¿POR QUÉ HAY MUERTE EN EL MUNDO? EL SECRETO DE LA VACA ROJA

La Cura de la Desesperanza Espiritual

La porción de la Torá de esta semana, Jukat, comienza con el mandamiento de la vaca roja. Cuando una vaca que reúne los intrincados criterios halájicos (“leyes judías”) de una “vaca roja”, es incinerada según las instrucciones de la Torá, y sus cenizas son mezcladas con agua fresca de manantial, la mezcla resultante purifica a una persona que estuvo en contacto con un muerto.

De acuerdo con la ley judía, la muerte es considerada el “Padre de Padres” de la impureza, y una persona que estuvo en contacto con ella se vuelve impura. Espiritualmente, este contacto con la muerte significa que la persona quedó afectada por las leyes de la entropía, según las cuales el universo tiende a expandirse y a desordenarse. A cierto nivel, ha incorporado en su alma que no hay eternidad en la realidad, lo que conduce a una desesperación espiritual interior.

Uno de los fundamentos básicos de la Torá es que debemos servir a Di-s con alegría absoluta. Esto sólo puede ser logrado si uno está libre del miedo a la muerte y a todo lo que implica. ¿Cuál es el poder Divino de las cenizas de la vaca roja que nos cura de la desesperación de la muerte?

La Extraordinaria Vaca Roja

Para que estas cenizas sean adecuadas para purificar la impureza causada por la muerte, la Toráh nos cuenta que deben ser de una vaca completamente roja. El nacimiento de semejante animal es algo muy raro, por lo que Di-s, en su Divina Providencia, se ocupa que nazca una en cada generación que la necesita.

La primera vaca roja para uso ritual fue preparada por Moisés en el desierto. Durante el período del Templo de Jerusalem fueron preparadas ocho más. La décima será preparada por el Mashíaj. Uno de los signos del arribo inminente del Mashíaj es el nacimiento de un animal como este. Sus cenizas serán alistadas para la verdadera vida eterna y la resurrección de los muertos.

La Vaca Roja y las Almas Arquetípicas

En cabalá y jasidut, la vaca roja es identificada con tres almas arquetípicas.

En hebreo se llama paráh adumáh temimáh, una vaca completamente roja. Cuando meditamos sobre la conexión entre estas tres descripciones y las almas arquetípicas con las que se conectan, comprenderemos el secreto. 

La Vaca Perfectamente Roja de Moisés

En el principio de esta porción de la Torá, Di-s le ordena a Moisés “…y el pueblo judío tomará para ti una vaca completamente roja”. Explican nuestros sabios que todas las vacas rojas que se prepararon estaban relacionadas directamente con Moisés.

De todas maneras esta vaca es una paradoja: purifica al impuro e impurifica al puro. El rey Salomón, quien fue el más sabio de todos los hombres, llegó a comprender la razón espiritual profunda de todos los mandamientos, excepto la paradoja de la vaca roja. En Eclesiastés escribe sobre esto: “Pensé que era sabio, pero veo que la sabiduría está lejos de mi”.

Moisés fue la única persona que sí la comprendió. Di-s en un acto de gracia, le reveló este secreto exclusivamente a él, haciendo que esta ordenanza se relacione con Moisés más que con cualquier otra figura, por eso también es llamada la vaca de Moisés.

(La palabra hebrea para “vaca”, paráh, también significa ser fructífero y multiplicarse. Más que cualquier otro animal, la vaca se relaciona con la procreación.)

La Vaca Completamente Roja y Eva

La vaca roja es la potente esencia de vida que viene a purificar el contacto espiritual y físico con la muerte. Por eso se asocia con Eva (Javá), quien fue la responsable de traer la muerte al mundo.

El nombre que tenía que haber tenido Eva era Jaia, que se escribe jet (letra que representa la pulsación de la vida), iud y heiJaia significa “alma viviente” y representa la vida eterna. Luego del pecado, Adam la llamó Javájet-vav-hei, que significa “madre de la vida mortal”. (La vav en Eva alude a la serpiente, llamada jivia en arameo.)

El color rojo es el de la sangre y de la vida misma. La vaca completamente roja representa la vida y la procreación eternas y consumadas. La forma femenina de la palabra hebrea para “roja” utilizada en aquí es adumá. Estas letras forman la palabra Adam más una hei al final que denota femineidad, el alma gemela femenina de Adam, Eva.

Cuando meditamos acerca del rojo de esta vaca, nos conectamos con el alma de Eva antes del pecado original, cuando aún se llamaba Jaia, En el futuro, cuando el mundo sea purificado del toque de la muerte, el nombre de Javá será nuevamente Jaia.

La Vaca Completamente Roja y Sará.

El pecado más severo de la historia del pueblo judío fue el pecado del Becerro de Oro. Explican nuestros sabios que la vaca roja es el único mandamiento que expía por él.

La imagen de la vaca roja es la de la vaca madre que viene a limpiar la suciedad que dejó el pecado y la impureza de su becerro dorado. A este respecto, la vaca roja es asociada con la maternidad, representada por las matriarcas, y en particular se relaciona con la más grande de ellas, Saráh.

Rashi explica que en la inauguración del Tabernáculo, los príncipes de cada tribu trajeron sacrificios de vacas, carneros y ovejas. Las vacas corresponden a Abraham, los carneros a Itzjak y las ovejas a Iacov. Por eso Saráh, la esposa de Abraham y alma gemela, también corresponde a la vaca y representa la rectificación del pecado del becerro de oro.

El pecado original de Adán y Eva es como el pecado colectivo del pueblo judío con el becerro de oro. Como tal, cuando rectifica el pecado del becerro, Saráh esta rectificando el modelo original de la madre de toda la humanidad, Eva.

La palabra hebrea para “consumado” es temimah. Los patriarcas iban con sinceridad consumada, temimut, con Dios. El valor numérico de esta palabra es 495, y el de Sarah es 505, juntos suman 1000, que es el número más perfecto y consumado.

La conexión Interior de Sarah con la Vaca Roja

Una hermosa historia ilustra esta conexión. Rabí Najum de Chernobil fue uno de los grandes tzadikim que vivieron hace aproximadamente 250 años, el autor del libro “Maor Einaim“. Fue discípulo del Baal Shem Tov y de su sucesor el Maguid de Meseritch. El Rebe de Lubavitch cita una frase de su libro donde afirma que todo judío tiene una chispa del Mashíaj, una chispa de vida eterna.

Dedicó una gran parte del trabajo de su vida a redimir prisioneros judíos. En aquellos días, si un judío no podía pagar sus deudas al señor del lugar, a menudo era arrojado sin misericordia al calabozo o a un pozo, a veces hasta con su familia entera. Rabí Nojum colectaba dinero para redimir a estos infortunados, salvándolos de una muerte segura.

Nuestros sabios dicen que hay dos mandamientos que son llamados “mitzvot grandes”. El primero es el de procrear, y el segundo el de redimir al judío en prisión. Cuando lo redime, salvando su vida, es como si diera nacimiento a su alma.

Llego a suceder que rabí Nojum también fue apresado. Cada día debía sobornar a su guardia para que lo deje salir del pozo por un corto tiempo para rezar y sumergirse en la mikveh.

Un día, sucedió que no soborno al carcelero. Explico que no necesitaba hacerlo porque ese mismo día iba a ser liberado. Cuando le preguntaron cómo lo supo, contó que esa noche Saráh había venido a él en un sueño.

Le pregunto a Saráh que había hecho para merecer ser arrojado a un pozo, a lo que esta le respondió que era porque se había dedicado toda su vida a redimir cautivos. Era necesario que experimentara el sabor amargo del cautiverio para que pueda comprender en forma consumada la situación y entonces dedicarse a esa mitzváh de una manera aún más perfecta.

Cuando una persona comprende por qué Di-s lo ha colocado en una situación determinada, esto lo libera de la situación. Entonces, tan pronto como Rabí Najum comprendió la razón de su encarcelamiento, supo que iba a ser liberado ese mismo día.

Fue especialmente Saráh la que apareció en el sueño; ella está relacionada esencialmente con la importante lección que quiso impartir al tzadik: para poder hacer algo de una manera consumada, uno debe probarlo. Este es el secreto de la existencia de la muerte en el mundo y por qué la figura materna de la vaca roja viene a purificar de su contacto.

El propósito del pueblo judío es rectificar el pecado original, redimiendo de la muerte a toda la humanidad. Saráh nos enseña que para rectificar la muerte, primero debemos probarla. La propia Saráh fue la primera persona judía que experimentó la muerte, cuando se enteró que iban a sacrificar a Itzjak. Al rectificar a Eva, su propósito en la vida es purificar y rectificar la muerte y transformarla en vida eterna.

Si el pueblo judío no hubiera pecado con el becerro del oro, hubiera merecido la vida eterna. Saráh, quien simboliza la vida perfecta y consumada, el rojo de la vaca, rectifica ese pecado con el 1000 consumado de su nombre con temimah.

Así como Moisés recibió las 1000 luces consumadas de la Toráh en el Monte Sinai, también Saráh lo hizo a través del secreto de rectificar el toque de la muerte, dotando a sus hijos con la vida eterna.

La Perashá de la Semana

JUKAT – EL DECRETO

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *