AUTOSACRIFICIO POR AYUDAR A LOS DEMÁS
Rabí Itzjak Horowitz (conocido cariñosamente como Reb Iche Masmid, Reb Iche, el Estudiante Diligente) nació en el año 5645 (1885) siendo su padre, Shlomo Menajem Mendel y su madre, Elka, en Harson, Ucrania. De muchacho, ya era conocido por su extraordinaria diligencia en el estudio de la Torá. Su maestro relató que continuaba estudiando por la noche incluso después de que él, el maestro, se fuera a dormir. En el año 5657 (1897), Reb Itche ya había sido ordenado como Rabi. Fue a la nueva Ieshivá de Lubavitch, Tomjei Temimim, donde estudió solo las partes reveladas de la Torá. Incluso cuando había farbrengens jasídicos en la ieshivá, continuaba con sus estudios en una sección diferente de la sala de estudio. Pero después de escuchar las enseñanzas en el farbrengen, su interés se despertó y comenzó a participar y a estudiar Jasidut con diligencia. En 5688 (1928), Reb Iche siguió al Sexto Rebe de Lubavitch, el Rebe Raiatz, desde Lubavitch en Rusia hasta Riga.
Reb Iche fue asesinado por los nazis cuando invadieron Riga, el 10 de Kislev de 5702 (1942). Los nazis obligaron a un gran grupo de judíos a entrar en la sinagoga local y le prendieron fuego. Obligaron a otros judíos a permanecer fuera de la sinagoga y observar la horrible escena. Testigos oculares relataron más tarde que Reb Iche abrió el arca de la Torá en la sinagoga, retiró el rollo de la Torá y dijo: “Tenemos el gran privilegio de cumplir el precepto de autosacrificio para santificar el Nombre de Dios, y debemos hacerlo con alegría”. Colocó una mano sobre el hombro de Rabí Eliahu Jaim Althaus y la segunda sobre el hombro de Rabí Iejezkel Feigin (el devoto y leal secretario del Rebe Raiatz) y juntos bailaron, mientras cantaban la melodía Hakafos de Rabí Levi Itzjak Schneerson.
Rabí Iehuda Jitrik relató lo siguiente:
Una vez estábamos en un farbrengen en la casa de Reb Iosef Jen.
Algunos de los participantes le dijeron a Reb Iche que Reb Yosef necesitaba una bendición, ya que no tenía hijos. Reb Iche dijo que no podía ayudar: porque una vez cuando estaba en un farbrengen en Varsovia para recaudar dinero para las empresas del Rebe, un jasid sin hijos se dirigió hacia él y le dijo: “Daré una suma sustancial a tu causa si me bendices con hijos”. “Habíamos tomado unos tragos en ese entonces”, explicó Reb Iche, “y él recibió su bendición y fue bendecido con hijos. Después de eso, ya no pude ir a Varsovia (porque la gente consideraba a Reb Iche un hacedor de milagros). ¿Quieres que yo tampoco pueda venir aquí?
Del mismo modo, una vez Reb Leiser Nanas estaba al lado de la habitación del Rebe Raiatz, y escuchó a Reb Iche Matmid llorar ante el Rebe. Relató que, como parte de su misión como emisario de recaudación de fondos para el Rebe, la gente acude a él para contarle sus problemas y él envía su pidión nefesh (fondos para la caridad junto con una solicitud de bendición) al Rebe. Muchas veces, sin embargo, no había tiempo suficiente para enviar el pidión nefesh de inmediato, por lo que lo enviaba en sus pensamientos – como lo hacían muchos jasidim – y la mayoría de las veces, la salvación vendría en mérito de la bendición del Rebe. Todo eso estaba muy bien, pero Reb Iche lloraba que a veces, la gente le atribuía la salvación que ellos experimentaron en lugar del Rebe.
En respuesta, el Rebe le contó a Reb Iche una historia similar que le había sucedido al Rebe Hilel de Paritch. Rebe Hilel también viajaba de ciudad en ciudad para enseñar Jasidut y recaudar fondos para las empresas del tercer Rebe de Lubavitch, el Tzemaj Tzedek. En situaciones urgentes, también tendría que comunicarse con el Rebe mentalmente. También le clamó al Rebe, el Tzemaj Tzedek, que, en muchos casos, los jasidim le atribuían los milagros ocurridos.
El Rebe Raiatz le dijo entonces a Reb Iche: “Para ayudar a otro judío, hay que sacrificarse”.
El Rebe Najman de Breslev y el Rebe Israel de Ruzhin usaron una parábola similar para explicar sus sentimientos sobre el honor que se les dio:
Había una vez un burócrata que administraba una aldea lejana. Los habitantes de la aldea eran poco instruidos y no sabían la diferencia entre el burócrata y el rey. Trataban al burócrata como si fuera de la realeza. Las cosas continuaron así durante mucho tiempo, hasta que una vez, el propio rey vino a la aldea. El burócrata se comportó de la mejor manera posible y mostró al rey los diversos puntos de interés de su feudo. Un aldeano se acercó a ellos. No tenía idea de quién era el rey y se postró a los pies del burócrata como si fuera el rey, ignorando por completo al rey legítimo que tenía delante…. Podemos imaginar la vergüenza que le causó el “honor” que el burócrata recibió del aldeano. Así es como se sienten los tzadikim cuando la gente les rinde honores, mientras ignoran a Dios, que siempre está con ellos.
Reb Iche Masmid expresó un sentimiento similar. Como jasid que estaba verdaderamente conectado con el Rebe, siempre vivió con la presencia del Rebe en sus pensamientos y solicitó su bendición para cada detalle. Las personas que atribuían a Reb Iche los milagros que les ocurrían le causaban verdadero sufrimiento – hasta el punto de que ya no volvía a visitar un lugar donde se le consideraba hacedor de milagros.
El Rebe Raiatz, que era el líder de todos los jasidim, probablemente también se sentía de la misma manera. No obstante, continuó bendiciendo a las personas que acudían a él y obrando milagros y salvaciones en su favor. También animó a Reb Iche a “enviarle” peticiones de bendiciones en sus pensamientos, aunque el precio le resultara insoportable. Este era su camino, y el camino de los tzadikim mencionados anteriormente. Para ayudar a otra persona, ¡hay que sacrificarse!