Cada meditación una lección de Jasidut y Lashón Hakodesh
“Y envió mensajeros a Bilam hijo Beor, en su tierra natal en Ptor junto al río [Éufrates], para llamarlo.”
וַיִּשְׁלַח מַלְאָכִים אֶל בִּלְעָם בֶּן בְּעוֹר פְּתוֹרָה אֲשֶׁר עַל הַנָּהָר אֶרֶץ בְּנֵי עַמּוֹ לִקְרֹא לוֹ”
“Vaishlaj malajim el Bilam ben Beor, ptora asher al hanahar eretz bnei amó likró lo.”
¿Quién es Bilam? ¿A qué pueblo pertenece? Parece que no perteneciera a ningún pueblo o nación, como explicaron su nombre los sabios de bendita memoria: Bilam /בלעם: בְּלֹא עַם / beló am / sin pueblo. Es una persona solitaria, un experto vagabundo internaciones, un mercenario que todos quieren contratar sus servicios (¡por una tarifa respetable!).
Bilam de guematría בְּלִיַּעַל-blial (como בן בליעל, ben blial, “un sinvergüenza” o un hombre de mala voluntad). ¿Qué es un blial, sinvergüenza? Hay comentaristas que lo traducen: בלי עול, blo ol, “sin el yugo” del Cielo, sin una carga, una persona que no tiene ninguna obligación. Una persona que pertenece a una nación determinada tiene una carga particular, un yugo, se siente obligado, siente una pertenencia a un marco de tradición, creencia o comunidad. En el interior, cada nación tiene una raíz espiritual, como dicen los sabios: un líder de la nación, que es en sí mismo está subordinado a Dios, e incluso la nación más baja tiene una conexión distante con el “Ol Maljut Shamaim, “Yugo del Reino de los Cielos”. Pero Bilam observa desde un costado, no pertenecer a nada…
Otra interpretación de la palabra belial es בלי תועלת, bli toelet, “inútil”. Todo pueblo y lengua tiene un papel en el mundo, una utilidad o finalidad de la cual es responsable, pero aquellos que no pertenecen a ningún pueblo no sirven de nada.
[Del libro Maian Ganim, rabino Itzjak Ginsburgh]