La fe en Dios rectifica la impulsividad. La persona que cree en Dios con todo su corazón no tiene prisa, porque sabe que sólo sucederá realmente lo que Dios decreta. Esto no contradice el hecho de que debemos actuar y realizar cosas en este mundo. Pero junto con nuestros esfuerzos, de todas maneras, debemos creer que Dios está dirigiendo todo, incluso el preciso momento en que nuestros esfuerzos dan frutos.
Una persona con esta clase de fe no actúa impulsivamente y no se siente presionado. El Baal Shem Tov llama a este enfoque de la vida “presteza atemperada”. Actuar con prontitud, pero a la vez templada con paciencia para que las cosas se desarrollen y actúen en la realidad de acuerdo con el plan Divino.