A MI MANERA

En parashá Bamidbar Moshé Rabeinu organiza al pueblo judío como un ejército en 4 campamentos. También le da a los levitas su servicio especial, el servicio del Templo. Y hay un versículo que dice: “vehazar hakarev iumat“, “y el extraño que se acerque morirá”. Si alguien es ajeno al servicio de los levitas, y más todavía si es ajeno al servicio de los sacerdotes y efectúa ese servicio, contra al mandamiento de la Torá, entonces está sujeto a la pena de muerte. “Ve hazar hakarev“, cualquiera que se aproxime, si eres ajeno y quieres acercarte, y te acercas, pero Hashem dice “no, esa no es tu función. No es tu shlijus, “no es tu misión, tu cometido”. Si tomas esa iniciativa, de acercarte con audacia, a pesar de que te estás acercando, en realidad no te estás acercando. No sólo no te estás acercando, sino que, si eres ajeno a ese servicio, incluso estás sujeto a morir. “Hazar hakarev iumat“. Este versículo es citado en una muy famosa historia que se cuenta en el Talmud sobre Hilel HaZakén, que era muy humilde. Y era amigo de Shamai, Shamai era kapdán, Shamai tenía dimim, “severidades” de su carácter, severidades santas. Y la guemará nos dice que, en tres diferentes ocasiones, gentiles fueron a ellos para ser convertidos, pues tenían que ser convertidos, pero cada uno de ellos tenía una condición para hacerlo. Pero si quieres convertirte, no pongas tnaiim, condiciones, sólo di que yo sinceramente quiero ser judío. Pero cada uno de estos tres gentiles vinieron y dijeron: “deseo convertirme, pero tengo mi condición”, y tan pronto como Shamai escuchó que se quieren convertir, pero ponen una condición, simplemente los rechaza: “No.” Pero cuando fueron a Hilel, y una vez más esta es una señal de su humildad, Hilel los convirtió, pero lo primero que hizo fue convertirlos y luego se encargó de sus condiciones. La primera historia es la historia de un converso que dijo: “yo solo quiero recibir la Torá escrita, pero no quiero la Torá oral”. Primero fue a ver a Shamai y preguntó ¿Cuántas Torás tienen ustedes judíos? Y [Shamai] le respondió “Tenemos dos, tenemos la Torá escrita y la oral”. Y (el gentil) dijo: “bien, solamente voy a tomar la Torá Escrita pero no la Torá Oral, sólo conviértanme con eso”. Shamai lo echó. Entonces fue donde Hilel, y le dijo “Está bien, maravilloso” y lo convirtió ahí mismo. Entonces le dijo “Ahora comenzaremos a estudiar Torá”.

El primer día vino con Hillel al Beit Midrash, a la casa de estudios y Hillel le enseñó el alef-bet. Así como en nuestra época hay un baal teshuvá, un retornante que no ni sabe ni siquiera las letras del alefbet hebreo, nada. Entonces el primer día Hilel dice: “ alef, bet, guimel, dalet”. Le enseñó las primeras cuatro letras según su orden. El segundo día regresa y [Hilel] le dice: “vamos a repasar lo que aprendimos ayer ¿Qué aprendimos ayer?” y le dice: “bet, alef, guimel, dalet”. El converso dice: “pero ayer me lo enseñaste en un orden diferente, me dijiste que era alef, bet, guimel, dalet y ahora me dices que es bet, alef, guimel, dalet”. Entonces (Hilel) le dijo: “así como me creíste, cuál es el orden de las letras. No existe un versículo en la Torá escrita que explique cual es el orden de las letras del alef-bet, así que tienes que creerme cuando te digo cuál es el orden de las letras. Y así como me creíste cual era el orden de las letras, de igual manera tienes que creerme con respecto a toda la Torá oral”. Y eso fue suficiente. De esa manera él (Hilel) rectificó completamente el alma de ese converso.

Después está la historia más famosa, el converso viene y dice: “enséñame toda la Torá mientras estás parado en un solo pie”. Shamai simplemente dice “No”. Y le dice Hilel: “Te voy a enseñar toda la Torá parado sobre un pie: lo que no quieres que los demás te hagan a ti, no se lo hagas a los demás”. Esta es la segunda historia, la más famosas.

Pero la tercera historia es que iba un gentil caminando por la calle, y escucho por casualidad que los judíos, los estudiantes judíos en el Beis Midrash estaban estudiando acerca de las vestimentas, las hermosas vestimentas de los sacerdotes. Estaban alabando lo hermosas que eran esas 8 prendas, 4 de los cuales eran vestimentas del trabajo del Cohen Gadol. Y este gentil pensó: “si los judíos tienen este Cohen Gadol, este Sumo sacerdote con todas estas prendas hermosas, yo quiero ser judío y quiero ser su sumo sacerdote”. Y fue a donde Shamai y le dijo: “por favor conviérteme, quiero ser judío, pero con la condición de que me convierta en el sumo sacerdote”. Y, por supuesto, Shamai lo echó. Pero luego fue a donde Hilel y éste le dice: “bueno, ¡maravilloso!” y lo convierte, ahora eres judío. ¿Y ahora qué hay acerca de convertirlo en sumo sacerdote? ¡Esa era su condición! Entonces Hilel le dijo: “Un rey. No puedes designar a alguien ser el rey si éste no conoce todo el funcionamiento, todos los secretos internos necesarios para ser rey. Lo mismo pasa con el sumo sacerdote, antes de que aprendas toda la Torá, no te podemos hacer Sumo Sacerdote. Primero tienes que ser un erudito en todas las leyes de la Torá, luego ya veremos acerca de hacerte sumo sacerdote”.

“¡Genial!” Entonces comienza a estudiar, hasta que llega a este versículo en la parashá de esta semana, y las palabras con las que iniciamos: “ vehazar hakarev iumat ”. Dice: el extranjero que trata de acercarse a un servicio que no le pertenece, será castigado con la muerte. Entonces el converso mira a Hilel, quien lo convirtió, y dice: “¿A quién se refieren estas palabras, “ vehzar hakarev iumat ”?” Y Hilel dice: “ afilu al David Melej Israel ”, “estas palabras conciernen hasta al Rey David, el rey de Israel”. Puesto que si el rey de Israel, incluso hasta el Mashíaj, no es un sacerdote ni un levita, y si asumiese el servicio de un sacerdote o levita –y este es el caso de uno de los descendientes del Rey David- estará sujeto a la pena de muerte.

Incluso el Mashíaj, si el Mashíaj tratase de convertirse en el sumo sacerdote, y, de pronto tuviere la tavaá, el deseo de ponerse las 8 hermosas vestimentas, merecería ser castigado con la pena de muerte, el mismo Mashíaj. Cuando el converso escucho esto, “ vehzar hakarev iumat ”, afilu al David Melej Israel, Se dio por vencido y dijo: Si hasta el rey David no puede ser Sumo Sacerdote, cuanto menos yo podré serlo, soy sólo un converso”.

El final de toda la historia es, y la guemará dice, que estos tres conversos se conocieron, tuvieron un farbrengen, una reunión jasídica. Y la expresión que dijeron cuando se reunieron fue: “Si hubiese sido por Shamai, seriamos almas perdidas. Pero a causa de la humildad de Hilel, hemos sido tomados bajo las alas de la Shejiná, la Presencia Divina.

Entonces, una de las cosas que es muy importante entender es que todos somos como conversos cuando hacemos teshuvá. Debemos acercarnos a Hashem, pero todos tenemos que reconocer que quiere decir “cercanía”, cómo volvernos cercanos. Pero no tratar de asumir que lo creemos es estar cerca (de Hashem), pero en realidad no lo es. Si tratamos de acercarnos de una manera que no nos sienta, que no es apropiada para nosotros, no es nuestro shlijut [llamado], entonces es incluso lo contrario a la vida.

Pero justamente este versículo nos da el poder de reconocer cuál es nuestra manera verdadera, la verdadera manera de cada quien para acercarnos a Hakadosh Baruj hu. Y como dijimos antes, hasta el Mashíaj (y todos nosotros somos parte del Mashíaj) inclusive el Mashíaj es considerado como ajeno, una extrañeza, la palabra zar significa “extranjero”. Y todos tenemos ese punto interior de ajeno, extraño, en algo.

Eso es obvio, eso mismo es humildad, tal como Hilel fue el epítome de la humildad, todos tenemos que llegar a ese nivel de humildad, pues hasta mi chispa del Mashíaj es extraña y ajena a ciertas maneras de acercarse a Dios, pero yo tengo mi propia manera de acercarme a Dios. Así, que todos y cada uno de nosotros encontremos nuestra verdadera manera de acercarnos a Dios y que vayamos a toda velocidad a acercarnos a Hakadosh Baruj Hu.