El santo Rabi Itzjak Luria (el Arizal) nació en Ierushalaim en 5294 (1533). Cuando era un niño su padre falleció y se mudó con su madre a la casa de su tío en Egipto. Allí aprendió Torá de Rabi Betzalel Ashkenazi, autor del Shita Mekubetzet y del Radbaz. Mientras estuvo en Egipto profundizó en el sagrado Zohar. Eliehu el Profeta se le reveló y descubrió un método nuevo y profundo en la Cabalá. De acuerdo con las instrucciones del Profeta, el Arizal hizo aliá a Tzfat y enseñó su método de Cabalá a Rabí Jaim Vital quien escribió sus enseñanzas en forma de libro. El libro más famoso del Arizal que incluye los puntos principales de su método es el “Etz Jaim”, El Árbol de Vida”. El Arizal falleció a la temprana edad de 38 años y está enterrado en Tzfat.
La boda estaba a punto de comenzar. El ambiente era alegre, la gente bailaba y estaba feliz. Sentado a la cabecera de la mesa el novio tomó un trozo de carne de los platos que se servían, un hueso quedó atrapado en su garganta, se atragantó… y murió. La familia y los invitados estaban completamente desolados y lloraban histéricamente. Sentado a un lado el Arizal observaba y reía. ¿Qué, el novio está muerto y tú te ríes? ¿Qué pasa con la novia? ¿Debería reírse ella también? ¿Cómo puede alguien reírse cuando el novio acaba de caer muerto en su propia boda? El Santo Arí luego explicó: “Este novio bajó al mundo específicamente para rectificar al animal que comió; tan pronto como puso el trozo de carne en su boca terminó su rectificación y murió. Es cierto, todos aquí están tristes pero el novio está muy feliz porque ha completado su rectificación.
Más que cualquier sabio antes que él, el Arizal ahondó en las profundidades de la reencarnación. Antes de él también hubo sabios que escribieron sobre la reencarnación pero el Arizal la amplió y desarrolló en gran profundidad, particularmente en su libro “Shaar Haguilgulim”, El Portal de las Reencarnaciones. Curiosamente, aunque se dedicó en profundidad al tema de la reencarnación enseñó relativamente poco sobre el purgatorio.
La relación entre el purgatorio y la reencarnación, escribió el Arizal, es que la rectificación del pecado por medio de la reencarnación está asociada con el Mojín de Aba (jojmá, sabiduría, la Mentalidad de Padre), mientras que el purgatorio está asociado con el Mojin de Ima (biná, entendimiento, la Mentalidad de Madre). La afinidad del Arizal con el tema de la reencarnación nos enseña que su principal interés es principalmente la jojmá. Jojmá es luz, “el relámpago que impacta el intelecto”, mientras que biná se asocia con la oscuridad, con el entendimiento que impregna la niebla y comprende una asunto a partir de otro. Como un hombre sabio que ve lo que va a nacer, el Arí ve el renacer en cada persona, de dónde vino en sus encarnaciones anteriores y hacia dónde se dirige en sus encarnaciones futuras.
No es casualidad que el Arí pueda reír y regocijarse en un lugar donde todos los demás solo ven oscuridad y tristeza. Su nombre Itzjak significa “se reirá” y por lo tanto tiene el verdadero sentido de cuándo se debe reír.
El propio Arí también fue una reencarnación. El maestro de los sabios de la dimensión oculta de la Torá tenía dos raíces del alma: Moshé el padre de la Torá escrita y Rabí Akiva el padre de la Torá Oral. Por el poder de unificar de estas dos dimensiones de la Torá el Arí podía revelar los secretos de la Torá).
Ver lo bueno en todo lo que ocurre está particularmente relacionado con Rabí Akiva: en una de las famosas historias sobre él, soportó una serie de desgracias: estaba de viaje y nadie en la ciudad a la que había llegado se acercó a recibirlo. Obligado a permanecer fuera de las puertas de la ciudad la vela de Rabí Akiva se apagó, luego su gallo y su burro fueron devorados por animales salvajes. Después de cada desgracia Rabi Akiva fortaleció su confianza en Dios y dijo: “Todo lo que hace el Amado Dios lo hace para bien”. Al final quedó claro que todas sus desgracias lo habían salvado: unos bandidos atacaron la ciudad y los animales no descubrieron su escondite, lo que lo salvó de una muerte segura.
En virtud de su fuerte fe en Dios Rabi Akiva fue un hombre sabio que vio lo que iba a nacer: lo bueno nacido de lo aparentemente (temporalmente) malo. Hay una historia aún más precisa de la reacción aparentemente desubicada de Rabi Akiva a la destrucción del Templo Sagrado en Ierushalaim: Rabi Akiva y los sabios vieron a un zorro salir del Sagrado de lo Sagrado destruido en el Monte del Templo. Los sabios comenzaron a llorar y Rabí Akiva se río. Le dijeron: “Akiva siempre nos sorprendes. ¿Nosotros lloramos y tú te ríes?
“¿Y por qué lloráis?” les preguntó.
“¿No deberíamos llorar?” replicaron. “¿El lugar sobre el cual está escrito ‘Y el extranjero que se acerque morirá’ y ahora sale de allí un zorro?
Ese es el versículo ‘En el desolado monte de Tzión los zorros caminan por allí’” cumpliéndose ante nuestros propios ojos la profecía. “Por eso me estoy riendo”, respondió Rabí Akiva. “Está escrito: (Isaías 8) ‘Y traeré para que testifiquen por mí testigos fieles, Uriá el Cohen y Zejariahu ben Ieverjiehu.’ Ahora bien, ¿por qué se mencionan juntos a Uríá y Zejariá? Uría estaba en la época del Primer Templo y Zejariá en la época del Segundo Templo. Pero esto es lo que dijo Uría: ‘Así dice el Dios de los ejércitos, Tzión será arada como un campo y Ierushalaim será un cúmulo de destrucción.’ ¿Y qué dijo Zejariá? “Todavía se sentarán ancianos y ancianas en las calles de Ierushalaim, cada uno con su bastón, de avanzada edad.’ Y después de eso está escrito: “Y las calles de la ciudad se llenarán de niños y niñas jugando en sus calles”.
Dios dijo: tengo estos dos testigos. Si se han cumplido las palabras de Uría, se cumplirán las palabras de Zejariá. Y si las palabras de Uría son anuladas, las palabras de Zejariá serán anuladas. Yo estaba feliz porque las palabras de Uría se han cumplido, y al final las palabras de Zejariá también se cumplirán”.
“Akiva, nos has consolado”, dijeron los sabios. Dice el Midrash: “Que sean consolados por los pies del anunciador de la redención”.
Rabí Akiva demostró más que solo fe. Demostró una certeza poderosa basada en la profecía divina. Si la primera historia aquí se puede definir como “reverso” -fe en el bien sin ninguna certeza en cuanto a la naturaleza del bien esperado- esta historia demuestra literalmente el ver lo que nacerá por medio de los versos de consuelo en los Profetas.
En comparación con las historias sobre Rabi Akiva, la historia sobre el Arizal es el “anverso”. El bien oculto existe y está revelado ante los ojos del Ari incluso más que la difícil realidad que se vive en este momento. Así es como el Alter Rebe explicó el significado de “un hombre sabio es quien ve lo que está naciendo”. El Alter Rebe explicó que esto significa que el hombre sabio “ve el mundo que nace ahora mismo desde la Divinidad”. Así es como el Arizal ve el mundo. Mientras el mundo vive la tragedia actual, tres personajes se ríen: el novio, que fue liberado de las vanidades de este mundo, el animal que fue rectificado y el Ari viviente, que contempla todas las dimensiones ocultas de la realidad.