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Rebe Dov Ber Schneori, el Mitler Rebe fue el segundo Rebe de la dinastía Jabad. Fue hijo y sucesor del Alter Rebe de Jabad, Rabi Schneor Zalman de Liadi. El Mitler Rebe nació después del fallecimiento de Maguid de Mezritch y recibió su nombre. Es conocido por la extensión y profundidad de sus discursos jasídicos, tanto que su yerno, el tercer Rebe, el Tzemaj Tzedek dijo que “Si le cortaran el dedo a mi suegro, la sangre no saldría a borbotones, sino más bien, enseñanzas jasídicas”. Al igual que su padre, el Mitler Rebe también fue encarcelado debido a las acusaciones de los opositores al Jasidut. Su día de redención de la prisión es el diez de Kislev. El día anterior a esto, el nueve de Kislev es su cumpleaños y día de su fallecimiento. Nacer y fallecer en la misma fecha es el cumplimiento del verso, “Yo llenaré el número de tus días”. El Mitler Rebe fue el líder de Jabad durante 15 años. Murió mientras escribía un discurso jasídico y está enterrado en Nizhyn, Ucrania.

Antes del fallecer el Mitler Rebe enfermó. Los médicos no podían averiguar qué estaba causando su enfermedad. En última instancia, el médico de mayor rango proclamó que la enfermedad del Rebe era su deseo por algo que no existe en el mundo.

[Un evento similar tuvo lugar cuando el Mitler Rebe estaba en prisión un año antes. A diferencia de cómo los rusos trataron a su padre el Alter Rebe cuando fue encarcelado, trataron al Mitler Rebe decentemente. Cuando el Rebe enfermó trajeron médicos para que lo examinaran en su celda de la prisión. Los médicos no pudieron encontrar el origen de su enfermedad. Finalmente, uno de los médicos dijo que el Rebe sufría de una enfermedad espiritual – como hoy, cuando los médicos no pueden encontrar una razón física para una enfermedad, dicen que es emocional o psicológica. Los rusos no querían liberar al Rebe, pero se sentían obligados a tratarlo. Se les dijo que el Rebe estaba enfermo porque no podía enseñar Jasidut y que, si le permitían enseñar, se curaría. Todas las mañanas a partir de entonces, permitieron que un quórum de diez jasidim ingresara a la celda del Rebe. El Rebe les enseñó Jasidut, se hizo más fuerte y se curó.]

El Rebe escuchó al médico decir que él anhela algo que no existe en la realidad y le preguntó: “¿Puedes pensar en algo que no existe en la realidad? ¿Existe tal cosa?

“¿Si, por qué no?” respondió el médico.

“Por favor, piensa en algo ahora que no existe en la realidad. Vea si puede hacerlo”, dijo el Rebe.

El médico cerró los ojos, pensó un poco y dijo: “Pensé en algo. Pensé en esta mesa dando vueltas en círculos. No existe tal cosa.”

“¿Existe tal cosa como una mesa en la realidad?” respondió el Rebe. “La hay. ¿Existe una rueda? Sí. Todo lo que has hecho es tomar la rueda existente y ponerle una mesa y eso es lo que se te ocurrió. Es una combinación de cosas que existen, no algo que no existe”.

Parece que los médicos de aquellos días habían desarrollado la imaginación. Pero incluso si esa imagen estuvo cerca de diagnosticar el origen de la enfermedad del Rebe, el médico no podía imaginar el objeto del deseo del tzadik. Para los jasidim estaba bastante claro: el Rebe anhela la Divinidad. ¿Qué podemos aprender de la conversación del Mitler Rebe con el médico?

Existe una brecha infinita entre el Creador y Sus creaciones. Parecería que esta brecha es insalvable. Incluso Moisés, de quien está escrito: “Él ve la imagen de Dios”, solo podía ver la parte trasera figurada de Dios – que representa la manera en que Dios gobierna el mundo; pero ni Moisés ni ningún otro profeta pudo ver a Dios mismo. Además, el Alter Rebe explica que la expresión “la imagen de Dios” no significa que haya una imagen real de Dios que se pueda ver, incluso desde atrás. Más bien, el versículo quiere decir que Moisés mereció ver la realidad desde la perspectiva divina. Vio el mundo como Dios lo ve. Es imposible ver a Dios mismo, como está escrito explícitamente, “porque no has visto ninguna figura”.

Basados ​​en el hecho de que no podemos “ver” a Dios, podríamos aventurarnos a concluir que no hay contacto entre nosotros y Él. A todos los efectos prácticos, uno podría pensar que, desde nuestra perspectiva, Dios ni siquiera tiene que existir. Esto es lo que el Mitler Rebe – y el Jasidut en su conjunto – vienen a negar enérgicamente. Incluso podemos pensar y contemplar la esencia de Dios. Si es así, ¡entonces Él ciertamente existe!

En hebreo, hay un juego de palabras. Intercambiamos la imagen (תְּמוּנָה) – pronunciado temuná – de Dios, la cual “no vimos” con fe (אֱמוּנָה) – pronunciado emuná – en Dios, con la cual estamos provistos. A través de la fe, con la que está dotada toda alma, podemos ver claramente que Dios existe. Hay una historia famosa sobre el Mitler Rebe quien dijo: “Cuando me siento detrás de una puerta cerrada con llave y estudio Likutei Torá (una compilación de ensayos escritos por su padre, el Alter Rebe), ejemplifico el dicho “Le conozco, yo soy Él.”Fe, emuná (אֱמוּנָה), también comparte una raíz común con “arte”, omanut (אָמָּנוּת). Cuando usamos nuestra mente artística para “dibujar”, ​​por así decirlo, una imagen de la contemplación jasídica de lo Divino, podemos incluso transformar algo que para nosotros es la nada absoluta en algo que es casi tangible. 

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