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Partzuf: LOS CUATRO MOTIVOS PARA LA CREACICIÓN DEL MUNDO

Letra de HavaiaRazón para la Creación  
  IudDios anhela tener una morada abajoנִתְאָוּה הַקָּבָּ”הִ לִהְיוֹת לֹּו דִּירָה בַּתַּחְתּוֹנִים  י  
HeiDios quiere ser reconocidoבְּגִין דְּיִּשְׁתְּ מוֹדְעוּן לֵיהּ  ה
VavLa Naturaleza de Dios es hacer el bienטֶבַע הַטּוֹב לְהֵטִיב  ו
HeiNo hay Rey sin Puebloאֵין מֶלֶךְ בְּלֹא עַם  ה

Parashat Bereshit comienza con una descripción de Dios creando la realidad. ¿Es posible preguntarse cuál podría ser la razón por la que Dios quiso crear la realidad en primer lugar? Si hay una respuesta a esta pregunta, nos proporcionará una visión importante de cuál es el propósito de la Creación.

¿HAY ALGUNA RAZÓN?

Uno de los principios en el pensamiento jasídico es que cuando preguntamos sobre la razón detrás de un acto intencional, ya sea el acto de un ser humano o incluso de Dios, hay dos posibilidades. O bien no hay razón para el deseo, ein taam leratzon (אֵין טַעַם לְרָצוֹן), o bien hay una razón oculta para el deseo, taam camus leratzon (טַעַם כָּמוּס לְרָצוֹן). La primera posibilidad se considera exterior. Superficialmente, no podemos decir por qué Dios quiso crear la realidad. Sin embargo, al profundizar, descubrimos que hay razones que se pueden identificar de por qué Dios quiso crear el mundo. De hecho, en las diversas fuentes rabínicas, encontramos cuatro razones diferentes que explican por qué Dios querría crear nuestra realidad.

Las cuatro razones se encuentran en un nivel extremadamente alto, dentro de lo que se conoce como la sefirá de da’at de la parte más alta de la corona conocida como “la Cabeza Incognoscible” (Reisha delo Itiada), que entra y luego se inviste dentro de la hendidura (avirá) entre el galgalta y el cerebro oculto (moja stimá) de Arij. El galgalta representa la voluntad o deseo simple, sobre la cual se dice: “No hay razón para el deseo” en la creación de los mundos, mientras que el moja stimá se conoce como la “razón oculta para el deseo”. Las cuatro razones de nuestro modelo están enraizadas entre estas dos – entre “no hay razón para el deseo” y “hay una razón oculta para el deseo” – en el aspecto intermedio que las conecta.

FUENTES DE NUESTRO MODELO

Veamos ahora los componentes del propio modelo. La letra iud en Havaia corresponde a sabiduría (jojmá) y esto corresponde a la primera razón: Dios anhelaba una morada en los reinos inferiores. Esta razón revela de manera única la sabiduría divina y una emanación de la corona en la sabiduría. Esta razón se origina en las palabras de los sabios[1] y también se incluye en el Tania,[2] el texto fundamental del Jasidut. Por lo tanto, en Jabad, esta razón se considera la razón principal, superando todas las demás razones.

La segunda razón es que Dios quiere ser reconocido, es decir, que crea el mundo para que todas las criaturas – desde los mundos superiores hasta los más bajos – lleguen a conocerLe. Esta razón aparece en el Zohar.[3] Naturalmente, hay una conexión entre todas las razones, pero en un nivel simple, cada razón transmite una idea ligeramente diferente.

La tercera razón es que “la naturaleza del bien es hacer el bien”. Su fuente se encuentra en el comienzo del Eitz Jaim,[4] la obra principal de la Cábala del Arizal. Esto significa que Dios quiere crear el mundo para beneficiar a Sus creaciones, para llevarnos a todos al Mundo Venidero, donde existe el bien supremo. Según esta razón, el propósito de la Creación es el Mundo Venidero. Esta razón es también la principal citada por el Ramjal (Rabí Moshé Jaim Luzzatto), con la que comienza su libro Mesilat Iesharim y otras obras.

La razón final es “no hay rey sin pueblo”, que aparece en los textos cabalísticos[5] y en el Tania. Su significado es que toda la intención de la Creación es revelar el Reino de Dios, que no puede ser revelado sin la existencia de un pueblo. Para establecer un pueblo, todos los mundos deben ser creados – solo entonces Dios puede ser un Rey sobre Su pueblo. A modo de alusión lingüística, la palabra hebrea para “mundo”, olam (עוֹלָם) permuta para formar la palabra “un pueblo para Él”, am lo (עַם לוֹ).

Es crucial para nosotros saber en qué textos aparece cada razón, ya que esto vincula cada razón con un sendero particular en el servicio a Dios. Cada uno de los verdaderos grandes sabios de Israel ofrece una razón u otra para la creación del mundo, y se podría decir que su elección de una razón particular refleja, más que cualquier otro pensamiento, su enfoque y perspectiva en el servicio a Dios. La forma en que cada sabio percibe en su mente y siente en su corazón la razón de la creación da forma a la dirección de todas sus acciones. Cada precepto que cumplimos y toda la Torá que estudiamos, de principio a fin, es un acto de creación. Todo esto para que nosotros también podamos ser socios del Creador en el acto de la Creación – “Así como yo creo mundos y revivo a los muertos, así también vosotros [hacéis lo mismo]”.[6] Si el papel del judío es crear mundos y ser un socio de Dios, también debe ser consciente de la razón de la creación. La conciencia de la razón proporciona tanto el genuino estilo como el verdadero vigor a todas nuestras acciones

DESEMBALAR LA CORRESPONDENCIA

 Repasemos brevemente la correspondencia de las cuatro razones con las cuatro letras de Havaia, desde abajo hacia arriba. La correspondencia más clara es con la última razón, alineada con la letra final hei del Nombre, que representa el reinado-maljut.

 En la segunda razón – “la naturaleza del bien es hacer el bien” – es evidente la correspondencia con la letra vav del Nombre. La vav representa los atributos del corazón, principalmente el atributo de bondad (jesed), la cualidad innata del corazón para hacer el bien.

 En la tercera razón – “para que Él sea reconocido” – la correspondencia es con la hei superior, asociado con la sefirá de entendimiento-biná. El Santo crea el mundo para que podamos reconocerLe, y este conocimiento es comprensión y entendimiento. En la Cabalá, la comprensión y el entendimiento de las almas están vinculados a la hei superior del Nombre, su origen, también conocido como la “fuente de las almas”.

 Nuestra primera impresión es que estas tres razones corresponden claramente a las letras hei, vav y hei en Havaia. En contraste, la correspondencia de la cuarta razón – “Dios deseaba una morada en los reinos inferiores” – con la letra iud no es perceptible inmediatamente. ¿Por qué el deseo de Dios de Su propia morada específicamente dentro de la realidad inferior está conectado con la sabiduría? Así, se hace evidente que esta razón es la más profunda de todas

ANHELO DE UN HOGAR

 El deseo o anhelo, taavá (תַּאֲוָה) es el secreto de un “hogar”, bait (בָּיִת), y ambos tienen el mismo valor numérico, 412. A partir de esta clara pista, aprendemos que la esencia del deseo es un deseo por un hogar. El deseo se manifiesta como el anhelo de una morada, de un hogar. En un nivel más profundo, hay que decir que una persona reside principalmente en su propio deseo. Cuanto más se realiza su deseo, más habita en él. Forma la morada “psicológica” inicial de una persona.

¿Cómo sabemos que la sabiduría es la fuerza principal que construye un hogar? El versículo de Proverbios dice: “Con sabiduría se edifica una casa”.[7]

Cuanto más baja es la realidad, más sabiduría se requiere para construir un hogar dentro de ella. El Midrash [8] nos dice que Dios construye Su mundo a la manera de un rey que desea construir su palacio en un vertedero de basura. Es decir, Él escoge el lugar más bajo y específicamente allí establece Su hogar. Aparentemente, un vertedero lleno de lodo y fango es completamente inadecuado para construir una casa o un palacio – como dice el versículo: “Me he hundido en un cieno profundo, y no hay donde hacer pie”.[9] Cuanto más bajo y menos estable sea el lugar, mayor será la sabiduría que se requiere para ajustar los cimientos a esa baja realidad. Por lo tanto, la esencia de la sabiduría inicial en el acto de construir radica en elegir la ubicación de la casa, y seleccionar un lugar que se adapte exclusivamente a tí expresa su esencia más íntima

Ilustremos: Un judío hace aliá a la Tierra de Israel con la intención de establecerse allí. Debe viajar por toda la tierra hasta que encuentre una comunidad que atraiga su corazón para vivir allí. Toda la tierra es sagrada – cada ciudad y comunidad dentro de ella – pero una persona debe elegir el lugar específico donde vivirá toda su vida, construyendo un hogar y una familia. Cuando descubre este lugar elegido, siente en su corazón, “Este es”, el lugar en el que quiere vivir para siempre. Este es un sentimiento muy profundo, que muchas personas nunca experimentan en su vida. Esta experiencia única no está ligada a ningún plan consciente. Es un destello de “Aquí moraré, porque yo lo he deseado”.[10] De repente, una persona siente que ese lugar refleja toda su esencia en una luz que vuelve, como un espejo, e intuye que construir allí su hogar le permitirá ser realmente ella misma en ese lugar. Esta puede ser la mayor experiencia que una persona pueda imaginar.

Además, sin explicar esto en profundidad, observemos que el valor de “morada”, dirá (דִּירָה) es 3 veces el valor de “sabiduría”, jojmá (חָכְמָה), correspondiente a la raíz de sabiduría, entendimiento y conocimiento (las sefirot intelectuales) dentro de la propia sabiduría, como está dicho: “Con sabiduría se construye una casa, con entendimiento se afianza, y con conocimiento se llenan sus habitaciones”.[11]


[1] . Tanjumá Nasó 16.

[2] . Cap. 36.

[3] . Zohar 2:42b.

[4] . Comienzo de Shaar Hakelalim.

[5] . Emek Hamelej Sha’ar Sha’ashuei Hamelej BeAtzmuto, comienzo del cap. 1. Sefer HaJaim, capítulo sobre Gueulá, cap. 2. Rabeinu Bajie sobre Génesis 38:30.

[6] . Midrash Tehilim 116. Ialkut Shimoni Tehilim §875

[7] . Proverbios 24:3

[8] . Bereshit Rabá 1:5

[9] . Salmos 69:3

[10] . Ibid. 132:14

[11] . Proverbios 24:3-4

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