EL PODER DE LAS PALABRAS
*La inteligencia humana frente a la inteligencia divina*
Miércoles 15 de Siván
Día del arresto del Rebe Raiatz, תרפ”ז (5687-1927)
שנת פלאות הגאולה • Sea un año de maravillas de redención
*Una enseñanza del Rebe Rashab que resonó años después…*
Durante un paseo en Rostov, el Rebe Rashab (Rabí Shalom DovBer Schneersohn) compartió con su hijo, el Rebe Raiatz (Rabí Iosef Itzjak Schneersohn), una profunda reflexión:
🧠“La diferencia entre el intelecto humano y el intelecto divino es la siguiente:
El intelecto humano comienza con la comprensión y de ahí llega a la fe.
(Porque el intelecto mismo reconoce que es limitado y que existe algo superior).
El intelecto divino, en cambio, comienza con la fe y a partir de ella se llega a la comprensión.”
El lugar en el que tuvieron esta conversación fue, años después, el mismo sitio donde se instaló la sede del G.P.U., la policía secreta soviética.
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🕯️Cuando las palabras de un tzadik vuelven a hablar
Años más tarde, cuando el Rebe Rayatz fue citado a ese mismo lugar por las autoridades soviéticas y fue interrogado, recordó y repitió esa misma enseñanza, que había escuchado allí mismo de su padre.
Una verdadera prueba de cómo las palabras de un tzadik pueden resonar incluso muchos años después. ☆
📚 Basado en Likutei Sijot, tomo 14, págs. 181–183; tomo 26, págs. 69–72

🔓La fe rompe las barreras
En el resto de la enseñanza, el Rebe de Lubavitch explicó la conexión entre esta idea y el propio arresto del Rebe Rayatz:
La fe representa la salida de las limitaciones del mundo,
mientras que el arresto soviético representaba una (aparente) limitación a la revelación de la divinidad.
✨Una chispa de emuná puede irradiar luz incluso en los lugares más oscuros.
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Esta es la lección moral que debemos aprender de este día: que un judío debe saber que ciertamente tenemos dos mundos, pero lo principal es que tenemos un solo Di-s, que es la raíz y el origen de todos los mundos.
HITVAADUT
(Reunión Jasídica) 15 de Siván de 5766 (2006) – Ieshivat Ieshuat Mordejai, Najliel
Rabino Itzjak Ginsburgh, shlit”a
Por providencia Divina, nos reunimos aquí el 15 de Siván, el día en que, hace setenta y nueve años, comenzó el encarcelamiento del Rebe Raiatz (Rabí Iosef Itzjak Schneersohn). Este fue el encarcelamiento más severo de un Rebe en la historia del Jasidut –no solo en Jabad, hubo otros grandes Tzadikim que fueron encarcelados por difundir el judaísmo y por su entrega y sacrificio (mesirut nefesh) por el pueblo de Israel (como Rabí Mordejai de Chernobyl por el rescate de cautivos, el Rebe de Ruzhin, etc.)– hasta el punto de que decretaron sobre él lo contrario de la vida.
Con gran mesirut nefesh de su parte y de todos los jasidim en el mundo, el decreto fue endulzado. Después de 18 (jai) días, el 3 de Tamuz, el decreto fue conmutado por el exilio, y el 12 de Tamuz, día de su cumpleaños, le informaron que sería liberado, y al día siguiente, el 13 de Tamuz, fue liberado de hecho. Cuando algo termina bien, se debe celebrar desde el principio.
Aunque el Rebe Raiatz dijo que no habría estado dispuesto a añadir ni un momento más de sufrimiento por toda la riqueza del mundo, también dijo que tampoco habría estado dispuesto a renunciar a un solo momento, pues cada día que un judío supera una prueba es muy valioso. La clave para superar una prueba está en el primer momento, cuando se debe decidir cómo reaccionar. Así describe el Rebe Raiatz que tuvo que decidir si actuar con audacia o con cierta sumisión. Entonces tomó la decisión de actuar solo con audacia, lo que al principio lo puso en gran peligro, como es sabido, pero gracias a ello, al final se salvó milagrosamente.
La prueba principal de un judío está en el primer momento. Es entonces cuando se debe tomar, casi espontáneamente, una decisión sobre cómo comportarse. Toda la vida es una preparación para que un judío sepa cómo reaccionar en el momento de la prueba; todo el trabajo de una vida se pone a prueba en ese instante.
Él decide actuar con audacia y fortaleza, con audacia judía, frente a una amenaza de muerte. Es sabido que el interrogador –algunos dicen que era Stalin– sacó su pistola durante el interrogatorio y la apuntó a su rostro, y cuando vio que el Rebe no se inmutó ni se movió, se asombró y le preguntó directamente por qué no le temía a ese objeto. Y es sabido –este es quizás el vort (dicho corto y profundo) más conocido e importante de toda la historia de su encarcelamiento y liberación– que le respondió: “Quien tiene un solo mundo y dos dioses le teme a este juguete, pero quien tiene un solo Di-s y también dos mundos, no le teme a este juguete”.
Esta es la lección moral que debemos aprender de este día, el 15 de Siván: que un judío debe saber que ciertamente tenemos dos mundos, pero lo principal es que tenemos un solo Di-s, que es la raíz y el origen de todos los mundos. Él posee ambos mundos, y tanto como Él quiera, y también nosotros tenemos infinitas posibilidades, pero eso no es tan importante ni interesante porque “He puesto a HaShem delante de mí siempre”, y dondequiera que uno se encuentre, HaShem está allí.
En cambio, quien está en el lado del mal (Sitra Ajra), que tiene dos dioses y un solo mundo, incluso su vida –no solo el dios de la muerte– es como “los malvados en vida son llamados muertos”, y todo en él es muerte y mal, y como solo tiene un mundo, también tiene mucho miedo. Hoy debemos comenzar a meditar en esta historia, y tenemos hasta el 12-13 de Tamuz para internalizarla: este es el fundamento del Jasidut, desde el Baal Shem Tov, de no temer a nada, solo a HaShem.
Hoy comenzamos a leer en la Torá la parashá “Shelaj Lejá”, que contiene el pecado de los espías, así que debemos decir algo al respecto. Hoy salimos del Shabat de “Behaalotjá”, que comienza con el encendido de las velas y termina con la conversación de Miriam y Aarón sobre Moshé, su hermano. Allí se encuentra el versículo “Y el hombre Moshé era muy humilde, más que toda persona sobre la faz de la tierra”.
Él no se inmuta porque sus estimados hermanos lo critiquen, y lo acepta con la ecuanimidad de un tzadik, “muy humilde, más que toda persona sobre la faz de la tierra”. Ciertamente debemos aprender de esto: si Moshé no se enoja por una crítica, incluso una crítica mordaz en su contra, con mayor razón todos nosotros no debemos inmutarnos por las críticas. Hay una falta de reacción negativa –simple indiferencia– pero debemos reaccionar de manera positiva, no enojarnos, y cuando me critican, reflexionar si es justo, y si no es justo, entonces rezar a HaShem para que ilumine los ojos del crítico, y así merecer corregirme más a mí mismo y alcanzar “Y seréis limpios ante HaShem y ante Israel” y “que el Nombre del Cielo sea amado por tu causa”.
También cuando un judío entra en un lugar donde las opiniones son exactamente opuestas a las suyas, tiene la misión de que “el Nombre del Cielo sea amado por tu causa”, es decir, que dondequiera que vayas, irradies tanta luz y seas tan agradable en tus modales que todos te amen y, a través de ello, amen a HaShem, al saber que andas en Su camino. Todo esto está relacionado con el atributo de la humildad.
Últimamente hemos estado hablando mucho sobre la afirmación que se encuentra en los libros de la Cabalá –y también en el libro del Tania– de que “No hay rey sin pueblo” (Ein mélej beló am). Aquí, gracias a Di-s, tenemos el mérito, recibimos mucha alegría y regocijo al ver muchas almas puras de judíos que se despiertan con entusiasmo para salvar al pueblo y a la tierra, etc., desde una fe pura en el Santo, bendito sea. Esto se llama un pueblo; aquí hay un núcleo duro de un pueblo.
El rey que debe aparecernos necesita un pueblo, y sin el pueblo no puede haber rey: “No hay rey sin pueblo”. Gracias a Di-s, aquí, en Najliel, hay un lugar donde se está creando “este pueblo que he creado para Mí; mis alabanzas relatarán”. Se puede decir que aquí HaShem está creando para Sí un pueblo. Estamos esperando a este nuevo pueblo, que HaShem nos cree de nuevo para ser un pueblo. A menudo aludimos a acrónimos de la palabra “עם” (Am, pueblo) para aprender más profundamente cuál debe ser la esencia del pueblo.
Ahora necesitamos ser juntos un público-pueblo, no ser individuos separados, sino “una sola pieza” (mikshá ejat). Aquí hay una hermosa alusión: “Y el hombre Moshé era muy humilde” (veha’ish Moshé anav meod). Aunque nadie puede pretender ser similar a Moshé en su humildad, sin embargo, “el líder lo es todo”, y él es un alma colectiva, y en cada uno hay una chispa de Moshé Rabenu –como se explica en el Tania– por lo que en cada miembro del pueblo debe haber una chispa de “muy humilde”.
Moshé aparentemente es el rey –según algunas interpretaciones de “Y había un rey en Ieshurún”– pero aquí vemos que él es el secreto del pueblo. Esto explica lo que está escrito en el Jasidut, que el pueblo rectificado debe estar dentro del propio rey; el rey dentro de su alma es él mismo un pueblo, y es tan pueblo que puede irradiar esto a muchas personas a su alrededor, y entonces ese pueblo vendrá y coronará a aquel que es el más “pueblo” para que sea rey sobre ellos.
Moshé Rabenu es el más “pueblo” –”muy humilde” (anav meod)– y por ese mérito es digno y apropiado para él ser el rey de Israel. Lo mismo con “David, rey de Israel, vive y perdura”, quien fue elegido rey por su gran humildad (shiflut), como dice de sí mismo: “Y seré humilde a mis propios ojos”. Se siente a sí mismo por debajo de todo el pueblo, que todos son mejores que él, que él es el peor de todo este público. A quien sabe en su corazón que es el peor de todos, el más bajo, se le dice que es digno de ser rey.
El rey debe proyectar majestuosidad hacia el pueblo, pero dentro de esa majestuosidad debe preservar su humildad, y a veces la demuestra, como el Rey David que danzaba y giraba ante todo el pueblo. Así dice el Rambam –en las leyes de la alegría de Simjat Beit HaShoevá– que quien no es capaz de menospreciarse a sí mismo en honor a HaShem es simplemente un necio y un tonto, y por supuesto, un arrogante. El arquetipo, como escribe el Rambam, es el Rey David. Moshé es la cumbre del atributo de la humildad (anavá) y David es la cumbre del atributo de la modestia/humildad (shiflut).
En la parashá “Shelaj Lejá”, al final de la primera aliá (lo que se lee hoy en el Jitat – es recomendable que todos lo digan cada día) se concluye: “y los días eran los días de las primicias de las uvas” (veha’yamim yeméi bikurei anavim). ¡¿Para qué necesitamos saber esto?! Todo tipo de comentaristas analizan esto, y cada uno inventa una interpretación diferente sobre por qué es importante para nosotros que la Torá lo diga.
En el Cantar de los Cantares hay un versículo que dice “y su estandarte sobre mí fue amor” (ve’digló alai ahavá), y nuestros sabios lo interpretaron homiléticamente como “y su balbuceo sobre mí es amor” (ve’liglugó alai ahavá), es decir, a veces uno no sabe leer un versículo correctamente y comete un error, y eso es lo que HaShem más ama. Aquí se podría cometer el error de leer “y los días eran los días de la inspección de los humildes” (veha’yamim yeméi bikurei anavim).
Es una pequeña equivocación, pero “su balbuceo sobre mí es amor” y no es un error tan grande. En el tratado de Peá hay variantes textuales entre “ענבה” (anavá, uva) y “ענוה” (anavá, humildad). Esta es una fuente clara de que “uvas” y “humildes” son intercambiables. La prueba de los espías –si superarían la prueba o caerían (como realmente sucedió)– era una inspección sobre su atributo de humildad y modestia. Si los espías hubieran tenido humildad y modestia, habrían superado la prueba, pero como no la tuvieron, no pasaron la “inspección de los humildes” y cayeron, como sucedió.
Además de que el Santo, bendito sea, es quien inspecciona si los espías son humildes o no, el consejo para todo judío para superar una prueba es estar siempre con un “ojo abierto” y auto-inspeccionarse. Este es el método desde el Baal Shem Tov, pasando por el Alter Rebe y en adelante (hay una disputa entre el Miteler Rebe y R’ Aharón de Strashelye sobre cuántas “inspecciones de los humildes” debe hacerse una persona a sí misma, y el método que prevaleció en el Jasidut Jabad es que se necesita mucho “ojo abierto” para que una persona inspeccione su propia humildad cada día, si tiene modestia o quizás una pizca de idolatría, pues el orgullo es idolatría pura). “Y los días –en los que se debe entrar a la tierra y heredarla, como en nuestra época– son días de inspección de los humildes”.
Rashi explica que la conexión entre “Behaalotjá” y “Shelaj” es que los malvados no aprendieron del castigo de Miriam, etc. De todas formas, vemos que hay una dificultad aquí, y cuando hay una dificultad, hay setenta caras para la Torá y muchas soluciones. Se puede decir que al final de la parashá anterior, la Torá describe a Moshé como muy humilde, más que toda persona sobre la faz de la tierra, y los espías lo vieron y lo supieron, y no aprendieron de Moshé Rabenu, a pesar de que fue “‘Envía por ti’ – según tu parecer”, y su prueba era cuán conectados estaban en alma a Moshé Rabenu.
También para nosotros, que queremos entrar a la tierra, la prueba es cuán conectados estamos al tzadik que nos envía. Estar conectado es reflejar el atributo del tzadik, reflejarlo a él mismo. Hasta que no llegamos al final de “Behaalotjá” no sabíamos quién era Moshé Rabenu, y entonces no era posible ser su emisario. Para ser un emisario se necesita un ‘sentido’ de quién es Moshé Rabenu. Quizás es el mayor genio, entonces para ser su emisario yo también debo ser sabio. Quizás es fuerte y hacedor de milagros, entonces yo también debo hacer milagros. Aquí la Torá define por primera vez de manera clara y tajante quién es Moshé Rabenu: no es un hacedor de milagros, no es un genio mundial, no es un gran director de yeshivá; él es “el muy humilde, más que toda persona sobre la faz de la tierra”.
Después de saber esto, es posible ser su emisario, quien lo desee. Si eres muy humilde, cada uno según su propia medida, incluso si tienes un poco de éxito, entonces tendrás éxito en su misión. Por eso ahora viene la prueba de la “inspección de los humildes”, la prueba de quién es un emisario de Moshé Rabenu. Es comprensible que ser un emisario del tzadik es a través de asemejarse a él. Así como la conexión con HaShem es a través de asemejarse a Él –”Así como Él es misericordioso, también tú sé misericordioso, etc.”– así la conexión con el tzadik es a través de asemejarse a él. Para ello es necesario conocerlo –si está completamente oculto, no es posible asemejarse a él– y por eso solo después de la parashá “Behaalotjá” podía venir la prueba de la misión, pero no tuvieron éxito en ella y cayeron.
Dado que “el final está incrustado en el principio”, volvamos también al comienzo de la parashá “Behaalotjá”. “Cuando enciendas las velas” (behaalotjá et ha’nerot) se le dice a Aarón, el Sumo Sacerdote, que enciende las velas cada día. El Rebe dice que toda la parashá está incluida en su nombre, y así todos los temas de la parashá están relacionados con “Behaalotjá”, incluyendo “Y el hombre Moshé era muy humilde…”. Rashi escribe sobre “Behaalotjá”: “hasta que la llama se eleve por sí misma” (ad she’tehé shalhévet olá me’eleha).
Es decir, no se necesitan constantemente las manos de Aarón para añadir más y más fuego; Aarón debe encender la mecha hasta que la llama se convierta en una “llama que se eleva por sí misma”, que la vela arda por sí sola. Esa vela es “la vela de HaShem es el alma del hombre” – el alma de cada judío. Aarón es el “padrino de la novia” (shushviná de’matronitá), que enciende en ella la llama de amor por el novio, pero es necesario que el entusiasmo se mantenga y no dependa constantemente de las manos de Aarón.
Alguien preguntó cómo se mantiene el entusiasmo también en tiempos difíciles y de crisis –esto es un tema de la parashá– se necesita una “llama que se eleva por sí misma” que se mantenga también en las crisis. En el momento en que la llama se eleva por sí misma, entonces, aunque Aarón la encendió al principio, sin embargo, la “llama que se eleva por sí misma” es un destello de Moshé Rabenu.
Para explicar esto, notemos que la expresión de nuestros sabios “se eleva por sí misma” (olá me’eleha) también es un acrónimo de “עם” (Am, pueblo), una explicación sobre el comienzo de la parashá, y al final de la parashá está “Y el hombre Moshé era muy humilde” (veha’ish Moshé anav meod).
Ahora explicaremos que el “עם” (Am, humildad/pueblo) del final es en realidad el “עם” (Am, de Olá Me’eleha) del principio de la parashá, y por eso, en el momento en que tu llama se eleva por sí misma, tienes en ti una chispa de Moshé Rabenu (Moshé es verdad, y en el Jasidut se explica que la verdad no tiene interrupción). No es posible que tu llama se eleve por sí misma si no tienes alguna chispa de “muy humilde”. Quien no tiene una chispa de la humildad de Moshé Rabenu, su llama se apaga, no tiene una “llama que se eleva por sí misma”.
Quien tiene anulación (bitul), anulación del ser, entonces en el momento en que te encienden (Aarón), se revela que la llama se eleva por sí misma también en tiempos difíciles, cuando parece que podría apagarse, y “muchas aguas no podrán apagar el amor”. Y la alusión: “por sí misma” (me’eleha) tiene las mismas letras que “אלהים” (Elohim). Antes del pecado de Adam, [Di-s dijo] “Yo dije: dioses sois”, y ciertamente, después del pecado y la caída (como el pecado de los espías) “ciertamente como hombres moriréis, y como uno de los príncipes caeréis”.
“Dioses sois” es la naturaleza judía – Elohim tiene la misma guematria que ha’teva (la naturaleza) = 86 – en la que “la llama se eleva por sí misma” de manera espontánea (y entonces tampoco se muere).
“Ciertamente como hombres moriréis” – Adam pecó y murió, porque tenía un poco de orgullo, “la levadura en la masa” que es el veneno de la serpiente primordial, lo mató. La función de la Menorá –la “pieza única”, que representa al pueblo de Israel unido– es volver al estado de “llama que se eleva por sí misma” en la verdadera naturaleza judía, y la verdadera naturaleza judía solo la tiene quien se adhiere a Moshé y se asemeja a él en su humildad.
Por eso, solo después de la parashá “Behaalotjá” tienen los espías la posibilidad de adherirse a Moshé y asemejarse a él –y entonces todo saldría bien– pero “los días eran los días de la inspección de los humildes” y no superaron la inspección. No la superaron porque no tuvieron autocrítica. Si no entendieron la lección simple de Miriam, mucho menos entendieron que el secreto del éxito de un judío que quiere entrar a la tierra y heredarla depende de la humildad de Moshé.
Terminemos con una cosa más (que quizás es lo más relacionado con el espíritu de este lugar): Moshé Rabenu no es un pusilánime (nebej), Di-s no lo quiera; él es firme en sus convicciones. Es necesario asemejarse a Moshé Rabenu, asemejarse al Santo, bendito sea, asemejarse al rey; el pueblo debe estar anulado ante el rey y al mismo tiempo asemejarse al rey.
Hay varios versículos donde el rey es audacia/fuerza –”Y dará fuerza a su rey”. Decimos respecto a HaShem “La audacia y la humildad pertenecen al Viviente de los Mundos”, y hay una interpretación de que la audacia es lo que prueba la anulación (bitul). El Rebe Raiatz explica que la sabiduría (jojmá) –cuyas letras forman “כח מה” (kóaj mah, el poder del ‘qué’/’nada’)– es la firmeza de la anulación (lo que suena como una contradicción). En realidad, la firmeza es lo que prueba la veracidad de la anulación (es muy difícil de entender esto), y esto es “La audacia y la humildad pertenecen al Viviente de los Mundos”.
Si se envían emisarios a la Tierra de Israel, se necesita una audacia sagrada (azut de’kdushá). Todo lo que necesita ser conquistado requiere audacia –”Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra y conquistadla, y señoread, etc.”. “La audacia y el gobierno” (ha’az ve’ha’memshalá) – también un acrónimo de “עם” (Am) – para gobernar se necesita audacia. La anulación da audacia, y en realidad esa audacia prueba si es una humildad verdadera –como la de Moshé Rabenu– o si es una pusilanimidad indeseable.
Prueba si es una anulación verdadera a “No hay nada más que Él”, y entonces no se teme a nadie. Esto nos lleva de vuelta a la historia del principio: el Rebe Raiatz está en la máxima anulación ante HaShem, y la prueba de su humildad es la demostración de audacia frente a sus perseguidores (claramente no debía mostrarles humildad a ellos). La audacia surge de su verdadera humildad, de su anulación al Santo, bendito sea, de que “No hay nada más que Él”.
Esto es lo que debemos aprender hoy: ser un pueblo para HaShem, estar anulado y ser “muy humilde” ante HaShem, y a través de ello volver a la “llama que se eleva por sí misma”, a la naturaleza judía, por la cual también se merece la vida eterna. Comienza con “se eleva por sí misma”, continúa con “muy humilde”, y de allí debe llegar a todos los emisarios de Moshé Rabenu –que mediten en la parashá anterior, etc.– que entran a conquistar la tierra con mucha audacia, que es lo que prueba la humildad de Moshé. Y sobre esto se dice “Y los días eran los días de la inspección de los humildes”.