De acuerdo con la Cabalá, el nivel subconsciente de la mente puede ser rectificado tan sólo a través de la acción correcta. El subconsciente de nuestra alma física –es decir, la fuerza vivificante dentro nuestro que impulsa las funciones vitales del cuerpo— tiene una concepción física del mundo. Está preocupado en sobrevivir, en sí mismo, en su territorio, y esta es la raíz del ego, del deseo, del egoísmo, etc. Aún así, es un aspecto del alma —que tiene tanto un lado físico como un lado Divino— que como tal es parcialmente físico y parcialmente espiritual. Debido a su naturaleza dual, conecta el cuerpo con la mente permitiendo así que el pensamiento genere una acción.
La meditación calma pero no transforma de hecho el nivel físico del ser. Esto se consigue únicamente con la acción, al forzar al alma física a servir activamente al alma Divina, a invertir su fuerza física en ejecutar acciones ordenadas por Di-s.
Para entrenar el alma física empleamos las mismas técnicas que utilizaríamos para entrenarnos en cualquier actividad física. Por medio de la repetición forzada del comportamiento apropiado, el entrenador imprime un hábito de acción correcta sobre el aprendiz. El cuerpo (o nivel inconsciente del ser) es entonces programado para actuar de acuerdo con la mente. De esta manera el alma física es purificada. Un alma física rectificada es aquella cuya forma habitual de comportamiento corresponde a la voluntad de Di-s.
La plegaria se convierte en acción (y no solo en intención) cuando es expresada de manera audible. El cuerpo es forzado a pararse (en la Amidá), inclinarse frente a su Creador, utilizar su aliento para pronunciar palabras que proclaman la soberanía de Di-s y suplicar por un mundo de perfección espiritual. De esta forma el alma animal es rectificada, tanto por la disciplina física de la plegaria como por el poder de sus palabras y su contenido.
La meditación que emplea también algún tipo de acción significativa, como recitar un verso de la Torá en un estado devoto de súplica, es de hecho una forma simple de plegaria. (Es la integración inter-incluída dentro de la inspiración). Esto también provoca cierta purificación del subconsciente. Asimismo, cuando rezamos con gran concentración —lo que es llamado el servicio del corazón— experimentamos la expansión de la percepción consciente asociada con la meditación. (Esto es inspiración inter-incluida dentro de integración). Una vez más, los dominios de la inspiración y la integración no son excluyentes, sino que cada uno abarca y de hecho depende del otro.
Y así en el ciclo de la práctica diaria, hay un proceso educativo que ocurre a través de la alternancia de la meditación y la plegaria, que se convierten en inspiración e integración en nuestro trabajo constante por retornar a Di-s.