La Providencia Divina en las enseñanzas del Baal ShemTov (Parte 1):
Expiación por los pecados
El fundamento del planteamiento del Baal Shem Tov sobre la Providencia Divina aparece en la siguiente enseñanza del Keter Shem Tov.[1] Citemos la enseñanza en su forma original, aunque sea un poco compleja y esté escrita en forma resumida. Explicaremos completamente cada sección de esta enseñanza. La primera parte dice:
Del Baal Shem Tov: Escuché de mi maestro una explicación de que “Israel no fue exiliado hasta que negaron a Di-s y a David”, y la explicación del Talmud dice que “no hay diferencia entre este mundo y los días del Mashíaj, excepto por la sumisión [del pueblo judío] a las naciones”. Como dijeron en el Talmud: “Cualquiera que haya pasado cuarenta días sin sufrir ha recibido su mundo. [Y preguntaron:] ¿Cómo definimos el sufrimiento? Si alguien estira su mano para tomar una moneda de oro de su monedero y toma una moneda menor”. Los sabios desafiaron esto: “¿Pero no hay sufrimiento sin pecado?” ¿Podría considerarse esto como expiación por el pecado?
El Baal Shem Tov comienza conectando tres dichos diferentes de los sabios. El primero es: “El pueblo judío no fue exiliado hasta que negaron a Di-s y a David”.[2] Vale la pena mencionar que en otros lugares se afirma que los Hijos de Israel rechazaron tres cosas – la soberanía de Di-s, la soberanía de la Casa de David y el Templo. En consecuencia, la redención depende de volver a pedir estas tres cosas. Pero aquí, el dicho conecta la fe en la soberanía de Di-s y la fe en la Casa de David de una manera que realmente las une, como veremos en esta enseñanza.
El segundo dicho es del sabio Shmuel, quien dijo que: “No hay diferencia entre este mundo y los días del Mashíaj, excepto por la sumisión [del pueblo judío] a las naciones”.[3] El claro significado de este dicho es que, en el tiempo de la redención, no habrá cambio en la naturaleza de la realidad. El único cambio será la liberación del pueblo judío de su servidumbre a las naciones del mundo. Sin embargo, como veremos, el Baal Shem Tov ofrece una explicación novedosa de este dicho.
El tercer dicho proviene de otra parte del Talmud y dice que: “Cualquiera que haya pasado cuarenta días sin sufrir, ya ha recibido su mundo”.[4] Es decir, que ya ha recibido “el Mundo Venidero”, en otras palabras, se le ha dado amplia recompensa por su servicio en la vida. Luego, el Talmud procede a preguntar qué constituye el sufrimiento y da ejemplos de lo que es el sufrimiento más leve.
A primera vista, podríamos entender que la pregunta es ¿cómo es posible que cuarenta días sin sufrimiento sea una recompensa equivalente al Mundo Venidero que una persona está destinada a recibir? Y la respuesta pretende tranquilizarnos señalando que incluso un sufrimiento muy leve, que ciertamente siempre ocurre, es suficiente para asegurar que no pasemos 40 días sin sufrir; por lo tanto, no hay que preocuparse de que a una persona ya se le haya dado una recompensa equivalente a su Mundo Venidero. Pero el Baal Shem Tov extrae una cuestión diferente de este dicho. Él pregunta, dado que “no hay sufrimiento sin pecado”, ¿cómo es posible que el sufrimiento leve presentado como ejemplo pueda expiar algún pecado?
El arrepentimiento como conciencia de la Providencia Divina
El Baal Shem Tov primero responde a la última pregunta y luego conecta la respuesta con la creencia en la Providencia Divina. De sus palabras, aprendemos que considera la fe en la Providencia Divina como el elemento más esencial de la fe de un tzadik De hecho, el valor de Providencia Divina, hashgajá pratit (הַשְׁגָּחָה פְּרָטִית) es numéricamente igual a 10 veces el valor de “fe”, emuná (אֱמוּנָה). En sus palabras:
Explicó que “un tzadik vive por su fe”[5], porque aquel que cree en la Providencia Divina del Santo Bendito Es y sabe que todos los acontecimientos de la vida de una persona provienen de Él, ya sean insignificantes o grandes; todo es según el juicio de Di-s, de acuerdo al juicio del Cielo.
Los sabios dicen que el profeta Habacuc estableció toda la Torá sobre el fundamento de la fe: “El tzadik vive por su fe”. ¿Y con qué principio de fe vive el tzadik? El más importante es la creencia de que todo lo que sucede en su vida, ya sea insignificante o importante, todo está bajo la Providencia Divina de Hakadosh Baruj Hu.
De esta enseñanza surge un gran principio. Cuando decimos que el fundamento de las enseñanzas del Baal Shem Tov es la Providencia Divina, nos referimos a la conciencia de la Providencia Divina. La creencia en la Providencia Divina no es una idea nueva originada por el Baal Shem Tov. Es un tema que fue discutido por los grandes eruditos de Israel en generaciones anteriores. Pero el Baal Shem Tov agregó que se requiere trabajo – tomar conciencia de la Providencia Divina es un objetivo espiritual. Esta enseñanza no se ocupa de los pormenores de la Providencia Divina, de cómo Di-s gobierna a todas las criaturas y las guía hacia un destino particular. Tampoco trata de las reencarnaciones de cada alma, otro aspecto importante de la Providencia Divina. Más bien, se centra en lo que atañe al ser humano individual y su propio camino y “rectificaciones”.
La Providencia Divina es, en última instancia, una revelación de la misericordia de Di-s, pero la revelación inicial de la Providencia Divina es a través del principio de que “la ley del Reino es ley”[6], dina deMaljuta dina (דִּינָא דְּמַלְכוּתָא דִּינָא). Ley, dina (דִּינָא). es una permutación del Nombre de Di-s, Adni (אֲ-דֹנָי), el Nombre asociado con la sefirá de reinado. El comienzo, la esencia y la raíz del servicio Divino es el “temor mundano-inferior”[7], irá tataá (יִרְאָה תַּתָּאָה), por lo tanto, la conciencia de la Providencia Divina comienza precisamente con la atención al juicio de Di-s (y a partir de esto, se llega a un estado en el que la Providencia Divina se dulcifica y convierte en la revelación última de la misericordia de Di-s, como se explicará).
Muchas veces, explicamos que el temor al Cielo, incluso el temor en general, puede entenderse como sensibilidad. Creer en la Providencia Divina es sensibilidad a la Providencia misma, y todo comienza con una sensibilidad al juicio.
Más adelante en esta enseñanza, el Baal Shem Tov dice que todo lo que una persona puede captar sobre la Divinidad está en el ámbito de la sefirá de reinado, pero por encima de eso, es imposible captarlo. Por eso es tan importante prestar atención al Reino de Di-s, es decir, a Su Providencia Divina sobre el mundo, ya que es la conexión principal que tenemos con Di-s. El primero en llamar a Di-s por este nombre, Adni, que significa “Amo-Señor” fue Abraham. Reconoció que hay un Amo de la Creación que supervisa todo con la Providencia Divina.
Sigamos con las palabras del Baal Shem Tov:
Y [todo juicio en la vida] se debe a su pecado, e inmediatamente se arrepiente y se llena de temor y reverencia a Di-s, e inmediatamente es perdonado, ya que cree, se arrepiente y vincula sus pensamientos con Hakadosh Baruj Hu. Es por eso, que incluso si alguien busca un dinar de oro, pero termina con un dinar de plata, porque se debe a su pecado y lo lamenta, tal evento [de sufrimiento leve] se considera una expiación por su pecado.
Alguien que cree que los sufrimientos ligeros le sobrevienen, a través de la Providencia Divina, a causa de su pecado – y no solo acepta esta creencia, sino que también piensa e identifica el pecado en su interior – inmediatamente entra en el arrepentimiento, cuyo aspecto más importante es volver a centrarse en la Presencia de Di-s. En el momento en que la persona reacciona en arrepentimiento, Di-s la perdona por el pecado.
Los sabios dicen: “Cualquiera que cometa un pecado y se avergüence de ello, es perdonado [no solo por ese pecado en particular, sino] por todos sus pecados”. Si el arrepentimiento es por vergüenza, surgiendo de la conciencia de la Providencia Divina que le recuerda a una persona sus pecados, causa el perdón general de todo. El perdón de Di-s por los pecados de una persona, después de un sufrimiento leve, es una revelación de Su misericordia, y revela retroactivamente que incluso el juicio fue parte de la misericordia de Di-s. No era más que un pellizco destinado a despertar a la persona de su letargo, para incitarla a arrepentirse, comenzando por reorientar su fe, y la convierte en un recipiente para la misericordia de Di-s.
Esta es la respuesta a la pregunta del Baal Shem Tov: ¿cómo pueden esos pequeños sufrimientos expiar el pecado de una persona? No es una expiación automática, sino más bien una expiación que sigue al arrepentimiento. Quien presta atención a la Providencia Divina ve los sufrimientos que recibe e inmediatamente reflexiona sobre el arrepentimiento. Entonces, incluso los sufrimientos más pequeños se convierten en una expiación por los pecados.
David: humildad y Providencia Divina
Ahora, el Baal Shem Tov regresa a los dos dichos mencionados anteriormente. Primero, lo que acabamos de describir,
este aspecto, se conoce como “David”.
El rey David era sensible a todos los cambios en la Providencia Divina, sintiendo los “pellizcos” y comprendía que venían a despertarle. Está escrito que el rey David nunca durmió más del tiempo que tarda un caballo en respirar sesenta veces (en la práctica, alrededor de media hora). Probablemente esto se debía a que incluso el más mínimo “pellizco” le despertaba.
El Baal Shem Tov explica el significado detrás del nombre de David (דָּוִד), que en hebreo exhibe simetría: dos letras dalet (ד) y entre ellas, una vav (ו).
Porque el Infinito, al que se hace referencia como “nada”, corresponde a la letra dalet, y desde ella la vav se extiende hasta la segunda dalet, que representa la máxima bajeza, todo bajo la Providencia Divina del Santo Bendito Es.
En esta sección, el Baal Shem Tov explica que la primera dalet representa la “nada” Divina (el Ein Sof), la segunda dalet representa la bajeza de la persona, y la vav es la conexión entre ellas. Nos gusta mencionar la explicación del Maguid de Mezritch, que sirve como una especie de “puente” entre la explicación del Baal Shem Tov y la filosofía de Jabad. Explica que cada dalet (de la palabra que significa “no hay”, דלית) representa la contracción y la autoanulación. Por lo tanto, la dalet superior es la contracción del Otorgante con el fin de dar y la segunda dalet es la contracción del receptor con el fin de recibir, y la vav entre ellas simboliza la atracción desde el Otorgante hacia el receptor.
La contracción del Otorgante, de Di-s, significa que Él se está convirtiendo esencialmente en “nada” para dar. Pero el énfasis aquí, desde la perspectiva del receptor, es su bajeza. La máxima bajeza se alcanza cuando uno siente que todo está bajo la Providencia Divina de Hashem.
De hecho, sólo quien tiene sentimiento de su propia bajeza puede sentir que todo está bajo la Providencia Divina. Aquel que atribuye todo su éxito a sí mismo es tosco y grosero (grob, en yidish) – permanece indiferente a sus fracasos. Puede que se enfade un poco, pero no ve el fracaso como algo significativo. Pero el que tiene humildad sabe que todo éxito viene de Di-s, pero que todos sus fracasos son obra suya. Se vuelve sensible a cada fracaso y entiende que son sus pecados los únicos responsables de ello. El fracaso sirve como un recordatorio de que se olvidó de Di-s. El rasgo esencial del rey David es exactamente este tipo de humildad, como él mismo dice: “Y seré humilde a mis propios ojos”. Es por eso que David representa la experiencia de la Providencia Divina; su humildad y su conciencia de la Providencia Divina son interdependientes.
La humildad es un principio muy fundamental del que hablamos a menudo. Aquí hay otra razón esencial para esto, porque el fundamento de toda fe, la creencia en la Providencia Divina, depende específicamente de la humildad. En otros lugares, profundizamos en la conexión entre la humildad y la compasión de Di-s, y en verdad, todo está profundamente interconectado. Cuando despiertas desde el “pellizco” de Di-s, de la bajeza que provoca en ti, te conviertes en un recipiente para Su compasión.
El arrepentimiento aquí es el deseo de apegarse a Di-s – si crees en Di-s y quieres aferrarte a Él, ya has realizado un arrepentimiento completo, ¡teshuvá completa! Este retorno y arrepentimiento sirven como una expiación por el pecado, y por todos los pecados, y Hashem te concede una gran y abundante compasión; te conviertes en un “receptor” de Su compasión.
En otro lugar, explicamos que, para experimentar la humildad, una persona primero debe estar convencida de que Di-s tiene una tremenda compasión por ella, de lo contrario, su sentido de bajeza la destrozaría. De la misma manera aquí, cuando una persona despierta al arrepentimiento, necesita sentir la misericordia de Di-s para que se anime a arrepentirse. Si perciben a Di-s como un juez severo, caerán en la desesperación, no harían nada y su bajeza se convertiría en una caída. Es el conocimiento de la compasión de Di-s lo que impulsa al arrepentimiento.
Creer en Di-s y en David
Continuando con la enseñanza del Baal Shem Tov:
Cuando uno no cree que todo está bajo la Providencia Divina de Di-s, sino que dice: “Mi propia fuerza y el poder de mi mano han hecho que esto me suceda”, esto se llama negar a Di-s y el aspecto de David que acabamos de mencionar, porque uno está negando el juicio del reino de Di-s.
Normalmente, distinguimos entre la creencia en la existencia de Di-s (“Hay Di-s en el mundo”) y la creencia en la Providencia Divina. Cada judío cree en la existencia de Di-s, de cierta manera. Sin embargo, para el jasid, hay un gran énfasis en la creencia en la Providencia Divina. Pero aquí, aprendemos que la negación de David – es decir, de la Divina Providencia – es equivalente a una negación de Di-s.
En términos simples, no hay creencia en la Providencia Divina sin creencia en Di-s, pero aquí el énfasis es que la creencia en la esencia de Di-s va de la mano con la creencia en la Providencia Divina. La negación es del “juicio o ley del reino de Di-s”. Más particularmente, Havaia, Di-s se refiere a Adni y reino se refiere a David. El negador dice: “Mi fuerza y el poder de mi mano han hecho que esto tenga éxito”, y arrepentirse de esto se logra con “Y te recordarás a Havaia tu Di-s, porque Él es el que te da la fuerza para tener éxito”. Este “recuerdo” es conocido como el recuerdo de la Tierra de Israel.
Esta situación, de falta de creencia en el reino de Di-s, es lo que yace en el núcleo de estar bajo “la subyugación de las naciones”, que el Baal Shem Tov explica (no como la subyugación de un reino extranjero sobre el pueblo judío, sino) como la subyugación de la sefirá de reinado, el reino de la santidad, el reino de Di-s:
Solo el reino está cubierto y subyugado a la kelipá [la impureza] que cubre y oculta Su Providencia Divina de los seres humanos. En el futuro, en los días del Mashíaj, cuando Él elimine el espíritu de impureza de la tierra, entonces Su Providencia Divina será revelada en cada detalle. Esto explica por qué el pueblo judío no fue exiliado hasta que negaron a Hashem y el reino de la Casa de David. Este es el significado de la afirmación de que la diferencia entre este mundo y los días del Mashíaj es la subyugación de los reinos.
El Baal Shem Tov dice algo profundo aquí, que repite en otros lugares: el verdadero propósito de la plena conciencia de la Providencia Divina solo se revelará en los días del Mashíaj. De hecho, esta revelación es el mismo Mashíaj. La sefirá de reinado, la soberanía de Di-s sobre la Creación, debe ser liberada de las garras de la kelipá, y se deduce entonces que este es el Mashíaj.
Hoy en día, tenemos fe en la Providencia Divina, pero solo cuando venga el Mashíaj y la kelipá desaparezca, el reino se revelará en su plenitud, y la creencia se convertirá en un conocimiento completo, una revelación de la Providencia en cada detalle.
Hemos dicho en el pasado que, si queremos influir en las naciones del mundo con la Torá – una campaña conocida como la “Cuarta Revolución” en el estudio de la Torá – necesitamos explicarles acerca de la Providencia Divina. De hecho, la revelación de la Providencia es en sí misma la venida del Mashíaj
Sobre la venida del Mashíaj, está dicho: “Porque ojo a ojo verán cuando Di-s regrese a Tzion”. “Ojo a ojo” significa una revelación que emana, por así decirlo, de los ojos de Di-s – el secreto de la Providencia Divina – y que llega a los ojos del hombre. La revelación de la vigilancia constante de Di-s (“Siempre Hashem, tu Di-s, está velando por ello”) será revelada a nuestros ojos específicamente con la venida del Mashíaj.
En conclusión, de esta enseñanza se desprende que la Providencia Divina está conectada a la creencia en Di-s mismo, y el fundamento de nuestro servicio Divino es fortalecer nuestra conciencia de la Providencia Divina, una conciencia que despierta a la persona a retornar y adherirse a Di-s en todo lo que le sucede.
(basado en un shiur dado en la víspera de Shabat de la parashat Sheminí, 5784)
[1] Artículo 46 bis. Esta es la parte 1 de un artículo de varias partes sobre la Providencia Divina en las enseñanzas del Baal Shem Tov. La serie completa se publicará en Dimensiones en el transcurso de unas semanas.
[2] Zohar 2:175b
[3] Berajot 34b
[4] Arajin 16b
[5] Habacuc 2:4
[6] Bava Kama 113a y en otros lugares. Originalmente, este estatuto requiere que los judíos obedezcan las leyes del estado [reino] en el que viven.
[7] Tania, cap. 41.