ZOHAR HARAKÍA: MATERIA ETÉREA

Una persona de fe vive en una tensión constante entre lo espiritual y lo material, entre la inclinación del cuerpo a sumergirse en el mundo físico y el anhelo del alma de elevarse hacia la espiritualidad y unirse a Hashem. En nuestra experiencia inicial y natural, la materia parece tangible, con masa y estabilidad, mientras que la espiritualidad parece etérea, intangible e inalcanzable. Esta situación genera la lucha interna de quien cree: entre aferrarse a lo concreto o elevarse hacia lo abstracto, lo sublime y lo oculto.

Curiosamente, el desarrollo científico de los últimos siglos ha contribuido significativamente a esta lucha, revelando en diversas etapas cuán etérea y abstracta es en realidad la materia que en apariencia parece tan estable, sólida y con masa.

La primera etapa: El descubrimiento del átomo

Se descubrió que toda la materia está compuesta por los mismos elementos fundamentales: protones, neutrones y electrones, que juntos forman la estructura del átomo, con un núcleo rodeado por una “cáscara” de electrones. Se reveló que el núcleo del átomo es diminuto en comparación con el volumen total del átomo, y que la gran mayoría del volumen atómico es… ¡vacío! Lo que parecía sólido y tangible a simple vista resultó estar mayormente lleno de espacio vacío. Además, el hecho de que los electrones giren constantemente alrededor del núcleo nos enseñó que incluso los objetos inanimados están en continuo movimiento y no son estáticos o “muertos”.

La segunda etapa: La mecánica cuántica

Aun así, se pensaba que el núcleo del átomo, la parte más densa y pesada, era materia tangible con masa. Sin embargo, la mecánica cuántica reveló que el núcleo atómico es sostenido por la “fuerza nuclear fuerte”, que mantiene unidos a protones y neutrones. De hecho, la gran mayoría de la masa del núcleo atómico proviene de esta fuerza, más que del peso de sus propios componentes. Este hallazgo supuso un cambio radical: la materia y la masa resultaron ser energía, y no una sustancia tangible.

La tercera etapa: El descubrimiento del bosón de Higgs

Este descubrimiento demostró que la masa no es una propiedad intrínseca de las partículas, sino que les es otorgada por el bosón de Higgs. En otras palabras, ¡incluso las partículas subatómicas que componen los protones y neutrones no poseen masa por sí mismas!

Refinamiento de la percepción humana y apertura al Creador

Este es un maravilloso ejemplo de cómo la investigación científica puede servir como una reflexión jasídica: profundizar en la esencia de la realidad nos revela hasta qué punto no tiene solidez, y cómo todo está compuesto de energía y vitalidad, más que de materia estática e inerte.

Podemos ver esto como un refinamiento de la percepción humana: en lugar de una visión tosca, física y materialista, la ciencia nos está llevando hacia una comprensión más espiritual y abstracta.

En un nivel más profundo, cuando se cuestiona la estabilidad y solidez de la realidad, surge la necesidad de un verdadero punto de referencia estable: el Creador del mundo, que lo sustenta y gobierna con una sabiduría asombrosa. Si la realidad creada no es absoluta ni fija, es lógico concluir que existe un factor estable y eterno que la mantiene en existencia: Hashem.

📖 Basado en el libro “Roim Shakuf” de Shlomi Kaduri, artículo sobre la Parashá Beshalaj (págs. 78-81).

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