La porción de la Torá de esta semana lleva el nombre de Pinjas, cuyo celoso acto aplacó la ira de Dios y expió los pecados de promiscuidad del pueblo judío. Los pasajes finales de parashat Pinjas se relacionan con los diferentes tipos de sacrificios de animales que se nos ordena llevar al Templo. Es bien sabido que el nombre que se le da a una porción de la Torá, de alguna manera, refleja la esencia de todo lo que está incluido en ella. Entonces, ¿cómo se conectan Pinjás y su fervor con los sacrificios?
La conexión más obvia que encontramos entre los dos es que, al igual que la acción de Pinjas, los sacrificios en el Templo también expían nuestros pecados. Otra conexión, más profunda, es que el fanatismo de Pinjas fue en sí mismo un ejemplo de sacrificio – abnegación – que le situó en una posición en la que podría haber pagado con su vida por proteger el honor del Todopoderoso.
El Zohar explica que, como mitzvá, un mandamiento divino, traer un sacrificio es único porque la intención fundamental del individuo que ofrece el sacrificio debe ser que él o ella esté preparado para sacrificarse a sí mismo por Dios. El punto de vista del Zohar enfatiza que mientras que los objetos físicos con los que realizamos otras mitzvot (por ejemplo, la piel que se usa para hacer tefilín o un rollo de la Torá) son importantes en sí mismos, cuando se trata de sacrificios, todo el propósito de el objeto físico que se trae como sacrificio es proporcionar un recipiente, un instrumento, con el cual despertar los propios sentimientos de autosacrificio. Entonces, cada individuo que trae un sacrificio debe incorporar el sentido de autosacrificio de Pinjás en algún nivel para que el sacrificio tenga un efecto Arriba.
El Zohar enseña además que solo los ángeles obtienen placer de la parte física del sacrificio. Sin embargo, lo que está sucediendo en el alma de la persona que trae el sacrificio se manifiesta en el aroma del sacrificio y es disfrutado, por así decirlo, por el propio Todopoderoso. El aroma que llega a Dios es la fina fragancia de la voluntad del individuo de sacrificarse a Dios, como dice el versículo, “sacrificar a Mí”.[1] Entonces, según el Zohar, el aspecto crítico de un sacrificio es la intención sincera. del individuo que trae el sacrificio, mientras que el cuerpo del animal es sólo un recipiente para su intención interior.
El sacrificio también actúa recíprocamente sobre el individuo que lo trae otorgándole el más alto nivel de servicio Divino conocido como “servicio completo”[2] (עבודה תמה). Hay dos tipos generales de sacrificio comunitarios: los sacrificios diarios (תמידים) y los sacrificios adicionales ofrecidos en Shabat y festividades (מוספים). Las letras iniciales de estas dos palabras forman la palabra “completo” (תם). De hecho, el servicio de sacrificio se describe como “servicio completo” (עבודה תמה), que Rashi en el Talmud explica que significa “Servicio [a Dios] que no tiene otro servicio después de él”. Al ejecutar su acto con total abnegación, Pinjás alcanzó el más elevado nivel de servicio completo y ferviente al Todopoderoso y, por lo tanto, fue merecedor de la bendición Divina: “Por la presente le doy Mi pacto de paz”.[3]