Por un lado nos encontramos en las 3 semanas de duelo por la destrucción del Templo Sagrado, y por otro tenemos la responsabilidad y la alegría de llevar la Torá a todos los Pueblos del Mundo, tanto judíos como no judíos, la Cabalá y el Jasidut del rabino Ginsburgh fuera de Israel como en Israel.
Las porciones de la Torá que leemos esta Shabat Matot Masei, cuentan acerca del pueblo de Israel al final de los 40 años de vagar por el desierto. Moshé nos enseña cómo comprender la paradoja de vivir sostenidos por la Mano de Hashem para servirlo espiritualmente sin preocupaciones materiales y por otro lado prepararnos para entrar a la Tierra de Israel para servirlo física y a la vez espiritualmente.
¿Cómo se entiende esto?
Hay conceptos en física que nos ayudan a entender la vida diaria: los fenómenos locales son aquellos cuya propagación en el espacio es clara y adecuada a las limitaciones de la velocidad de la luz. Y están los fenómenos no locales que ocurren simultáneamente en ambos extremos del universo, a miles de millones de años luz de distancia entre ellos y tenemos ninguna explicación para la conexión que existe entre ellos.
La innovación del Rebe es hacer que la misión que le encomendó a sus emisarios no sea un fenómeno local, enviando a sus mensajeros a todo el mundo y actuando en forma perfectamente sincronizada separados de miles de kilómetros de distancia, y cada uno produciendo una acción local de acuerdo a las características del lugar. Él mientras tanto permaneció en Nueva York desde donde pudo liderar a Jabad como un fenómeno no local. Necesitamos comprender la paradoja de vivir en dos estados opuestos simultáneamente, por un lado para preservar la virtud de la Tierra de Israel en forma local y también para actuar, como nos guio el Rebe, como un fenómeno no local haciendo del lugar donde estamos la Tierra de Israel.