LA VACA ROJA
corona-Keter דָּעַת La ley de la Torá: La Vaca Roja זֹאת חֻקַּת הַתּוֹרָה | ||
entendimiento-biná בִּינָה Aguas de la contienda מֵי מְרִיבָה | sabiduría-jojmá חָכְמָה La muerte de Miriam מִיתַת נְשִׁיקָה מִרְיָם | |
conocimiento-da’at דָּעַת Envío de mensajeros a Edom שְׁלִיחַת מַלְאָכִים אֶל מֶלֶךְ אֱדוֹם | ||
poder – guevurá גְּבוּרָה Guerra contra Amalec מִלְחֶמֶת עֲמָלֵק | bondad – jesed חֶסֶד La muerte de Aharon מִיתַת נְשִׁיקָה אַהֲרֹן | |
belleza – tiferet תִּפְאֶרֶת La serpiente de cobre נְחַשׁ הַנְּחֹשֶׁת | ||
esplendor – hod הוֹד Canto del pozo שִׁירַת הַבְּאֵר | victoria – netzaj נֶצַח Milagros en el desfiladero de Arnón נִסִּי נַחַל אַרְנוֹן | |
fundamento – iesod יְסוֹד Guerra con Sijón מִלְחֶמֶת סִיחוֹן | ||
reinado-maljut מַלְכוּת Guerra con Og מִלְחֶמֶת עוֹג |
La Parashá Jukat comienza con las leyes de la Vaca Roja, cuyas cenizas se utilizan como componente principal para purificar a quien ha estado en contacto con el grado más alto de impureza ritual. La Torá entonces salta 38 años para relatar los acontecimientos de los últimos meses que los israelitas pasaron en el desierto antes de entrar en la tierra de Canaán. Además de la Vaca Roja, la parashá describe diez acontecimientos más.
Existen diversas maneras de relacionar los 11 temas de la parashá Jukat con las sefirot, cada una siguiendo una lógica distinta.[1] El enfoque más sencillo consiste en comenzar con corona y luego descender hasta reinado. El principio para seguir el orden de los acontecimientos en la parashá es que el orden de presentación de la Torá ya sigue una lógica esencial interna.
Corona (keter): En particular, el poder de purificar a una persona que ha entrado en contacto con la muerte, la peor forma de impureza ritual, proviene de la corona, la raíz de toda paradoja. Como es bien sabido, la Vaca Roja encierra una paradoja inherente – sobre todo en su efecto de purificar a quien ha sido impurificado, a la vez que impurifica a quien la prepara, ritualmente puro. Corona es, por lo tanto, una fuente de energía divina que trasciende la razón, así como una paradoja no puede ser plenamente entendida por la mente racional.
Sabiduría (jojmá): El siguiente tema es la muerte de Miriam, la hermana de Moisés. Miriam muere el 10 de Nisán, 2487 – el año 40 desde el Éxodo de Egipto. Como escribe Rashi, ella tiene una muerte serena conocida como “por el beso de Di-s”. La conexión entre la hermana de Moisés y sabiduría se desprende del verso: “Di a la sabiduría, tú eres mi hermana”.[2] Durante la ruptura de los recipientes de las sefirot en el Mundo del Caos, Olam HaTohu, solo las sefirot de conocimiento (da’at) e inferiores fueron destruidas. El pensamiento jasídico identifica el sentimiento de egocentrismo exagerado como la razón de la ruptura de las sefirot inferiores, mientras que la ruptura apenas afectó las facultades intelectuales, sabiduría y entendimiento. Específicamente, con respecto a sabiduría, la Cabalá cita las palabras, “morirán, pero no con sabiduría”[3], iamutu velo bejojmá (יָמוּתוּ וְלֹא בְחׇכְמָה) para apoyar la noción de que la autoanulación, la experiencia interna de la sabiduría, es un antídoto contra la muerte, del mismo modo que la autoanulación que Miriam practicó durante toda su vida y la elevó al nivel de profetisa, fue un catalizador para la muerte tranquila que experimentó en su transición de este mundo al siguiente.
Entendimiento (biná): La mente racional es la fuente del juicio, como dice el Zohar, “de ella [el entendimiento], se despiertan juicios severos”, mina dinin mitarin (מִינָה דִּינִין מִתְעָרִין). Algunos de estos juicios son el resultado de una deliberación activa y lógica con respecto al castigo merecido por un comportamiento inadecuado, pero parte de ello expresa un resentimiento relativamente externo, kefeidá (קְפֵידָא) contra alguien cuya mente y pensamiento son más débiles y están mal dirigidos en relación con los nuestros. El suceso que corresponde a entendimiento es el incidente de las Aguas de la contienda,[4] cuando la ira de Moisés hacia el pueblo lo hizo errar en su juicio. Como dicen los sabios: “Porque Moisés llegó a enojarse, vino a errar”[5], ba Moshe leklal caas ba laklal taut (בָּא מֹשֶׁה לִכְלַל כַּעַס בָּא לִכְלַל טָעוּת).
Conocimiento (daat): En el siguiente episodio, Moisés envía emisarios al rey de Edom. La relación entre Israel y Edom se describe como la de las dos dimensiones del bien y del mal en el Libro de la Formación, omek tov omej rá (עֹמֶק טוֹב עֹמֶק רַע), que corresponden a las dos mitades de la sefirá de daat: la corona de la bondad (el bien) y la corona del juicio (el mal).
Bondad (jesed): A continuación, la Torá relata el fallecimiento de Aharón, hermano de Moisés, y su reemplazo por su hijo Elazar. El cohen es conocido como el “hombre de bondad”, ish jesed (אִישׁ חֶסֶד), razón por la cual Di-s le encomendó otorgarnos Su bendición con amor.
Poder (guevurá): Al enterarse de la muerte de Aarón, los amalequitas se animaron a atacar a los israelitas por segunda vez, e incluso lograron capturar a un cautivo. La poderosa respuesta de los israelitas fue jurar dedicar a Di-s el botín de su batalla contra Amalek. La batalla fue rápida y decisiva: «Di-s escuchó la voz de Israel y entregó a los [amalequitas, que se disfrazaron de] cananeos» en manos de los israelitas.
Belleza (tiferet): Sin embargo, la alegría de la victoria sobre Amalek duró poco, pues el pueblo se quejó de los contratiempos encontrados en su camino. Di-s les azotó con una plaga de serpientes venenosas, que Moisés sanó, siguiendo Sus instrucciones, con una serpiente de cobre. La serpiente en un poste se ha convertido en el símbolo universal de la curación, refuá (רְפוּאָה), palabra emparentada con la palabra hebrea para la sefirá de belleza, tiferet (תִּפְאֶרֶת).[6]
Victoria (netzaj): En su siguiente viaje, los israelitas se salvaron milagrosamente de un malévolo ataque por parte de los amoritas, quienes se escondieron en grietas a lo largo del desfiladero del río Arnón. El milagro se descubrió solo indirectamente, demostrando la protección de Di-s, «el eterno de Israel», quien es impertérrito e inmutable.
Reconocimiento (hod): Fue a través del Cántico del pozo que los israelitas reconocieron entonces este milagro y dieron gracias por él, incluyendo también su gratitud por los 40 años en que el pozo de Miriam les proveyó de agua en su travesía por el desierto.
Fundamento (iesod): Al final de la parashá, la Torá relata dos guerras, una con Sijón de Jeshbón, la otra con el infame Og, el gigante que gobernó Bashán. A diferencia de la guerra con los amalequitas, estas dos guerras concluyen con los israelitas poseyendo la tierra de los vencidos. La conquista, kibush (כִּיבּוּשׁ), está asociada en la Torá con el poder de la procreación, cuando Di-s se dirigió a Adán y Eva, “Sean fructíferos y multiplíquense y llenen la tierra, y conquístenla”.[7] La procreación está asociada con la sefirá de fundamento. De los dos reyes del lado oriental del Jordán, el poder de procreación de Sijón se menciona explícitamente, ya que los israelitas “le vencieron a él y a su(s) hijo(s)”.[8] La lectura de la palabra “hijos”, banav (בָּנָו) está en plural, pero está escrita en la forma singular “hijo”, benó (בְּנוֹ) para implicar que todo su poder de procreación pasó a su hijo, quien tomó todo el poder de su padre.
Reinado (maljut): Finalmente, la victoria de Moisés sobre Og y el hecho de que él mismo matara a Og (como describe Rashi en el último versículo de la parashá) son lo que le coronó como el rey de Israel.
[1] Para estos otros métodos, véase Maljut Isra’el número 6 (5749), págs. 36 y siguientes.
[2] Proverbios 7:4.
[3] Job 4:31.
[4] Números 20:2-13.
[5] Sifrei Bamidbar.
[6] Ver más en nuestro volumen La Academia de la Torá donde la medicina se sitúa en correspondencia con la sefirá de belleza.
[7] Génesis 1:28.
[8] Deuteronomio 2:32.