Una meditación sobre la porción semanal de la Torá: Berajá
Moisés deseaba entrar a la Tierra Prometida más que cualquier otra persona. Sabía con seguridad que si entraba a la Tierra de Israel, todo el universo, la realidad de todos los mundos materiales y espirituales se hubiera rectificado trayendo la redención.
Pero no habría de ser así, porque primero llegó la hora de su muerte. Aunque Di-s le mostró todo el territorio en extenso desde la cima del monte Nevó, Moisés no habría de poner sus pies sobre ella… todavía. Abarcó amorosamente con sus ojos cada lugar de la Tierra que anhelaba, desde Dan hasta Naftalí, Efraím, Menashé y Judáh. ¿Por qué se nombran aquí explícitamente sólo los nombres de cinco de las doce tribus? ¿Cuál es el mensaje de estas tribus para Moisés y cuál su mensaje para nosotros?
La Paradoja de la Muerte de Moisés
Los ocho versos finales de la Toráh describen la muerte de Moisés. Nuestros sabios tienen dos opiniones sobre quién los escribió. La primera es que Di-s le dictó estos versos al sucesor de Moisés, Ioshúa. La segunda opinión sostiene que, así como el resto de la Torá, también los versos que describen su muerte fueron escritos por Moisés; a medida que Di-s se los dictaba, Moisés los escribía con lágrimas en sus ojos.
También permanece poco claro cuál es la ubicación exacta de su sepultura. Nuestros sabios describen la paradoja del monte Nevó diciendo que si uno está sobre la montaña, la tumba de Moisés aparenta estar por debajo, pero cuando se desciende hasta a ese punto, la tumba parece estar elusivamente por encima.
La Montaña de la Paradoja
La paradoja de la muerte de Moisés y su sepultura se relaciona con el concepto de tocar y no tocar, explicado en la meditación de la porción de la Toráh Haazinu, de la semana anterior. La paradoja de tocar y simultáneamente no tocar es uno de los secretos del Portal Cincuenta del Entendimiento, al cual Moisés aspiró toda su vida, pero fue en estos momentos finales antes de su muerte en que su deseo fue cumplido, lo recibió aquí en el monte Nevó.
La esencia primordial del monte Nevó (nun-bet-vav) es nun bó, “la nun está en su interior”. La nun, de valor numérico 50, también alude a noguéah veino noguéah, “tocar y no tocar” (cuyas iniciales forman el nombre de la letra nun, nun-vav-nun), la paradoja de la ubicación del sepulcro de Moisés y de quien escribió los versos finales acerca de su muerte.
La Permutación Paradójica
En hebreo, el nombre de Moisés, Moshéh, se escribemem-shin-hei. En el cuarto versículo de la estrofa que estamos estudiando, Di-s le dice a su siervo: “Te he mostrado la Tierra de Israel ante tus propios ojos, pero de allí (allí = shama, shin-mem-hei) no pasarás”. Vemos así que shama es una permutación de Moshéh.
La máxima aspiración de Moisés, de su vida entera, fue traer al Pueblo de Israel a la Tierra de Israel, donde hubiera podido traer la redención final. Sin embargo, los Di-s planes de Di-s eran diferentes. La esencia misma de Moshéh todavía no podía entrar shama, a la Tierra de Israel. Debía esperar hasta su reencarnación final como Mashíaj, porque en la actual, sólo podía ver la Tierra y proyectar su presencia eterna dentro de ella con sus ojos.
La Vista Panorámica
Cuando Moisés se paró en la cúspide del Nevó, Di-s le mostró una vista panorámica de la Tierra Prometida, de norte a sur. La Torá describe la Tierra que Moisés está viendo de acuerdo a la orden de heredad de las tribus. Al norte, Moisés ve y se conecta primero con la herencia de Dan, seguido de la de Naftalíalrededor del Mar de Galilea, continúa mirando hacia el sur, a las heredades de Efraim y Menashé en el área que rodea a Shejem. Finalmente, observa el territorio heredado por Judáh, desde Jerusalem hasta el iam haajarón, el “último mar” (el Mediterráneo).
Nuestros sabios destacan que la palabra iam, “mar”, se escribe igual que iom, “día”. Así, el versículo se puede leer como que Moisés vio hasta el “último día”.
El panorama que Di-s le ofreció a Moisés incluye no sólo la Tierra Prometida material, sino también toda la historia judía hasta los días finales del Mashíaj y de la resurrección de los muertos.
¡El Nacimiento y la Muerte de Moisés, Simultáneos!
En la descripción de la visión de Moisés de la Tierra de Israel, la Torá menciona cinco de las doce tribus, cosa que obviamente señala un mensaje implícito en el significado de estas tribus en particular. Para entender cuál puede ser el mensaje, primero haremos el cálculo de los valores numéricos de los nombres de estas tribus:
Dan(54), Naftalí (570), Efraim(331), Menashéh (395) y Iehudáh (30).
La suma de estos nombres es 1380, que es cuatro veces el valor de Moshéh (345).
Aprendemos en cabalá que toda palabra se desarrolla a partir de su primera letra, luego se agrega la segunda, la tercera, etc. Así, el nombre de Moisés “nace” de la siguiente manera: Mem, mem-shin, mem-shin-hei, y “desaparece” de la forma siguiente: mem-shin-hei, shin-hei, hei.
La fórmula matemática general es que el valor conjunto de ambos procesos siempre será la cantidad de letras que tiene la palabra más 1, multiplicado por el valor numérico de la palabra en sí. En este caso que tiene tres letras es: 4 (3 letras más 1) x 345 = 1380, que es la suma de la aparición y desaparición del nombre.
Moisés nació el 7 del mes hebreo de Adar y también desapareció ese día. Del valor numérico de los nombres de las tribus aprendemos el secreto del nacimiento y muerte simultáneos de Moisés. Tal como la aparición y desaparición de su nombre, Moisés, quien al final se reencarnará como el Mashíaj, paradójicamente muere y renace constantemente, en el mismo momento.
El Fluir de las Tribus
En sus momentos finales en esta tierra, de pie sobre la cima del monte Nevó, conectándose con sus ojos a cada porción de la Tierra Prometida, Moisés ve fluir la historia judía hasta la llegada del Mashíaj, el Moisés de la generación, aunque no se le permite tocar su suelo. Debemos tratar entender por qué estas tribus en particular son mencionadas explícitamente al pasar por la visión de Moisés y qué mensaje tienen para nosotros.
El Sefer Ietzirá, el primer texto clásico de la cabalá, enseña que cada tribu tiene su propio sentido. El sentido interior de cada tribu mostrados a Moisés en este orden en particular, contiene el secreto de su reencarnación final como Mashíaj, el verdadero y último redentor.
La primera tribu que se le muestra a Moisés es Dan, cuyo sentido interior es la “ira” o la indignación justa, la ira sagrada que erradica el mal. En la porción de la Toráh Vaetjanánhemos meditado sobre el Mashíaj como el humo del fuego que consume el mal del mundo, y en efecto el primer objetivo del Mashíaj es eliminar el mal. Nuestros sabios agregan que de la tribu de Dan, con su sentido de la ira sagrada, surgirá el comandante en jefe del ejército del Mashíaj.
Luego apareció el territorio del hermano de Dan, Naftalí, cuyo sentido interior es el de la “risa”. Cuando el mal sea conquistado y erradicado, el Mashíaj adquirirá la capacidad de incorporar las chispas sagradas que hay en lo que previamente era visto como el mal, transformado en bien. Esto produce una tremenda alegría y risa en el alma, la alegría de las cáscaras siendo incorporadas en el núcleo de bien.
La tribu siguiente es Efraím, cuyo sentido es el de la “unión marital”. A continuación de la victoria sobre el mal y su incorporación dentro del bien, viene el asentamiento en la Tierra Prometida del Pueblo Judío, que en la Torá es comparado con la unión marital. Además, para poder asentarse en la Tierra el Pueblo Judío debe procrear, dando nacimiento a más y más judíos que vivan en todas las partes de la Tierra de Israel.
Luego Moisés ve la tribu del hermano de Efraim, Menashé, cuyo sentido interior es el “olfato”. Enseñan nuestros sabios que el signo definitivo del Mashíaj es que es capaz de juzgar –diferenciar entre la verdad y la falsedad—con su sentido del olfato. En este punto, el Mashíaj ya se manifiesta como el líder del Pueblo Judío y del mundo entero.
Finalmente, se le muestra a Moisés la tribu de Judáh, cuyo sentido es el del “habla”.
El habla es liderazgo, y se concentra en el Mashíaj y en el Templo. Luego de que el Mashíaj juzga apropiadamente a la gente, el mundo estará listo para la revelación de la nueva Toráh del Mashíaj.
Di-s ha estado esperando para revelar esta dimensión interior de la Torá desde el primer momento de la creación del mundo.
Mashíaj se revelará a través del poder del habla.
Las Profundidades del Corazón de Di-s
Los secretos de la dimensión interior de la Toráh son las profundidades del corazón de Di-s, pero nunca las ha revelado verbalmente. Sólo las traerá a la luz el Mashíaj, el máximo exponente de la habilidad de expresar la Divinidad a través de las palabras.
La redención es la capacidad del corazón de expresarse plenamente con palabras. A través del habla del Mashíaj, serán reveladas las cosas más profundas del corazón de Di-s.
Cuando Moisés se preparaba para dejar este mundo, Di-s le mostró como transcurriría su encarnación final. Cuando regrese como el Mashíaj, Moisés redimirá el mundo y revelará la Torá del Mashíaj, las cosas profundas que hay en el corazón de Di-s.