“Cuando entres en la tierra de Canaán que Yo te doy como posesión, e inflija una plaga de tzara’at sobre una casa en la tierra que posees”
(כִּי תָבֹאוּ אֶל אֶ֣רֶץ כְּנַעַן אֲשֶׁר אֲנִי נֹתֵן לָכֶם לַאֲחֻזָּה וְנָתַתִּי נֶגַע צָרַעַת בְּבֵית אֶרֶץ אֲחֻזַּתְכֶם)
Rashi escribe: “Esto fue un anuncio para ellos, cuando estas plagas caigan sobre ellos porque los Amoritas han ocultado tesoros de oro en las paredes de sus casas durante los cuarenta años que los israelitas estuvieron en el desierto [para que los israelitas no se apoderaran de su oro cuando conquistaran la tierra]. Gracias a la plaga, la casa fue derribada y los podían descubrir”.
Antes de Pesaj las casas de muchas familias judías parecen haber sido destrozadas. La limpieza a fondo no deja una piedra sin remover. Pero por el mérito de esta limpieza, que se hace en aras del Cielo, con dedicación y amor, todos merecemos encontrar tesoros en la casa. El tesoro encontrado es aludido en las palabras cuidadosamente elegidas por Rashi, “tesoros de oro”, matmonim shel zahav (מַטְמוֹנִים של זהב) ¿Qué tesoro es el que todos encontramos gracias a que despedazamos la casa para la limpieza de Pésaj?
La palabra hebrea para “tesoros” (מַטְמוֹנִים) puede leerse como “se cuentan 49”, mem tet monim (מט מוֹנִים), una hermosa referencia a los 49 días de la cuenta del Omer. El oro revelado al final de los 49 días es la Torá, de la que el rey David dice: “Prefiero la Torá que Tú hablas más que miles de [piezas] de oro y plata”.