Rabi Meshulam Zusil de Anapoli, más conocido como Rebe Zusha, fue un estudiante aventajado del Maguid de Mezritch. Nacido en 5490 (1729) siendo su padre, Rabi Eliezer Lipa y su madre, Mirel, era el hermano mayor del renombrado Rebe Elimelej de Lizhansk. Se sabe que Rebe Zusha fue un erudito de la Torá y un genio en su entrega y honestidad. Muchas de las historias sobre él destacan su carácter sincero. Falleció el 2 Shevat, 5560 (1800) y fue llevado a descansar en la tumba del Rav Maggid de Anapoli. Su tumba lleva la inscripción: “Siervo de Dios con amor y que se regocija con las tribulaciones y trajo a muchos de regreso del pecado”
Antes de que el Rebe Zusha se iba a dormir le decía a Dios: “A gute najt Dir, a gute najt ale Iden”. (“Buenas noches a Ti, buenas noches a todos los judíos”). El propio Rebe Zusha dijo que tenía un poco de Jutzpá [descaro o insolencia], pero explicó: cuando amas a la madre amas a sus hijos. ¿A quién le decimos “buenas noches” antes de irnos a dormir? A nuestra madre. Puedo decir “buenas noches” a Dios porque Él es mi Madre. No es Jutzpá decir “Buenas noches a Ti y buenas noches a todos los judíos”.
El Alter Rebe de Jabad, gran amigo del Rebe Zusha, relató un dicho similar en nombre de Rabi el Maguid de Mezritch, quien lo escuchó del Baal Shem Tov: “Cuando amas al padre, amas a sus niños.” Por esta razón, explicó el Alter Rebe, del verdadero amor a Dios debe brotar el amor al pueblo judío.
Sin embargo, es inusual que el Rebe Zusha llamara a Dios “Madre”. En verdad, no hay mejor epígrafe para los momentos maternales antes de dormirse. El alma asciende durante el sueño y una vez más entra en un estado como fetal en el fundamento de Madre, el útero de la Madre Suprema, que es la fuente de todas las almas.
La fuente de la comprensión que muestra el Rebe Zusha para este movimiento del alma y la revelación Divina que le da origen es la conexión especial que tenía con su madre, por cuyo mérito nació, de la siguiente manera:
En aquellos días, los mendigos deambulaban juntos en grupo para pedir donaciones. Una vez, un grupo de mendigos llegó a la casa de los padres de Rebe Zusha. Solo la madre de Rebe Zusha estaba en casa. Uno de los mendigos tenía una terrible enfermedad en la piel y todos los demás mendigos se mantenían alejados de él, porque su aflicción era repulsiva. La madre de Rebe Zusha tuvo compasión por este mendigo. Ella misma lavó sus heridas y le dio ropa nueva y limpia para que se pusiera. Cuando los mendigos estaban a punto de irse, el mendigo con llagas bendijo a la madre de Rebe Zusha, diciendo: “Que tengas hijos como yo”. Cuando escuchó esto, su corazón se rompió y comenzó a llorar. Su esposo llegó a casa y ella le contó la historia. El Rebe Eliezer Lipa calmó a su esposa y le dijo que aunque no podía estar seguro, entendía que tal vez ese mendigo era un tzadik oculto. Y, de hecho, por el mérito de sus buenas obras, nació Rebe Zusha.
A raíz del cuidado maternal que le brindó al mendigo la madre de Rabi Zusha mereció hijos que fueran como él. No es de extrañar, entonces, que el hijo mayor de Mirel fuera un niño de mamá, que se relaciona con Dios como una madre. Con este espíritu Rebe Zusha también mira amorosamente los pecados de otros judíos e incluso aprende de los ladrones – como una madre que no es capaz de ver las deficiencias de su hijo, sino solo sus virtudes. Rebe Zusha no ve nada malo en ningún judío. (De acuerdo con esto, el atributo de la comprensión, que descubre el bien oculto en el pecado, es llamado “Madre” en el Zohar).
A modo de acotación, puede ser que esta historia fuese de inspiración para la maravillosa historia de los Siete Mendigos del Rebe Najman. Dos de las historias hablan de justos mendigos cuya desventaja exterior oculta una elevada perfección espiritual. Así como los mendigos en la historia de Rebe Najman obsequian sus atributos a los niños que criaron, así el mendigo en nuestra historia regala sus atributos a los hijos de la madre que lo cuidó.