Rab Itzjak Ginsburgh
Vaietzé: Domingo: Y salió
וַיִּפְגַּע בַּמָּקוֹם וַיָּלֶן שָׁם כִּי בָא הַשֶּׁמֶשׁ”
“Y llegó al lugar y durmió allí, porque el sol se había puesto”.
De este verso nuestros sabios dicen que Iaacov estableció la oración de la noche. El Talmud dice: “La oración de la noche es opcional”. Las oraciones de la mañana y de la tarde son obligatorias, mientras que la oración de la noche depende de la voluntad de la persona.
La luz del día se asemeja al reconocimiento claro y brillante de la luz de Di-s. A la luz del día una persona puede concentrar sus pensamientos e intenciones en la presencia de Di-s y decir: “Bendito eres tú…” Pero cuando cae la noche (ערב, erev), todo se confunde (מתערבב,mitarbev, la misma raíz que erev, “noche”), la oscuridad cubre la tierra y la persona entra dentro de su propio yo y no ve a Di-s. Este mundo se asemeja a la noche, particularmente cuando se trata de asuntos mundanos y optativos, como el sustento de la persona, por ejemplo. (Esto es lo que Iaacov iba en camino de conseguir).
En el ámbito opcional es difícil exigir que una persona recurra a Di-s, porque se siente en un lugar distante que parece un espacio vacío de la Presencia Divina, privado de la Torá y los mandamientos. Por esta razón, la oración de la noche es opcional.
Pero maravillosamente el Pueblo de Israel aceptó la oración de la noche como una obligación y así es la sentencia de la Halajá. Somos los hijos de Iaacov que también oramos en medio de la oscuridad. También encontramos a Di-s en medio de nuestros asuntos mundanos y opcionales. Como dijo Iaacov “Está Di-s en este lugar”.