PRISIÓN POR UNA RAZÓN

 Rebe Menajem Mendel de Vitebsk

El Rebe Menajem Mendel de Vitebsk, autor de ‘Pri Ha’aretz’, nació en el año 5490 (1730), siendo su padre Rabí Moshé, un discípulo del Baal Shem Tov. En su juventud, visitó al Baal Shem Tov en diversas ocasiones, pero recibió la mayor parte de su Torá del Maguid de Mezritch, convirtiéndose en uno de sus más grandes discípulos. Muchos de los discípulos del Maguid, incluyendo al Alter Rebe de Jabad, aceptaron su autoridad después del fallecimiento del Maguid. En 5537 (1777), lideró a trescientos jasidim (un número muy significativo para ese momento) en aliá a la Tierra de Israel, estableciendo una comunidad primero en Tzfat y luego en Tiberíades. La personalidad del tzadik combinaba un auténtico liderazgo con una tremenda humildad, junto con el sacrificio personal por la Tierra de Israel y la aceleración de la redención. Falleció el 1 de Iyar de 5548 (1788) y fue enterrado en Tiberíades.

Una vez, cuando el Rebe Menajem Mendel era un joven casado, lo acusaron falsamente de algo y le metieron en prisión. La cárcel albergaba a asesinos y criminales no-judíos, y el Rebe Menajem Mendel tenía que compartir celda con ellos. La celda estaba sucia, y para que pudiera rezar allí, el Rebe Menajem Mendel iba a un rincón y trataba de limpiarla lo mejor que podía.

El Rebe Mendel se dio cuenta de que cuando rezaba en su rincón, uno de los prisioneros, que se mostraba como todos los no-judíos, le observaba atentamente y su rostro cambiaba. Este prisionero comenzó a acercarse a él y a ayudarle. Después de algún tiempo, el Rebe Mendel le preguntó sobre esto. Él respondió que era un judío llamado Najum que se había desviado del camino y se había convertido en un ladrón, y debido a su descenso a un nivel tan bajo, nadie estaba haciendo esfuerzos en su favor. El Rebe Mendel entendió que Di-s le había puesto en prisión a través de la Providencia Divina, para ayudar a Najum a conectar mejor con su alma judía.

El Rebe Mendel comenzó a estudiar con él y a guiarlo en la observancia de las mitzvot que se podían realizar en la cárcel. Najum se arrepintió completamente de su pasado, y el Rebe Mendel le prometió que cuando salieran de la cárcel, le llevaría con su maestro, el Maguid de Mezritch, para que pudiera lograr la rectificación completa. En cierto momento, los jueces investigaron el caso del Rebe Mendel y comprendieron que había sido acusado falsamente. El jefe de los carceleros vino y le dijo al Rebe Mendel: “Eres libre, vete a casa”. Pero el Rebe Mendel se negó: “No me iré de aquí hasta que también liberes a Najum, el ladrón…”

Le explicaron que Najum el ladrón era un auténtico ladrón y merecía permanecer en prisión por mucho tiempo, pero él insistió. Finalmente, el Rebe Menajem Mendel logró llegar a los jueces y les dijo: “Asumo la responsabilidad de que Najum no volverá a robar, le estoy adoptando”. Los jueces se convencieron y liberaron a Najum junto con él. Inmediatamente después de salir de la prisión, el Rebe Mendel llevó a Najum con él al Maguid de Mezritch. Viajaron al Maguid, y allí Najum se convirtió en un devoto discípulo del Maguid, y uno de los tzadikim del movimiento jasídico.

El Rebe Menajem Mendel es probablemente el primero entre los tzadikim jasídicos en caracterizarse por lo que más tarde se convirtió en una especie de “costumbre jasídica”: ser encarcelado debido a falsas acusaciones. En esencia, para todos los que se hallen en prisión, siempre hay tal “Najum”, una razón divina por la que todo el encarcelamiento, con todas sus penurias y complicaciones, valió la pena.

La prisión, se podría decir, es un lugar donde los ba’alei teshuvá (penitentes) se encuentran. Las personas completamente justas no pueden estar allí, pero el Rebe Menajem Mendel, un hombre humilde, que después de mudarse a la Tierra de Israel incluso firmaba sus cartas como “el verdaderamente humilde”, mereció por su humildad estar allí y así acercar a Najum a Di-s. Porque, ¿cómo se puede acercar a un judío así, que parece tan distante? Sólo a través del poder de la humildad se puede ver la virtud única en cada judío y sentir su existente cercanía a Di-s y, en consecuencia, iluminar este punto en su interior. Así, explicó el Alter Rebe, un seguidor de la “tradición carcelaria” del Rebe Menajem Mendel – él también fue encarcelado falsamente, dos veces – que el tzadik es como una palanca: él desciende por debajo del nivel más bajo, y de esta manera eleva toda la estructura.

De hecho, se podría decir que esta palanca de por si es también el punto de luz dentro de los diversos personajes del “inframundo” que se encuentran en prisión. Perciben la injusticia y la falta de rectitud en el mundo externo aparentemente ordenado, el dirigido por el establishment, y en una especie de rebelión o protesta, descienden por debajo de él con el deseo oculto, como dice el Rebe, de “¡cambiar el mundo hoy!” y lo levantarlo.

Incluso cuando los malvados rompen los límites de la sociedad (y, por supuesto, hay tal maldad dentro de cada uno de nosotros), se puede encontrar luz en el caos que provocan. Es una gran luz sin recipientes capaces de contenerla. Cuando el mal se encuentra con un tzadik, o con el tzadik interior dentro de cada uno de nosotros (porque en “tu pueblo son todos justos”), el tzadik es capaz de elevar el carácter del inframundo a la santidad e introducir sus luces de caos en los amplios recipientes del mundo de tikún (rectificación).

También es interesante observar que cuando el Rebe Raiatz estableció el estudio diario conocido como Jitat (Jumash, Tehilim y Tania), la porción de Jitat para el día de fallecimeinto del Rebe Mendel (en un año regular) es la sección en el Tania sobre Rabí Elazar ben Durdaia, el maestro de todos los penitentes. Él también alcanzó el lugar más bajo del mundo más bajo y emergió desde allí, y por su mérito, y por el mérito de aquellos que son como él, llegará la redención.

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