SALVACIÓN DE RABI POR LA FE
A primera vista, la fe (emuná) y la confianza (bitajón) pueden parecer conceptos muy similares, pero nuestros Sabios y los grandes comentaristas antiguos los distinguieron. Una de las demostraciones más hermosas de esta diferencia se encuentra en dos historias fundamentales sobre Rabí Akiva y su maestro, Najum Ish Gamzu. Najum Ish Gamzu vivió antes de la destrucción del Templo, mientras que Rabí Akiva experimentó la destrucción y vivió la segunda mitad de su vida sin el Templo Sagrado. Este hecho está esencialmente relacionado con la diferencia entre fe y confianza. Relataremos brevemente la historia de Rabí Akiva y examinaremos varios aspectos de ella.
La historia de la salvación de Rabi Akiva
La famosa historia de Rabí Akiva (Berajot 60b) probablemente ocurrió después de la destrucción del Templo Sagrado. Rabí Akiva buscaba alojamiento en una aldea. Los aldeanos se negaron a acogerlo, y Rabí Akiva se vio obligado a pasar la noche en el campo. A pesar de esto, dijo: «Todo lo que hace el Misericordioso es para bien». Durante la noche, un gato se comió el gallo de Rabí Akiva, un león devoró a su burro y el viento apagó su vela. Sin embargo, Rabí Akiva persistió, diciendo: «Todo lo que hace el Misericordioso es para bien». Al día siguiente, se enteró de que, durante la noche, los romanos habían atacado la aldea y se habían llevado cautivos a todos sus habitantes. Rabí Akiva entonces dijo a sus discípulos: «¿No les dije que todo lo que hace el Santo, Bendito Es, es para bien?».
Fe latente
En esta historia, la materia revela su bajeza y debilidad: los animales fueron devorados por sus depredadores naturales y el fuego de la vela sucumbió al viento. Sin embargo, Rabí Akiva mantuvo la fe absoluta en que todo era para bien, y su espíritu no se extinguió. A pesar de todos los sucesos negativos, Rabí Akiva se aferró a su fe en que todo lo que sucede es, en última instancia, para su beneficio, y el final lo revelará. De hecho, al día siguiente, la magnitud del milagro de salvación que Dios obró por él le fue revelada. Sin embargo, la historia no termina del todo bien. Los animales fueron devorados de todos modos, y lo que es más grave, los habitantes de la aldea fueron hechos prisioneros. No hay verdadero consuelo para el pueblo en general, a pesar de la revelación de que todos los daños acaecidos durante la noche fueron en beneficio de Rabí Akiva.
La respuesta de Rabí Akiva a las dificultades que le aquejan, a la oscuridad en la que se encuentra, da expresión al versículo «y Tu fidelidad en las noches» (Salmos 92:3). El atributo de la fe pertenece principalmente a la noche, a los estados mentales en los que el bien de una situación no es claramente visible. El dicho de Rabí Akiva es en arameo, la lengua de la traducción, que simboliza el sueño, el letargo de los poderes del alma. Sin embargo, a pesar de que «estoy dormido», «mi corazón está despierto» a través del poder de la fe.
El creyente no se apresurará
Es fácil ver que esta historia sirve como una especie de introducción a la forma en que Rabí Akiva recitaba el “Shemá Israel” con fe plena (el significado del versículo “Shemá Israel” es que en el futuro, el Santo, Bendito Es, se revelará y será el único Di-s de todas las naciones) mientras los romanos lo torturaban hasta la muerte. El curso de la vida de Rabí Akiva y las historias sobre los Diez Mártires en general nos enseñan que, durante el exilio, servir a Di-s depende principalmente de la fe. Solo con fe se puede sobrevivir a la oscuridad de la larga noche del exilio.
Pero la fe tiene otro aspecto importante. El profeta Isaías dijo: «Por tanto, así dice Havaia Di-s: He aquí, pongo en Tzión una piedra, una piedra probada, una preciosa piedra angular, un cimiento seguro; el que crea no se apresurará» (Isaías 28:16). Rashi explica este versículo: «El decreto ha sido dado ante Mí, y he establecido un rey mesiánico que estará en Tzión como piedra de prueba… El que crea en este asunto no lo apresurará; no dirá: “Si es verdad, que venga pronto”». El creyente no intenta apresurar el fin. Soporta en silencio el peso del exilio y espera la mañana que sin duda llegará, sin criticar los atributos del Santo, Bendito Es, y sin tratar de forzar la realidad para que cambie según su voluntad. Como es evidente en la historia: Rabí Akiva no discute con los aldeanos, sino que acepta la decisión y sale al campo, a pesar de los peligros (aunque su interpretación de “Una estrella saldrá de Iaacov” con respecto a Bar Kojba enseña que él continuaba esperando ansiosamente la redención).
La fe devuelve la existencia a la nada
¿Qué debemos hacer mientras tanto, a la espera de que se revele el bien y llegue la redención? El Maguid de Mezeritch dijo que la obra de los justos en nuestra era es devolver la existencia a la nada. Si bien el Santo, Bendito Es, creó el mundo convirtiendo la nada en existencia, durante el exilio, la fe exige devolver la existencia a la nada. Nos corresponde descubrir la bajeza y la debilidad de la naturaleza para poder revelar al Creador que se esconde tras ella. Esto rectifica la causa del exilio. El exilio en el mundo, como el exilio en el alma, es resultado del sentimiento de que «Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta prosperidad». El exilio es producto de seguir la naturaleza del mundo sin ver en ella al Creador. Para enmarcarlo en el lenguaje del trabajo del alma, estoy en exilio cuando me identifico con mi ego, con mi sentido del yo. La rectificación del ego se logra identificándose con su bajeza. Rabí Akiva se identifica con el hecho de haber sido rechazado de la aldea y lo atribuye a Di-s y a su bondad. Él reconoce que la pérdida de sus animales y el hecho de que su vela se apagara son un regalo de Di-s. Gracias a este poder, sobrevive a las dificultades de su ilustre vida.




