¿QUÉ ES UN PECADO?
A veces, los elementos o ideas que reunimos y organizamos en un partzuf – un modelo cabalístico – no se han estructurado en el pasado. Aunque puede tener mucho sentido conectarlos entre sí, siempre es útil fortalecer su conexión a través de otro tipo de análisis. Para el partzuf de esta semana, vamos a ver los pecados todo-inclusivos descritos en la Torá. Estos son los pecados cuyos efectos todavía se sienten hoy en día, por lo general no solo por el pueblo judío, sino por toda la humanidad. Además, el conflicto o problema que los causó aún no se ha remediado.
¿QUÉ ES UN PECADO?
Un pecado es una prueba que tiene el potencial de revelar la esencia de un individuo o de una comunidad o, si falla, de descarrilar la vida y desviarla hacia un camino alternativo. Jasidut analiza el potencial de revelar la esencia en detalle en el contexto del versículo: “Porque Havaia tu Dios te está probando para saber si amas a Havaia tu Dios”.[1] Puesto que Dios ya sabe si lo amamos o no, el versículo debe leerse como diciendo: “Dios te está probando para que sepas si amas a Dios”.
Si es un individuo el que peca porque no pasa la prueba, entonces su vida personal se descarrila. El remedio para un pecado personal es la confesión, la parte más importante de hacer teshuvá. Un ejemplo de ello es el relato del pecado de Iehuda contra su nuera, Tamar, que aparece en nuestra parashá, parashat Vaieshev. Cuando Tamar lo confronta, Iehuda admite su mala conducta y dice: “En verdad, ella tiene más razón que yo, por cuanto no se la di a mi hijo Shela”.[2]
El descendiente de Iehuda, el rey David, ejemplifica la capacidad de confesar los pecados. Después de ser interpelado por el profeta Natán con respecto a sus intrigas contra Urías, el esposo de Batsheba, David confiesa de inmediato: “He pecado ante Dios”.[3] Debido a que David se sometió de inmediato a la reprensión de Dios que se pronunció por medio de su profeta Natán, es considerado el ejemplo de humildad ante Dios y el decano de todos los que procuran arrepentirse ante de Dios. Como tal, la confesión de David se contempla como una importante rectificación del el intento de Adán de eludir la responsabilidad por haber comido del Árbol del Conocimiento. El descendiente de David, el Mashíaj, está destinado a llevar a toda la humanidad a rectificar esta predilección por evitar la responsabilidad de nuestras acciones.
Los pecados todo-abarcadores
La Torá describe muchos pecados que podrían ser candidatos para ser incluidos en este grupo, pero no hay una fuente rabínica clara que enumere cuáles podrían ser los más importantes. Por lo tanto, es útil y tal vez incluso sorprendente que podamos usar el análisis matemático para encaminar y luego respaldar nuestra decisión de incluir determinados pecados en nuestro grupo.
Comencemos por señalar los pecados más generales que son fáciles de identificar. El primero es, por supuesto, el pecado de comer del Árbol del Conocimiento de Adán y Eva en el Jardín del Edén. Ningún pecado ha afectado más a la humanidad que éste y, en cierto sentido, toda la historia humana, todas las dificultades, todas las luchas, son resultado de este pecado. Al comer del Árbol del Conocimiento, nuestros ojos se abrieron, pero nuestra conexión natural con Dios se truncó. Desde entonces, hemos estado buscando un camino de regreso.
El pecado de comer del Árbol del Conocimiento inició el proceso de empujar a la Presencia Divina, la Shejiná, siete niveles más arriba de morar en nuestra realidad. El retorno de la Shejiná a la conciencia humana comenzó con la vida y los esfuerzos de Abraham y se completó con la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, siete generaciones después. Los sabios describen que el veneno inoculado en Adán y Eva por la serpiente primordial fue neutralizado por la Shejiná que descendió sobre el Monte Sinaí.[4] Sin embargo, la sanación fue efímera y cuarenta días después, el pueblo pecó con el Becerro de Oro, un pecado todo-inclusivo y que una vez más arrojó al pueblo judío en un estado de disonancia con Dios.
El tercer pecado prominente de la Torá es el pecado de los espías que fueron a ver la Tierra de Canaán y luego regresaron con un informe difamatorio, lo que hizo que el pueblo desconfiara de la capacidad de Dios para traerlos a la Tierra. El resultado de este pecado fue cuarenta años de vagar por el desierto y, finalmente, llevó a que Moisés no entrara en la Tierra. Si Moisés hubiera guiado al pueblo a la Tierra de Israel, habría construido el Templo permanente en Jerusalén y la era mesiánica habría comenzado.
En busca de la simplicidad matemática
Después de que el Rav Ginsburgh enseñó por primera vez sobre estos tres pecados todo-inclusivos en la Ieshivá Od Iosef Jai en Shejem, meditó sobre las porciones de la Torá en las que aparecen desde una perspectiva cuantitativa. El pecado de comer del Árbol del Conocimiento está en la parashat Bereshit, la primera parashá de la Torá. El pecado del Becerro de Oro se describe en la parashat Ki Tisá, la parashá número 21 de la Torá. El pecado de los espías aparece en la parashat Shelaj, la parashá número 37. Estos tres números – 1, 21 y 37 – se pueden ver como una serie. Una técnica básica utilizada para analizar series es el método de las “diferencias finitas”. Es el equivalente discreto de encontrar la derivada de una función y fue desarrollado originalmente por Isaac Newton. Si los números de una serie tienen una segunda “diferencia finita” constante, forman una serie cuadrática. Por ejemplo, el número 1 3 6 forma una serie cuadrática ya que podemos escribir:
1 | 3 | 6 | ||
2 | 3 | |||
1 |
La diferencia entre 1 y 3 es 2, la diferencia entre 3 y 6 es 3 y la diferencia entre las diferencias (2 y 3) es 1, también conocida como la base de la serie. Podemos usar la base para encontrar el siguiente número de esta serie:
1 | 3 | 6 | 10 | |||
2 | 3 | 4 | ||||
1 | 1 |
El siguiente número es 10. Podemos usar la base para seguir generando el resto de los números de la serie.
Ahora, volvamos a los tres números 1, 21, y 37. Organizándolos en la forma de diferencias finitas obtenemos:
1 | 21 | 37 | ||
20 | 16 | |||
-4 |
Pero podemos hacerlo mejor asumiendo que hay falta un número en esta secuencia, entre 1 y 21. Si añadimos el número 9, obtenemos lo siguiente:
1 | 9 | 21 | 37 | |||
8 | 12 | 16 | ||||
4 | 4 |
Al agregar el 9, hemos supuesto que hay otro pecado todo-inclusivo en la 9ª parashá de la Torá, que resulta ser la parashat Vaieshev. Otra cosa que ha cambiado es que la base de la serie ahora es 4, lo que a su vez alude a que hay 4 pecados todo-inclusivos. Otro cambio importante es el valor promedio de los cuatro números: 1, 9, 21, y 37. Su suma es 68, lo que significa que su promedio es 17, el valor de la palabra pecado, jet (חֵטְא).
Uno debería cuestionar inmediatamente esta guematria, ya que el valor de “pecado” (חֵטְא) es 18. Sin embargo, hay un caso excepcional de la palabra en la Torá donde está escrita sin la alef, con respecto a una situación en la que la congregación rindió culto inadvertidamente de una manera prohibida. Ellos entonces traen “un macho cabrío como ofrenda por el pecado”[5] (וּשְׂעִיר עִזִּים אֶחָד לְחַטָּת). Dado que el valor promedio es 17, apuntamos en la dirección de la parashá número 17 de la Torá, que es Itró, sugiriendo que el remedio a todos los pecados todo-inclusivos se encuentra en la Entrega de la Torá descrita en esa parashá. Dado que la Torá es la que designa lo que es un pecado y lo que no lo es, se deduce que solo la Torá también puede anular un pecado a través del camino de la teshuvá.
Antes de identificar el pecado todo-inclusivo en la parashat Vaieshev, la novena parashá, veamos cuál es el número que precede al 1. Podemos encontrarlo extrapolando hacia atrás:
-3 | 1 | 9 | 21 | 37 | ||||
4 | 8 | 12 | 16 | |||||
4 | 4 | 4 |
Puede sonar un poco extraño, pero si seguimos los números lógicamente, podemos decir que la 3ª parashá negativa es la tercera parashá hacia atrás desde Bereshit, que es Nitzavim. La Parashá Nitzavim contiene lo que se conoce como la parashá de la teshuvá, una hermosa alusión a la afirmación de los sabios de que “la teshuvá precedió a la creación del mundo”.[6]
Un punto más que será importante para nuestra construcción del partzuf de los pecados todo-inclusivos en un momento, es observar el número de versículos en estas parashot. En la 1ª y 9ª – Bereshit y Vaieshev – hay 146 y 112 versículos, respectivamente. El total es de 258. En las parashot 21ª y 37ª – Ki Tisa y Shelaj – hay 139 y 119 versos, respectivamente. De nuevo, su suma es de 258.
Esto proporciona apoyo matemático adicional para agregar la 9ª parashá, así como para preparar el escenario para dividir los 4 pecados todo-inclusivos en 2 pares, al igual que las dos primeras letras del Nombre esencial de Dios, Havaia, se conocen como “lo oculto”, Hanistarot (הַנִּסְתָּרֹת)[7] y las dos letras finales se conocen como “y lo revelado”, VeHaniglot (וְהַנִּגְלֹת).
Pero lo que es aún más interesante es que el número de versículos en la parashat Itró – la parashá 17ª de la Torá, que dijimos que es el remedio para los pecados todo-inclusivos – es 72,[8] que es 4 veces 18, o 4 veces el valor de “pecado” (חֵטְא), aludiendo a que es el remedio para estos 4 pecados.
El pecado todo-inclusivo de Vaieshev
No es difícil identificar el pecado todo-inclusivo en la novena parashá de la Torá, parashat Vaieshev: el pecado de los hermanos que vendieron a Iosef como esclavo. Es un pecado todo-inclusivo porque todo el pueblo judío estaba involucrado. Cuando decimos que todos estuvieron involucrados, esto no excluye la posibilidad de que haya excepciones.[9] En efecto Benjamín no estuvo presente cuando Iosef fue vendido, al igual que los levitas no participaron en el Becerro de Oro.
De hecho, al principio los hermanos decidieron matar a Iosef, después de haberlo juzgado y llegado a la conclusión de que debía ser condenado a muerte. Sin embargo, la halajá dicta que, si todos los jueces encuentran unánimemente a alguien culpable de una ofensa capital, esa persona es liberada. Del mismo modo, si todos los hermanos hubieran estado presentes y hubieran decidido unánimemente que él era responsable de la muerte, entonces Iosef habría sido puesto en libertad.
Al poner de relieve la esencia del pecado de vender a Iosef, vemos que fue avivado por la duda de si un hijo de Rajel era equiparable a los hijos de las otras esposas de Iaacov. En otras palabras, la atención se centró en la condición de la descendencia materna, ya que todos los hermanos compartían un padre común, Iaacov.
Agregar este pecado a la serie también completa lo que parecía ser un salto espiritual demasiado grande desde el Árbol del Conocimiento hasta el Becerro de Oro, como ahora veremos.
Construyendo el Partzuf
Puesto que tenemos 4 pecados todo-inclusivos, se deduce que debemos corresponderlos con el modelo más conocido de la Torá de las cuatro letras del Nombre esencial de Dios, Havaia. Siempre que tenemos 4 elementos que están bien ordenados en la Torá, la lógica dicta que su orden debe conservarse. Por lo tanto, creamos el siguiente partzuf:
Letra de Havaia | Sefirá | Pecado todo-inclusivo | Pecar contra | |
iud | Sabiduría | Árbol del Conocimiento | Uno mismo | י |
Hei | Entendimiento | Vender a Iosef | Hermandad/ Madres | ה |
vav | Belleza (Conocimiento) | Adoración al Becerro de Oro | Moisés | ו |
Hei | Reinado | Espías | Tierra de Israel | ה |
Vamos a repasar las partes de este partzuf con un poco más de detalle, aunque un tratamiento completo está más allá de nuestro alcance aquí.
Primero, queremos ver a quién iba dirigido el pecado. En una primera inspección diríamos que el primer y tercer pecado – comer del Árbol del Conocimiento y Adorar al Becerro de Oro – fueron pecados dirigidos a Dios, mientras que el segundo pecado fue contra Iosef y el cuarto fue quizás contra Moisés. Sin embargo, en una inspección más detallada, podemos analizar los pecados de manera diferente.
A pesar de que comer del Árbol del Conocimiento parece ser un pecado contra Dios mismo, en realidad era una forma de autolesión, similar al suicidio. Debido a que Dios le había advertido a Adán que comer del árbol lo llevaría a una muerte segura, el hecho de que Adán eligiera comer del árbol fue un acto suicida. De hecho, esta es la raíz de todos los pecados – ignorar el propio bienestar y actuar de manera masoquista, infligiéndose daño a uno mismo. Pero en cada nivel de pecado, el daño se inflige a una parte más distante y aparentemente menos íntima del yo.
Los cuatro pecados todo-inclusivos presentan varios grados de daño autoinfligido. Adán se dañó a sí mismo directamente. Su pecado atacó la esencia misma de su ser, conocida como el “poder de la esencia”, coaj má (כֹּחַ מַה), una de las permutaciones de “sabiduría”, jojmá (חָכְמָה).
Los hermanos de Iosef atacaron a uno de los suyos, alejados un nivel de dañarse a sí mismo. La conexión entre los hermanos y Iosef era familiar, pero como se mencionó anteriormente, debido a que no eran de la misma madre, el ataque era contra la maternidad como base de la nación. En hebreo (así como en otras lenguas semíticas), la palabra “nación”, umá (אֻמָּה) deriva de “madre”, em (אֵם).
El pecado del Becerro de Oro no fue contra Dios. Como Maimónides y otros explican, el pueblo estaba reemplazando a Moisés – el emisario de Dios – no a Dios mismo. Como tal, el Becerro de Oro fue un ataque al liderazgo de Moisés.
Finalmente, el Pecado de los Espías fue dirigido no solo contra Moisés, quien prometió llevar a los israelitas a Tierra Santa, sino contra el liderazgo de Moisés ya que sería elevado al estatus de rey, específicamente en la Tierra de Israel. Y así, fue un ataque contra la patria.
Resumamos este análisis adicional con una forma aumentada de nuestro partzuf:
Letra de Havaia | Sefirá | Pecado Todo-Inclusivo | Pecado contra | |
iud | Sabiduría | Árbol del Conocimiento | Uno mismo | י |
Hei | Entendimiento | Vender a Iosef | Nación | ה |
vav | Belleza (Conocimiento) | Adoración al Becerro de Oro | Liderazgo | ו |
Hei | Reinado | Espías | Patria | ה |
(basado en una clase dada el 24 de Siván, 5754 en Shejem)
[1] Deuteronomio 13:4
[2] Génesis 38:26
[3] 2 Samuel 12:13
[4] Shabat 146b y Ievamot 103b
[5] Números 15:24. Por cierto, esta es la base de la conocida costumbre mencionada en el Shulján Aruj (Oraj Jaim 583:2) de no comer nueces en Rosh Hashaná, ya que el valor de “nuez”, egoz (אֱגוֹז) es el mismo que el valor del pecado, cuando se escribe sin alef (חֵט) como en este versículo.
[6] Bereshit Rabá 1:4
[7] Según Deuteronomio 29:28, las dos primeras letras, iud y hei, aluden a los poderes intelectuales relativamente ocultos, sabiduría y entendimiento. Las dos últimas letras, vav y hei (a las que se alude en la palabra “y lo oculto”, וְהַנִּגְלֹת) aluden a los poderes emocionales y activos revelados, belleza (tiferet) y reinado (maljut).
[8] Hay una serie de diferentes cálculos del número de versos en Itró. Dependen de cómo se divida en versículos el texto de los Diez Mandamientos. Sin embargo, 72 es el número asignado por la mesorá y traído a la mayoría de los Jumashim.
[9] Una vez más, demostrando el principio de que “la excepción confirma la regla”, o en el lenguaje de los sabios, “no hay regla que no tenga una excepción” (אֵין כְּלָל שֶׁאֵון לוֹ יוֹצֵא מִן הַכְּלָל).