En Sucot, después de los días de juicio – Rosh Hashaná y Iom Kipur – empuñamos el Lulav en alto como una señal de nuestro triunfo en la corte celestial. La imagen del Lulav como una espada levantada en alto proviene del midrash y nos recuerda un versículo del final de la Torá (Deuteronomio 33:29), “Feliz eres tú Israel, que eres como tú, un pueblo redimido por Dios, [Él es] tu escudo protector, tu espada triunfante” (אַשְׁרֶיךָ יִשְׂרָאֵל מִי כָמוֹךָ עַם נוֹשַׁע בַּי-הוה מָגֵן עֶזְרֶךָ וַאֲשֶׁר חֶרֶב גַּאֲוָתֶךָ ). Las iniciales de “tu espada triunfante” (חֶרֶב גַּאֲוָתֶךָ) deletrean la palabra para “festividad”, jag (חַג), en este caso, la festividad de Sucot (חַג הַסֻּכֹּת). De hecho, para cada una de las tres festividades, Sucot, Pesaj y Shavuot, las letras de jag, “festividad” son las iniciales de una frase que describe la festividad. Para Pesaj es “Gran compasión”, jemlá gdolá (חֶמְלָה גְדוֹלָה), en alusión a la gran piedad que Dios tuvo por nosotros para liberarnos de Egipto, y para Shavuot es “tesoro escondido”, jemdá gdolá (חֶמְדָּה גְּנוּזָה), en alusión a la Torá que se dio en Shavu’ot. Además, el valor de “tu espada triunfante”, jereb gaavateja (חֶרֶב גַּאֲוָתֶךָ) es el mismo que el de la “palmera datilera”, tamar (תָּמָר), ¡el árbol del que se toma el lulav!
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El valor de las dos primeras palabras de Parashat Ha’azinu “Escuchad, Oh cielos”, Haazinu hashamaim (הַאֲזִינוּ הַשָּׁמַיִם) es 474, el valor de “conocimiento” (דַּעַת) o “conciencia”. “Conocimiento”, daat (דַּעַת), también es igual a 6 veces el valor del “rasgo de carácter”, deá (דֵּעָה), aludiendo a las Leyes de los atributos, hiljot deot (הִלְכוֹת דֵּעוֹת) en Maimónides
*** El valor del primer verso en Eclesiastés – Kohelet – “Las palabras de Kohelet hijo de David, un rey en Jerusalén” (דִּבְרֵי קֹהֶלֶת בֶּן דָּוִד מֶלֶךְ בִּירוּשָׁלִָם) es 1495, que es la suma de los valores de las 22 letras del AlefBet, también conocido como el valor primordial de la letra tav (אבגדהוזחטיכלמנסעפצקרשת). En el Sefer Ietzirá (el Libro de la Formación) aprendemos que Dios creó el mundo con 10 sefirot y 22 letras. Las sefirot son las “luces” y las letras son los “recipientes” que las contienen. Con su sabiduría obtenida de su experiencia, Eclesiastés nos da los recipientes, o herramientas, con las cuales navegar por todas las dificultades de la vida.