PRIMERA LECTURA: ESCUCHAR CON EL TALÓN
וְהָיָה׀ עֵקֶב תִּשְׁמְעוּן אֵת הַמִּשְׁפָּטִים הָאֵלֶּה (עקב ז, יב)
“Y acontecerá que si escucháis estos decretos…”
(Deuteronomio 7:12)
Oír a través de las generaciones
¿Cómo entender las primeras palabras de la Parashat Ekev? La lectura literal es, por supuesto, “si escuchas [estas ordenanzas]”. Pero como veremos, la palabra traducida como “si tú” ekev (עֵקֶב), es afín o cognada con “talón”, akev (עָקֵב), la parte inferior de nuestros pies en la que pasamos tantas horas al día y que se describe como “muerta” en el Talmud. De esta manera, el primer verso se convierte en: “Sucederá que si tu sanador escucha” o “si escuchas con tu talón”. ¿Qué podría significar esto?
El Sefat Emet explica que “escuchar” abarca muchos niveles; uno puede escuchar las ordenanzas de Dios, Sus mandamientos con mayor o menor profundidad. Juntos, todos estos niveles de “escucha” son parte de una estructura espiritual completa, un partzuf, que incluye la forma en que la más baja de las generaciones, hasta los “talones del Mashíaj”, las generaciones justo antes de la venida del Mashíaj, escuchan. Incluso estas generaciones merecen al menos el talón – el aspecto más inferior de lo que significa escuchar a Dios. Para estas generaciones desdichadas, escuchar significa al menos ejecutar la mera dimensión física de la observancia de los mandamientos, incluso sin comprender sus fundamentos y razones. Incluso un nivel tan bajo de escucha, “si escuchas”, tiene como resultado que “Havaia tu Dios salvaguarde para ti el pacto y la bondad que Él juró a tus antepasados”, así como todas las bendiciones que se mencionan a continuación.
En una analogía musical, el “talón” de escuchar corresponde a los tonos más bajos, el bajo. Tanto en inglés, bass, como en hebreo, bas, [en español “bajo”] (בַּס), también se relaciona con “base”, basis (בִָּסִיס). Los sonidos del bajo proporcionan el ritmo, que es la base de la música. Por lo general, establecemos un paralelismo entre las tres partes de una melodía musical – melodía, armonía y ritmo – y la división de las sefirot en grupos intelectuales, emocionales y conductuales de tres cada uno. Por lo tanto, los sonidos graves se corresponden con el ritmo, como es explicado en otro lugar.
En la vida judía, el ritmo es el acto mismo de cumplir los mandamientos, según el conocido dicho de que “la acción es lo principal”, incluso sin entender su significado. El significado de cada mandamiento, con sus innumerables explicaciones, corresponde a la melodía, que puede desarrollarse adecuadamente más tarde, siempre que se adoptemos el ritmo de vida adecuado.
La palabra para “ritmo”, ketzev (קֶצֶב) en hebreo tiene el mismo valor numérico que “en todo, de todos y todos”, bacol – mikol – kol (בַּּכֹּל-מִכֹּל-כֹּלֹ), tres palabras que aluden al anticipo del Mundo Venidero en este mundo que fue experimentado por cada uno de los tres Patriarcas, Abraham, Itzjak y Iaacov. Al mantener el ritmo de vida judía, Dios nos salvaguarda para el Mundo Venidero, “si escuchas”.
Otra capa de escucha aparece más adelante en nuestra parashá en el versículo que abre el segundo párrafo del Shemá, que recitamos diariamente: “Así será si escuchas diligentemente”.[1] Aquí, el Sefat Emet explica que la repetición de “si escuchas” requiere una explicación. Siguiendo el precedente establecido por los sabios con respecto a repeticiones similares, el Sefat Emet explica que la repetición tiene la intención de enfatizar que debes escuchar, “incluso cien veces”, porque escuchar tiene muchos matices. Cada día podemos escuchar de nuevo, y podemos aceptar de nuevo el yugo del Cielo. Las iniciales de la frase “yugo del cielo”, Ol Maljut Shamaim (עֹל מַלְכוּתּ שָׁמַיִם) son una permutación de la palabra Shemá (שְׁמַע). Cada vez que escuchamos sinceramente y tomamos sobre nosotros el yugo del Cielo, nos volvemos a ligar a Dios. El doble esfuerzo requerido para escuchar y volver a escuchar representa la rectificación del alma y la rectificación del cuerpo. La rectificación del alma se logra aceptando la Torá en general, y la rectificación del cuerpo, por medio de aceptar y comprometerse a observar los mandamientos.
Siguiendo el Arizal, todos los días, antes de comenzar las oraciones de la mañana, nos comprometemos a escuchar y aceptar la Torá y los mandamientos. Decimos: “Acepto sobre mí el mandamiento positivo de ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo'”. Amar al prójimo como uno se ama a sí mismo es el gran principio de la Torá, que conduce a “amar a Havaia tu Dios”. Amar a Dios es la conclusión del primer verso del segundo párrafo del Shemá: “Y será que si escuchas diligentemente… para amar a Havaiá tu Dios”.
La herencia de temor de Moisés
Con respecto al versículo: “Y ahora, Israel, ¿qué es lo que Havaia tu Dios te pide, sino que Le temas…?”,[2] los sabios preguntan: “¿Es el miedo [o el temor] de Dios una cosa tan pequeña?” Su respuesta es que, para Moisés, en verdad, el temor de Dios es una cosa pequeña. Surge la pregunta, ¿qué beneficio tiene esto para todos nosotros, que no somos Moisés? Después de todo, el versículo nos exige temor de Dios, “¿qué pide Havaia tu Dios de ti?”
El Sefat Emet explica que dentro de cada judío hay una chispa de Moisés, y es en referencia a esto que está dicho: “la Torá que Moisés nos ordenó es la herencia de la congregación de Iaacov”.[3] Incluida en esta herencia no solo está la Torá, sino también el propio Moisés. La palabra “herencia”, morashá (מוֹרָשָׁה) contiene las letras de “Moisés” (משֶֹׁה) y las dos letras vav y reish (ו ר) de la palabra “Torá” (תּוֹרָה). Así como Dios se da a sí mismo en la Torá,[4] así también, Moisés se da a sí mismo en la “Torá de Moisés”[5].
Además, las iniciales de las tres palabras en este versículo, “Moshé nos ordenó”[6] , tzivá lanu Moshé (צִוָּה לָנוּ משֶֶֹה) forman la palabra “imagen [de Dios]”[7], (צֶלֶם), pronunciada tzelem. En Cabalá, el tzelem es el elemento espiritual intermediario que conecta la luz con el recipiente. Aquí, Moshé se conecta con nosotros, como el tzelem entre la Torá, que es la luz, y nosotros, el recipiente que es el pueblo judío que está compuesto por sacerdotes, levitas e Israel (כֹּהֵן לֵוִי יִשְׂרֵָאֵל), cuyas iniciales deletrean la palabra “recipiente”, clí (כְּלִי).
El Sefat Emet explica que, en la Entrega de la Torá en el Monte Sinaí, Israel mereció que el temor de Dios se convirtiera en un asunto menor. Se convirtió en un punto de inicio desde el cual podemos ascender, como Moshé les dijo: “No temáis”. Cuando todas nuestras almas dijeron: “Haremos y escucharemos”, Naashé veNishmá (נַעֲשֶׁה וְנִשְׁמַע), a cada uno se nos dieron dos coronas para marcar nuestro compromiso. A pesar de que perdimos estas coronas después del pecado del Becerro de Oro, Moisés las conserva para nosotros y nos devuelve la corona del temor en Shabat. Esta es la razón por la que los sabios afirman que incluso un simple judío que no ha aprendido tiene reverencia por el Shabat.[8]De manera similar, a través del arrepentimiento – la primera palabra del versículo, “y ahora”[9] , veatá (וְעַָתָּה) significa arrepentimiento[10]– y a través de involucrarse en la Torá en aras de ella misma, uno puede volver a este nivel y la Torá nos engalana con humildad y temor al pecado.[11]
(de las notas de HaRav Ginsburgh)
SEGUNDA LECTURA:
HALAJÁ DESDE UN SUEÑO
הִשָּׁמֶר לְךָ פֶּן תִּשְׁכַּח אֶת י-הוה אֱ-לֹהֶיךָ… וְרָם לְבָבֶךָ וְשָׁכַחְתָּ אֶת י-הוה אֱ-לֹהֶיךָ (עקב ח, יא-יד)
“…Ten cuidado de no olvidarte de Havaia tu Dios…no sea que tu corazón se enaltezca y te olvides de Havaia tu Dios” (Deuteronomio 8:11-14)
He traído aquí conmigo un Sefer Mitzvot Gadol (SeMaG). ¿Por qué? Entre los Rishonim, se le puede llamar el “maestro de los sueños”. Es muy posible – aunque no determinamos las reencarnaciones, sugerimos esto como una posibilidad, que el autor del SeMaG, Rabí Moshé de Coucy – que fue un gran Meshijist que calculó el fin de los tiempos y los persiguió – fuera una reencarnación de Iosef que tenía e interpretaba sueños.
El SeMaG es uno de los Ba’alei HaTosafot, uno de los ocho pilares de la halajá según el Beit Iosef. Todo su libro está basado en un sueño – como escribe en su introducción. Lo que lo llevó a escribir este libro – algo que inicialmente no quería hacer, ni creía que fuera digno o cualificado para hacerlo – fue un sueño en el que se le instruyó desde el Cielo que debía escribir los sermones que estaba pronunciando.
¿Qué hizo Rabí Moshé de Coucy en su vida? Fue un predicador que viajó, inicialmente en Francia, junto a los otros Ba’alei HaTosafot de su generación. Por cierto, además del Sefer Mitzvot Gadol, también es el autor del Tosafot Ieshanim sobre el Tratado Ioma, que, para aquellos familiarizados con ellos, son algo muy especial. En cualquier caso, tuvo un sueño en el que le dijeron que era apropiado que escribiera sus sermones en forma de libro. Viajó y predicó por toda Francia hasta cuatro años antes del final del quinto milenio – el milenio asociado con la sefirá de hod (reconocimiento), el milenio que marca la cima de la oscuridad del exilio, sobre el cual está dicho: “Mi hod se convirtió en destrucción”.[12]
Así que tuvo un sueño, recibiendo una especie de profecía de lo alto, de que la redención estaba cerca – que el final del quinto milenio era el tiempo designado, y entendió que para lograr esto, era necesario llevar a los judíos a hacer teshuvá, probablemente basado en la regla del Rambam de que “Israel eventualmente se arrepentirá al final de su exilio, y al instante serán redimidos”.[13]
¿Dónde era más necesario fortalecer al pueblo judío? Concretamente en España. En esa generación, hubo una disminución significativa de la observancia en España. Para traer la redención de acuerdo a su sueño, dejó Francia y se fue a España. Estuvo allí durante cuatro años, viajando y dando sermones por todas partes para fortalecer a los judíos. Fueron específicamente estos sermones los que le dijeron en su sueño que recogiera en un libro.
Sin embargo, en el mismo año que marca el fin del quinto milenio, la Disputa de París tuvo lugar. La Disputa de París fue un evento en el que un sacerdote judío apóstata instigó un decreto para quemar todo el Talmud, toda la literatura judía, el núcleo de la Torá Oral. Para testificar y participar en la Disputa de París, regresó de España a Francia. Estos son, en resumen, algunos puntos importantes de su vida.
El sueño de añadir la prohibición del orgullo al Recuento de los Mandamientos
En este libro, hay un mandamiento que él introduce en la Parashat Eikev, un mandamiento que no se encuentra en el Rambam. Él tiene al Rambam en alta estima; su principio es organizar los mandamientos de acuerdo con el Rambam. Sin embargo, hay lugares en los que añade y quita – cada cambio requiere tanto adiciones como sustracciones para mantener la cuenta de los 613 mandamientos. Hay un lugar, el más importante de todo el libro, donde añadió un mandamiento basado en un sueño.
Un mandamiento que abarca todos los libros de ética
Leamos desde dentro del SeMaG. Lo que vamos a leer es muy especial. Quien lea esta mitzvá no necesita ningún otro libro de ética. Tal vez necesite aprender un poco de un texto jasídico, pero el noventa y nueve por ciento del trabajo que uno necesita hacer sobre su carácter, de acuerdo con el estudio de las dimensiones interiores de la Torá, se puede cumplir con solo leer este mandamiento en el SeMaG.
“Cuídate de que no te olvides de Dios tu Dios”[14] es una advertencia de que los hijos de Israel no deben volverse orgullosos [esto se dirige a la comunidad en su conjunto, no solo a los individuos] cuando el Santo Bendito Es les otorga bondad [el peligro del orgullo surge cuando hay prosperidad material, como es el caso hoy con cierto bienestar material. Existe el riesgo de volverse orgulloso, de que el corazón se eleve y se olvide de HaShem. El Rebe de Lubavitch desea, al igual que la Torá, que todos seamos ricos. Pero es peligroso, ya que es bien sabido que la prueba espiritual de la riqueza es más dura que la prueba de la pobreza, y el principal desafío es “para que no olvides”, diciendo: “Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”. Ustedes son bendecidos para hacerse ricos, para poder financiar todas sus actividades – y también para participar usted mismo en las actividades – y al mismo tiempo, observarán este mandamiento] y dicen que su prosperidad y arduo trabajo [para el cual invirtieron mucho esfuerzo] les valió todo esto, y no atribuyen nada de ello a HaShem [el orgullo es lo opuesto a reconocer la dependencia y gratitud de uno hacia Dios] debido a su arrogancia [porque se vuelven orgullosos]. Por esto, el verso advierte [el núcleo de esta prohibición está en Parashat Eikev, pero la narración comienza en Parashat Va’etjanan].
Y ya dijo en Parashat Va’etjanan: “Y las casas llenas de todas las cosas buenas que no llenaste… y comeréis y quedaréis satisfechos. Cuidado no sea que se te olvide…”[15] Y esta es la interpretación que expliqué explícitamente antes…
Y de aquí viene una advertencia de que una persona no debe enorgullecerse de lo que el Creador le ha concedido, ya sea en riqueza, belleza o sabiduría [cambia la frase “que el hombre sabio no se jacte de su sabiduría, etcétera…”, donde el original enumera la sabiduría, el poder y la riqueza, sustituyendo el poder por la belleza. ¿A quién pertenece la belleza que presenta? A Iosef. Aunque se describe al rey David como rojizo con hermosos ojos, fue Iosef quien pudo haberse enorgullecido, y de hecho mostró algo de orgullo -“rizándose el cabello” – de su belleza y de su éxito, como “un hombre de éxito”[16] y siendo “atractivo en forma y apariencia”[17]]. Más bien, uno debe ser muy humilde y bajo de espíritu ante HaShem y ante las personas y dar gracias a su Creador que le concedió esta ventaja. Y en el Cántico de la Ética [el Cántico de Ha’azinu, el cántico de Moisés antes de su muerte, el cántico correspondiente a la sefirá de conocimiento como es conocido, el lugar de recuerdo para la humildad], está escrito: “¿Así retribuyes a Dios, oh pueblo necio e insensato? ¿No es Él tu Padre el que te adquirió, el que te hizo y te estableció?”[18] [No te enorgullezcas de lo que Dios te da; todo es de Él, “porque todo es de Ti, y de Tu mano te hemos dado a Tí.”[19]]
Y la Escritura alaba la humildad, como se afirma: “El hombre Moisés era muy humilde”.[20] Y se dice en el Talmud de Jerusalén, Tratado de Shabat [1:3]: “Lo que la sabiduría hizo como una corona para su cabeza, humildad hecha como un talón para su suela. Esto significa que el temor reverencial de Dios es tanto el principio como la corona de la sabiduría, y de manera similar, la humildad hizo que el temor de Dios fuera el talón para su suela. Por lo tanto, vemos que la humildad es más alta que todo. Está escrito: “El principio de la sabiduría es el temor de Dios”,[21] y también está escrito: “El talón [recompensa] de la humildad es el temor de HaShem“.[22] Y es el camino de la Shejiná descansar sobre los humildes, como está dicho: “Yo habito con los contritos y humildes de espíritu”.[23]
Y se enseña en el Tratado Sotá [5b] que cualquiera que se humille a sí mismo es considerado por las Escrituras como si ofreciera todos los sacrificios [quien quiera salvarse de ofrecer todos los sacrificios – que, en un nuevo cálculo de los 613 mandamientos, podrían incluirse todos bajo el mandamiento general de construir un Templo, “llamado casa de oración para todos los pueblos” – el consejo es ser humilde]. Como está establecido, “Los sacrificios de Dios son un espíritu quebrantado”,[24] y no solo eso, sino que su oración es aceptada, como continúa el versículo: “Corazón quebrantado y contrito, oh Dios, Tú no despreciarás”.
[Después de todas estas citas, él introduce su propia percepción:] Y también he predicado [como mencionamos, su profesión era la de un predicador] que [Dios escucha no solo las oraciones de los humildes, sino] incluso los deseos de sus corazones. El Santo Bendito Es escucha sus deseos y cumple sus deseos, aunque no oraron por ellos, como está dicho: “El deseo de los humildes Tú has oído, oh Dios; Tú preparas su corazón, Tú inclinas Tu oído”.[25] No dice “la oración del humilde”, sino “el deseo”. Esto significa lo que piensan en sus corazones [Tú preparas y cumples].
Vayan y vean lo que el rey David quiso decir cuando dijo: “Pero yo soy un gusano, y no un hombre, un oprobio de los hombres, y despreciado por el pueblo”,[26] queriendo decir que debería compararme con un gusano, que está bajo la tierra en desgracia, así como cuando una persona muere, la tierra está sobre su cabeza [similar a una enseñanza del Joize de Lublin sobre el verso “Soy consolado por el polvo y cenizas”.[27] El Joize explicó que él es tan malvado y ha enfurecido tanto al Creador, que no tiene lugar donde esconderse, ni consuelo en el mundo. Solo tiene un consuelo: contemplar que al final será sepultado en la tierra y se convertirá en polvo y cenizas.] Por lo tanto, él [David] era humilde ante Dios y, por lo tanto, saltaba y bailaba delante de su Creador, como le dijo a Mijá: “Y yo seré humilde ante mis propios ojos”[28] [por su gran humildad, saltó y bailó con todas sus fuerzas, la fuerza de “Bendecido el hombre cuya fuerza está en Tí”] – y ante los hombres, cuando Shimi ben Geira lo maldijo, él dijo: “Que maldiga”[29] [como se cita en el Tania, una fuente del Tania. Le permite maldecir por humildad y por el reconocimiento de que “fue Dios quien le ha dicho que maldiga”. ¿Cómo actuó de esta manera, para saltar y bailar y dejar que Shimei ben Gera lo maldijera?] Todo esto fue causado por su extraordinaria humildad.
Nuestros rabinos criticaron extensamente a los arrogantes en el Tratado Sotá [5a], afirmando que se les llama una abominación [por eso concluye este mandamiento en sus leyes de idolatría], como está escrito: “Todo corazón orgulloso es una abominación a Dios”,[30] y [Dios no lo quiera] no serán testigos del consuelo de Tzión, como está escrito: “En aquel día no os avergonzaréis de todas vuestras obras en las que habéis transgredido contra Mí; porque entonces quitaré de en medio de vosotros a vuestros soberbios y exultantes, y ya no seréis soberbios en mi santo monte. Pero dejaré dentro de ti un pueblo humilde y sencillo [el profeta dice que, en el futuro, HaShem dejará en Israel solo un “pueblo humilde y modesto”]. Confiarán en el nombre de Havaia“.[31] Y no se refiere a un pueblo literalmente pobre [en términos materiales, sin plata ni oro], porque está escrito: “Ciertamente las islas Me esperarán, y las naves de Tarsis primero, para traer a vuestros hijos de lejos, con su plata y su oro con ellos”[32] [entonces, ¿qué significa “gente humilde y modesta” en el futuro? Después de todo, ¡”su plata y su oro con ellos”!], sino que significa un pueblo humilde. Y de la misma manera, Ionatán tradujo [el versículo “gente humilde y modesta” – no tradujo que seremos pobres, Dios no lo quiera; seremos ricos, sino que tradujo] “un pueblo humilde”. Y dice en el Libro de los Proverbios [29:23]: “El orgullo del hombre lo humillará, pero el espíritu humilde sostendrá la honra”. Y nuestros sabios dijeron: “Sed extremadamente humildes de espíritu, porque la esperanza del hombre son gusanos”.[33] Y la ventaja del hombre sobre la bestia no es otra que servir al Creador, que todo lo forma, y darLe satisfacción [esta es la ventaja, y hay que decir que esta “nada” es la misma “nada” que se puede alcanzar en el servicio del Creador correspondiente al mazal del pueblo judío, que es la “nada”, como lo enseña el Baal Shem Tov].
La historia del sueño
[Ahora él escribe el trasfondo de todo lo que ha escrito aquí; este es el punto principal:] Prediqué la lección de humildad al público de la siguiente manera [que todo judío debe ser humilde]. Sin embargo, establecer esto como una prohibición e incluirlo entre los mandamientos negativos no era mi intención, e incluso nuestro maestro Moshé [el Rambam] no lo incluyó, ni lo mencionó en su enumeración de las prohibiciones. Cuando llegué al punto de completar la lista de prohibiciones [al final de las leyes de la idolatría], fui llamado en un sueño durante la visión de la noche [como Iosef, el maestro de los sueños]: “He aquí, te has olvidado del punto principal: ‘Cuídate de no olvidarte de Havaia tu Dios’.[34] “Reflexioné sobre ello por la mañana [después de despertarme], y de hecho, es un gran fundamento en el temor de Dios [no es solo algo que prediqué repetidamente, sino que es un gran principio digno de ser convertido en un mandamiento en la cuenta de los 613]. Así que decidí incluirlo con la ayuda de Aquel que da sabiduría al sabio.
Después, examiné el texto del primer capítulo de Sotá [5a] y lo encontré escrito explícitamente: ¿De dónde deducimos una advertencia contra los arrogantes? Rav Najman bar Rabí Itzjak dijo desde aquí: “Y tu corazón se volverá altivo, y te olvidarás de Havaiá tu Dios”, y está escrito: “Ten cuidado de no olvidar a Havaia tu Dios”. Y como dijo Rabí Avin en nombre de Rabí Ilai, dondequiera que diga “cuidado”, “no sea que” o “no lo hagas”, significa una prohibición”.
(de una clase dada el 26 Av 5776)
TERCERA LECTURA:
LA IESHIVÁ DEL FUTURO
וָאַשְׁלִךְ אֶת עֲפָרוֹ אֶל הַנַּחַל הַיֹּרֵד מִן הָהָר (עקב ט, כא)
“…Arrojé su polvo al arroyo que baja de la montaña…” (Deuteronomio 9:21)
Parashat Eikev ha sido bendecida con hermosas descripciones de la Tierra de Israel, incluyendo las Siete Especies con las que la tierra es bendecida y su descripción como “una tierra de aceite de oliva y miel”. La Tierra de Israel es descrita como “una buena tierra, una tierra de arroyos de agua, fuentes y profundidades que emergen en valles y colinas”. La belleza, la riqueza e incluso la fuerza de la naturaleza se expresa ampliamente en la parashá: “una tierra de montañas y valles, que bebe agua de la lluvia del cielo”. La Tierra de Israel y su conquista son temas recurrentes en la parashá.
Estas descripciones de la naturaleza no solo iluminan lo que los israelitas encontrarán en el futuro durante la conquista de la Tierra de Israel. También reflejan lo que ya ocurrió en el Monte Sinaí. Vemos esto en un detalle adicional que Moisés añade con respecto al Monte Sinaí. Al recordarle al pueblo el pecado del Becerro de Oro, revela que: “Arrojé su polvo en el arroyo que desciende de la montaña”.[35]Hasta ahora no sabíamos que el agua fluía del monte Sinaí en forma de arroyo. Este arroyo tiene un significado más profundo.
El Descenso de la Torá
Aquellos meticulosos en su lectura del texto de la Torá han señalado lo siguiente. En los Diez Mandamientos, tal como aparecen en la parashat Itró, hay exactamente 620 letras. Sin embargo, en la parashat Va’etjanan, la parashá que precede a Eikev, hay 88 letras adicionales en los Diez Mandamientos, donde 88 es el valor de “arroyo”, najal (נַחַל). Simbólicamente, esta adición del “arroyo” que desciende de la montaña refleja la diferencia entre el primer conjunto de Tablas y el segundo conjunto. Las primeras Tablas fueron enteramente obra de Dios, mientras que las segundas fueron elaboradas físicamente por Moisés, con la escritura añadida por Dios.
Además, el primer conjunto de Tablas representa la Torá tal como existe arriba (una Torá que Moisés necesitaba ascender a los cielos para hacer descender), mientras que el “arroyo” añadido descendiendo hacia abajo indica, como lo expresó el Alter Rebe, que “la Torá se asemeja al agua – así como el agua desciende de un lugar alto a un lugar bajo, así también la Torá descendió de su lugar de gloria, que es Su bendita voluntad y sabiduría… y desde allí viajó y descendió a través de los escalones ocultos, de nivel en nivel en la cadena de mundos, hasta que se revistió de asuntos físicos y mundanos… para que todas las mentes pudieran comprenderlo”.[36]
La Torá de la Tierra de Israel
Así como el arroyo que desciende del Monte Horeb, los arroyos y manantiales de la Tierra de Israel también simbolizan el viaje y el descenso de la Torá a medida que se reviste de asuntos físicos. Sin embargo, mientras que, en el Monte Sinaí, la voluntad de Dios estaba investida de mandamientos físicos, los arroyos y manantiales de la Tierra de Israel hacen descender la Torá para engarzarse en la naturaleza, representando la conexión entre la Torá y la ciencia.
Un ejemplo fundamental de esta conexión se puede encontrar en la petición de la hija de Caleb, Ajsá, cuando buscó casarse. Se acercó a su padre y le dijo: “Dame una bendición, porque me has dado la tierra del sur; dame también manantiales de agua”.[37] A primera vista, Ajsa expresaba su insatisfacción con la dote que había recibido de su padre, Caleb. Sin embargo, en un nivel más profundo, esta petición simboliza la rectificación del pecado de Adán en el Jardín del Edén. Adán comió del Árbol del Conocimiento después de ser tentado por Eva. De hecho, el papel de la mujer es tentar – no para hacer algo malo, Dios no lo quiera, sino para hacer descender al hombre de su lugar un tanto distante por encima de la realidad, para “conocer”, es decir, para comprometerse con ella. Como dice el conocido juego de palabras, “Una mujer kosher hace la voluntad de su marido”, lo que significa que se esfuerza con su sabiduría femenina por crear o dirigir la voluntad de su marido. Del mismo modo, Ajsa, cuyo nombre la conecta con la serpiente primordial, vino a pedirle a su padre, Caleb, que no la dejara estéril y seca como la tierra del sur, sino que le diera una bendición – simbolizada por un depósito de agua que descendía de lo alto para regar y fertilizar una tierra desolada.
La Ieshivá del Futuro
La Torá de las primeras Tablas, desde el Monte Horeb antes de que el arroyo descendiera de él, es principalmente una Torá masculina, una que no es fácil ni rápida para comprometerse con la realidad. La Torá del segundo conjunto de Tablas ya había descendido de su elevado lugar para cumplir la voluntad de Dios (su “esposo”) conectándose con la realidad y transformándola (por ejemplo, tefilín de pieles de animales, tinta de plantas, etcétera). La Torá de la Tierra de Israel, simbolizada por Ajsá, seduce a su “esposo” a descender aún más en la propia naturaleza, revelando cómo cada parte de la creación da testimonio verdadero del Creador, y cómo Dios consultó la Torá para crear el mundo con todos sus elementos, desde lo humano hasta lo inanimado.
La Torá de la Tierra de Israel, comparada con las aguas de sus arroyos y manantiales que fluyen en el valle y la montaña, incita a Dios a revelarse a Sí Mismo dentro del estudio de la naturaleza. Las ieshivot del futuro en la Tierra de Israel están destinadas a traer la Torá al mundo de la naturaleza, y entonces la propia naturaleza dará testimonio del Creador. Esto no solo será una rectificación para Eva, sino también una rectificación para la serpiente en el Jardín del Edén.
El estudio de la Torá de esta manera es uno de los roles centrales del Mashíaj – especialmente del Mashíaj ben Iosef, por usar el lenguaje del Midrash, o “el que se presume que es Mashíaj”, para usar el lenguaje que se encuentra en el Rambam – a quien se le confía el deber de rectificar a la serpiente.
(Traducido de Alon Gal Einai, edición #6; basado en una clase del 10de Av, 5766)
CUARTA LECTURA:
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
אֵת עֲשֶׂרֶת הַדְּבָרִים אֲשֶׁר דִּבֶּר י־הוה אֲלֵיכֶם בָּהָר (עקב י, ד)
“…los Diez Mandamientos que Havaia os dirigió en la montaña…” (Deuteronomio 10:4)
Uno de los conceptos más famosos de la Torá conocido en todo el mundo son los Diez Mandamientos. Sin embargo, la Torá no menciona que Dios pronunció los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí. En la descripción de la Entrega de la Torá en el Monte Sinaí en el Libro del Éxodo, no hay ningún número asociado con el evento. Es sólo en nuestra parashá que encontramos un trazo de esta idea. Sin embargo, la frase exacta que la Torá usa para referirse a lo que Dios dijo en el Monte Sinaí y lo que estaba escrito en los Tablas del Pacto es, “los Diez Dichos, aseret hadevarim (עֲשֶׂרֶת הַדְּבָרִים). De hecho, los enumeradores de los mandamientos de la Torá están de acuerdo en que las Tablas no contienen diez mandamientos. Hagamos una breve excursión a las hermosas asociaciones matemáticas y equivalencias que rodean a esta frase, “los Diez Dichos” (עֲשֶׂרֶת הַדְּבָרִים).
Los Diez Dichos y Havaia
Una hermosa guematria revelada por el rabino Abraham Abulafia es que el valor numérico del número 26 cuando se escribe en palabras, “veintiséis”[38], esrim veshishá (עֶשְׂרִים וְשִׁשָּׁה) es 1231, ¡exactamente el mismo valor que la guematria de nuestra frase, “los Diez Dichos” (עֲשֶׂרֶת הַדְּבָרִים)! Dado que 26 es la guematria del Nombre esencial de Dios, Havaiá (י-הוה), tenemos aquí una hermosa ilustración numérica de la declaración de los sabios de que, por la Entrega de la Torá en el Monte Sinaí, Dios esencialmente se escribió a Sí Mismo en las palabras de la Torá.
Otro punto que hace Rabí Abulafia es que el valor de solo la primera palabra, “veinte” (עֶשְׂרִים), es 620, lo mismo que el valor de “corona”, keter (כֶּתֶר), que tal vez recuerdes es el número de letras en los Diez Mandamientos tal como aparecen en la parashat Iitró. El valor de la segunda palabra, “y seis” veshishá (וְשִׁשָּׁה) es 611, el valor de “Torá” (תּוֹרָה). De hecho, estas dos palabras juntas “la corona de la Torá” (כֶּתֶר תּוֹרָה) aparecen en el Tratado de Avot en la famosa mishná que afirma que hay tres coronas, “la corona de la Torá”, “la corona del sacerdocio” y “la corona de la realeza”.
Rellenos de palabras
Así como podemos escribir números en palabras, podemos escribir el relleno de una palabra en hebreo escribiendo los nombres concretos de las letras que la componen. El relleno de la letra alef es así אלף, de la letra bet es בית, y así sucesivamente. El llenado completo de “veintiséis” es así: עין שין ריש יוד מם ואו שין שין הא, y el valor de todo el relleno es 1839, un número muy importante en la Torá.
Para empezar, 1839 es 3 veces 613, 3 veces el número de mandamientos de la Torá. Además, 613 es el valor promedio de tres fundamentos del Servicio Divino: Torá (ּתּוֹרָה), oración, tefilá (ּתְּפִלָּה) y Teshuvá (ּתְּשׁוּבָה), cuyos valores son 611, 515 y 713. 1839 es también el valor del versículo:
“Abre mis ojos para que vea las maravillas de tu Torá”[39]
(גַּל עֵינַי וְאַבִּיטָה נִפְלָאוֹת מִתּוֹרָתֶךָ)
Haciendo lo mismo con la frase “los Diez Dichos” (עֲשֶׂרֶת הַדְּבָרִים) encontramos que su relleno es: עין שין ריש תו הא דלת בית ריש יוד מם, cuyo valor es 3342. Sorprendentemente, este número es la suma de los valores de las diez sefirot desde sabiduría hasta reinado junto con la corona, que es el origen común de todas las sefirot: “corona” (כֶּתֶר), “sabiduría” (חָכְמָה), “entendimiento” (בִּינָה), “conocimiento” (דַּעַת), “bondad” (חֶסֶד), “poder” (גְּבוּרָּה), “belleza” (ּתִּפְאֶרֶת), “victoria” (נֶצַח), “reconocimiento” (הוֹד), “fundamento” (יְסוֹד) y “reinado” (מַלְכוּת).
(Extraído de un libro de próxima publicación sobre el número 1820)
[1] Deuteronomio 11:13
[2] Deuteronomio 10:12
[3] Deuteronomio 33:4
[4] La primera palabra del Decálogo, “Yo” (אָנֹכִי) son las iniciales de la frase, “Yo he escrito y Me he dado” (אָנָא נַפְשִׁי כְּתַבִית יְהַבִית)
[5] Malaji 3:22
[6] Deuteronomio 33:4
[7] Génesis 1:27
[8] Talmud de Jerusalem Demai 4:1
[9] Deuteronomio 10:12
[10] Bereshit Rabá 21:6
[11] Avot 6:1
[12] Daniel 10:8
[13] Hiljot Teshuvá 7:5
[14] Deuteronomio 8:11
[15] Ibid. 6:11
[16] Génesis 39:2
[17] Ibid. 39:6
[18] Deuteronomio 32:6
[19] 1 Crónicas 29:14
[20] Números 12:3
[21] Salmos 111:10
[22] Proverbios 22:4
[23] Isaías 57:15
[24] Salmos 51:19
[25] Salmos 10:17
[26] Ibid. 22:7
[27] Iob 42:6
[28] 2 Samuel 6:22
[29] Ibid. 16:11
[30] Proverbios 16:5
[31] Zefanía 3:11-12
[32] Isaías 60:9
[33] Avot 4:4
[34] Deuteronomio 8:11
[35] Deuteronomio 9:21
[36] Tania cap. 4
[37] Iehoshua 15:19
[38] Esta técnica en guematria es conocida como “mispar misparí”
[39] Salmos 119:18