Razi nos contará sobre la planificación y el ‘fluir’, y cuál es nuestro destino final
En la Parashat Nasó nos encontramos con la bendición especial para Aarón y sus hijos: la Bendición Sacerdotal (Birkat Kohanim). La “Bendición Triple”, como la llamamos en la oración, está compuesta por tres versículos, en los que el número de palabras va en aumento. Esto es un testimonio de que la bendición – “te bendiga”, “ilumine”, “eleve” – va creciendo y fortaleciéndose, de victoria en victoria (mejayil el jayil).
Planificar o fluir
¿Conocen a esas personas, las planificadoras, para quienes todo se sabe de antemano? Tengo un amigo así, Gadi. Él sabe exactamente cuándo se levantará, cuánto tiempo le tomará desayunar y qué comerá, su mochila estará organizada desde el día anterior según una lista completa de equipo, su reloj sonará exactamente a la hora prevista para salir de casa, de tal manera que le dé tiempo de llegar a la estación a tiempo. ¿A tiempo? Por supuesto, la hora planificada también incluye un minuto extra de espera, porque tal vez algo salga mal en el camino, así que hay que estar preparado para cualquier escenario posible…
A veces envidio un poco a Gadi. ¡Ojalá yo fuera así! Puedo poner el despertador, pero a qué hora me levantaré en la práctica ya es otra cuestión… ¿Preparar la mochila de antemano? Para eso se necesita una cabeza adecuada… Hay muchas ventajas en esta precisión. Pero ese no soy yo, para nada. Cuando hago algo, quiero hacerlo hasta el final, estar allí. ¿Bebemos un chocolate caliente? Con calma, con todo el tiempo del mundo.
Una vez en el verano decidimos salir juntos de excursión. ¿A dónde? Para mí no importaba, lo principal era llegar a un lugar con agua, para poder refrescarse con un baño. Como pueden entender, Gadi se encargó de la planificación. Hora de salida, distancias de caminata, hora estimada de regreso, equipo necesario, verificación del clima. ¿Qué no? Una planificación perfecta hasta el más mínimo detalle. La verdad es que me facilitó mucho las cosas. No creo que hubiera podido hacerlo solo, y por eso se lo reconocí de todo corazón.
Hasta que… hasta que llegamos al manantial, y allí ya me pareció exagerado. El comienzo fue agradable: saltamos adentro, chapoteamos, nadamos y lo pasamos en grande. Luego nos sentamos a desayunar atún ahumado, pero entonces, para él, el evento había terminado. “Eso es todo, según el plan ya hay que empezar a recoger, tenemos un largo camino por delante”, sentenció Gadi. Pero yo… yo aún no había empezado. “Espera un momento, aguarda, esto apenas comienza”, le pido, “toma aire fresco y respíralo, disfruta el momento, ¿por qué ya estás corriendo?”. “¿Qué, media hora no te fue suficiente?”, se extrañó Gadi. “¡Qué suficiente! ¿Vinimos solo para marcar una ‘V’ en la lista? No te preocupes, los planes también se pueden cambiar. Sé flexible…”.
El Poder del Límite (Kóaj HaGvul)
Las diferencias de enfoque entre Gadi y yo caracterizan a dos tipos de personas: aquellos a quienes les gusta delimitar todo dentro de fronteras, y aquellos a quienes les gusta precisamente expandirlas… A decir verdad, no solo son tipos diferentes de personas, sino que también en cada uno de nosotros existen estas dos tendencias. En el lenguaje del Jasidut, la primera cualidad se denomina “Kóaj HaGvul” (el poder del límite), mientras que la cualidad opuesta se denomina “Kóaj HaBlí-Gvul” (el poder de lo ilimitado).
Lo interesante es que estas dos fuerzas también se expresan en el ámbito de la santidad. En el cumplimiento de las Mitzvot (preceptos), aspiramos a alcanzar la mayor precisión posible, y aquí encontramos la función del “poder del límite”. Las Mitzvot que nos dio Di-s tienen definitivamente límites, y deben realizarse exactamente según el mandato, ni menos ni más: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella”. El sentido del límite me llevará a definir bien los marcos y las fronteras de la Mitzvá.
Por ejemplo: el Shabat entra a una hora conocida; la lectura del Shemá debe decirse hasta un momento determinado; en Pésaj mediré la cantidad exacta del kazayit (medida de volumen) de matzá que estamos obligados a comer en la noche del Seder; antes de la festividad de Sucot mediré con una cinta métrica la longitud del hadas (mirto) triple. Todo esto con el objetivo de cumplir con la obligación de la Mitzvá (latzet yedéi jová).
El Poder de lo Ilimitado (Kóaj HaBlí-Gvul)
¿Y dónde nos encontramos con el “poder de lo ilimitado”? No es sorprendente, ¡pero también en el cumplimiento de las Mitzvot! Es cierto, hay un tiempo para la oración y hay que respetarlo, pero ¿cuánto tiempo hay que dedicar a la oración? “Ojalá una persona rezara todo el día”. Al fin y al cabo, Di-s es infinitamente grande, entonces, ¿es apropiado limitar con el tiempo la duración del encuentro entre nosotros? En general, a los jasidim no les gusta mucho el concepto de “cumplir con la obligación” (latzet iedéi jová). ¿Por qué “salir” de la obligación? ¿Por qué no “entrar” más profundamente? ¿Por qué no embellecer la Mitzvá yendo más allá de la letra de la ley? ¡No solo estamos obligados, queremos! ¡Más y más, sin límite!
Un ejemplo: ¿hasta dónde llega la Mitzvá de la tzedaká (caridad)? Está escrito en la Guemará que también esta Mitzvá tiene un límite: “El que despilfarra, que no despilfarre más de un quinto”. Es decir, quien distribuye su patrimonio para caridad que lo haga dentro de límites razonables, que deje la mayor parte para sí mismo y no supere el veinte por ciento de sus bienes. ¿Cómo interpreta el Baal Shem Tov esta afirmación? Él se enfoca en una palabra: “despilfarra” (mevazbez). Es cierto, para quien dar dinero a la caridad es considerado un despilfarro, que no exagere. Pero para quien hacer actos de bondad es el objetivo, le está permitido añadir una y otra vez, sin limitación. Eso no se llama despilfarrar…
Lo Ilimitado dentro del Límite (Blí-Gvul be-Gvul)
El “poder del límite” en la santidad es algo necesario. Gracias a él, podemos guardar bien las fronteras de la Halajá (ley judía) y cumplir la voluntad de Di-s. Junto con esto, debemos prestar atención a que nuestro deseo de guardar los límites no nos lleve, Di-s no lo quiera, a conformarnos con lo mínimo. Se dice que quien solo busca cómo “cumplir con su obligación” (latzet Iedéi jová) y se conforma con poco, puede llegar a deteriorarse más adelante e incluso a dudar. Podría llegar a cuestionar: “¿Quién dijo que es obligatorio? ¿Quizás es solo una rigurosidad que inventaron?”. El “poder de lo ilimitado” en la santidad nos empuja a aspirar siempre a añadir más y más, y a no detenernos.
¿Acaso el “poder de lo ilimitado” es el objetivo final? No hay duda de que nos acerca a él, pero definitivamente no es nuestro destino final. ¿Por qué? Porque al fin y al cabo, Di-s creó un mundo físico y limitado, y no por nada. La intención de la creación es que precisamente dentro del mundo limitado y físico le construyamos a Él, bendito sea, una morada. ¿Cómo? Precisamente mediante el cumplimiento de las Mitzvot físicas. Y esto ya es una pista clara de la existencia de una tercera fuerza, que une a las dos juntas: una fuerza de lo ilimitado dentro del límite. ¡Este es el sentido especial de la Torá del Jasidut!
Cuando los cohanim (sacerdotes) elevan sus manos, primero que nada, nos bendicen con la preservación de los límites de la santidad: “Que el Señor te bendiga y te guarde”; en la siguiente etapa, nos bendicen con la revelación de la luz del rostro de Di-s, que nos lleva a un progreso infinito e incesante: “Que el Señor ilumine Su rostro hacia ti y te agracie”; y para concluir, somos bendecidos con la fuerza para contener los opuestos, el ‘límite’ con lo ‘ilimitado’, y hacer que habiten dentro de nosotros en paz: “¡Que el Señor eleve Su rostro hacia ti y te conceda paz!”.
¡Que tengamos el mérito de bendecir y ser bendecidos con las tres bendiciones!
¡Shabat Shalom Umevoraj (Un Shabat de paz y bendición)!
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LA BENDICIÓN TRIPLE
El texto de la bendición sacerdotal, tal como aparece en el libro de Números (6:23-27):
“Así bendeciréis a los hijos de Israel; les diréis:
Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor ilumine Su rostro hacia ti y te agracie.
Que el Señor eleve Su rostro hacia ti y te conceda paz.
Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré.”
Esta bendición, conocida como “Birkat Kohanim”, está estructurada en un orden ascendente que refleja un proceso espiritual profundo. Se compone de tres versículos, que contienen tres, cinco y siete palabras respectivamente. Cada versículo representa un nivel superior de bendición, revelando la relación entre la bondad Divina, la Torá y una conexión íntima con la voluntad de Di-s.
Primera Bendición: El Flujo y la Protección (Jésed y Guevurá)
יְבָרֶכְךָ יְהוָה וְיִשְׁמְרֶךָ
Que el Señor te bendiga y te proteja.
La primera bendición opera en el plano de la acción y la realidad tangible.
- “Que el Señor te bendiga” (יְבָרֶכְךָ): Esta es la bendición del amor expansivo de Di-s, la Sefirá de Jésed (Bondad). Se refiere al flujo de la abundancia Divina (shefa) en todos los aspectos materiales de la vida: hijos, sustento y posesiones. Es un don que fluye desde lo alto.
- “Y te guarde” (וְיִשְׁמְרֶךָ): Toda bendición necesita protección. Este aspecto de “guardar” corresponde a la Sefirá de Guevurá (Rigor, Fuerza). Así como un rey no solo da un regalo valioso, sino que también asigna guardias para protegerlo, la Guevurá establece límites y protege la bendición de fuerzas externas negativas (klipot), asegurando que el bien recibido perdure y no sea dañado.
Segunda Bendición: La Luz de la Torá (Tiferet)
יָאֵר יְהוָה פָּנָיו אֵלֶיךָ וִיחֻנֶּךָּ
Que el Señor ilumine Su rostro hacia ti y te agracie.
Esta bendición asciende del plano de la acción al plano del intelecto y la espiritualidad.
- “Que el Señor ilumine (יָאֵר) Su rostro hacia ti”: La palabra clave aquí es “luz” (אור – or). Se refiere a la luz intelectual, la luz de la Torá. Esta es la bendición de poder comprender la sabiduría Divina y que la mente se ilumine con ella. Corresponde a la Sefirá de Tiferet (Belleza, Armonía), que equilibra y armoniza la bondad expansiva de Jésed con el rigor de Guevurá.
- “Y te agracie” (וִיחֻנֶּךָּ): La palabra hebrea para “gracia” es jen (חן). Ser agraciado por Di-s significa recibir el favor Divino para poder no solo entender la Torá, sino también para encontrar el “jen” y la belleza en sus secretos más profundos y ser capaz de transmitirlos a otros.
Tercera Bendición: La Voluntad Interior y la Paz (Netzaj, Hod, Iesod)
יִשָּׂא יְהוָה פָּנָיו אֵלֶיךָ וְיָשֵׂם לְךָ שָׁלוֹם
Que el Señor eleve Su rostro hacia ti y te conceda paz.
Este es el nivel más elevado de la bendición, que toca la voluntad más íntima de Di-s.
- “Que el Señor eleve (יִשָּׂא) Su rostro hacia ti”: “Elevar el rostro” es una expresión de una relación mucho más profunda e íntima que “iluminar el rostro”. No se trata solo de recibir la luz que emana de Di-s, sino de que Di-s, por así decirlo, se vuelva hacia nosotros con Su “rostro interior”, revelando Su voluntad y deseo más profundos. Esto corresponde a las Sefirot emocionales de Netzaj (Victoria/Eternidad), Hod (Esplendor/Agradecimiento) y Iesod (Fundamento).
- “Y te conceda paz” (שָׁלוֹם): La paz (shalom) es el resultado y el recipiente que contiene todas las bendiciones anteriores. La paz emana de la Sefirá de Iesod, que canaliza y unifica todas las energías superiores en un todo cohesivo y completo. La palabra shalom está relacionada con shalem (completo), indicando que esta bendición trae plenitud e integridad a la persona.
El Canal y la Fuente
“Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré”
El versículo final aclara la dinámica: los cohanim (sacerdotes) no son la fuente de la bendición, sino el canal. Su función es “poner el Nombre de Di-s” sobre el pueblo. Pero la fuente última es Di-s Mismo, como concluye: “y Yo los bendeciré”. El “Yo” (אני – Aní) se refiere a la Esencia misma de Di-s, un nivel que está más allá incluso de las Sefirot a través de las cuales se manifiesta la bendición. En última instancia, la bendición proviene directamente del Ser de Di-s.