Jasidut para la Parashá Vaiera con el rabino Itzjak Shapira
Una de las grandes problemáticas del ser humano es la cuestión del egoísmo: ¿acaso todo lo que hace el hombre es solo para sí mismo? En la parashá de esta semana, las hijas de Lot nos enseñan que, muy profundo dentro de la cáscara del egoísmo, se oculta una chispa divina.
En la parashá de esta semana, Parashá Vaiéra, la Torá nos relata sobre Sodoma y Gomorra, que eran malvadas y pecadoras ante Hashem en gran medida. Durante la destrucción de Sodoma Hashem recuerda a Abraham; Lot es salvado junto con sus hijas y así huyen a una cueva en las montañas. Las hijas de Lot piensan que todo el mundo ha sido destruido y para mantener la existencia de la humanidad emborrachan a su padre con vino y conciben de él descendencia. Así se crearon las naciones de Amón y Moab.
Cuando la Torá nos cuenta sobre Sodoma y Gomorra, vemos a estas personas como individuos que realmente merecían ser destruidos. También la asociación de Lot con estas personas se describe en un tono negativo y sus malas acciones los hacen merecedores del castigo que Hashem les dio… Cuando observamos el acto de Lot y sus hijas lo consideramos como una continuación directa de los actos de Sodoma; Lot estuvo con sus hijas porque vivía cerca de los malvados y pecadores habitantes de Sodoma.
Dos vides buenas
Aunque a simple vista de los versículos parece que las acciones de las hijas de Lot son una continuación directa de Sodoma y Gomorra, en las palabras de Jazal (nuestros sabios, de bendita memoria) encontramos también una referencia completamente opuesta:
“Dijo Rabí Jiya bar Aba en nombre de Rabí Yehoshúa ben Korja: una persona siempre debe adelantarse para cumplir una mitzvá, porque debido a una noche en la que la mayor se adelantó a la menor, adelantó cuatro generaciones a Israel: Obed, Ishai, David y Salomón. Y la menor hasta Rejavam, como está escrito: ‘Y el nombre de su madre era Naamá la amonita’.”
Anteriormente, el Talmud cuenta que después del acto de Pinjás, Moshé Rabeinu quiso ir y luchar contra los moabitas pero el Santo Bendito Sea no estuvo de acuerdo con él:
Dijo el Santo Bendito Sea: “No como ha surgido en tu pensamiento ha surgido en Mi pensamiento; tengo dos buenas ‘vides’ para sacar de ellos: Rut la moabita y Naamá la amonita.”
De las palabras del Talmud vemos dos cosas sorprendentes. Primero, el Talmud se refiere al acto de las hijas de Lot como una mitzvá. Segundo, vemos que de Amón y Moab salen dos madres de la monarquía de Israel, de cuyo linaje saldrá el Rey Mashíaj. ¿Cómo debemos relacionarnos con el acto de las hijas de Lot?
Desear que el mundo exista
Ahora observemos la historia desde el punto de vista de las hijas de Lot cuando estaban en la cueva. Las hijas de Lot pensaban que todo el mundo había sido destruido, que no quedaba en el mundo ningún ser humano aparte de ellas. En ese momento tenían que elegir entre la desesperación que acompaña a la destrucción y la ruina o el deseo de continuar la existencia del mundo. Con el acto que hicieron cumplieron una misión importante, porque desde su perspectiva hicieron que continúe la existencia del mundo.
Cuando una persona se encuentra con la destrucción de manera fuerte y directa, muchas veces se reconcilia con la muerte y la pérdida; en cierta medida también desea unirse a ella. A menudo, personas que han experimentado una pérdida difícil entran en un estado de ansiedad y depresión, hasta que en casos extremos hay quienes ponen fin a sus vidas.
Dentro de la gran pérdida que experimenta el ser humano también surge un movimiento opuesto, una naturaleza divina que hace que la persona quiera continuar y mantener el mundo, elevarse a pesar de toda la dificultad y comenzar la vida de nuevo. Para que la naturaleza del ser humano se eleve por encima de todas las dificultades y pueda comenzar su vida de nuevo, necesita ayuda desde arriba, una asistencia divina que le dé la fuerza para continuar.
Cuando las hijas de Lot deciden continuar la cadena de las generaciones a pesar de la destrucción que experimentaron, en ellas se revela la fuerza y el deseo divino en la existencia del mundo. Dentro del deseo de las hijas de Lot de continuar la existencia de la humanidad se refleja el firme deseo de Hashem en la existencia del mundo.
También después del Holocausto muchos judíos se levantaron y construyeron, a pesar de todo lo que vivieron, contra todas las probabilidades, para continuar la existencia del pueblo judío. Los judíos tenían un enorme impulso de construir comunidades judías y una vida de Torá y familia, a pesar de toda la enorme dificultad de la destrucción. Dentro del intenso deseo de estos judíos se revela el Santo Bendito Sea, que quiere la existencia del mundo en general y la existencia del pueblo judío en particular.
También hoy, en la difícil guerra, hay muchas familias cuyo mundo se ha derrumbado, y precisamente desde el dolor y la dificultad les deseamos que puedan levantarse y construir por la fuerza del deseo de Hashem en ellos y en el mundo.
Sodoma y Gomorra – La cáscara impura del egoísmo
Como se ha mencionado, las hijas de Lot crecieron en Sodoma bajo la influencia de la ideología que dice que “el hombre es un lobo para el hombre”. Los habitantes de Sodoma afirman que no hay nada bueno en el mundo, todo es egoísmo absoluto; la persona debe reconocer su egoísmo y, por lo tanto, tiene prohibido ayudar a su prójimo. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecadores ante Hashem en gran medida; afirman que Hashem creó un mundo en el que no hay bien, como si convirtieran a Hashem en malo, Dios no lo permita, por lo que está escrito sobre ellos que eran malvados ante Hashem en gran medida.
Un lugar así, que se conduce de tal manera que cada uno se preocupa solo por sí mismo y únicamente por sí mismo no puede existir. Hashem no desea mantener un lugar que promueve una ideología de interés absoluto. Pero dentro de este interés total hay una verdad oculta, un punto divino-mesiánico que está cubierto por muchas cáscaras. Los habitantes de Sodoma obtienen la fuerza para preocuparse por sí mismos de manera tan absoluta precisamente del firme deseo de Hashem en la existencia del mundo. Si Hashem quiere mi existencia, yo también la quiero, y con todas mis fuerzas. Este deseo cayó en las klipot, las cáscaras impuras y llegó a un extremo que Hashem ya no quiso soportar, pero la fuerza que tenían los habitantes de Sodoma la tomaron del deseo de Hashem en la existencia del ser humano.
De este fuerte deseo de existir de los habitantes de Sodoma surgen las hijas de Lot que desean que el mundo exista. En el acto de las hijas de Lot, que viene después de la destrucción y el quebranto que refina el deseo de vivir una y otra vez, se revela el intenso deseo de Hashem de que exista el mundo.
Las Dos Hijas de Lot
En este acto vemos que las hijas de Lot lo hacen de manera diferente una de la otra. La primera es quien inicia el acto, tanto para sí misma como para su hermana; mientras que la segunda, aparentemente, se deja llevar o aprueba las acciones de la primera. La primera expresa el intenso impulso que tiene el ser humano por la existencia del mundo; la última da aprobación al impulso, como diciendo que el impulso de supervivencia es algo bueno.
Como se ha mencionado, del linaje de las hijas de Lot nace el Mashíaj. El Mashíaj viene a revelar al mundo entero hasta qué punto el deseo de vivir proviene del deseo que tiene Hashem por la vida del ser humano. En la oración de la Amidá pedimos: “Quieras, Hashem, a Tu pueblo Israel”, o en la versión de las comunidades sefardíes: “Que Te complazcas en nosotros y nos aceptes”; pedimos a Hashem que revele Su intenso deseo por nosotros. Cuando sintamos que el deseo de Hashem es el que nos da la fuerza para vivir, podremos sentir que este deseo es bueno y correcto, y no interesado y egoísta.
Las hijas de Lot concibieron de su padre cuando él estaba completamente ebrio. En esta unión no había ninguna relación de pareja normal, y tampoco Lot estaba conciente del acto. Las hijas de Lot estaban completamente enfocadas en el objetivo de la existencia del mundo mientras que Lot mismo estaba ebrio. En una relación de pareja correcta, los cónyuges reciben calor y amor uno del otro. Entre Lot y sus hijas no hubo una relación de calor y amor; todo el acto estuvo lleno de una entrega absoluta al deseo de la existencia del mundo.
Precisamente las hijas de Lot, que crecieron en un lugar donde las personas se desean a sí mismas con tanta firmeza, pueden reflejarnos el firme deseo de Hashem de que existamos, del cual proviene nuestro deseo de vivir. A través del firme deseo de las hijas de Lot, se nos revela el firme deseo de Hashem por el mundo, hasta que llegue nuestro justo Mashíaj, que revelará al mundo entero hasta qué punto Hashem lo desea.
¡Shabat Shalom!
Beit Yeshivat ‘Od Yosef Jai’