El valor de las dos palabras, “y Faraón estaba soñando”, uparó jolem (וּפַרְעֹה חֹלֵם), 439, que prepararon el escenario para el ascenso de Iosef al poder en nuestra parashá, es el mismo que “exilio”, galut (גָּלוּת), porque los sueños simbolizan el estado de exilio (ver Torá Or 28c y ss.). La habilidad de Iosef para interpretar correctamente los sueños del Faraón es representativa de nuestra habilidad para encontrar a Dios incluso en el exilio más profundo.
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Parashat Miketz tiene el mismo número de versos, 146, que la primera parashá de la Torá, Bereshit. 146 es el valor de la palabra “mundo”, olam (עוֹלָם), que en referencia a Bereshit encaja claramente con la descripción de la creación del mundo explicada en esa parashá. En referencia a Miketz, 146 es el valor de la palabra “oculto”, alum (עָלוּם), cuyas letras son una permutación de “mundo” (עוֹלָם). Parashat Miketz describe un estado de exilio, un estado de ocultación de Dios, tal como Él está oculto, pero en menor grado, dentro de la Creación.
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Los sabios de la Mesorá escriben que 146, el número de versos en nuestra parashá, es también el valor de las tres palabras, “él será mi siervo”, ihié li eved (יִהְיֶה לִי עֶבֶד), que aparecen al final de la parashá. El relleno de letras de las dos primeras palabras “será mi…” (יִהְיֶה לִי) es יוד הא יוד הא למד יוד y su valor numérico también es 146. Esto se conoce como autorreferencia. Matemáticamente, esto también significa que el valor de las letras de relleno que se agregan a las letras originales (llamadas letras “madre”) וד א וד א מד וד es igual al valor de la tercera palabra, “siervo”, eved (עֶבֶד).