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Opinar requiere esfuerzo. Rebe Shmuel,  el rebe Maharash

Cuentan los jasidim, que el rebe Shmuel, conocido como el rebe Maharash, recibía muy a menudo visitas de gente que pedía hablar con él en privado para pedirle consejos de todo tipo y recibir su bendición.

El rebe Maharash solía atender al público muchas horas, durante las cuales se tomaba algunos recreos para cambiarse la ropa ya que transpiraba mucho.

Un día, su asistente le preguntó por qué transpiraba tanto, al punto de tener que cambiarse la ropa.

El rebe le respondió: “cuando alguien viene a contarme un problema, tengo que salir de mis vestimentas y ponerme las suyas para sentir y experimentar lo que él está pasando. Luego, para darle una respuesta que lo ayude, tengo que elaborar todo en mis vestimentas, es decir que vuelvo a mi lugar de consejero imparcial para poder ayudarlo. Pero cuando le voy a dar mi respuesta y mi ayuda, debo hacerlo de manera que él lo entienda y lo sienta entonces me vuelvo a despojar de mis vestimentas y me visto con las de él y le doy lo que necesita como lo necesita. Obviamente que este es un esfuerzo mental y físico muy grande y por eso transpiro tanto”.

Me acordé de esta historia charlando con unas amigas sobre la legalización del aborto en Argentina.

Para poder opinar y más aún para dar una solución a temas tan especiales y delicados, hay que ejercitar eso de ponerse en el lugar del otro, no quedarse allí, volver a nuestro lugar, encontrar el qué y el cómo decir y volver a estar en el lugar del otro etc.

Me parece increíble que todo el mundo opine para acá y para allá, a favor, en contra, califique de asesino al que opina distinto ya sea por el bebé o por la madre, con tanta liviandad.

Si uno trata y ejercita lo que hacía el rebe Shmuel, entiende que no hay una sola opinión ni una sola solución y menos derecho a calificar a nadie de asesino.

Cuando pienso en las niñas ultrajadas por sus familiares, cuando pienso en las mujeres muertas por ser tratadas en lugares y formas no adecuados, es obvio que hay que dar un marco de contención a esa situación.

Cuando pienso en todas esas personas que no toman responsabilidades sobre su vida sexual y lo que es formar una vida en su vientre, que es lo más especial que le puede pasar a un ser humano, y que deciden cortar esa vida porque ahora eso es más “fácil” que hacerse cargo, es obvio que el marco de la ley no alcanza, que la educación tiene que intervenir, que la educación somos la familia y no el sistema educativo, que dar vida no es sólo ver nacer a un hijo sino también darle las herramientas para que sepa distinguir entre la libertad y hacer peligrar su vida.

A veces nos es tan fácil y obvio decirle a un hijo o a una hija: si alguien te asalta no lo enfrentes, dale todo y que se vaya por qué no sabes como puede reaccionar un delincuente. Pero cuando eso mismo llega por ejemplo a lo que vestimos, de golpe no sabemos cómo decir las cosas claro: eso no se viste porque no sabes cómo reacciona a eso un delincuente. No puedes pasearte por la calle semi desnudo no porque no eres libre sino porque eres una persona lógica que entiende que tienes control y libertad sobre ti y tu cuerpo, pero no sobre los demás.

Para todo lo que es inculcar humanidad, no es la ley. La ley no educa. Para eso estamos nosotros, para educarnos a nosotros mismos, a nuestros hijos, alumnos y en realidad, dando el ejemplo la educación trasciende mucho más que a ellos.

Y siempre llega la pregunta: ¿Pero ¿cuál es el punto de vista de la Torá? Y ahí comienzan nuevamente el debate y los insultos: La Torá prohíbe el aborto, la Torá es antigua, Los que prohíben el aborto son inhumanos, los que lo permiten son asesinos, los que van con la Torá son primitivos, los que van en contra son herejes…

La respuesta de la Torá va mucho más allá que cualquier opinión:

La Torá es vida y preserva la vida.

Si la vida de la mujer peligra, es una obligación el aborto, si no, la vida del bebé puede y debe continuar.

De ahí se derivan muchísimos casos y en cada cual cada persona tendría que consultar de forma privada con alguna autoridad competente y que se comporte como el rebe Shmuel. Que no repita respuestas de un libro, sino que se tome el tiempo, el trabajo y el sudor de ayudar como corresponde.

Eso es importante tanto para Bnei israel como para Bnei noaj y no son necesariamente los mismos parámetros que hay que tomar en cuenta para uno y para el otro.  

Morá Miri

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