Meditación diaria del Rabino Itzjak Ginsburgh shlita
Vaikrá-ויקרא: Y Llamó a Moshé
La sección de la Torá sobre la ofrenda por el pecado comienza con el versículo principal
“Un alma que pecara involuntariamente” [Vaikrá 4:2]
“נֶפֶשׁ כִּי תֶחֱטָא בִשְׁגָגָה” – “Nefesh ki tejetá vishgagá”
Y luego detalla inmediatamente las ofrendas especiales del Sumo Sacerdote que pecó (la vaca del sacerdote ungido), de los líderes de la Congregación – el Sanhedrín – que pecaron (la vaca de algo que está oculto a los ojos de la Asamblea), y del líder-rey que pecó (el “macho cabrío del príncipe”). Todo esto ya lo leímos en la quinta sección, jamishi, de nuestra porción de la Torá. Ahora en la sexta sección, shishi, la Torá discute el pecado individual:
“Y si un alma de la gente común peca involuntariamente” [Vaikrá 4:27]
“וְאִם נֶפֶשׁ אַחַת תֶּחֱטָא בִשְׁגָגָה מֵעַם הָאָרֶץ”
“veim nefesh ajat tejetá bishgagá meam haaretz.”
Existe una conexión entre cada persona y los líderes de la generación: el pecado del individuo surge de una cierta deficiencia en los líderes (como vemos en el caso de la responsabilidad del sumo sacerdote por el individuo que involuntariamente mata a alguien). Es posible que el líder tenga una imperfección pequeña y sutil que se manifestará en la persona común de una manera grosera y severa. por lo tanto, la rectificación del individuo no está completa hasta que el líder de la generación rectifique su propia imperfección.
El Zohar pregunta: “¿Es posible que un alma peque?” La pregunta no se relaciona con nuestra conciencia normal, que simplemente se identifica con nuestra “alma animal” capaz de cometer cualquier error. La pregunta se refiere al resplandor de nuestra alma Divina, su parte inferior que desciende para todos los propósitos prácticos, y participa en la realidad del pecado. ¿Cómo podría ser eso posible? ¡Qué gran compasión se necesita para nuestras almas Divinas!