¿MIRASTE HOY AL CIELO?

Esta frase, atribuida a Rabí Najman de Breslov, enseña que la persona debe alzar sus ojos por encima de las preocupaciones de la realidad y recordar lo que realmente importa. Pero en la perspectiva jasídica de Jabad, esta frase tiene un significado diferente, mucho más profundo y exigente: no basta con una “contemplación general” sobre la presencia de Dios en el mundo y sobre cómo todo carece de importancia en comparación con Él y con lo que nos exige, sino que se requiere una “contemplación específica” sobre cómo todos los detalles de la realidad se derivan del Infinito y están completamente anulados ante Él. Cada día se debe alzar los ojos al cielo en oración con una profunda reflexión:

“Alzad a lo alto vuestros ojos y mirad quién creó estas cosas”.

שְׂאוּ מָרוֹם עֵינֵיכֶם וּרְאוּ מִי בָרָא אֵלֶּה

El Admur HaEmtsaí, quien guía en los caminos de la reflexión jasídica de Jabad de la manera más profunda, dice que cada día se debe reflexionar sobre toda la cadena de emanaciones, desde la esencia de Dios, bendito sea, hasta los detalles de los mundos inferiores, para alcanzar un verdadero y asentado reconocimiento en la mente de cómo todo está anulado. Por supuesto, no se trata de una mera “repetición seca” del orden de las emanaciones, sino de una profundización que toca el alma de la persona y la ilumina, una que lleva consigo una verdadera anulación, un trabajo interno, la corrección de los atributos y la observancia de la Torá y los mandamientos con aceptación del yugo divino. Para ello, esta reflexión debe renovarse cada vez, recibir cada día un rostro nuevo y brillar en el alma de manera novedosa. En resumen, cada vez que logramos hacer una nueva “estructura” – es decir, comparar estructuras en la Torá o en el mundo con el orden de las sefirot (o con otra estructura cabalística) – enriquecemos nuestro mundo de reflexión con otro matiz, que nos permite maravillarnos de la aparición de Dios en los más mínimos detalles de nuestro mundo. En el folleto de esta semana hay una lección que ejemplifica este método de reflexión, característico de las lecciones del Rabino Ginzburg, de tomar un “punto” profundo y desarrollarlo en una estructura completa de reflexión en todo el orden del desencadenamiento de los mundos (seder hishtalshelut).

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