“Vaiehí baiom hashminí…” Después de los Siete Días de Consagración del Tabernáculo del desierto llega el octavo día. El octavo continúa el siete y lo supera. El número 7 es la perfección de la naturaleza, como un alma en un cuerpo. El número 8 es la manifestación de la luz Divina sobre los confines del universo, por ejemplo, la morada de la Shejiná como en el relato de nuestra porción de la Torá. Moshé es el “protagonista” de los Siete Días de Consagración, sirviendo como sacerdote con una túnica blanca. Es la séptima generación sobre la cual está escrito: “todos los séptimos son queridos”. El ‘protagonista’ del octavo día es, sin lugar a dudas, Aharón el Sacerdote, que comienza a servir como Sumo Sacerdote. Aunque Aharón es de la misma generación que Moshé, en cierto aspecto él es la “octava generación”. Moshé alcanzó un pináculo en su vida cuando se le dio la Torá, y ahora ha llegado una nueva etapa (como una nueva generación): la generación de la morada de la Shejiná. No es coincidencia que el nombre de Aharón, אהרן, sea divisible por ocho – ocho veces 32, לב, lev, corazón. Además, los nombres de los cuatro hijos de Aharón, Nadav, Avihu, Elazar e son también 1040, , נדב,אביהוא,אלעזר,יתמאר ,Itamar divisibles por 8 (8 veces עין, ain, ‘ojo’). Por el mérito de Moshé, el secreto del número 7, descendió del cielo el maná, un alimento especial absorbido completamente por los órganos del cuerpo. Moshé también bajó de lo Alto la Torá, que está completamente absorbida dentro de nosotros. La morada de la Shejiná a través de Aharón es como una nube que desciende sobre nosotros, las Nubes de Gloria nos protegieron en el desierto por el mérito de Aharón, que es el secreto del número 8. El objetivo final es conectar el siete y el ocho para que la morada de la Shejiná esté literalmente en medio de nosotros: “Y moraré en medio de ellos, dentro de todos y cada uno de Israel”.