TRASPLANTE DE ÓRGANOS Y AMOR AL PRÓJIMO

Una parábola nueva para una antigua enseñanza

Una de las características destacadas de la enseñanza de Jabad es el uso de parábolas. Desde sus inicios, en los días del Alter Rebe, el autor del Tania, la filosofía jasídica de Jabad ha hecho un amplio uso de explicaciones y ejemplos para que las ideas profundas y abstractas sean comprendidas y captadas también por la mente humana, y las parábolas son una herramienta clave para ello. Muchas de las parábolas en el jasidismo se toman de la ciencia, pero en su gran mayoría se basan en la ciencia aristotélica tradicional, y no en la ciencia moderna que se desarrolló casi paralelamente con el jasidismo de Jabad. Por lo general, estas parábolas se transmiten a través de la tradición: parábolas que fueron utilizadas por el Alter Rebe se volvieron a utilizar, a veces con mayor desarrollo, profundización y precisión, en las generaciones posteriores, lo que lleva a que, a los ojos del estudiante de hoy en día, las parábolas no parezcan científicas y a menudo requieran explicación y reflexión para ser entendidas.

En relación con esto, una parte importante de la visión de la unión entre la Torá y la ciencia es la renovación de las parábolas: si la perspectiva moderna es diferente a la de hace cientos de años, entonces las formas de explicación y ejemplificación en nuestro tiempo deben renovarse y adaptarse a la forma de pensar actual. Esta vez, proponemos una parábola científica innovadora para una idea jasídica antigua, una parábola que puede iluminar la idea de manera renovada y conectarla con nuestra época. Esperamos que esta parábola sea precisa y verdadera…

Órganos trasplantados y almas ‘desconectadas’

En el libro Derej Mitzvoteja —que trata sobre los motivos de las mitzvot según la Cabalá y el jasidismo— el Rebe Tzemaj Tzedek explica la importancia de fortalecer el amor al prójimo, especialmente antes de la oración, tal como el Arizal instruyó decir antes de la oración de Shajarit: “Acepto sobre mí el precepto positivo de amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El Tzemaj Tzedek explica que en la oración, el alma asciende hacia Dios y aspira a unirse a Él, por lo que debe estar completa y ‘pura’, como un sacrificio que no debe tener ningún defecto. Dado que cada alma incluye a todas las demás almas —similar a un órgano en el cuerpo que está compuesto por todos los otros órganos a través de los vasos sanguíneos (como explica el Tzemaj Tzedek)—, si falta en el alma la conexión e inclusión con otra alma, esta se considera defectuosa e incompleta, y no puede ser aceptada ni unirse a Dios.

En términos de nuestra generación, una buena parábola para esto es el trasplante de órganos: como es bien sabido, cuando se realiza un trasplante de órgano en el cuerpo, surge de inmediato un rechazo: el cuerpo identifica el órgano como un cuerpo extraño y hace esfuerzos por atacarlo y neutralizarlo. Por esta razón, después de un trasplante se hacen esfuerzos por suprimir y debilitar el sistema inmunológico, para que no dañe el órgano trasplantado. ¿Cómo reconoce el cuerpo si el órgano es parte de él o es ajeno? A través del ADN incrustado en cada célula. El ADN, como se sabe, es el código genético que contiene la información sobre todo el cuerpo, y cuando una célula (o un órgano completo) que no contiene la información sobre todo el cuerpo penetra (o se introduce) en el cuerpo, se considera un cuerpo extraño. En otras palabras, cuando un órgano no contiene en su interior ‘algo’ de todos los demás órganos del cuerpo, se lo considera extraño, y el cuerpo naturalmente lo rechaza.

Este es exactamente el concepto que explicó el Tzemaj Tzedek: cuando un judío no contiene en su interior algo de cada otro judío, y desde su perspectiva se desconecta del colectivo o de parte de él, se lo considera un cuerpo extraño, y no puede unirse a su raíz en Dios.

Otra comprensión adicional que se puede ‘ganar’ de la parábola (quizás…) es la posibilidad de que la oración y el alma sean aceptadas a pesar de su desconexión del colectivo. Así como en los trasplantes de órganos hay una situación en la que un órgano es aceptado a pesar de su ‘extrañeza’ —lo que requiere esfuerzos especiales y no naturales—, así también es posible que una oración sea aceptada a pesar de estar desconectada del colectivo, pero esto requiere esfuerzos y méritos especiales, que no se requieren cuando se ora “en nombre de todo Israel”.