Rectificando el Estado de Israel

En la festividad de Shavuot, nos conectamos con la figura del Rey David: “David, Rey de Israel, vive y perdura”. David nació y murió en Shavuot, el 6 de Siván, y en este día se acostumbra a leer el Rollo de Rut, que trata sobre el linaje de David y termina con el versículo: “Y Boaz engendró a Obed, y Obed engendró a Isaí, y Isaí engendró a David”.

El Rey David recibió de Di-s la corona de la realeza, para él y sus descendientes, para siempre. La fe y la anticipación de la redención verdadera y completa, que acompaña al pueblo de Israel a lo largo de todas las generaciones (una esperanza de miles de años), está ligada a la renovación del reino de la casa de David. Esto se captura en varias declaraciones que se han convertido en pilares de la fe judía: “Creo en la venida del Mashíaj”, “Haz florecer prontamente el retoño de David, Tu siervo” (el Rey Mashíaj es de la simiente de David, y dentro de él reposa el alma de David mismo), y como damos la bienvenida al Shabat cada semana: “Sacúdete del polvo, levántate. Viste tus ropas de esplendor, pueblo Mío. Por el hijo de Isaí de Belén. Acércate a mi alma, redímela [aludiendo a la redención inminente de cada alma individual, y la redención de todo Israel y del mundo entero]”.

Rectificando el Estado de Israel Siguiendo el Camino del Hijo de Isaí

Nos incumbe hoy rectificar el Estado de Israel siguiendo el camino del Rey David. Incluso antes de que tengamos el mérito de la revelación real del Rey Mashíaj, debemos esforzarnos por poner al hijo de Isaí a la cabeza. Esto es una alusión a un pasaje del Talmud que afirma que Di-s le dijo a Ierovam ben Nevat. Ierovam fue un disidente de la Casa de David, a quien el profeta Ajías le encargó originalmente la fundación del Reino del Norte de Israel, que incluía 10 de las 12 tribus. Sin embargo, para cimentar su soberanía y cortar la dependencia del pueblo del unificador Templo Sagrado en Jerusalén, Ierovam construyó centros de culto idólatra en su territorio. Como resultado, los sabios describen la siguiente interacción entre Di-s y Ierovam:

“Arrepiéntete, y Yo, tú y el hijo de Isaí pasearemos por el Jardín del Edén”. Él le dijo [Yerovam a Di-s]: “¿Quién va a la cabeza?”. “¡El hijo de Isaí va a la cabeza!”. “Si es así”, respondió, “no lo quiero”.

Ierovam tenía buenas aptitudes para liderar el Reino del Norte de Israel; podría ser un administrador exitoso, pero solo con la condición de que “el hijo de Isaí vaya a la cabeza”. También hoy, la rectificación del “Estado de los Judíos” en la Tierra de Israel solo puede ocurrir a través de un cambio de mentalidad que conduzca al nombramiento de un liderazgo (la cabeza) con una conciencia rectificada (cabeza, pensamiento y visión del mundo). Al corregir la cabeza, todo el pueblo y todo el estado se rectifican, como afirma el Talmud, “todo el cuerpo sigue a la cabeza”.

¿Cuál es el camino del “hijo de Isaí”? ¿Cuáles son los rasgos principales del líder deseado? Está lleno de una fe absoluta en Di-s y en Su Torá. Como dice el Rey David: “He elegido el camino de la fe; he puesto Tus juicios [delante de mí]” (dérek emuná bajarti mishpatéja shiviti). Él “contempla la Torá y cumple sus mandamientos” con todo su corazón y siempre reza por la salvación de Di-s: “Porque yo soy oración” (va’aní tefilá). Está lleno de confianza solo en Di-s: “He puesto mi confianza en Tu bondad” (vaaní bejasdejá batájti), y de todo esto se llena de autosacrificio por su pueblo, buscando satisfacer todas sus necesidades, físicas y espirituales. Él unifica y une a toda la nación: “Cuando había un rey en Ieshurún, cuando se reunieron los jefes del pueblo, las tribus de Israel se unificaron juntas” (vayehí biyshurún mélek behitaséf rashei am, yájad shivtéi Israel), donde las iniciales de las palabras “las tribus de Israel se unificaron juntas” (יַחַד שִׁבְטֵי יִשְׂרָאֵל) forman “Ishai” (יִשַׁי – Isaí). Él es el rey al que se hace referencia como “uno del pueblo” (ájad haam) que hace al pueblo uno. Por supuesto, no es inmune a los errores, pero es un maestro de la teshuvá (arrepentimiento) y sabe cómo confesar su pecado y arrepentirse declarando abiertamente “He pecado ante Di-s” (jatati laHashem), como lo dicta la descripción de la Torá sobre la conducta esperada “Cuando un rey peca” (asher nasí iejetá). Feliz es la generación cuyo líder confiesa sus pecados y se arrepiente, con humildad y sencillez que halla gracia a los ojos de todos: “Y seré humilde a mis propios ojos” (vehaiti shafal beeinai).

La rectificación del Estado no puede lograrse solo mediante cambios en los sistemas de gobierno; debe comenzar con la adopción de un espíritu interno de retorno a Di-s: “El pueblo de Israel finalmente hará teshuvá al final de su exilio, e inmediatamente serán redimidos”, tanto un retorno personal a Di-s como uno colectivo, juntos. Tras el retorno a la Tierra de Israel en las generaciones recientes, su reasentamiento y el comienzo de la reunión de los exiliados, ahora debemos llegar al punto esencial: “Y Él [Di-s] les dio [al pueblo judío] tierras de naciones… para que guardaran Sus estatutos y observaran Sus enseñanzas” (vaitén lahem artzot goim… baavur ishmerú jukav vetorotav intzorú), y colocar a la cabeza de nuestro colectivo una figura de verdad y fe que exprese la conexión con Di-s —”un rey de la casa de David que contempla la Torá y se ocupa de los mandamientos”— que lidere la redención hacia adelante. Esta debe ser una figura a la que todos deseen emular, pues el rey es “el corazón de toda la congregación de Israel”, y dentro del corazón de cada judío hay un anhelo de ser como él.

“Porque Di-s salvará a Sion y edificará las ciudades de Judá, y ellos morarán allí y la poseerán. Y la simiente de Sus siervos la heredará, y los que aman Su nombre morarán en ella. Para el director, de David, para memoria” (Ki Elohim ioshía Tzion veivné aréi Iehudá… lamnatzéaj leDavid lehazkir). El verdadero líder aspira a “perfeccionar el mundo bajo la soberanía del Todopoderoso” (letakén olam be’maljut Shadai) y eleva sus ojos hoy hacia la visión futura de: “No harán mal ni destruirán en todo Mi santo monte, porque la tierra estará llena del conocimiento de Di-s, como las aguas cubren el mar. Y en aquel día, la raíz de Isaí, que está puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa” (Lo iareú velo iashjitu bejol har kodshí ki ml’á haáretz deá et Hashem kamáim laiam mejasim. Vehaiá baiom hahú shóresh Ishai asher oméd lenés amim elav goim idroshu vehaieta menujató kavod).

Cuatro áreas principales dentro de los sistemas de gobierno y del Estado requieren actualmente cambios fundamentales a nivel de raíz: el liderazgo del gobierno, el ejército, el sistema judicial (la Corte Suprema) y los medios de comunicación.

En cada una de estas cuatro áreas, debemos poner a “Ben Ishai (el hijo de Isaí) al timón”, lo que significa un cambio de mentalidad y de liderazgo, uno que guiará al pueblo por un camino de rectitud. Cuando, con la ayuda de Di-s, logremos rectificarlos, descubriremos que las cosas se acomodan pacíficamente, que las disputas entre nosotros terminarán, y que HaShem nos ayudará a superar a nuestros enemigos externos y nos bendecirá en todas nuestras empresas.

Las Cuatro Cabezas del Año

Estas cuatro áreas del gobierno y del Estado están aludidas en la Mishná que abre el tratado de Rosh HaShaná. De hecho, en hebreo Rosh HaShaná significa literalmente un cambio de cabeza, o un cambio de mentalidad:

Hay cuatro Años Nuevos: El primero de Nisán es el Año Nuevo para los reyes. El primero de Elul es el Año Nuevo para el diezmo de los animales. El primero de Tishrei es el Año Nuevo para [el cómputo de] los años. El primero de Shevat es el Año Nuevo para el árbol.

Vamos a elaborar sobre cada uno según el orden en que aparecen en la Mishná.

Una Nueva Cabeza/Mentalidad para el Gobierno

El primero de Nisán es el Año Nuevo para los reyes y para las festividades: esto se refiere a la rectificación del gobierno y su liderazgo (el rey en el sentido literal). El rey conduce al pueblo hacia su destino. Como afirma el Zohar: “Cuando la cabeza del pueblo [el liderazgo] es rectificada, todo el pueblo es rectificado”.

En la realidad actual, debemos esforzarnos por nombrar un primer ministro (cuyas funciones son similares a las de un rey) que siga abiertamente el camino de la Torá y goce de la confianza del público en general —”Tu pueblo Israel” (amjá Israel) que son todos “creyentes, hijos de creyentes”; un líder que actúe como agente de Di-s —”Quien corona a los reyes, y la soberanía es Suya”— y que esté enteramente dedicado al bienestar del pueblo.

Una Nueva Cabeza/Mentalidad para el Aparato de Seguridad

El primero de Elul es el Año Nuevo para el diezmo de los animales: esto alude a la rectificación del ejército (y de todo el aparato de seguridad), ya que Rosh Jodesh Elul es el tiempo en que el rey salía a la guerra, como en el versículo: “Al cambiar el año, en el tiempo en que los reyes salen [a la guerra]”.

Debe reconocerse claramente en todos los niveles del ejército que “Ben Ishai (el hijo de Isaí) está al timón”. El liderazgo militar debe estar subordinado al Primer Ministro en toda decisión trascendental.

El espíritu del comandante en las FDI y las reglas de conducta tanto en las bases como en el campo de batalla (el llamado código ético) deben seguir el camino trazado por David, el hijo de Isaí, el Dulce Cantor de Israel, que libró las batallas de Di-s. Entonces veremos el cumplimiento de las palabras: “Porque Havaia tu Di-s anda en medio de tu campamento, para salvarte y para entregar a tus enemigos delante de ti”.

Cuando este espíritu guíe al ejército, la cuestión del alistamiento de los estudiantes de yeshivá se resolverá de forma natural. Bajo la inspiración de “Ben Ishai al timón” —un líder que sale a la guerra y también medita en la Torá día y noche (según el requisito de que el rey mantenga un rollo de la Torá con él toda su vida), un líder que es un “hombre de guerra” al enfrentarse a los enemigos de Israel y también se dedica a la llamada “guerra [intelectual] de [la comprensión de] la Torá”— los valientes de Israel se alistarán voluntariamente cuando sea necesario para luchar y se alistarán voluntariamente en las salas de estudio cuando sea necesario para la “guerra de la Torá” (que protege al pueblo), con un sentido de unidad (“las tribus de Israel juntas”) y responsabilidad mutua.

Una Nueva Cabeza/Mentalidad para el Sistema Judicial

El primero de Tishrei es el Año Nuevo para los años: esto alude a la rectificación del sistema judicial. El primero de Tishrei es simplemente llamado “Rosh Hashaná”, el Día del Juicio para el individuo y la colectividad: “Porque es un estatuto para Israel, un juicio para el Di-s de Jacob” (Ki jok leIsrael hu mishpat lElohei Yaakov).

En la gobernanza del estado, el rey justo debe asegurar que todo el sistema judicial en la tierra opere según las leyes y la ética de la Torá de Israel, cuyo objetivo supremo es “hacer justicia y rectitud” (laasot mishpat utzedaká) —e incluso el propio rey está sujeto a las mismas leyes, ya que los sabios dictaminan que los reyes de la Casa de David juzgan y son juzgados. La rectificación del sistema judicial es la rectificación más importante del estado, pues la palabra hebrea para “estado” (mediná) deriva de “juicio” (din). “Y restauraré a tus jueces como al principio, y a tus consejeros como al inicio” (Veashiva shoftáij kevarishoná ve’yoatzáij kevatjilá).

Una Nueva Cabeza/Mentalidad para los Medios de Comunicación

El primero de Shevat es el Año Nuevo para el árbol, según las palabras de Beit Shamai; Beit Hilel dice, en el decimoquinto del mes: este cuarto Año Nuevo alude a la rectificación de la comunicación. El árbol es el figurativo “habla del campo” (síaj hasadé), la conversación de los árboles y la conversación de los animales. La Torá compara al hombre con un árbol: “Porque el hombre es el árbol del campo” (Ki haadam etz hasadé). El hombre es descrito como un “hablante” (medaber) por su singular facultad del habla, que hace posible la conversación y la comunicación. Esto es especialmente cierto para el pueblo judío, cuya “fuerza reside solo en su boca”.

El árbol es también el Árbol de la Vida (Etz Jaím) —la rectificación del habla a través de las palabras de la Torá. De hecho, cuando la Torá está involucrada, entonces incluso “la conversación casual de los eruditos de la Torá requiere estudio”. Sus conversaciones casuales se comparan con las hojas del árbol, sobre las cuales dice el versículo: “su hoja no se marchitará” (vealehu lo ibol).

Rectificar la comunicación —en todas las plataformas de medios oficiales— exige que todo se lleve a cabo de acuerdo con los valores de la Torá de Israel: un discurso que sea relevante y enfocado, sin calumnias ni otro uso denigrante o difamatorio del lenguaje. El discurso oficial debe promover los verdaderos objetivos del pueblo de Israel según la Torá. Este es el camino del hijo de Isaí, como el Libro de los Salmos, donde incluso los eventos más difíciles descritos están impregnados de fe y oración.

Concluyamos con una hermosa alusión: “Rosh Hashaná” (רֹאשׁ הַשָּׁנָה) tiene una guematria de 861. Como hay cuatro “Rosh HaShaná”, el valor total es 4 veces 861, o 3444. Este es también el valor numérico del valor primordial de la primera palabra de la Torá, “En el principio” (בְּרֵאשִׁית). Usar el valor primordial, en el que cada letra se iguala a la suma de las letras desde alef hasta esa letra, refleja el secreto de “el principio primordial de Sus obras” (kedem mifalav meaz).

Por lo tanto, el primer mensaje de la Torá es que estamos llamados a rectificar la realidad del mundo que Di-s creó para Su gloria: “hacer para Él una morada en los reinos inferiores”, a través de la revelación de la soberanía de Di-s sobre el Reino de Israel en la tierra —surgiendo de la clara conciencia de que: “¿Quién está a la cabeza? ¡Ben Ishai está a la cabeza!”

Si tenemos fe y realmente lo queremos, no es un sueño inalcanzable. “¿Quién está a la cabeza? Ben Ishai está a la cabeza” (Mi barosh? Ben Ishai barosh) tiene el mismo valor que el producto de “David” (דָּוִד) y “fe” (אֱמוּנָה).

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