprenden en este mundo son difíciles y malas y los malvados vencen”.

[7] Pero la suma de los dos períodos de tiempo correspondientes a “los cielos y la tierra”, es decir, “este mundo” y “la vida del mundo venidero”, es 350, que es 7 • 50, un múltiplo de 7.

[8] Julin 60b

[9] Los aspectos internos y externos del rayo de luz infinita se llaman rayo e hilo, Kav VeJut (קו וחוט). Donde el rayo mide y da a la realidad su dimensionalidad, el hilo es como un hilo de coser y tiene el poder de coser las cosas. Particularmente, como se analizó anteriormente con respecto a la resurrección de los muertos, el hilo es el poder que alberga la paradoja que puede unir polos completamente opuestos.

[10] Usando el lenguaje del Rogachover, el Rebe de Lubavitch designó los aspectos internos y externos del tiempo (y el rayo) como la esencia del tiempo y el tiempo manifiesto, respectivamente

[11] La Torá describe la visión profética de Moisés en un lenguaje único: “él contempla la imagen de Havaia” (Números 12:8). Las enseñanzas jasídicas (Jana Ariel del Rebe Isaac de Amil a la Parashat Beha’alotjá) explican que esto significa que Moisés vio la misma “imagen” de la realidad que Dios ve.

[12] Malaji 3:22

[13] Muchas fuentes explican que el kav (el rayo de luz infinita de Dios que permea el vacío que surgió mediante la contracción inicial) es el secreto de la Providencia Divina. Por un lado, esto parecería indicar que la creación por contracción del Arizal no es sólo una alegoría, sino que de hecho Dios observa (y controla) la realidad desde arriba (por medio del kav). Pero este es un malentendido basado en la conciencia de la dimensión externa del kav únicamente, es decir, su poder de diferenciación dentro de la realidad creada, que también parece diferenciar al Creador de Su creación. Sin embargo, la conciencia de la dimensión interna del kav, su poder de conexión (incluso de los opuestos absolutos), nos permite experimentar la forma en que Dios ve la realidad, a través de los ojos de la Torá, el plano de la realidad que es esencialmente uno con Él. La Torá vincula al Creador a Su creación y revela (por medio de la Providencia Divina, sobre todo) que “Dios es todo y todo es Dios”. Como lo explicó Rabi Itzjak de Homil, este es el “correr y regresar” del alma divina de Israel, “una parte real de Dios arriba”.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *