Las dos apariciones de la circuncisión
La parashá de esta semana comienza con los versículos:
“Si una mujer concibe y da a luz a un varón, quedará ritualmente durante siete días, como en los días de su flujo menstrual. Al octavo día será circuncidada la carne de su prepucio.”
Estos son versículos fundamentales en la Torá, porque es a partir de aquí que se habla del mandamiento de la circuncisión. Los comentaristas[1] se preguntan por qué el mandamiento de la circuncisión, con todos sus detalles específicos, aparece ahora. ¿No podrían estos detalles haber sido incluidos en el mandamiento de la circuncisión ya dado a Abraham en la parashat Lej Lejá?
Hay diferentes respuestas a esta pregunta.[2] Respondamos haciendo uso de la guematria. Al Rebe de Lubavitch le gustaba mucho el número 27, la guematria de “puro”, zaj (זָךְ) es significativa, porque es tres elevado a la tercera potencia: 3 por 3 por 3. Lej Lejá es la tercera porción en la Torá, mientras que nuestra parashá, Tazria, es la 27ª. Esta es una hermosa conexión entre Lej Lejá y Tazria y las dos menciones de la circuncisión.
Como se ha señalado, hay muchos detalles que los sabios aprenden de estos versículos iniciales de la Parashat Tazria. Nuestro modelo-partzuf para la parashá de esta semana tomará todas estas enseñanzas – hay al menos once enseñanzas diferentes o halajot que los sabios, tanto del Talmud de Babilonia como de Jerusalén, aprenden de estas palabras – y las organizará en una estructura. Eso significa que asociaremos cada explicación, cada ley aprendida, con una particular sefirá, un poder en el alma. Cada una de estas asociaciones es la base para otra rectificación y perfección de un poder del alma.
Corona y Conocimiento: La circuncisión anula el Shabat y el Tzara’at
Comencemos con lo que significa y cómo aprendemos que la circuncisión anula el tzara’at, la dolencia espiritual de la piel que comúnmente se traduce como lepra. Tzara’at realmente no tiene nada obvio que ver con la lepra moderna, por lo que en general nos referiremos por su nombre hebreo, tzara’at.
Inmediatamente después del mandamiento de circuncidar, la Torá detalla las leyes de tzara’at. Una de las graves prohibiciones que rigen el tzara’at es no cortar ni retirar el tzara’at del cuerpo para purificarlo. Los sabios aprenden esto del versículo: “Cuídate en lo referente a la lesión cumpliendo meticulosamente [actuando de acuerdo con todo lo que los sacerdotes levitas te instruyen]”.[3]
Pero, ¿qué pasa si la lesión se localiza en el órgano procreativo masculino, realizar la circuncisión significaría extirpar la lesión? Debido a que las leyes de la circuncisión son seguidas por las leyes de tzara’at, los sabios aprenden que en tal caso la circuncisión anula la prohibición de extirpar la lesión.
Los sabios explican por qué necesitamos aprender este principio de que la circuncisión invalida el tzara’at del verso “Al octavo día, la carne de su prepucio será circuncidada”. ¿Por qué no es suficiente que tengamos un principio general que establezca que un mandamiento positivo prevalece sobre uno prohibitivo? Ellos responden que debido a que la prohibición de no extirpar una lesión de tzara’at está establecida en el positivo, “Cuida de la lesión observando meticulosamente…”, se considera que contiene tanto una prohibición como un elemento positivo. Cuando este es el caso, el mandamiento positivo de realizar la circuncisión no es suficiente para anular la prohibición de extirpar la lesión. Es por eso que la Torá necesita un versículo especial: “Al octavo día se le quitará la carne del prepucio”, para anular la prohibición de extirpar la lesión. Este es nuestro primer ejemplo de una halajá que conecta el comienzo de la parashá con lo que sigue.
Para ser aún más precisos, podríamos preguntar, ¿de qué palabra aprendemos que la circuncisión invalida el tzara’at? De la palabra “carne [de su prepucio]”. La palabra “carne” es suficiente para enseñar que incluso si hay una lesión en la carne, debe ser extirpada.
Otra halajá se enseña en relación con esta conexión entre la circuncisión y el tzara’at. Supongamos que se encuentra con una situación en la que hay una lesión en el prepucio del niño. Mientras estás removiendo el prepucio – y, por supuesto, la lesión – para cumplir con el mandamiento de la circuncisión, no se te permite tener la intención de purificar también el tzara’at. El tzara’at debe ser purificado incluso en este caso, de forma natural, es decir, sin premeditación. Este es un ejemplo de una acción que se realiza por encima de la razón y el entendimiento, utilizando el lenguaje propio del pensamiento jasídico.
La circuncisión prevalece sobre el Shabat
En nuestros tiempos, el tzara’at no se encuentra comúnmente, al menos en su forma directa, pero lo que sigue siendo relevante hoy en día es que la circuncisión tiene precedencia sobre el Shabat. De hecho, lo más probable, es que esta halajá sea relevante en una de cada siete circuncisiones.
Hay algo en el octavo día que es más importante y fuerte que el séptimo. El secreto del número ocho es mayor que el del siete. El siete es el Shabat, el séptimo día, y el octavo es la circuncisión.
¿De dónde aprendemos que la circuncisión prevalece sobre el Shabat? De la palabra “y en el [octavo] día”, uVaIom (וּבַיּוֹם). Debe hacerse en el octavo día, incluso si el octavo día es Shabat.
Shabat y Tzaraat: Placer y aflicción
¿Cómo deberíamos establecer una correspondencia entre estas dos leyes y las sefirot en nuestro partzuf/modelo? Debe haber alguna conexión entre estas dos primeras halajot, ya que ambas siguen la formulación de que la circuncisión prevalece sobre algo. Para entender la conexión entre el Shabat y el tzara’at, recurramos a la conocida afirmación del Sefer Ietzirá: “No hay bien que sea superior al placer, oneg (עֹנֶג) y ningún mal inferior a la aflicción, nega (נֶגַע)”. ¿Qué es el placer y qué es la aflicción? El sagrado Shabat es el máximo placer, como está dicho: “Entonces te complacerás en Havaia“, az tit´aneg al Havaia (אָז תִּתְעַנֵּג עַל הוי’). La mitzvá principal de Shabat es el placer del Shabat – oneg Shabat. La aflicción (נֶגַע) es claramente tzara’at – la aflicción principal en la Torá. Además, en arameo, la palabra “mal”, ra (רָע) también significa enfermedad, y la peor enfermedad es el tzara’at.
Ahora bien, ¿dónde encajan estas dos halajot en las sefirot? Dado que estamos estudiando y fundamentando estas ideas de acuerdo con el Sefer Ietzirá, y en él cada una de las sefirot es referida como una “profundidad”, omek (עֹמֶק), el bien y el mal son similares a la “profundidad del bien”, omek tov (עֹמֶק טּוֹב) y la “profundidad del mal”, omek ra (עֹמֶק רָע). El primero se refiere a la emanación-keren de bondad de la sefirá de conocimiento (da’at) y el segundo a la emanación-keren de juicios en conocimiento. Por lo tanto, se puede decir simplemente que la ley de que la circuncisión invalida el Shabat corresponde a bondad dentro de conocimiento, cuya raíz está – y según otros esta es la intención de la expresión de bondad dentro de conocimiento- en la corona suprema.
Para usar el lenguaje cabalístico, el placer de Shabat está relacionado con las siete sefirot inferiores de Atik, las cuales debido a que se envisten dentro de la parte inferior de la corona, se pueden sentir. Sin embargo, el placer de la circuncisión no se puede sentir, está más allá de la experiencia, lo que la coloca en el ámbito de la fe, refiriéndose a las tres sefirot más elevadas de Atik, que no se pueden experimentar. Esto es exactamente paralelo a la premisa de que uno no puede obtener placer (es decir, beneficio) de circuncidar un prepucio que tiene una lesión – el beneficio de haberse deshecho del tzara’at. Pero a pesar del hecho de que el placer no se experimenta, la circuncisión es mucho más fuerte que la lesión, que, de una manera natural y no meditada, puede curar el tzara’at.[4]
Por lo tanto, tenemos que el tzara’at y Shabat son las dos coronas de la sefirá de conocimiento o que la propia circuncisión se encuentra en la corona, particularmente en la fe, el tercio más alto de la corona.
Sabiduría: El mandamiento del Padre de circuncidar a su Hijo
Repasemos rápidamente algunas otras leyes de la circuncisión. La Torá sitúa el deber de circuncidar a un niño específicamente en su padre.[5] ¿De dónde aprendemos esto? Según el Talmud de Jerusalén, se aprende del verbo “será circuncidado”, imol (יִמּוֹל). Por otro lado, el Talmud babilónico afirma que la fuente es desde Abraham, “Abraham circuncidó a su hijo Itzjak cuando tenía ocho días”.[6] Este versículo es el que decimos en la bendición de la circuncisión. De cualquier manera, claramente esta halajá corresponde a la sefirá de sabiduría, conocida como el principio Padre.
Entendimiento: El gozo de los padres en la pureza de la madre
¿Por qué esperamos ocho días para realizar la circuncisión? Hay una razón en el Talmud en nombre de Rabí Shimon bar Iojai (Rashbi). Rashbi se identifica comúnmente con el resplandor de Madre Suprema, es decir, con la sefirá de entendimiento. La razón es que no sería apropiado que todos se alegraran por el nacimiento del nuevo hijo, pero el padre y la madre deberían estar tristes porque ahora se les prohíbe tener contacto físico. Por lo tanto, esperan hasta el octavo día. Al séptimo día, la madre se sumerge en la mikve para purificarse de la impureza del parto, como está escrito en el versículo anterior: “Y será impura por siete días”. Y luego, inmediatamente, dice: “Y al octavo día [después de que ella se haya purificado], él será circuncidado”. Posteriormente, después de los primeros siete días, incluso si la madre ve sangre, se considera sangre pura y que no impurifica (según la ley de la Torá).
Todos los mandamientos deben cumplirse con gozo, y específicamente en el caso de la circuncisión, está escrito: “Me regocijo en Tu palabra, como quien encuentra un gran botín”.[7] El mandamiento de la circuncisión debería alegrar aún más que cualquier otro. Todos los mandamientos son en aras de la alegría, y la esencia de este mandamiento es la alegría de una mitzvá que requiere autosacrificio, la alegría de la continuidad del pueblo judío y la alegría de una mitzvá que es la raíz y la fuente de toda la Torá. La alegría es la experiencia interna de la sefirá de entendimiento, del principio madre (Ima), sobre el cual está dicho: “la madre de los hijos está alegre”[8] (especialmente cuando está pura para su esposo).
Bondad y poder: Circuncisión al octavo día después de la salida del sol.
De la frase “al octavo día”, los sabios aprenden[9] que la circuncisión debe realizarse durante el día y no por la noche. Los sabios continúan señalando que “los diligentes se apresuran a cumplir los mandamientos”. ¿De quién aprendemos este principio? De Abraham, que es el alma arquetípica de bondad. La luz del día por sí misma representa la bondad, como está escrito: “De día, Di-s mandará sobre mí Su bondad”[10] y el primer día de la Creación, que corresponde a la bondad y que se llama “luz” en el versículo, “Di-s llamó a la luz ‘día'”.[11]
Junto con esto, se enseña que se debe esperar hasta el amanecer, y está prohibido realizar la circuncisión antes de ese momento. Hay muchos mandamientos que se pueden cumplir entre el alba y la salida del sol ex post facto. La circuncisión es uno de ellos, pero en realidad hay que esperar hasta la salida del sol. Hay un versículo que expresa esto: “Como el sol cuando sale en su poderío”. La circuncisión es una fuente de fuerza en la vida del niño. Le da fortaleza para la contención. Para guardar su pacto con amor, un amor que es amor ardiente – es decir, que representa el aspecto de fuerza y restricción dentro del amor – la circuncisión debe realizarse después de que el sol haya salido en su plenitud. Obviamente, esta ley corresponde a la sefirá de guevurá (fuerza), que fortalece el amor que es jesed (bondad) y lo transforma de un amor como el agua a un amor ardiente.
Belleza: Fortalecer el Cuerpo
El aspecto de belleza en la circuncisión es la segunda razón por la que esperamos ocho días para circuncidar al niño. El Rambám trae esta razón en su Guía para los Perplejos. Hay comentaristas que se preguntan por qué no trajo la razón expuesta por Rabí Shimon bar Iojai en el Talmud. Sin embargo, parece que pasaron por alto el hecho de que la razón que si trae está escrita en el Midrash.
Esta es una razón muy sencilla, que es la que prefiere el Rambám: esperamos ocho días para circuncidar al niño y permitirle que se fortalezca; para que todos sus órganos tengan tiempo de fortalecerse, y pueda someterse a la circuncisión sin peligro. Sin embargo, esta razón plantea otra pregunta. Un animal, después de siete días, ya no se considera un potencial aborto, pero para un niño se necesitan treinta días hasta que ya no se considera un aborto, razón por la cual realizamos la redención del primogénito solo después de treinta días. ¿Por qué, entonces, no esperamos treinta días antes de circuncidar al niño?
¿Cuál es la naturaleza de esta razón que Maimónides ofrece como un tipo de explicación natural para la circuncisión? Hay quienes quieren decir que está relacionado con la afirmación de los sabios de que la Torá nos ordena esperar hasta el octavo día, para que “el niño experimente un Shabat”. El Shabat es una fuente de salud para un judío, como dicen los sabios: “Es Shabat… y la curación está cerca”.[12] Con el simple hecho de experimentar un Shabat, incluso sin conciencia del día, un judío se fortalece – fortalece tanto el alma como el cuerpo, porque para un judío, el alma y el cuerpo dependen el uno del otro. El Rambám no menciona esto en su explicación en la Guía, pero esto es lo que algunos de los sabios posteriores añaden.
También podríamos adoptar el enfoque opuesto. Dado que vemos que incluso un animal es lo suficientemente fuerte después de 7 días para ser considerado sano y no un parto malogrado, esto ciertamente también afecta la dimensión corporal de un niño. Por lo tanto, a pesar de que un niño judío está fuertemente conectado con su alma y, por lo tanto, puede ser redimido solo después de 30 días, ya después de 7 días, el cuerpo es lo suficientemente fuerte como para someterse a la circuncisión.
Este aspecto de esperar hasta el octavo día para circuncidar corresponde a belleza debido a la afirmación del Tikunei Zohar, “la belleza [tiferet] es el cuerpo” (תִּפְאֶרֶת-גּוּפָא).
Victoria: la Circuncisión siempre durante el día
En cuanto a la bondad, vimos la enseñanza de que la circuncisión en el octavo día debe ser durante el día, no durante la noche. Los sabios continúan con otra enseñanza, que incluso si la circuncisión debe posponerse por razones válidas, ya sea el noveno día, el décimo día, el undécimo día y el duodécimo día, cualquiera que sea la demora, aún debe hacerse durante el día, no por la noche. Ubicamos esta ley en victoria (netzaj) ya que es la rama de bondad. También se ajusta muy bien, ya que el nombre de esta sefirá (netzaj) también se puede traducir como “eternidad”, es decir, la única sefirá cuyo nombre está explícitamente relacionado con el continuum del tiempo.
Mencionamos hasta 12 días después del parto porque estos son escenarios “normales” para retrasar la circuncisión. Si el bebé nació al crepúsculo, la circuncisión debe tener lugar al noveno día; si es durante el crepúsculo al comienzo del Shabat, debe ser en el décimo día; si es el crepúsculo antes de Shabat que es seguido por una festividad, la circuncisión debe tener lugar en el undécimo día; y si es el crepúsculo antes de Shabat el que es seguido por los dos días de Rosh Hashaná, debe tener lugar el duodécimo día. Esta es la explicación de esta enseñanza de los sabios, especificando cinco días en los que se debe realizar la circuncisión inicialmente, dependiendo de cuándo nazca el niño.
Esto explica una pregunta hecha por Lubavitch. Hay un dicho común que dice que un Lubavitch nace el 10 de Kislev (el día en que el Mitler Rebe fue liberado de la cárcel), y su circuncisión es el 19 de Kislev. ¡Pero estos son diez días, no ocho! Aquí, vemos que, según los sabios, la circuncisión puede ser en el octavo, noveno, décimo, undécimo o duodécimo día. La suma de estos números (8, 9, 10, 11 y 12) es 50.
¿Cómo se conectan el 8 y el 50? 8 es 7 más 1 y 50 es 7 al cuadrado más 1 – como los 50 días de la Cuenta del Omer. Una circuncisión regular es en el octavo día, pero todos estos días alternativamente “regulares” suman cincuenta. Además, dado que hay 5 posibles números de días, su valor promedio es 10, que corresponde exactamente a los diez días desde el 10 de Kislev hasta el 19 de Kislev.
Reconocimiento: La circuncisión depende de la impureza ritual
La circuncisión al octavo día solo es necesaria cuando la mujer es impura debido al parto. Aprendemos esto de la yuxtaposición de los dos temas en versículos secuenciales:
Si una mujer concibe y da a luz un varón, quedará ritualmente impura durante siete días… Al octavo día será circuncidada la carne de su prepucio.
Pero si hay una situación en la que el parto no causa su contaminación ritual, la circuncisión no se retrasa hasta el octavo día. ¿Cómo puede suceder esto? Una opción es que el niño nazca por cesárea. En la práctica, hoy en día, esperamos los ocho días completos, incluso en el caso de una cesárea, según el Rosh que fue el primero en dictaminar así. Sin embargo, según la letra de la ley, uno no esperaría los ocho días completos.
Existe otra posibilidad de que la madre no sea impura después del parto. Este es el caso de una mujer que da a luz y luego se convierte el mismo día. Dio a luz de forma natural y luego se convirtió, por lo que no es impura debido al parto. En este caso, la circuncisión debe realizarse de inmediato. El Rosh escribe que incluso en este caso, hoy esperamos ocho días.
Anteriormente analizamos la conexión entre la circuncisión, la lepra y el Shabat, y aquí vemos una verdadera y profunda conexión entre la impureza menstrual, nidá (נִדָּה) y la circuncisión, milá (מִילָה). La suma de sus valores es 12 al cuadrado – por lo tanto, numéricamente, las dos palabras se complementan entre sí. El verso que une a los dos es uno que describe la sefirá de reconocimiento (hod): “Mi hod se ha vuelto contra mí”[13] (הוֹדִי נֶהְפַּךְ עָלַי לְמַשְׁחִית) y las letras de “hod” (הוֹד) permutan para formar un sinónimo de menstruación, davá (דָּוָה).[14] Está claro, de acuerdo con la dimensión interior de la Torá, que la circuncisión en el octavo día está intrínsecamente conectada con la impureza menstrual y la sefirá de hod.
Aquí también es el lugar para decir que para alguien que desea merecer una descendencia sana y con larga vida, especialmente hijos varones, el mérito principal es la observancia de las leyes de pureza familiar. Algunos intérpretes aprenden esto de aquí. Este es un principio muy importante.
Fundamento: Circuncisión al octavo día solo para un niño definitivamente varón
Correspondiendo a la sefirá de fundamento, ubicamos la halajá que dice que sólo cuando se sabe que el niño es definitivamente varón, se retrasa la circuncisión hasta el octavo día. De lo contrario, debe hacerse de inmediato, de acuerdo con la letra de la ley. Aprendemos esto de las palabras: “y da a luz un varón… Al octavo día se le circuncidará el prepucio”. A veces, un niño nace con los genitales ocultos. A esto se le llama tumtum. Si posteriormente se retira la piel que cubre los genitales y se revela que el niño es realmente varón, entonces, de acuerdo con la ley, no se espera hasta el octavo día.
Desde el punto de vista jasídico, un hombre es un otorgante, uno que está destinado a influir en los demás. Por lo tanto, por definición, “masculino”, zajar (זָכָר) tiene el mismo valor numérico que “bendición”, brajá (בְּרָכָה). Así, por definición, la masculinidad tiene la naturaleza innata de revelarse inmediatamente. Aunque todas las leyes que estamos revisando y que corresponden a las sefirot deben ser explicadas de acuerdo con el pensamiento jasídico, analicemos esta.
Algunas personas piensan que hay un problema con revelar que uno es un dador y un “influencer”, una persona influyente (un mashpia). De hecho, hay algunos jasidim que ocultan su intención de afectar e influir en los demás. Sin embargo, aquí está escrito que la esencia del nacimiento, de venir al mundo, es no ocultar ni por un momento que eres varón, que te identificas con la necesidad de influir en los demás para que se acerquen más a Di-s a través de la difusión y, más específicamente, de las campañas del Rebe de Lubavitch. Al no ocultar esto, al actuar de acuerdo con este llamado esencial de nuestra generación, uno merece traer “el octavo día”, el 8 que es más alto que el 7.[15]
Reinado: Circuncisión al octavo día solo con un prepucio definido
Por último, tenemos una halajá similar a la que ubicamos en fundamento. De la última palabra del versículo, “su prepucio”, aprendemos que solo cuando el niño tiene un prepucio definido hay obligación de circuncidar al octavo día, pero si hay duda sobre el prepucio, no hay obligación. Aquí hay algunas posibilidades en las que esto sucedería. Solo nos centraremos en las dos centrales.
La primera es cuando una persona nace ya circuncidada; entonces existe la obligación de realizar el acto de extraer una gota de sangre (conocido como Hatafat Dam Brit), pero como no hay un prepucio definido, no hay obligación de circuncidar al octavo día y la extracción de la gota de sangre no prevalece sobre Shabat. En otras palabras, si alguien nace circuncidado en Shabat, la extracción de sangre no se realiza en el siguiente Shabat, a pesar de que hacerlo es parte integrante del mandamiento de circuncidar.
El segundo ejemplo es el caso de un niño andrógino – uno que tiene características sexuales tanto masculinas como femeninas. Un niño así, que tiene incluso características parciales de genitales masculinos y femeninos, no se considera un varón definitivo y, por lo tanto, no cumple con el requisito de tener un “prepucio” que debe ser circuncidado al octavo día.
La rectificación de Reinado a través de la certeza en la identidad de género
De esto, podemos aprender algo muy profundo relacionado con nuestra generación. La imperfección de reinado es la difuminación de la identidad de género. Si alguien puede ser “andrógino”, es decir, no tener certeza sobre si es hombre o mujer, o tal vez ambos, eso constituye un colapso de reinado, de la sociedad. La Torá aquí describe un estado de “mitad-mitad” como algo que no es bueno, es una situación indeseable.
Podemos decirlo de otra manera. ¿Quién es el alma arquetípica de reinado? Todo el mundo sabe que el alma arquetípica de fundamento es Iosef el Justo y que el alma arquetípica de bondad es Abraham nuestro Patriarca, y así sucesivamente con respecto a las otras sefirot. Pero, ¿qué pasa con reinado? Se asocia con el mes de Iyar, y si escribes Iyar con dos iuds (אִיָיר), sirve como acrónimo de las cuatro almas arquetípicas de las sefirot que corresponden a la Carroza Divina. Las cuatro almas son Abraham, Itzjak, Iaacov y Rajel (אַבְרָהָם יִצְחָק יַעֲקֹב רָחֵל). Estas son las cuatro almas que aparecen en el Pentateuco. David aún no estaba presente. Así, en reinado, encontramos dos almas arquetípicas: la matriarca Rajel, que es cien por cien mujer, o el rey David, que es cien por cien hombre. Una identificación de género andrógina constituye una mácula y debilita la sefirá de reinado. Incluso en su lado masculino, no cumplen con el mandamiento de “al octavo día, su prepucio será circuncidado” para prevalecer sobre Shabat.
La Humildad de reconocer nuestro prepucio
En el relato de la creación, hay nueve menciones de la palabra “bien”, que están relacionadas con el pacto – la sefirá de fundamento – y una mención del “mal”. El aspecto interno de reinado es la humildad del rey David. Humildad significa ser capaz de reconocer el lado malo u oscuro dentro de uno mismo. Lo que aprendemos de la idea de que la masculinidad, es decir, la cualidad de humildad al estilo del Rey David, debería ser evidente de inmediato, es que cada vez que uno se encuentra con la negatividad en la vida, debe atribuir espontáneamente la fuente de esta negatividad en uno mismo. Este es el primer paso para no convertirse en una persona victimizada que finalmente queda incapacitado. Toda rectificación en la vida comienza con esta importante cualidad de humildad.
Si alguien es psicológicamente, por así decirlo, andrógino, es incapaz de asumir la responsabilidad de la negatividad a la que se enfrenta. No está claro para ellos que la raíz de la negatividad o la oscuridad esté realmente en el interior. Para tener un “prepucio definitivo”, uno debe tener claro que arreglar su situación comienza por arreglarse a sí mismo.
Y una nota para aquellos familiarizados con nuestras enseñanzas sobre la humildad: hay una especie de paradoja, ya que la bajeza es la experiencia interna de reinado, que se asocia con la contraparte femenina (Nukva). Uno podría pensar que debido a esto las mujeres requieren más humildad que los hombres (y que la principal demanda de un hombre es tener auto-anulación, la experiencia interna de sabiduría). Pero hemos explicado muchas veces que esto no es correcto; es todo lo contrario.
En su búsqueda de su conexión con Di-s, la mujer tiene menos necesidad de humildad. La humildad del varón tiene sus raíces en “su prepucio [definido]”. Un hombre que no tiene la fuerza y el coraje para reconocer “su prepucio” tiene un problema. No está actuando como un hombre al no asumir la responsabilidad, con humildad, de su lado oscuro y del mal que lleva dentro. Es por eso que Di-s nos creó con prepucio, aunque Él quería que nos perfeccionáramos a nosotros mismos y así pudiéramos rectificar la realidad. Esta es la esencia de la enseñanza de los sabios de que la obra de los justos es mayor que la obra de Di-s.[16] Así es precisamente como Di-s lo quiere. Quiere construir el mundo sobre una realidad inicialmente imperfecta, una que incluso se describe como “basura”.[17] Por lo tanto, ser hombre significa nacer con prepucio definido. Esta es la esencia de rectificar reinado a través de la humildad.
Nuestro partzuf final es así,
Corona-keter כֶּתֶר La circuncisión prevalece sobre Shabat y tzara’at מִּילָה דּוֹחָה שַׁבָּת וּמִילָה דּוֹחָה וְצָרַעַת | ||
Entendimiento – Biná בִּינָה Alegría de los padres en el octavo día מִילָה בַּשְּׁמִינִי שֶׁהַהוֹרִים יִשְׂמְהוּ | Sabiduría – Jojmá חָכְמָה El padre está obligado a circuncidar a su hijo הָאָב חַיָּב לְמוּל אֶת בְּנוֹ | |
Poder-Guevurá גְּבוּרָה Circuncisión después delamanecer מִילָה לְאַחַר “צֵאת הַשֶּׁמֶשׁ בִּגְבוּרוֹתוֹ” | bondad-jésed חֶֶסֶד Circuncisión durante el día מִילָה בַּיוֹם וְלֹא בַלַּיְלָה | |
Belleza-tiferet תִּפְאֶֶרֶת Circuncisión el octavo para que el niño esté sano מִילָה בַּשְּׁמִינִי שֶׁיִּתֵּחָזֵק כּוֹחוֹ | ||
esplendor-hod הוֹד Circuncisión en el octavo cuando la madre es ritualmente impura מִילָה בַּשְּׁמִינִי רַק כְּשֶׁהָאֵם טְמֵאָה | victoria-netzaj נֶצַח Circuncisión durante el día, incluso cuando se pospone naturalmente מִילָה בַּיּוֹם – תָּמִיד | |
fundamento-iesod יְסוֹד debe ser definitivamente masculino זָכָר וַדַּאי מֵרֶגַע לֵדַתּוֹ | ||
reinado-maljut מַלְכוּת debe tener un prepucio definitivo עָרְלָה וַדַּאי | ||
[1] Véase Or HaJaim sobre este versículo.
[2] De nuevo ver el Or HaJaim
[3] Deuteronomio 24:8
[4] Otra forma de describir la relación entre el Shabat y el tzara’at en el lenguaje cabalístico es que ambos están relacionados con las siete sefirot inferiores, o la parte trasera de Atik (también conocida como el בן de Atik). Shabat es el componente masculino en la parte trasera y el tzara’at es el componente femenino en la parte trasera. Pero la circuncisión está relacionada con las tres sefirot superiores de la parte frontal de Atik, también conocida como la Radla (la Cabeza Incognoscible). El anverso también tiene componentes masculinos y femeninos, y ambos corresponden a la circuncisión.
[5] Hiljot Milá 1:1.
[6] Génesis 21:4
[7] Salmos 119:162
[8] Salmos 113:9
[9] Pesajim 4a y Iomá 28b.
[10] Salmos 42:9
[11] Génesis
[12] Shabat 12b
[13] Daniel 10:8
[14] Como en Lamentaciones 1:13.
[15] Véase también la meditación sobre el 8: https://galeinai.org/2025/04/24/partzuf-el-octavo-dia/
[16] Ketubot 5a
[17] Bereshit Rabá 1:5
Hermosa enseñanza