LAS CRÓNICAS DE LOS CIELOS Y LA TIERRA

“Dios bendijo el séptimo día, y lo consagró, puesto que en él Dios cesó de toda su labor, que Dios había creado para hacer.” “Éstas son las crónicas del cielo y de la tierra cuando fueron creados, en el día que Dios completó la tierra y el cielo.” [Bereshit 22:3-4]

Mientras piensa en esto: 

Pregunta: ¿Cómo nos arrepentimos del pecado del árbol del conocimiento? Respuesta del rabino Ginsburgh: Adám culpó a Javá por el pecado, como está escrito en la Torá. Rashi explica que al culpar a Javá, Adám estaba siendo ingrato con Dios, quien le dio a su esposa. Reconocer este hecho es parte del arrepentimiento por el pecado de Adám. Hay que tener piedad de Javá, que fue seducida por la serpiente para comerse la fruta. La serpiente representa a Amalek, y toda nuestra “ira” debe estar dirigida hacia Amalek, como está escrito en la Torá, “Recuerda lo que te hizo Amalek… no lo olvides”. Debemos sentir misericordia por la persona seducida por la serpiente (Javá), o por la persona que fue seducida por la persona seducida por la serpiente (Adám). Toda persona debe asumir la responsabilidad por sí misma y no señalar a los demás.

¿Había algo más que crear?

Este mensaje está dedicado a la memoria de mi papá Moshe Calmen ben Itzjak Frim. En su 21 aniversario del fallecimiento, hoy 27 de Tishrei 5759

Dicen los sabios:

La forma en que la persona se comporta en Shabat Bereshit, así es como irá durante todo el año.

Con la gracia de Dios comenzamos nuevamente desde el principio con la abundancia de la “Nueva Torá”, que se presenta nueva ante nuestros ojos cada año al comenzar a leerla un año más.

“Vaijulu Hashamaim vaaretz bejol tzevaam. Vaijal Elokim et iom hashevií mi col melajtó asher asá, baishvot beiom hashevií micol melajtó asher asá.”

“Y fueron terminados los Cielos y la tierra y todas sus huestes. Y terminó Elokim el séptimo día toda la obra que había hecho, y dejó de trabajar en el séptimo día de toda la obra que hizo.”

Así comienza el segundo capítulo de la Torá en el libro Bereshit, “En el Principio”. Como se lee, Hashem aclaró que el sexto día terminó de crear los Cielos y la Tierra.

¿Pero por qué dice que “terminó su obra el séptimo día”?

¿Acaso no la había terminado el sexto día?

¿Había algo más que crear?

¿Entonces el séptimo día trabajó o no?

Fuera de la lengua sagrada no existe un término para denotar que algo es hecho existir si antes no existía.

Nuestro concepto de trabajo actuar para transformar algo que ya existe en otra cosa. Incluso las creaciones más originales del ser humano, materia o energía, incluso intelectuales y espirituales, son la transformación de algo que ya existía en algo diferente. Solo cambia la forma. No es nuevo en esencia, solo cambia su apariencia. Yendo al extremo, el ser humano no puede transformar la energía materia sin antes haber energía, y la energía no puede ser creada sin un potencial previo del cual extraerla.

El séptimo día representa ese aspecto de la Creación que es hacer que algo exista a partir de la nada. El Shabat crea cosas nuevas, por eso aquí es donde aparece por primera vez el Nombre Havaiá en la Torá, al crear el Shabat después de que el hombre fuera creado, antes solo estaba el Nombre Elokim, de guematria 86, igual que hateva, “la naturaleza. En seis días creó los mundos naturales, el séptimo día llamó al hombre para que se reuna con Él en el infinito.

El séptimo día es un testimonio de que Hashem crea algo a partir de la nada, y que no hay nadie más que Él que pueda crear algo a partir de la nada, porque sólo Él es infinito, eterno y no tiene existencia, podamos verificar con nuestros sentidos. Y esto no se puede atestiguar sin estar conectado a esa fuente de todo, La Esencia.

Al decir cada viernes, en la noche de Shabat “Vaijulu Hashamaim…”, dice la guemará que el judío se transforma en un socio de la creación. Y un socio no es dueño de una parte del objeto, sino que comparte cada uno de los puntos componentes del todo con su socio. Y como todos los judíos se hacen socios de esta manera, se unen a Dios para ser creadores y partícipes de la Creación de “los Cielos y la Tierra”, la realidad física creada y la espiritual, y aquella Existencia Infinita que está por encima de los Mundos y La Luz Infinita, la esencia.

Así, Bereshit es la creación a partir de la nada. Nada nuevo o extraordinario para el Creador Todopoderoso. De hecho la Bet grande con que empieza la Torá es interpretada como que hubo 2 bereshit, dos principios. Y puede haber infinitos principios, tantos como el Todopoderoso quiera.

Pero el Shabat crea algo que no había antes: la realidad de que una criatura limitada y finita perciba la Esencia y sea parte de ella. Adam y Javá tuvieron la posibilidad de hacerlo, pero Hashem no quiso que sea algo automático, como autómatas o como un instinto animal que no tienen conciencia propia.

Con la entrega de la Torá, se entregó un alma extra al pueblo de Israel, el Nefesh Elokit o Alma Divina que le permite tener conciencia de la paradoja de lo infinito y lo finito como caras de la misma moneda.

Y en esa alma reside el libre albedrío, en la posibilidad de decidir ser socio o no. Por eso el Shabat equivale a todas las mitzvot, quien cuida el Shabat lo llama placer, y trata de llevar el Shabat a todos los días de la semana.

Llevar esa conciencia a cada instante de nuestra existencia, esa de ser uno con el Creador, y estar conciente de que crea a cada instante todo algo a partir de la nada, es revelar al Creador y el alma Divina que es parte Suya a través de las acciones simples de cada día.

Y si es así, ojalá que todos los días sea Shabat.

Y que todos podamos tenerla, todos los seres humanos y los Cielos y la Tierra.

Para eso entregamos nuestra vida, trabajamos y rezamos como nos enseñó el Rebe ¡para que venga la redención ya!

¡Queremos Mashíaj Ya!

Shabat Shalom

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