Este año (5768), el mes de Elul comienza el lunes 1 de septiembre del 2008
finaliza el lunes 29 de septiembre del 2008 (inclusive)
¿Se Puede Cambiar?
Elul es el último mes del calendario hebreo contando desde Tishrei. Su color asociado es el rojo de la sefiráh de guevuráh , “rigor” o “poder”, cuya experiencia interior es el temor o miedo. Como este mes precede a Rosh Hashanáh –el día del juicio universal- siempre ha sido una época de balance espiritual, durante el cual pasamos revista, hacemos un inventario de nuestra situación espiritual y moral, tratando de prepararnos lo mejor posible para semejante momento.
¿Quién no se estremece de miedo al enfrentarse a un juicio, como dicen los profetas: “El león ruge, ¿quién no temerá?” ( Amos 3:8. En hebreo la palabra “león”, arié , tiene las mismas letras que “temor”, iráh .) Entonces el color rojo parece ir bien con el sentimiento que tradicionalmente llena nuestra experiencia en Elul, ya que en esta época este color simboliza la palabra “pare”.
Aunque todos sabemos que la trepidación y la ansiedad que sentimos por el inminente Día del Juicio no deben causar que se congele nuestro andar firme y decidido y que se estanque el proceso que tanto nos costó poner en marcha.
Todo lo contrario, debe llevarnos al camino del cambio.
Chiste Repetido
Pero, debemos reconocerlo, ¿No dijimos lo mismo el año pasado y el anterior y el anterior…? Sin lugar a dudas, cuando descubrimos por primera vez que existía algo llamado teshuváh –que existe una esperanza de cambiar, de transformarnos- hicimos lo mejor que pudimos para lograrlo. Pero la experiencia de tantos años nos ha enseñado que cambiar es muy difícil, o acaso absolutamente imposible.
No nos estamos refiriendo a agregar otros 15 minutos de Toráh cada día (aunque también esto es duro y valedero) u otras decisiones positivas, sino a un verdadero cambio de nuestro carácter, de transformar realmente la personalidad, de un cambio real en nuestra relación con el Todopoderoso.
Y así nos encontramos nuevamente en Elul, en el umbral de Rosh Hashanáh planeando realizar las acciones adecuadas para la ocasión. ¿Pero cuántos de nosotros aun creemos que podemos cambiar de verdad? ¿Cuántos de nosotros esperamos realmente reparar nuestra relación con nuestra esposa, con nuestros hijos, y la más importante de todas con el Todopoderoso? A veces parece que la ruta del cambio está llena de semáforos en rojo, hasta donde nuestros ojos pueden llegar a ver.
Entonces, este es el momento que entra en juego el mazal –la energía espiritual o llamado comúnmente signo- de Elul. Nos referimos a betuláh , virgo, la virgen, un símbolo de la frescura, la inocencia y la novedad. En la Toráh, la palabra “virgen” aparece como parte de la expresión “una joven virgen” (naaráh vetuláh) (Jueces 21:12, Reyes I 1:2 y Ester 2:3). En el Jumash (los Cinco Libros de Moshéh) aparece escrito sin la letra hei de la primera palabra, aunque se lee igual (ver Deuteronomio 22:23 y 22:28).
Sorprendentemente, el valor numérico de esta frase (intente calcular esta guematria antes de seguir leyendo) es 768, al igual que el del año que está terminando, taf shin samej jet (cabe aclarar que el año es 5768, pero los millares no se escriben generalmente cuando se hace referencia al año vigente). Entonces, este Elul es el mejor momento para meditar en el significado y la energía inspiradora a nuestra disposición durante los próximos 29 días, que nos ofrece una nueva esperanza para Rosh Hashanáh y para el año que comienza.
Si nos imbuimos de la fuerza y la convicción de la virginidad, acaso podremos decidir, por ejemplo, lanzarnos ya mismo, atravesando todas las luces rojas, hacia un futuro mejor.
Virginidad y Fortaleza
Como siempre, para comprender debemos meditar. Nunca está demás volver a aclarar que la meditación judía no buscar poner en blanco la mente sino todo lo contrario, el objetivo es utilizar de manera conciente nuestro intelecto para encontrar las asociaciones y paralelos entre lo espiritual, a Divinidad, el alma, la Toráh y la realidad material cotidiana en la que vivimos, sacar conclusiones y actuar en consecuencia.
Así, para poder integrar completamente la energía de la virginidad de Elul en nuestra psiquis, primero debemos estudiar; este es el camino de la Toráh y el judaísmo. Y como siempre debemos fijarnos en la primera aparición en la Toráh del tema que nos ocupa, en este caso la primera virgen, en el capítulo 24 de Génesis. Eliézer, el sirviente de Abraham, es enviado a encontrar una esposa adecuada para Itzjak, el hijo de Abraham.
La primera vez que Eliézer ve a Rivkáh, la Toráh la describe así (Génesis 24:16): “y la doncella era muy hermosa, era virgen y ningún hombre la había conocido; bajó al manantial, llenó su cántaro y regresó”. Cuando Eliézer le pidió agua, ella no sólo se la brindó, sino que también le ofreció abrevar a sus camellos, realizándolo sin dudar.
Evidentemente era una niña poco común. Los sabios nos cuentan que tenía sólo 3 años de edad. ¿Cómo podía una niña tan pequeña tener semejante autoestima para llegar a dar a agua a toda una caravana?
El Poder de Guevuráh
Para llenar esta brecha en nuestro entendimiento, los comentarios jasídicos ( Maor Vashemesh Jaiei Saráh sobre Vaikreú ) apuntan que el mayor atributo de Rivkáh era su poder, su guevuráh . Como ya dijimos, poder y el color rojo, de Elul, van juntos. Es el color de la sangre y por un lado simboliza la fortaleza necesaria para controlar nuestras inclinaciones, en la expresión de los sabios: “Quién es valiente, quien conquista su inclinación!” (por cierto, como tal simboliza el poder de “parar”).
Pero por otro lado, el rojo simboliza el calor y la fuerza de nuestras convicciones, calor que cataliza todo movimiento. El origen de la fortaleza de Rivkáh era su capacidad de proteger su virginidad o, como está referido a manera de eufemismo en la Toráh, su “fuente de sangre”. (Levítico 20:18. Por cierto, dam (“sangre”) proviene en hebreo de la misma raíz que “ adom ” (“rojo”). Creció en un ambiente promiscuo, lugar donde se necesita una tremenda convicción para aferrarse a los ideales propios.
Además, cuando le llegó el momento de acompañar a Eliézer de regreso a la casa de Abraham, enfrentó la oposición de su madre y hermanos con característico desafío, diciendo: “Iré”, dando a entender que “Iré con o sin vuestro consentimiento”. De hecho, la respuesta inflexible de Rivkáh, “iré” ( ilej ), equivale numéricamente en hebreo a “rojo” (adom )! El poder de Rivkáh es el símbolo de la virginidad.
La Virginidad Eterna
Pero la virginidad no es sólo un estado físico, es un estado mental. Hay varias explicaciones para el origen de la palabra virgen en hebreo ( betuláh ). Uno es que proviene de la palabra “hija” (bat ), con el agregado de un sufijo ( ulah ) que denota juventud. Pero como el valor numérico de estas tres letras agregadas es 41, igual que la palabra “madre” (em ), entonces “virgen” es igual a “hija madre”, (bat em ). La virgen hebrea sugiere una mujer que es a la vez hija y madre, indicando que no está limitada a un estado de virginidad física.
De la misma manera, encontramos aquí que Abraham ve a Rivkáh como un símbolo de eterna virginidad. Dicen nuestros sabios ( Bava Kama 97b) que acuñó una moneda en cuyo anverso había un retrato de un anciano y una anciana y en el reverso un joven y una virgen. Explica Rashi que los ancianos eran Abraham y su esposa Saráh y los jóvenes Itzjak y Rivkáh. Ella continuó ejerciendo durante toda su existencia su poder para sobreponerse a los desafíos que se le presentaron en su vida, y para eso apeló permanentemente a su virginidad interior.
Estamos ingresando al mes de la teshuváh y la búsqueda espiritual, podemos evocar y apelar entonces al mazal de este mes, la virginidad, para hallar dentro nuestro convicción y fuerzas renovadas. Convicción para alejar influencias extrañas que tratan de seducirnos a salir de nuestra herencia como judíos o de justos gentiles dedicados a las siete leyes de Noaj, y fortaleza para luchar y triunfar en la batalla contra nuestros defectos que al parecer están tan arraigados.
Que todos seamos inscriptos en el libro de la vida y la salud para un año bueno y dulce.
Itzjak Ginzburgh