SAL DEL ARCA
La historia del crecimiento del hombre y del mundo es en gran medida la historia de las crisis por las que atraviesa. Nuevas oportunidades y avances nacen precisamente de la olla a presión de las crisis. Por eso tiene mucho sentido identificar los diferentes tipos de crisis, y a partir de ahí descubrir la manera de reparar y crecer a partir de ellas. Resulta que los primeros capítulos de la Torá, Génesis y Noaj, describen tres tipos de crisis: 1. La crisis de la expulsión del Gan Eden, 2. La crisis del Diluvio, 3. La crisis de la generación de la Torre de Babel. Si les sumamos la principal crisis de la que trata la Torá más adelante, la esclavitud de Egipto, obtendremos cuatro prototipos generales de crisis.
Si observamos, podemos identificar los patrones recurrentes de estas crisis y su estructura evolutiva en diferentes períodos históricos, incluidos los días de “Los Talones del Mashíaj” en los que nos encontramos. Y estos patrones se reflejan no solo en la vida pública, sino también en la vida de la persona privada. Conocer la enfermedad es la mitad de la cura, dice el antiguo refrán.
EL MES DE JESHVAN
Después de la exaltación del período festivo, caemos en los días profanos del mes de Jeshvan. La tarea de este mes es suavizar la caída y entender que el propósito es precisamente corregir el mundo profano. Todo esto de acuerdo con los signos del mes en Cabalá: la letra, el sentido y la tribu.
Después del mes de Tishrei, que está lleno de días festivos, llegamos al mes de Jeshvan, que es todo profano, sin un solo día festivo, aparentemente un mes gris y casual sin nada especial. En lugar de tratar con días festivos que no hay, revelaremos un poco de la esencia misma del mes, ya que los meses en el calendario hebreo no son solo una secuencia de páginas en el diario, sino que cada mes tiene su propio carácter especial, una calidad y color únicos.
¿Cómo sabemos cuál es la naturaleza del mes, especialmente un mes que no tiene un punto de referencia de un día festivo? Pues bien, la sabiduría de la Cabalá despliega ante nosotros un completo sistema de paralelos para los meses del año, por ejemplo la equivalencia (de la misma raíz de Cabalá!) de los doce meses con las doce tribus del pueblo de Israel. Además, cada mes corresponde a un sentido especial de los sentidos del alma (tema que tratamos extensamente en años anteriores).