Shelaj 5781
Los espías llamaron a la Tierra de Israel una “tierra que devora a sus habitantes”. Iehoshúa y Kalev respondieron que los habitantes de la tierra son “nuestro pan” (fáciles de conquistar). ¿Qué tiene que ver conquistar una tierra con la comida y la digestión?
Gracias a la protección y el cuidado Divino, la Nación de Israel vivió una vida espiritual en el desierto. Los espías temían ser absorbidos por los problemas de la realidad material una vez que entraran a la Tierra de Israel. Iehoshúa y Caleb confiaron en la promesa de Dios y en el liderazgo de Moisés y estaban completamente seguros de que la Nación conquistaría la Tierra de Israel y, con el poder de la Torá, navegaría con éxito en su nueva realidad.
De acuerdo con la Cabalá y el Jasidut, comer y digerir son el poder de depurar la realidad exterior, de internalizar algo del entorno, de tomar la parte nutritiva (sus chispas sagradas) y usarla para construir el cuerpo. La alimentación y la digestión proporcionan energía para actuar y, en última instancia, eliminar los productos de desecho de la digestión. Si la persona no controla la realidad, sino que se vuelve adicta a ella, no podrá depurarla. Por eso el Talmud en Pesajim dice que un am-ha’aretz (literalmente una “persona de la tierra”) tiene prohibido comer carne. Una persona sencilla que no es capaz de depurar la carne, usarla correctamente y elevarla mediante el poder de la Torá, no es digna de comerla.
La palabra usada en el Talmud para “prohibido” (אסור, asur) también puede significar “atado” o “vendido”. El am-ha’aretz se siente obligado a comer carne sin elección ni consideraciones lógicas. No controla la carne, más bien la carne lo controla. No come, sino que se come. Y en lugar de que el animal que ha comido sea elevado a través de la digestión al nivel de “hablante” (hombre), él mismo se convierte en una vaca o un pollo, impulsado por sus deseos y apetitos.
Lo mismo ocurre con toda nuestra relación con la realidad, con la sociedad o con la cultura circundante. Una persona que está en condiciones de influir en la realidad puede recibir de su entorno y santificar los fenómenos externos de manera controlada. Pero una persona que no está bien instalada en la Torá queda cautivada por la cultura o sociedad externa y es absorbida por ella. Un alma equilibrada se expresa mediante un acercamiento constante a la sociedad. Esto es similar a una persona que come solo lo que puede digerir (y no tiene ‘ojos ansiosos’ que lo inciten a morder más de lo que puede masticar, y posteriormente tenga que vomitar).
El sistema digestivo en el cuerpo es paralelo a la sefirá del reinado. Es la “mujer de valor” que alimenta a su familia. Hay un lado femenino en el encuentro con la realidad que está abierto a recibir sus atributos positivos y no simplemente lo conquista desde afuera. Ese lado femenino también puede provocar dudas. El miedo a la realidad también se puede expresar como miedo a comer (que puede aparecer tanto en mujeres como en hombres).
Superar un trastorno alimentario depende de la conexión en el alma entre el aspecto femenino digestivo y el masculino conquistador. A veces, los psicólogos relacionan la anorexia con una madre dominante. Pero también puede manifestarse como una falta de una conexión que genere confianza con el padre. En la Torá el padre o el esposo pueden anular los votos de una hija o esposa. El voto es generalmente una auto prohibición de comer o algún otro placer de la realidad. El padre o el marido infunden a la mujer confianza en su capacidad para comer-disfrutar de la realidad de forma rectificada y clarificada.
Es más común que un sabio anula un voto. La conexión con un hombre justo y sabio hace posible que una persona se acerque con confianza a su esclarecimiento de la realidad.
Una persona que no confía en su propio poder puede confiar en el poder del Rebe que lo envió a su misión, o en un mentor que lo ayude a evaluar adecuadamente sí mismo y a su realidad y clarificarla con energía y alegría. Iehoshúa y Caleb, quienes confiaron en el liderazgo de Moshé, nos enseñan cómo actuar apropiadamente sobre la realidad.