LA CUENTA DEL ÓMER
RAZI NOS ENSEÑA
¡HOLA, NIÑOS! El viernes 18 de Iyar celebramos la Hilulá (aniversario del fallecimiento) de Rabí Shimón, y de hecho ya estamos a punto de finalizar la quinta semana del Conteo [del Ómer]. Día tras día contamos y avanzamos – “Hoy es el día uno… Hoy son doce días que son… del Ómer…” – ¡y ahora nos quedan solo dos semanas para llegar al objetivo – la Entrega de la Torá!
El camino que hacemos en estos días, entre Pésaj y Shavuot, es en realidad una ruta de maduración rápida. En un viaje acelerado de cincuenta días, nos transformamos de un bebé, que necesita el cuidado dedicado de su madre, a una persona madura e independiente, capaz de asumir la responsabilidad de sus acciones.
¿A QUÉ SE REFIERE?
Levantar los ojos al cielo
Escuchen una historia que me dio mucho material para reflexionar: En medio de los tumultuosos bailes de Simjat Torá, el anciano gabbai (encargado de la sinagoga) se paró en la bimá (plataforma) de la sinagoga, llenó sus manos con una cantidad considerable de caramelos y los arrojó al aire. ¿Por qué no? Para que la alegría de la Torá y su dulzura llegaran también a los niños. El gabbai repitió sus acciones una y otra vez, y la noticia se extendió rápidamente entre los niños. De todos los rincones de la sinagoga, los niños se empujaban con entusiasmo para recoger el botín. ¿Conocen el fenómeno? Toda área donde caen los dulces se convierte inmediatamente en un campo de batalla, del que salen los ‘ganadores’ que gritan con las manos llenas y los ‘perdedores’ con las manos vacías, y a veces también llorando. “Noté”, me cuenta esa persona, “que a pesar de que la acción se repetía una y otra vez – algo no vi que sucediera. Los ojos de los niños estaban concentrados en el suelo, esforzándose por buscar y encontrar otro dulce perdido, pero por alguna razón nadie los levantaba hacia arriba, en dirección al anciano, para darle las gracias…”.
¿Qué aprendí de esta historia? Que nuestro comportamiento a veces puede ser muy egoísta. Para ser honesto, así es nuestra naturaleza primordial. Es decir, así nos veremos si no hacemos un esfuerzo por nuestra parte para cambiar. Somos capaces de estar muy concentrados en lo que queremos, de estar seguros de que debemos conseguir aquello que es importante para nosotros, pero olvidamos levantar los ojos al cielo. Después de todo, alguien desde arriba nos está arrojando los caramelos… Por cierto, les revelaré un secreto: este no es un fenómeno que solo concierne a los niños…
LA SUPERIORIDAD DEL HOMBRE SOBRE LA BESTIA
No se asusten por la comparación, pero voy a dar un ejemplo un poco más agudo. ¿Conocen a alguien más que mira principalmente hacia el suelo con el propósito de encontrar y buscar algo para comer? ¡Una bestia…! La vaca pasta en el campo con su cabeza gacha, y su rango de interés se limita a encontrar la siguiente porción de hierba para masticar. No en vano creó Dios la estructura de su cuerpo de tal manera que su cabeza, su vientre y su cola se encuentran exactamente en la misma línea de altura. ¿Significa esto que los animales no tienen intelecto? No estoy seguro de que esa sea la definición. Se puede ver mucha sabiduría en los animales, pero es intelecto de bestia, intelecto a la altura de la comida…
También Moishe, mi hermano menor, tiene mucho intelecto. Como cualquier niño, también él es ‘adicto’ a los dulces, y a mamá realmente no le gusta eso. No es saludable, arruina los dientes, ya saben… Esa es la razón por la que mamá los esconde muy bien en el armario de la cocina, arriba, lejos de sus ojos curiosos y de sus manos largas. ¿Y qué creen que pasó cuando mamá salió de compras? Los siguientes hallazgos lo atestiguarán: la puerta del armario estaba abierta, junto a la encimera estaba la mesa baja de juegos que fue arrastrada desde la habitación de los niños, encima de ella estaba la silla del salón, encima de ella el taburete del grifo, y el pequeño Moishe estaba sentado en el suelo lamiendo con placer el botín… Bueno, entonces, ¿creen que el pequeño tiene intelecto o no? De hecho, aquí hay mucha astucia, pero a la altura de un dulce…
PARA REFLEXIONAR DESDE ARRIBA
Entonces, ¿qué intento decirles? ¿Que los niños son como las bestias? No exactamente. El ser humano, sin importar la edad que tenga, destaca por su diferencia con la bestia. ¡El ser humano es capaz de dejar de estar absorto y levantar los ojos hacia arriba! La cabeza del ser humano está por encima del resto de sus miembros y los mira desde arriba. Así que es cierto, los niños en la sinagoga en Simjat Torá estaban encorvados hacia abajo, pero ese hombre, de quien escuché esta historia, estaba de pie arriba. Él observaba lo que sucedía y lo veía desde un lado, y por eso podía sentir la falta de lógica en el comportamiento de los niños. Supongo que ustedes también se identifican con él, y eso es una señal de que todos tenemos la cabeza sobre los hombros.
Admor HaZaken nos enseña que cada judío tiene dos almas: un alma Divina y un alma animal. Una bestia es una bestia, con intelecto de bestia, a la altura de la hierba, y así se comporta exactamente nuestra alma animal. ¿Saben cuál es el otro nombre de esa alma animal? El alma natural. Es simplemente la naturaleza con la que nacimos: pensar en nosotros mismos y preocuparnos por nosotros mismos. ¿En qué creen que piensa un bebé que acaba de nacer? No conoce a nadie y nada le interesa. Está absorto en sí mismo con los ojos cerrados, los cuales solo abrirá para propósitos especiales como la comida…
DEL ALIMENTO DE BESTIA AL ALIMENTO DE HOMBRE
¡Todavía recuerdan la salida de Egipto? Las matzot que comimos en la festividad de Pésaj expresan nuestra fuerte fe en Dios. La fe es mi conexión con Dios incluso sin intelecto y sin entendimiento, y esto es definitivamente lo que teníamos en Egipto. Esta es también la razón por la que no dejamos que las matzot se inflaran y tuvieran sabor. Seguimos a Dios “en una tierra no sembrada” con fe simple.
¿Cuál es el sacrificio que ofrecemos inmediatamente después de la primera festividad? El Korbán HaOmer (ofrenda del Ómer). La ofrenda de harina que acompaña al sacrificio la traemos de cebada. La cebada es el alimento de la bestia, ya que el hombre prefiere el sabor refinado del horneado de trigo. ¿Cuándo traemos un sacrificio que contiene precisamente un horneado de trigo? La verdad es que la mayoría de las ofrendas de harina que se traen al Santuario están hechas de harina de trigo, pero en la festividad de Shavuot hay algo excepcional: se traen los dos panes que están horneados con jametz (levadura). El jametz inflado y sabroso es alimento de hombre, y expresa mi conexión con Dios cuando hay en él intelecto y entendimiento, sabor y conocimiento.
¿De dónde ‘surgió’ en nosotros el intelecto? ¿Qué nos permite pasar de ofrecer alimento de bestia a ofrecer alimento de hombre? Aparentemente, el Conteo del Ómer y los días entre Pésaj y Shavuot nos hicieron madurar, adquirir intelecto. En las siete semanas del conteo, estamos ocupados corrigiendo nuestras cualidades, para que seamos seres humanos. Ahora, sobre nuestra fuerte fe en Dios y con cualidades más refinadas, el ‘hombre’ dentro de nosotros comienza a crecer.
Bueno, entonces, si ya hemos madurado y tenemos intelecto, ¿qué se nos puede enseñar? ¡Claro, la Torá de Dios es perfecta!
¡Que tengamos el mérito de madurar y prepararnos adecuadamente para la entrega de la Torá!
¡Shabat Shalom!
Razi